Wolverine (2011) versión anime

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Las adaptaciones rara vez conforman a todos. Y por rara vez, mejor sería decir nunca. Esta serie de animación japonesa resulta el claro ejemplo de cómo se puede tomar un personaje muy popular para destrozarlo, según los criterios de las mismas personas que lo hicieron populares (a.k.a. el público de comics).

Tomemos a Wolverine, un personaje de contextura más bien petisa, muy musculoso, con pocas pulgas y ningún pelo en la lengua, cabrón pero también un sobreviviente y un luchador nato. Pasémoslo a estética anime, haciéndolo carilindo, alto, delgado, con poco músculo. Dejémosle sus patillas pero con un peinado a lo Elvis, borremos su cigarro y hagamos que su mala actitud sea una rebeldía a lo James Dean. Hagamos que sea como muchos otros personajes de anime: impulsivo, pendenciero sin remedio, nada de cerebro y totalmente frontal.

Y tenemos la versión de anime de un personaje que luego no tiene nada que ver con el original.

¿Y qué es lo peor? Que la serie mejoró MUCHO con respecto a este trailer que vi mucho tiempo antes, el cual me revolvió el estómago:





Luego de ver los 12 episodios que conforman esa serie, si bien el resultado es mucho mejor de lo esperado, resulta ser una serie más, de relleno, que no es demasiado recomendable ni para fanáticos ni para los que pocos saben de comics.

Más allá de lo estético, que es una cuestión de gustos, tenemos una historia por momentos interesante, por momentos plana y predecible, generalmente repetitiva. Lo mejor son los primeros capítulos, que arrancan con una conspiración y terminan en la aparición del mayor superenemigo clásico de Wolverine: Omega Rojo. Sinceramente, de lo mejor que he visto en cuanto a peleas de superhéroes en animación, estirándose por varios episodios pero no de manera innecesaria, sino bastante coherente con la trama.

El verdadero punto flojo de toda la serie, que se basa en Logan tratando de rescatar a su amada Mariko de las garras del lider de una organización mafiosa internacional,  es la repetición de esquemas. La serie exagera tremendamente la acción, utilizando los típicos clishes de cientos de miles de objetos disparados al mismo tiempo, los espacios inconmensurables que nunca terminan, las escenas físicamente imposibles o ridículas, etc.

Esto puede gustar o no, pero lo cierto es que el personaje resulta algo maltratado. Incluso se le recortan los poderes, ya que de pronto sus garras de adamantium no cortan casi nada. Sus oponentes y las situaciones que enfrentan son todas del tipo físico, el personaje simplemente actúa, nunca reflexiona. Cierto, Logan tampoco se caracteriza por ser alguien meditativo, pero es una persona que  tiene experiencia luchando y lanzarse ciegamente contra el enemigo en TODAS las oportunidades, sin buscar alternativas tácticas, no es algo que vaya con él. Tal vez sea porque es un Wolverine algo inexperto, pero en realidad nunca se lo pone en contexto como para hacer esta afirmación.

Por otra parte tengo que reconocer que ciertas vueltas de tuerca de la historia no quedan mal y que el final no es nada malo, acorde con lo que puede verse en ciertas historias del personaje. De todas maneras, queda muy lejos de las otras dos series de Marvel hechas anime (Ironman y X-Men), las cuales estoy viendo y reseñaré próximamente.

Batman: Year One (2011)

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Hace tiempo, hubo una revolución en los comics de superhéroes. Sobre todo de aquellos que no tenían superpoderes, o los que tenían no eran tan glamorosos como volar y disparar cosas por los ojos. Esta revolución, encarada principalmente por el controvertido (ahora casi facista), pero genial Frank Miller, puso a personajes como Batman y Daredevil lejos de las historias aparatosas e irreales, y las metió en el corazón de las tinieblas del alma humana. Enfrentados a la corrupción policial, los problemas sociales de ciudades enterradas en la peor de las crisis, a los vicios y defectos del espíritu humano, estos personajes renacieron con una nueva luz.

Batman: Año Uno fue tal vez la mayor de estas historias. Retratando el primer año de Bruce Wayne como Batman, Miller, ayudado por la pluma de David Mazzucchelli, nos llevó a una Gotham aparentemente imposible de redención, en la cual aparecen dos personajes que cambiarán todo: un cínico pero incorruptible James Gordon, que carga con pecados y demonios del pasado, y un huérfano multimillonario que tiene un objetivo, pero no encuentra todavía los métodos ni el enfoque para alcanzarlo.


El estilo visual
Con una animación impecable, fluida y detallada, la película sigue en la línea de las producciones de este tipo a la que nos acostumbra DC, aunque podríamos decir que le han puesto más dinero y esfuerzo que a otras películas, dando un resultado todavía mejor. Los gestos, movimientos y posturas de los personajes son totalmente creíbles, y se nota algo de trabajo en 3D muy bien integrado al 2D.

Sin embargo, el único punto en el que algunos podrán sentirse algo defraudados es que el diseño de personajes se aleja bastante de lo planteado por Mazzucchelli en el comic. Esto es lamentable pero también necesario, ya que no siempre se puede adoptar el mismo estilo exacto, generalmente por razones técnicas. En este caso, creo que su forma de dibujar a veces casi esquemática, con líneas de contorno que no se cierran y más centrado en la acción que en el detalle, no eran las más adecuadas para una realización audiovisual.

Otro apartado para el color, pero en este caso, como ganancia. Batman: Year One se publicó originalmente como arco argumental de cuatro números dentro de la serie regular de Batman (nº 404 al 407). En esa época (1987), los comic books (es decir las revistas de comics) se imprimían en un papel no demasiado bueno, que impedía utilizar demasiados colores.

Esto dio como resultado una paleta de apenas seis colores. Se suma a esto el hecho de que al tratarse de papel para edición económica, no tenían nada de brillo y eran muy opacos, deslucidos. A pesar de ser recoloreadas las páginas por Richmond Lewis al editarse en una edición integral, más cara y con mejor papel, por una cuestión técnica y de costos, esta obra, sin desmerecer los méritos artísticos, está marcada por su época.

En la versión animada, aparecen todos los colores que en su momento le fueron negados a la acción, que transcurre de día y de noche, cubriendo un año de la vida política, criminal y social de una Gotham llena de lugares y personas de interés.

Otra de las virtudes de la cinta es que, además de seguir la historia al pie de la letra, hace lo mismo con la parte visual, calcando prácticamente todas las viñetas y agregando solamente lo poco que queda por rellenar en medio.


 
El resultado
Se trata sin duda de una adaptación impecable en todo sentido. Esperada por muchos, tal vez pueda pasar desapercibida para el fanático que ya conoce de memoria la historia, la cual, recordemos, influyó directamente en las últimas cintas de Batman realizadas por Christofer Nolan gracias a su enorme cuota de realismo y violencia bien enfocada. Sin embargo, aunque pase rápidamente (el comic tampoco es muy largo), no deja de ser una excelente forma de introducir a los no aficionados en lo mejor de las historias de Caballero Oscuro.


La edición argentina
Nuevamente, lamentablemente, nos encontramos ante una gran pifia, bastante tonta si tenemos en cuenta lo obvio. Por lo que pude averiguar, la edición local de la película NO viene con subtítulos al castellano, lo cual nos obliga a ver la edición doblada, sobre todo si queremos mostrarle la película a alguien que no sabe inglés.

Es una muy buena noticia que, desde hace ya cierto tiempo, las películas animadas de DC salen a la venta en DVD gracias a la única empresa sobreviviente del rubro, AVH. Antes había tres o cuatro empresas, que supieron reconvertirse del VHS a los medios digitales. El secto se queja de la piratería, pero ¿hace bien la tarea al elaborar y promocionar bien los productos? Dejando de lado el puritanismo comiquero que odia los doblajes, resulta bastante tonto tener que discutir por este tema siendo que es algo obvio que el DVD está ahí para aprovechar todas sus opciones en cuanto a diferentes canales de sonido y subtítulos.

Esperemos que lo corrijan definitivamente para la próxima, porque ya van como media docena de películas de este tipo que salen sin subtítulos. De todas maneras, va directo a mi videoteca, apenas la vea en algún negocio del ramo.

Cuatro días de actividad

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Gracias al feriado puente del 8 y 9 de diciembre, de pronto me encontré con un fin de semana de cuatro días (luego de uno de tres días por el feriado del lunes 28 de noviembre). Hay que decir que no podría haber venido en mejor momento. Mucho para estudiar y poco tiempo: diciembre se vino encima como un tren de carga.

En realidad había planeado gran parte de mi agenda en función de estos días libres, pero eso no quita que sienta una sensación de triunfo al haberlos podido usar como quería. Salí un poco, cumplí con varios compromisos, pero me dediqué principalmente al estudio.

Justamente el miércoles 7 dejé atrás mi segunda materia de esta seguidilla de finales (Práctica Profesional II), y ahora me encamino hacia una de las materias más gruesas: Filosofía de la Educación, el martes 13. Luego, el postre, Didáctica y Currículum II, el jueves 22. Teología y Doctrina Social de la Iglesia quedó para febrero, ya que no quiero quemarme la cabeza; después de todo no es una materia muy grande y se puede acomodar en enero.

Sí, fue estudio casi todo el día, excepto por pequeños cortes para leer algo, dar vueltas por Facebook (en el grupo del profesorado que armamos para darnos apoyo mutuo, claro) y ver alguna que otra serie. Sufriendo de a ratos el calor insoportable, incluso ahora, luego de una tormenta que ha traído agua y algo de frescura, pero no precisamente frío.

¿Qué más puedo decir? Dice Pepe Mujica en un texto que leo hoy, que en algún punto el estudio pasa de ser un esfuerzo a ser un placer. Y leo de Dewey que cada fin se convierte en medio al ser alcanzado. Y la verdad, si alguna vez tuve dudas sobre mis estudios, estas han desaparecido.

No puedo decir que no esté algo ansioso por ver que este mes se termine y poder ver nuevamente los frutos de tanto esfuerzo, y un acercamiento ya definitivo al resultado mayor. Pero estoy tranquilo y lo vivo día a día. A ver qué más les puedo contar, cuanto tenga más tiempo para hacerlo.

Young Justice (2011)

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A veces hay series que te sorprenden, no sólo porque te enteras de que existen, sino por la enorme calidad que demuestran. Young Justice es, tal vez, un ejemplo perfecto de estas dos cosas.

No es secreto para cualquiera que lea este blog que soy más seguidor de DC que de Marvel, y que la serie de la Liga de la Justicia Ilimitada es algo sacrosanto para mí. ¿Sorprende entonces que me guste tanto algo que enfoca a la Liga desde un lugar tan poco común, tan nuevo? Sí y no. Ciertamente el resultado es tan bueno como el de la serie ya mencionada, aunque haya diferencias estéticas, de temática y otras. Justamente la sorpresa viene por el hecho de que no pensé encontrar algo tan bueno.

Cosa de adolescentes en serio
La historia arranca cuando Robin, Kid Flash, Speedy y Aqualad son llevados por sus mentores dentro de la Liga de la Justicia (Batman, Flash, Green Arrow y Aquaman) a sus nuevas instalaciones. Se trata de su incorporación dentro de la organización, pero pronto se dan cuenta de que siguen siendo poco más que ayudantes, y que el puesto es poco más que cosmético: no son miembros con todos los derechos. Mostrando una rebeldía típicamente adolescente, se enfadan bastante por el timo; el hecho es que están cansados de ser considerados sidekicks y quieren jugar, a toda costa, en las ligas mayores.

De manera que no tienen mejor idea que aceptar una misión supuestamente sencilla, pero deciden saltarse los límites impuestos por los adultos y desde ahí todo se descarrila, para encarrilarse de nuevo. Viendo su potencial, al ser enfrentados con una realidad (ellos harán lo que quieran de todas maneras), los miembros fundadores de la Liga no tienen más remedio que ofrecerles una solución intermedia: reunirlos como grupo de operaciones encubiertas y reconocimiento. Con la ayuda de Red Tornado, quien se ofrece como su mentor, y con la asistencia de Batman, quien les otorga las misiones, el grupo debe aprender no sólo a comportarse sin sus mentores individuales, sino a luchar en conjunto, superando rencillas particulares, situaciones hormonales, problemas de identidad y mil otras cuestiones adolescentes.

El grupo luego se completa con Superboy (a quien deben ayudar a salir de un problema bastante particular en el primer episodio) y con Artemisa, protegida de Green Arrow que reemplaza al díscolo Speedy (quien se separa de la Liga apenas empezado el primer capítulo y se independiza tomando el nombre de Red Arrow). Mención aparte merece Ms. Martian, sobrina de Martian Manhunter, quien a pesar de su marcianidad intenta de mil maneras ser la mejor adolescente humana que pueda tener la serie.

¿Show para niños? Bueno, lo pasan por Cartoon Networks, pero no se dejen engañar. Tenemos personajes maduros e inmaduros, personajes que cometen errores bastante serios y deben enfrentar sus consecuencias. Tenemos todo tipo de inconvenientes románticos y también algo de gore y peleas bastante duras. Tenemos un uso muy inteligente de personajes de DC poco o muy poco conocidos. Tenemos una animación casi perfecta, excelentes voces y un diseño de personajes realmente interesante, influenciado obviamente por el estilo Bruce Timm pero mucho más detallado sin perder fluidez (heredero de varias de las películas animadas de DC, para algo está la experiencia)

En los ocho capítulos que llevo vistos (gracias sean dadas, tengo DirecTV y puedo ponerlos en inglés!!), no he parado de saltar de la silla, reír a carcajada pelada, ser sorprendido por giros de tuerca de todo tipo y aplaudir mentalmente frente a resoluciones magistrales. Es una de las series más completas y detallistas que he visto en mucho tiempo, y le deseo una larga, larga vida en la televisión, tanto como ha tenido la LJU. Es, por si fuera poco, una excelente manera de meter a los no conocedores en el universo DC, ya que los personajes son ya de por sí poco conocidos, pero se dan a conocer de una manera rápida, sencilla y muy humana, con sus defectos y sus virtudes, sus fortalezas y defectos típicos de su edad.

¿Mi personaje favorito? Robin, y su risita diabólica, un excelente detalle batmaniano. Pero Ms Martian es la que mantiene unido al grupo, y tiene parte de mi corazón ahí. ¡Hello, Megan! :D

Lo dicho, una recomendación fuerte para ver, sí o sí, lo antes posible. Yo seguiré saltando de la silla con cada episodio que vea.

Apuntes sobre el fuego

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Ya rendí mi primera materia del segundo semestre del Profesorado. Decidí dejar Teología y Doctrina Social de la Iglesia para febrero. ¡Será interesante verla junto a los autores existencialistas de Antropología Filosófica! Lo que me hace recordar que tengo que comprar un libro de Sartre...

Después de rendir, por primera vez en toneladas de días, pude acostarme a leer algo de ficción. Apenas dos cuentos de Cortázar, pero sirvieron de mucho porque no los había leído nunca. Cada tanto leo textos cortos de Borges, de las obras completas que recién terminé de completar, pero artículos de revista, no cuentos. Y no lo hago muy seguido.

El otro día fui a un chori-rol con los amigos de Sierpes del Sur y recordé muchos proyectos frustrados de campañas de rol. También mis ganas de volver al diseño, con varias ideas que tengo colgadas. Es una asignatura pendiente que está empezando a pesarme mucho. Sobre todo porque quiero volver a promocionar Cómo crear un mundo de juego, que está algo parado. De pronto, lo que me parecía tedioso (bucear en el Solar System traducido al castellano y reescribirlo), ya no parece nada tedioso.

Recordando mis cuatro novelas, llego a perder la cuenta de hace cuanto no me pongo a escribir algo GRANDE. Algo que me exija describir una sala con lujo de detalle, los gestos mínimos de la boca de un personaje mientras invoca a un dios oscuro, la mirada de una niña con una daga ensangrentada en la mano... Dejé todo colgado con una novela de fantasía contemporánea, pero desearía más que nada volver a la fantasía oscura. Y tengo con qué.

El comic me ha traído cosas muy buenas y positivas, pero ahora, luego de varias batallas y pocas victorias, si bien el compromiso no desaparece, comienzo a dimensionar el abanico de opciones que tengo como escritor. Abracé, tal vez utópicamente (y esto lo comprendo cabalmente mientras escribo estas letras), la posibilidad de que el comic me sirviera como alguna clase de puente hacia la inserción como creador en algún mercado. Sí, ha habido maduración, experiencia, desarrollo, aprendizaje (de esto último, MUCHO) en el campo del guión. Pero veo que cada cosa es algo independiente, y que si bien me gusta el acto de colaborar creativamente con un dibujante, también me atrae abrazar cada tanto la soledad del escritor. Justamente ahora, todo confluye en eso. Dimensionar los comics en su justa relación con las letras. Y tratar de publicar de todo, por todas partes.

Leo cuentos y quiero volver a ellos. El otro día, sobre el Viaducto Avellaneda, vi una cordillera de nubes blancas sobre las que destacaba un sol naranja, y de pronto me convertí en un niño en algún planeta, donde la principal fuente de empleo son las minas de algún gas, donde las casas flotan sobre la atmósfera superior y los anuncios de cristal líquido ofrecen cosas que nadie puede comprar. Y quise ser ese niño, aunque de alguna manera lo era. Quiero escribir ese cuento. ¿Llegaré antes de fin de año? Posiblemente, si lo empiezo.

¿Qué haré el año que viene? Pues retomar la senda del demiurgo. No queda más que rendirse ante el fuego original.

Aprendiendo guión con Jorge Morhain

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El viernes 18 de noviembre tuve el enorme agrado de participar del seminario intensivo organizado por la Asociación de Dibujantes del Litoral, en el cual el invitado estrella era el ilustre guionista argentino Jorge Morhain. ¿Hace falta mencionar su dilatada experiencia en los años de oro de la historieta argentina, sus trabajos en Columba, su labor sobre la obra de Oesterheld, sus innumerables guiones publicados, su actual colaboración con Horacio Lalia? Bueno, espero que no, porque no me alcanzaría el blog.

La jornada fue más que interesante, y aunque no puedo decir que haya habido algo que no me gustó o interesó, lo que más útil me resultó es la explicación de cómo utilizar las escaletas. Lo estaba haciendo de manera instintiva desde hace un tiempo, pero con lo aprendido, espero que me ayude mucho a planear mejor cualquier tipo de historia mediana o larga, algo que siempre me hizo falta.

Por otra parte, sin duda lo más divertido de la tarde fue la elaboración en vivo de un guión, literalmente surgido de la nada. Morhain nos planteó dividirnos en grupo y sacar de la galera una idea muy sencilla, de lo primero que se nos ocurriera. A mí me había quedado picando una frase de Esteban Tolj, sobre un canguro verde, y al mencionar este posible personaje todo se cerró sobre el mismo.

Progresivamente fuimos armando más y mejor la idea del guión, utilizando lo que íbamos viendo con Morhain, hasta que llegó el momento de poner en papel el guión en sí, en exactamente 15 viñetas. El cual va a continuación, ya que él lo solicitó y yo no quedé disconforme con el resultado. A ver si algún día alguien lo dibuja!! (pero que me avise).


Viñeta 1. Un colectivo lleno de gente, visto desde afuera.

MUJER: AHHH!!!


Viñeta 2. Dentro del colectivo, la gente la mira mal.

MUJER: ¡Me robaron el canguro!


Viñeta 3. Un pasajero trata de calmarla.

PASAJERO 1: ¿Qué le robaron?
MUJER: Mi canguro verde…
PASAJERO 1: A lo mejor lo perdió…


Viñeta 4. La mujer vuelve a gritar, fuera de sí.

MUJER: ¡No, me lo robaron! ¡Hay un ladrón!


Viñeta 5. Se presenta un policía, que estaba en el fondo del colectivo.

POLICIA: Si hay un ladrón, yo lo voy a encontrar.


Viñeta 6. La gente dentro del colectivo se abre para dejar paso al policía, le muestra respeto y algo de miedo.

POLICIA: Acá nadie se baja hasta que encontremos ese canguro verde.


Viñeta 7. Los pasajeros abren sus carteras, bolsos y mochilas y se los muestran al policía. En uno hay un canguro negro, en otro, uno azul.

POLICIA: Acá hay canguros pero no son verdes.


Viñeta 8. El policía, con varios canguros en la mano, mirándolos analíticamente.

Viñeta 9. El policía insiste en que le muestren todos los bolsos, bolsillos, etc.

POLICIA: Vamos, vamos, tiene que estar por acá…


Viñeta 10. El pasajero 1 lo mira resignado, mostrando las manos vacías.

PASAJERO 1: Ya le mostramos todo, oficial.

Viñeta 11. Los pasajeros, cansados, increpan a la mujer.

PASAJERO 2: Deje de inventar, señora.
PASAJERO 3: déjenos bajar, acá no hay nada.
MUJER: ¡No, no, yo lo tenía! ¡Por favor!


Viñeta 12. Pasajero 2 la apunta acusadoramente.

PASAJERO 2: ¡Esa mujer está loca! ¡Deténgala, oficial!


Viñeta 13. El policía se acerca a la mujer con las esposas en la mano. Los pasajeros ayudan al policía deteniendo a la mujer.

POLICIA: Por mentirosa o por loca, usted se va a la cárcel.
MUJER: No, ¡por favor!


Viñeta 14. El policía baja del colectivo con la mujer esposada, gritando.

MUJER: ¡No estoy loca! ¡Mi cangurito verde!


Viñeta 15. El colectivero sonríe en su asiento, socarronamente. El cangurito sobresale de su bolsillo.

MUJER (OFF): ¡Alguien me robó el canguro!

Luego del seminario, tenía planeado ir al recital de mi amigo Fernando Kern (y otros colegas historietistas), pero ante la invitación de la ADL para ir a cenar con los invitados (estaba presente también Horacio Lalia, quien daría un seminario el sábado a la mañana), decidí cambiar de planes. Ahí sí saqué fotos. Fue una velada interesante, aunque algo apretada, porque constantemente caía más gente y la mesa que teníamos no estaba en buen lugar, pero bueno, donde comen siete comen doce!!


 Lalia en el centro de la mesa, que se fue formando a su alrededor según llegaban más personas.


 Lalia y otro invitado al evento, Marcelo Frusín, junto a Carlos Barocelli y miembros de la ADL.


 Morhain al fondo, junto a Alejandro Radeff, de Milenario Comic (auspiciante del evento) y Walter Koza, a quien me alegró mucho ver en el seminario.


 Esteban Tolj y Morhain. Las pizzas tardaron pero eran buenísimas!!

 
¡¡Pensativos!!

Queda solamente disculparme por la calidad de las imágenes, pero olvidé la cámara, que además es vieja y compartida, y se sabe que las cámaras de celulares no son muy buenas con poca luz. Ya pronto tendré cámara nueva y espero poder obtener imágenes más decentes.

Precipitación

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En los últimos días he sentido algo así como la llegada del fin del mundo. En realidad, se trata más bien del fin de año. Lo cual es más o menos lo mismo: muchas cosas se apresuran porque deben salir sí o sí.

Mientras seguía avanzando lentamente la mudanza interna (cambio de bibliotecas, de muebles, limpieza, mudanza de ropa por cambio de estación, etc.), se juntaron compromisos personales, salidas, reuniones impostergable, etc. etc. Tanto es así que tuve que dejar de estudiar los días de semana durante quince días. A excepción de alguna que otra tarde, el tiempo se me fue en todo tipo de trámites y viajes.

Es así como estamos en la recta final de noviembre y todo está acelerándose. El 1º de diciembre es el comienzo de la temporada de exámenes finales, que se extiende hasta el 22. Sin falsas modestias, soy uno de los que mejor lleva las materias, particularmente en cuanto a material leído y a actividades iniciadas/finalizadas. Hasta me di el lujo de entregar parciales una o dos semanas antes de la fecha de entrega.

Pero ahora las cosas no coinciden. Revisando mi plan de estudio tengo que hacer cambios urgentes. Todavía debo leer (y releer/resumir) mucho material de Filosofía de la Educación, que quería rendir el 5/12. He decidido posponerlo para el 13/12 (¿por qué fechas tan pegadas?), lo cual me permite por otra parte aprovechar el feriado puente (¡¡¡96 horas de estudio encerrado en mi casa!!!). Adelanto la fecha de Práctica Profesional II, cuyo final es casi un trámite ya que hay que entregar un trabajo práctico que puedo hacer la semana que viene; pasa entonces del 20/12 al 7/12.

Quería rendir las cinco materias del semestre, pero no sé si voy a llegar. Me falta leer al menos la mitad del material de Teología y Doctrina Social de la Iglesia (soy sincero cuando digo que soy el más aventajado: el 90% de mis compañeros no ha leído nada). Lo que veo ahora es que es inútil preocuparse de más: esta materia la tendré en suspenso en la fecha elegida del 19/12. Si veo que llego, la rindo; si no, la dejaré para febrero, donde le hará compañía a Antropología Filosófica. No es mucho material de estudio, pero cuando estamos tan cortos de tiempo, hace mucha diferencia.

Tomando la decisión, la ansiedad es menor. Pero queda un largo y delicado camino de navegación diaria entre obstáculos como la procrastinación, la tensión del trabajo, las despedidas de año, las cuestiones de todos los días y mil cosas más que me detienen, me demoran o me dificultan los horarios de estudio. De todas maneras confío en que voy a lograrlo.

CNHRF2010: A un año

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Bueno, no un año exacto. Pero recapitulando experiencias, ajustando proyectos y viendo cómo va la mano, me cae ahora el grato recuerdo de la mención lograda en el Concurso Nacional de Historieta Roberto Fontanarrosa 2010, el cual conseguimos con Fernando Kern.

Lamentablemente no he podido repetir la experiencia ya que este año el concurso no se realizó. Estos no abundan; para colmo este año no tuve suerte y pude participar en muy pocos. Se ha pinchado recientemente otra oportunidad muy buena y no sé cómo viene el año que viene. Pero donde no crece nada, se siembra. 2012 viene ya plagado de todo tipo de proyectos personales, algunos de los cuales, esperamos, den mucho de qué hablar.

Recordando también que las páginas del comic no han sido colgadas aquí, y no dañando a nadie su publicación, me atrevo a subirlas. Por lo que me han contado, el tomo recopilatorio con esta historia, los tres premios y las demás menciones se sigue consiguiendo en los locales de Sport 78, sponsor del concurso, así que el que busque, encontrará. Vale la pena ya que todas son obras recomendables.



Otro santuario

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Todo cambia, y todo vuelve. Finalmente salió el tercer número de la obra completa de Cortázar, Fin de juego, así que lo compré y ya leí algunos cuentos. Me encanta la edición, aunque agredecía que los márgenes fueran menos escasos; siento que en cualquier momento las letras van a caerse de la página.

Pero la mayor razón para escribir esta entrada es que he descubierto una "nueva" librería de usados (*). El viernes pasado, haciendo trámites por el centro, debía reunirme con unos amigos del club de rol en un departamento cercano y debía hacer algo de tiempo. Fue así que, en lugar de mirar la vidriera y pasar de largo, entré a Argonautas. En principio interesado en un libro de Foucault, pero como me resultó algo caro para el momento (no tenía previsto pasar por una librería tan bien provista), terminé revisando opciones más económicas. Así me encontré con El lenguaje, introducción al estudio del habla, de Edward Sapir, en una bonita edición de 1952, tapa dura y casi de bolsillo. Luego de hojearlo y ver el precio me lo llevé instantáneamente.

Entusiasmado, me puse a revisar superficialmente otras estanterías, pero cuando vi que tal vez no podría comer ni volverme en taxi si seguía comprando, me tuve que ir para evitar la tentación.

Ciertamente me causa algo de pena cuando tengo dos o tres libros empezados, no sé por cual seguir y tengo poco tiempo de lectura. Ya arranqué con este y también estoy con otro de Borges. La cuestión será en todo caso esperar a que termine el semestre y darme algo de tiempo en diciembre y luego en enero, antes de tener que ponerme a estudiar para la (hasta ahora) única materia que tengo agendada para febrero.


(*) Existe al menos otra librería por la zona que no he explorado nunca, generalmente por falta de tiempo. Paso por allí a menudo pero nunca puedo quedarme. Me resulta especialmente importante porque hay librerías de usados y saldos a las que he dejado de ir debido a que la "veta" que estaba extrayendo (generalmente comics antiguos) se fue agotando, y el precio de otros tipos de libros es, en mí opinión, muy caro. De manera que me hace falta ampliar las opciones, y esta librería sí que me resultó interesante tanto por los precios como por la enorme variedad.

Una tarde de comics

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Hace un par de semanas, hice coincidir una tarde algo aburrida con una salida especial para comprar comics. Estaba cerrando el mes y, a diferencia de otros, sobraba un resto (no muy grande, pero ya veremos que tampoco quería gastar demasiado).

El primer lugar a visitar era una comiquería donde había visto previamente algo muy interesante para mí: el nº3 de Robot, una compilación de manga en color dirigida por uno de mis dioses de la ilustración, el nipón Range Murata.

Dejo para otro momento las alabanzas al autor; me concentro ahora en la ganga que resultó comprar el pesado tomo, con sobrecubierta y hojas color de alto gramaje, a apenas 50 pesos. Descubro ahora la causa: Glenat las rebajó a mitad de precio hace algo así como año y medio. Bienvenida rebaja; sólo espero conseguir los tomos anteriores, ya que el dueño me dijo que no le había llegado el pedido.

He de decir que sin importar el contenido, hubiera gastado el dinero sólo por la ilustración de la tapa, y eso que no tiene ningún vanship. De todas maneras, he quedado conforme con el delirio de color, argumentos torcidos y cosas raras de estos creadores japoneses. Lamento, eso sí, que algunas historias continúen y no tener lo previo, ni lo que sigue. Es el último número editado en castellano, y por lo que he visto, en inglés solamente llegaron al 5º.

No terminó ahí, por suerte. Siendo que no gasté nada más, me fui a otra comiquería en donde sabía que iba a encontrar algo más. Y así fue. Además del último número de la Comiqueando, me llevé a excelente precio, también casi regalado, Corazón de Arlequín, como han traducido España Arlequín Enamorado (editado aquí por Thalos, allá por Norma). Sí, la tengo en la edición argentina, que es muy pero es de tapa blanda y un tamaño más reducido. La española (¿de la cual deriva?) es exactamente igual salgo por algún vocablo más ibérico, y lo ya mencionado. Y como soy fan de los libros de tapa dura, pues... Me pudo. Y lo leí la noche siguiente.

Confieso que me siguen atrayendo un par de tomos muy grandecitos de Corto Maltés, pero no daba el dinero. Y un manga sobre la Segunda Guerra Mundial que me atrajo mucho y dejé para este mes. Es algo tan friki que, seguro, nadie va a quitármelo.

Libros errados

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Después de mucho, mucho trajinar, logré conseguir el nº 20 de las obras completas de Borges que está sacando el diario La Nación. Supuestamente es el último número, pero por las malditas trabas a las importaciones (los libros están impresos el remoto y enemigo país de Uruguay), se saltearon los tres números anteriores. Igualmente parece que eventualmente llegarán a los kioskos.

Me llevé a casa el preciado botín un sábado por la mañana. Comenté en alguna ocasión que es una costumbre mía el revisar rápidamente los libros que compra, para ver si debo reclamar alguna mala impresión (de tanto comprar libros, me han tocado libros con saltos de página, hojas al revés, etc.). Y aunque no podía reclamar hasta el lunes siguiente, quería saber si haría falta.

Cuando una costumbre, no, mejor dicho un tick, se hace conciente, es por algo. De pronto me encuentro con que este rayo de conciencia se convierte en una premonición. Al quitarle el envoltorio de nylon, descubro que las páginas están al revés. Es decir, que tengo que poner el libro de cabeza para poder leerlo al derecho.

¿Reclamar el libro? No, lo compré en un kiosko y ni hablar de factura o ticket. Por otra parte, ¿para qué? Tengo ya libros intonsos, libros con saltos de páginas, libros en idiomas que no puedo leer y alguna que otra exquisitez más. Conté las páginas, revisé que estuvieran todas y sin saltos, y decidí quedármelo.

No es más que una ironía cósmica; tener estos libros es como recibir un hijo algo bizco, una hija que sesea o cualquier otra cosa similar. Uno los ama como son; tal vez los ama más porque estos defectos son hasta entrañables.

Así que si están por Rosario y me ven leyendo un libro donde Borges está de cabeza, ese soy yo.

Las palabras viven en el viento

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El otro día un compañero de trabajo regresó de Europa con un regalo muy particular. Una recopilación de cuentos de Ernest Hemingway, traducidos al catalán, en una exclusiva edición de tapa dura cubierta de cuero con letras doradas (1). Hermosa edición, de apenas 1.000 ejemplares, lo cual no hace más que aumentar mi agradecimiento.

En clases pasadas, en clase de Teología y Doctrina Social de la Iglesia, debíamos analizar algunos aspectos básicos de la Biblia que habíamos llevado a clase: el imprimatur y el idioma del cual había sido traducida.

Es así que descubro que la Biblia que había llevado (traducida aparentemente por un profesor de mi profesora de Teología, oh mundo pequeño), fue autorizada por dos obispos mexicanos, editada en España y Filipinas, e impresa en China (2).

Solemos decir que el viento se lleva las palabras, pero en el caso de los libros, a veces pienso que el viento más bien le sirve de sustento. Particularmente ahora que la globalización nos lleva a estos extremos.


(1) No, no sé catalán. Pero luego de haber leído gran parte del Mío Cid en el “lenguaje” original simultaneando con las notas, si puedo conseguir una edición en castellano planeo hacer una lectura comparada, paralela, como la que tengo pendiente con un ejemplar bilingüe de Julio César, inglés/castellano. Sólo para seguir siendo una persona peculiar.

(2) Al leer eso tuve una fugaz imagen de una fila de soldados chinos mirando salir cajas y cajas de biblias, yendo al puerto en una cinta transportadora, vigilando que ningún chino abandonara la sana y perfecta religión del Estado.


Dedico esta entrada a Sebastián, quien en su paso por tierras catalanas tuvo la deferencia de acordarse de mí y de mi extraña afición.

A veces, ni para leer

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El otro día, hablando con mi hermano, le reconozco que no estoy comprando libros.

¿Qué pasó? Es algo relacionado a la época de reorganización de mi casa, pero particularmente al hecho de que no quiero seguir juntando libros que no leo. Incluso los pocos que quiero comprar no están ahí: por motivos desconocidos (o no tanto), las colecciones de Borges y Cortázar se han detenido de nuevo, y no ubico nuevos ejemplares por ninguna parte.

Ciertamente, por el momento no tengo espacio material para más libros, y estoy apilando lo que compro por cualquier parte. Pero tampoco hay interés; si hubiera algo por ahí dando vuelta, lo compraría y lo usaría hasta de almohada, si no quedara otra alternativa.

Por qué a veces no vale la pena estar

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Este sábado pasado se había organizado, algo espontáneamente, una nueva edición de Rosario Juega Indie. Como si no fuera poco organizar una convención anual de rol, desde el año pasado se lleva a cabo una específicamente apuntada a los juegos de este tipo, sin detrimento de las mesas fijas de otros juegos de rol, que siguen teniendo lugar.

Hay que agradecer todo esto a varios miembros del club: Krinnen y Drake, particularmente, pero también otros como DagaZ y Nana, que siempre se presentan como Djs. Seguro que me olvido de alguno, perdón.

Me había anotado, pero no fui. Así de sencillo, y para eso dedico esta entrada. Primero para que, por mi ausencia, mis seguidores (eso suena feo, no soy un dios!) no le pierdan rastro a la movida rolera rosarina. Segundo, porque los motivos de esta ausencia detonaron una nueva reflexión sobre mi estado de ánimo.

Fueron días con rápidos altibajos. El jueves fue particularmente bueno, y arrancó el viernes con una mañana tranquila. En un curso de capacitación laboral (que no de autoayuda para empleados con problemas personales y cómo no llevarlos a la empresa, ni llevar los de la empresa a la casa), me di cuenta de que era muy feliz. Casi nada estaba por fuera de lo que tenía planeado, todo estaba saliendo bien, no era necesario hacer cambios.

Claro que luego el día se derrumbó en caos, como suele suceder todos los viernes en el trabajo (tomándome inevitablemente por sorpresa, porque los problemas salen de lugares impensados). Remontó como siempre a la noche con la reunión familiar semanal, y llegó a su cenit el sábado en la facultad.

Pero llegar a casa, con sueño, hambre y unas enormes ganas de quedarme, fue el derrumbe de todo. Llamé y avisé que no iba. Algo había ahí que quería cumplir el compromiso, pero pensé “ey, nadie morirá si no voy”. Simplemente sopesé lo que podía perder y lo que podía ganar, y me quedé durmiendo una necesaria siesta.

Puntualmente, la causa era esa: mucho sueño, cansancio general. Simplemente no tenía ganas de jugar rol, y haría mal en meterme en una mesa con ese estado de ánimo. No hubiera sido justo para nadie.

Pero después, profundizando, vi que hay una desconfianza a jugar rol. Porque pensaba que ir era una pérdida de tiempo: no iba a divertirme. También una desconfianza a empezar de nuevo, por así decirlo; como quien fue traicionado varias veces y ahora teme volver a confiar. Ciertamente el rol no me ha hecho nada malo, pero la gran cantidad de veces que comencé campañas que quedaban inconclusas o me involucré con grupos de juego que luego se desarmaban me ha hecho receloso. Ni el meterme en juegos Indie, que a veces son autoconclusivos, me ha podido salvar: simplemente no he podido ingresar en ninguna mesa. Mi mesa de Burning Wheel, que tanto estaba disfrutando a pesar de los problemas del grupo por mantenerse unido, ha quedado en la nada. De nuevo.

Comparados con otras aficiones y proyectos, que han avanzado mucho o poco en estos últimos tres o cuatro años, el rol sigue ahí, atascado, la eterna Cenicienta que espera un futuro que no viene. No es por falta de tiempo, aunque me cuesta ir los sábados y pocas veces puedo. Simplemente es por falta de algo que me una de nuevo a la afición. Me siento excluido, no alguna persona en particular o un grupo, sino simplemente por circunstancias ajenas a mi control. Cosas que pasan. Y que siguen pasando, una y otra vez.

Hace tiempo comencé mi colección de miniaturas de SW con la compra de los, entonces, nuevos manuales de rol. Ahora he aceptado que posiblemente las seguiré comprando para tenerlas, porque tal vez nunca dirija o juegue en esa galaxia tan, tan lejana.

Y encima vienen y me dicen que el universo se sigue expandiendo.

Se busca dibujante(s)

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Luego de haber conversado un rato con Nico di Mattía, la idea que flotaba sobre mi cabeza se hizo todavía más clara. Necesito contactar más dibujantes para mis guiones.

Los requisitos serían los siguientes:
  • que sepa aceptar críticas constructivas, ya sea que vengan de mi parte, de un editor o de un colega;
  • que sepa reconocer sus límites, ya que todos los tenemos;
  • que tenga un firme compromiso de dedicarse al dibujo de comics como un trabajo (al menos de tiempo parcial, ya que sabemos que es muy difícil vivir solamente de esto);
  • al menos cinco años continuados y recientes en el dibujo de comics, ya sea bajo la mirada de un profesor o como experiencia autodidacta seria.

Se valorará:
  • capacidad para contribuir constructivamente en mis guiones, ya sea planteando ideas, señalando errores o proponiendo estilos visuales, etc.;
  • puntualidad y compromiso en los trabajos prometidos;
  • un estilo personal ya desarrollado, o en camino de estarlo;
  • tiempo disponible para afrontar al menos cinco páginas cada dos o tres meses.

Mis objetivos:
  1. enviar proyectos serios a editoriales de comics argentinas y extranjeras, con firme propósito de ser publicado en el mediano plazo;
  2. participar en concursos de comics que cuenten con reglas razonables (ver ejemplos negativos);
  3. participar regular o esporádicamente en revistas, blogs u otros medios de conocida trayectoria que no necesariamente tengan retribución económica.

Se solicita enviar:
  • cinco páginas de comic, no necesariamente consecutivas ni de la misma historia, al menos terminadas en lápiz,
  • una pequeña lista con los géneros que el dibujante le gustaría dibujar y en los cuales se siente más cómodo/eficiente,
  • ilustraciones adicionales, opcionales,
  • pequeño curriculum con datos personales y detalles de la experiencia que poseen.

No creo que esto sea mucha exigencia. No pido más de lo que yo soy, y no valoro más de lo que ya valoré en otros dibujantes que trabajan conmigo. Y los objetivos son los de siempre. Así que queda claro. Los que quieran hacer algo serio, comprometido y a futuro, que me contacten al email que aparece en este blog; si ya me tienen en Facebook también pueden hacerlo por allí.

Sábado cálido y lluvioso

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El pasado sábado 8 nos reunimos con Nico di Mattia en Milenario Comics, como parte de su gira por Rosario. Ese día y el anterior, el artista cordobés estudo presente en la ciudad para dar un seminario intensivo de speed painting, técnica que lo hizo conocido en todo el mundo, particularmente a través de Youtube.





Quienes ya lo conocen por otras visitas, como yo, no necesitamos aclaración. Sabemos que se trata de un humano como cualquiera de nosotros, no tiene cuatro manos ni es un villano de película (bueno, que sepamos). También sabemos que realmente hace lo que muestra en Internet, a pesar de todos los comentarios que a veces se ven por ahí.

Pero en fin, no está de más aclarar para los que no lo conocen. Nico también trajo el último número de La Murciélaga, emprendimiento editorial que lo ha hecho todavía más conocido dentro del país, con el cual peregrina ya desde hace casi dos años.

Enorme será mi sorpresa entonces al ir a comprarla y ¡ver que mi amigo Sebastián Zalazar fue publicado en ella! A decir verdad también para él fue sorpresa, por una serie de cuestiones que no vienen al caso. Pero lo mejor de todo fue encontrarme con él en persona (no lo veía desde principio de año), ver que está bien y sigue dibujando. De más está decir que Nico nos reclamó un trabajo conjunto, algo que yo no había pensado pero que inmediatamente se empezó a formar en mi cabeza. A ver que sale de todo esto, ya que Sebastián aprobó la idea preliminar.

Fue un sábado de clima feo, pero de hermosos reencuentros, ya que también pude conversar con otras personas que hacía tiempo que no veía. No me queda más que agradecerle a Nico los consejos que me dio, y las ganas que siempre me renueva de colaborar con su proyecto. A ver si pronto vemos mi nombre en su revista.

Pensando en fin de año

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Proyecto todo a futuro. Siempre tengo planes a corto, mediano y largo plazo. Ya estoy pensando en mediados del año que viene, cuando termine el profesorado.

De manera que pensar en fin de año no es más que un paso intermedio. ¡Falta poco! Apenas tres meses. En los estudios voy bien. Tal como nos habían adelantado, este semestre fue menos intensivo en el cursado; aunque más corto, exigió una dura disciplina de lectura y estudio para que luego no se acumularan textos. Soy el alumno que más al día está con eso: el secreto es siempre leer un poco más de lo exigido por los docentes.

NEEEEERDDDD!! Gritarán algunos, como Homero Simpson en ese episodio en el que va a la universidad. So be it. Pero he descubierto con el tiempo que siempre el descanso está al final. Yo era de los que hacían la tarea antes de la merienda, para luego no hacer nada a la tardecita y ver televisión hasta cualquier hora. De la misma manera, apunto a un noviembre/diciembre más tranquilo.

También estoy juntando energía mental para otra cosa. En diciembre tengo otro examen importante, tal vez el más importante. 3º dan de Taekwondo. Ya empecé a practicar las roturas.

Falta alguna que otra cosa más, pero eso es lo más importante. Después quedará enero, con días llenos de calor, mosquitos y Antropología Filosófica. Pilas de textos de Nietzche, Sartre, algo de Heidegger y Jaspers.

20 años con Pearl Jam

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El mes de septiembre fue complicado a nivel compromisos, con muchos cumpleaños de amigos importantes y familiares que me obligaron a estirar un poquito más los tiempos que tenía. Uno de estos cumpleaños fue el de Pearl Jam, banda que me acompaña desde los 16 años, más o menos, cuando la descubrí gracias a uno de mis amigos de la adolescencia.

¿Puedo equiparar el cumpleaños de una banda de desconocidos al de personas que son o que considero de mi familia? Sí y no. Ciertamente no pretendo ser un fanático acosador o un obseso. Pero, por otra parte, es una banda que con su música, sus acciones dentro y fuera del escenario, y todo lo relacionado, me han ayudado a convertirme en quien soy. Su influencia está ahí presente, y por lo tanto, me acompañarán de ahora en más, haga lo que haga. Después de todo, considero que el arte debe tener ese efecto en uno: transformarlo y obligarlo a la evaluación crítica no sólo del arte en sí, sino de la vida y de los valores propios.

¿Cómo celebré el susodicho cumpleaños? Yendo a ver Peal Jam Twenty, el documental filmado por Cameron Crowe sobre la historia de la banda. Y con un amigo seguidor del grupo, para más disfrute.





Todo resultó algo casual, porque creí que la cinta no sería estrenada en Argentina. Me enteré por Facebook y, al hacer cálculos y ver que me resultaba muy caro ir a ver el recital en La Plata, decidí que era la compensación perfecta. Y lo fue.

La cinta es tremendamente recomendable para cualquiera, sea o no conocedor de la banda. Aunque tal vez lo disfrute más alguien que sepa del tema, lo cierto es que su aproximación a la historia de este grupo es todo menos enciclopédica. No se detiene en los discos mucho tiempo (excepto tal vez en los tres primeros, que son importantes por varios motivos), aportando datos de ventas o preguntando el por qué de esta o aquella canción. Tampoco es una suma de datos anecdóticos y curiosidades.

Por el contrario, la cinta es muy equilibrada y si bien ordena este tipo de elementos, los hace desde una complicidad particular, una intimidad difícil de conseguir. No es para menos, ya que Cameron Crowe es fanático y amigo de la banda, y los conoce desde temprano.

Es su historia personal la que desata el documental: él era periodista de espectáculos a finales de los 80s y principio de los 90s, cuando en Seattle se desataba la fiebre grunge.

Fueron tiempos extraños, tal como lo cuenta el documental, y está ahí, creo yo, la respuesta a varias preguntas que siempre me hice acerca del nivel de crítica social y furia que planteó la banda desde sus comienzos, a veces escandalosa, pero nunca involucrada en excesos con las drogas. Y es que Pearl Jam nace de una orfandad: la de Jeff Ament y Stone Gossard, integrantes junto con dos personas más de Mother Love Bone. Encabezada por el histriónico Andy Wood, la banda se disuelve cuando él fallece a causa de la adicción a las drogas.

Este primer golpe, que varios acusan con gran dolor en la pantalla (incluyendo a Chris Cornell, ex vocalista de Soundgarden, parte de la movida de esa época), demolió a muchos, pero con el tiempo las ganas de continuar tocando los llevaron a buscar a otros artistas para formar una banda diferente.

Es ahí donde aparece Eddie Vedder, y el mítico cassette que Crowe le devuelve simbólicamente en la película. Sobre él, Eddie, que vivía en la otra punta de EEUU, surfeando y dedicándose a otras cosas, le pone letra a varias canciones que luego formarán el mítico Ten. No cualquier letra, y no cualquier voz. Los convence y todo sigue adelante.

Pero resumo algo que vale la pena ver y disfrutar. Lo central aquí es que festejar estos 20 años, y ver que sigo comprando sus discos, bajando (legalmente) recitales suyos, rastreando cada cosa que hacen, es lo que me lleva a pensar por qué los sigo después de tanto tiempo.

Las bandas se venden, sobre todo si luego del segundo o tercer disco han encontrado algo que las pueda hacer famosas. Pearl Jam no lo hizo. Encontró la gallina de los huevos de oro en su primer disco, pero no se repitió. Un hecho conocido, y comentado en el documental, es que desde el Ten, disco crucial en la historia del rock, casi cada disco que han sacado ha vendido menos que el anterior. De hecho, el éxito tan temprano y tan grande casi fagocita a la banda, la cual buscó siempre alejarse de la exagerada fama que traía aparejado. El documental analiza su relación con Kurt Cobain, vocalista de Nirvana, que se suicidó por algo que ellos conocían muy bien: la tremenda presión de todo el mundo, desde los ejecutivos de las disqueras hasta el mismo público. Fue otro hecho que los hizo apartarse de ese ambiente, y tratando de quedarse con lo que ellos querían hacer. La huida del éxito terminó de alguna manera cuando conocieron a Neil Young, quien tomó bajo sus alas a estos jóvenes artistas que no sabían bien qué hacer con todo lo que tenían.

Esa autenticidad siempre me sedujo, porque cada disco que compro de PJ me resultó siempre algo totalmente inesperado, realmente nuevo. A esto se le suma el enorme trasfondo político y social de muchos de sus temas, que son mucho más que simples reclamos. Como muestra basta un botón:





El documental narra en este punto, con enorme crudeza, lo que había leído previamente. En una de estas presentaciones en donde se burlaban de Bush, dos tercios del público los abucheó durante todo el tema, tras lo cual Eddie siguió como si nada, sin pedir disculpas ni retractarse. La banda confiesa que casi temieron por sus vidas. Es realmente difícil encontrar una banda que pueda hacer algo así. Como nota, comentar que no fue un solo recital. Hicieron esto en incontables actuaciones de la gira, aunque no siempre con tan malos resultados.

Para ellos, el activismo político es intrínseco a lo que hacen. Recuerdo que pasé años recolectando lados B y fragmentos de recitales en la red, antes de que estos fueran compilados, por ejemplo, en el disco Lost Dogs o en bootlegs oficiales. Fue así que empecé a descubrir la gran cantidad de recitales a beneficio que han realizado, solos o con otras bandas, a lo largo y lo ancho de EEUU y el mundo. Y no sólo para causas grandes (como la liberación del Tibet), sino a veces para escuelas y organizaciones poco conocidas. También se han sumado a muchas campañas políticas, apoyando por ejemplo a Vote for Change, una iniciativa para las presidenciales de 2004 que instaba a las personas a registrarse y votar. Han tomado partido activamente por candidatos presidenciales "progresistas" (desde el punto de vista estadounidense) como Ralph Nader, John Kerry y Barak Obama.

Este costado de la banda, como ya he dicho, me parece admirable por diversos motivos. Principalmente por esto: el verdadero arte debe defender sus principios y los de sus creadores, tanto dentro como fuera de sus obras. No eres un artista comprometido si solamente escribes o cantas algo comprometido.

Por si fuera poco, la banda se ha metido con otros gigantes: en este caso, la empresa Ticketmaster, la cual maneja monopólicamente los precios de los conciertos de todos los artistas estadounidenses. Cuando los precios empezaron a subir y los fans a quejarse, Pearl Jam protestó airadamente e incluso llevó a cabo un boicot, al cual invitó a otras bandas a unirse. Los resultados fueron bastante malos, es cierto: la banda se puso a organizar shows que terminaron siendo desastrosos (entradas falsas, etc.), y nadie los acompañó en la protesta. Pero llegaron al Congreso de los Estados Unidos, planteando que ese monopolio tenía que ser atacado como cualquier otro. Lamentablemente, las personas que estaban a cargo o eran tendenciosas o unos verdaderos imbéciles, tal como muestra el documental en breves escenas (lo que daría por ver las audiencias completas).

Stone Gossard se quejaba en esas escenas que ellos habían sido también adolescentes, y que les había costado mucho reunir dinero para ir a los recitales de sus bandas favoritas, y ahora no querían que sus fans tuvieran los mismos problemas. Argumentaban que uno tenía que poder elegir el mejor precio para un recital, al igual que cuando uno compra un disco en este u otro local. Aquí encuentro yo otra razón para quererlos y admirarlos: el afecto sincero por sus fans, a los cuales no dejan de mimar con todo tipo de promociones, sorpresas, regalos, etc.

Peal Jam fue una de las primeras, sino la primera, banda que atacó el tema de la piratería de conciertos. Muchos fans buscaban e intercambiaban canciones en vivo o recitales enteros, tanto porque no habían podido ir o porque tenían buenos recuerdos de ellos. Lamentablemente a veces caían en manos de especuladores e inescrupulosos que grababan los recitales, en dudosa calidad, y luegos vendían copias de los mismos. La banda mantuvo generalmente una benigna conducta al respecto, permitiendo que los fans llevaran grabadores (yo lo hice en 2005) a los recitales.

Sin embargo, desde el año 2000, al salir de gira con el disco Binaural, revolucionaron el mercado. A partir de entonces la mayoría de sus shows son grabados en vivo desde la consola junto al escenario, y se venden a un módico precio (tanto en MP3 como en FLAC, para los fanáticos de la calidad, como yo) por Internet. Hasta se realiza arte de tapa, de manera que uno baja el CD, imprime las tapas y se arma un disco casi profesional. Otra opción que han hecho es brindar descargas gratuitas o promociones; por ejemplo, con la compra de su último disco, Backspacer, podías bajarte gratuitamente dos recitales a tu elección.

¿Pues qué más? ¡Qué menos! Noto ahora que he hablado poco de lo que los reunió: la música. ¿Qué puedo decir? La tremenda voz de Eddie Vedder, capaz de unos graves que te llegan al corazón, secundada por una garra que he visto en muy pocos cantantes. La batería del ex-Soundgarden Matt Cameron, considerado por muchos músicos uno de los mejores de su época en lo que hace. Jeff Ament, quien sorprende cada tanto con su uso del contrabajo (sí, contrabajo en una banda de rock!) y es el responsable de algunos de los temás más conocidos y emblemáticos de la banda. Stone Gossard, guitarrista y uno de los principales impulsores de la banda en sus inicios, responsable como artista gráfico de muchas de las tapas e interiores de los CDs (Pearl Jam no suele dejar esas cosas en manos de otros) y de la gran mayoría de las canciones del Ten. Finalmente, Mike McCready, quien nos deleita cada tanto tocando con la guitarra en la nuca y planteando un estilo agresivo e innovador. Como nota de color, algo que me encanta, y que marca a las buenas bandas: todos manejan varios instrumentos; por ejemplo Eddie toca una tercera guitarra en muchas canciones, el ukelele, y sabe tocar la batería.

Por si fuera poco, cada uno atravesó una, digamos, tortuosa carrera antes de unirse al grupo definitivamente. Lo cual no les impide realizar discos con bandas propias, colaboraciones en solitario, o cuestiones similares.


¿Qué más me queda por decir? ¡Ya dije mucho! Tal vez es que todavía me dura la alegría, y realmente es una de las pocas bandas que predigo a lo largo y a lo ancho de mis contactos. Escuchen varios CDs, no solamente el Ten, el primero y más conocido. Pregunten a los fans porque hay de todo; incluso si no te gusta todo lo que hacen, seguramente hay muchos temas que pueden interesarte, o albums completos. Y no viene mal aprender también de la historia de una banda que no se vendió, y que pelea por los ideales que el rock verdadero (ese que lamentablemente está casi muerto) siempre defendió y debería defender. No hace falta mucho volumen ni romper guitarras. Hacen falta buenas melodías, buenas letras y gente comprometida a hacerlas cumplir fuera del escenario.

Por otros veinte años de Pearl  Jam.

Personajes del cuento/colectivo

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Nueva iteración. El 101 se demora unos minutos más, desde hace ya unas semanas. Me quita preciosos minutos de previsión, minutos de caminar un poco más despacio para llegar. Pero no hay otra. El 146 llega justo antes, pero uno viaja colgado.

Subo con un grupo mediano de colegiales. Me llama la atención la estética que usan: las chicas con pantalones ajustados, y bien vestidas: los chicos como si estuvieran usando lo mismo que anteayer, gorra y capucha. Tal vez porque siempre fui a escuela privada, con uniforme bien reglamentado, no me parece correcto verlos así. Tengo un problema con las adolescentes que usan ropa provocativa. Mi hija nunca se vestirá así.

Afortunadamente son respetuosos y no hacen escándalo, o tal vez están demasiado cansados. A las pocas cuadras suben unos más. Uno habla a los gritos, con voz deforme, sobre sus peripecias con malas compañías: ha sido interceptado por la policía varias veces o ha tenido tratos con gente pesada del barrio. Lo ve como una aventura. Pobre idiota.

A veces, sube uno que pone cumbia villera en el celular. Dos veces, en días muy malos, estuve pensando en decirle que la apague. Ahora no ha subido, o tal vez ha subido pero no pone música. Da igual.

A las siete cuadras sube Sonrisitas, una colegiala que le da nuevo nombre a la angustia adolescente. NUNCA sonríe; de hecho, nunca tiene en sus labios, siquiera, una expresión neutra. Parece a punto de morir de dolor existencial, todos los días. No se da con nadie del colectivo; a diferencia de los individuos anteriores, que confluyen en el mismo colegio, ella sí tiene uniforme y va hacia otro lado. O tal vez hacia el mismo, pero no lo sabe.

Apenas dobla el colectivo por una callejuela, luego de cruzar la vía, sube el Gordobolú. Lo apodé así luego de escucharlo inventar apodos idiotas para sus compañeros, haciéndose el vivo, el más groso de todos. Se parece enormemente al gordo Casero. Sin embargo, hace meses que ya no lo escucho decir nada, ni charlar con su sidekick, un chico mucho más petiso y flaco que parecía su amigo del alma. No sé qué habrá pasado.

En la siguiente parada, siguiendo con los meandros del recorrido, sube la Rubia. La acompañan cinco o seis albañiles, amables y a veces conversadores, buena gente. Ella, siempre con botas altas, chaqueta de algún tipo, buena vestimenta, y una carpeta que la dibuja como estudiante de algo. Nunca se sienta en asientos simples, algo que observé hace meses, cuando el colectivo tenía otro horario y frecuencia, y llegaba a esa esquina sin pasajeros a pie. La única vez que se sentó en uno de esos asientos fue, justamente, frente a mí. No sé qué me seduce de ella; tal vez sea una cuota de misterio. A veces es fría; a veces habla y saluda; a veces muestra felicidad. Creo que la sigo con los ojos solamente para ver en ella algo diferente, para que ese viaje no sea idéntico al anterior.
  
El otro día la vi correr el colectivo. Y entonces me di cuenta de por qué llama tanto la atención: vive al lado de la villa, tal vez en una de esas casas lindas que nadie puede vender por su locación. Este hecho me había descologado sutilmente, y nunca lo había advertido hasta entonces.

En esa parada también sube Jopito, una adolescente bastante bonita, siempre impecablemente peinada. Ahora se le ha sumado una compañera más, extremadamente alta, flaca y cachetona. En las siguientes cuadras, suben otras compañeras del colegio. La última es la Rubita, una chica con un rostro bonito pero que parece haber estado chupando limones. A veces se reúnen y charlan en voz alta, se cargan, se pasan datos. A diferencia del primer grupo, parecen chicos y chicas más sanos. Por lo menos no hablan de boliches raros, agresiones por Facebook o roces con las fuerzas del orden.

Pasan unas cuadras en donde nadie sube ni baja. Luego el Viaducto, luego me bajo. Si no he podido sentarme al fondo, tengo que recorrer un colectivo lleno, y puedo ver más de cerca a algunos de estos personajes. Les deseo un buen día, y me despido mentalmente. ¿Quién seré para ellos? ¿Qué personaje habrán construido, si acaso alguno? Nunca he de saberlo.

Barrileteando con la ADL

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El domingo pasado (11 de septiembre de 2011) asistí a la Barrileteada anual que organiza la Municipalidad de Rosario, una hermosa iniciativa por plantearle a la familia una salida sana, gratuita y gratificante al aire libre, centrada particularmente en el arte de hacer y volar barriletes. Como en otras oportunidades, la Asociación de Dibujantes del Litoral tuvo su espacio.

Nuestra participación fue la de ofrecer dibujos a los asistentes, aprovechando también para promocionar nuestros talleres y actividades. Afortunadamente la tarde fue hermosa con mucho sol y ninguna nube, lo cual hizo que el parque Scalabrini Ortíz estuviera lleno de público.






También hubo espacio para otras actividades, ya que estuvieron visitando el evento el gobernador saliente de Santa Fe, Hermes Binner, actualmente candidato a presidente de la Nación, y la intendente electa de Rosario, Mónica Fein. Ya acostumbrados a los políticos que preparan actos para besar bebés, tengo que recalcar que aquí se dio todo en el ámbito de la completa improvisación. Sin guardaespaldas ni nada parecido (cosa que candidatos de otros partidos han tenido que utilizar en más de una ocasión para evitar malos momentos), ambos eran abordados amablemente por personas y familias para sacarse una foto o conversar unos minutos. Por eso costó mucho sacar esta foto: siempre había gente en el medio :D


En resumen, la pasamos muy bien con la gente de la ADL, yo cebando mate y ayudando en pequeñas cosas porque soy un negado para el dibujo. Aproveché para charlar con personas que hacía muchos meses que no veía e intercambiar novedades (además de recuperar valiosos comics que había prestado!!).

De yapa, les dejo la actuación del "pulpo volador", artilugio que he decidido usaré algún día para jugarle una buena broma nocturna a algún amigo o conocido. A que no se lo imaginan apareciendo sobre uno en una esquina desolada.



Aceleración y adaptación

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Uf, ya una semana sin decir nada...

En un mes lleno de cumpleaños (seis si contamos el de Pearl Jam: ya compré la entrada para el documental que pasan en el cine, ya que no tengo el dinero para ir al recital), apenas tengo tiempo para cualquier otra actividad social. Ocupo lo que queda en estudiar y relajarme, particularmente escuchar música (gracias a mis parlantes nuevos) y a ver algo de anime (más que recomendable: Ghost in the Shell: Stand Alone Complex).

Y escribir, claro. Lo bueno es que han pasado varias semanas en las que pude acumular muchos guiones cortos, sin tener que dejar de lado otras actividades. Tengo ideas para varios más, y recién me han solicitado uno en particular. Así que tampoco me puedo quejar por ese lado.

¿Y de qué me puedo quejar? Yendo al caso, de los mosquitos que comienzan a pulular por estas pampas húmedas, pero nada más. La facultad me da una energía increíble. Este semestre, con una materia menos que el anterior y una menor presión de estudio, se perfila muy interesante. Si bien algunas materias arrancaron más rápido que otras y ahora hay que saber empalmar los ritmos, de nuevo me adelanté a ciertos contenidos, que puedo estudiar antes de darlos en clase. Pasada la pesadilla de la fotocopiadora maldita, que nos obliga a peregrinar en búsqueda de los apuntes correctos, todo marcha sobre rieles.

Lo único que no siempre me agrada es que todo esto me obliga a hacer constantes ajustes diarios. Soy una rara mezcla de planificación e impulsividad. Planeo cada día lo que voy a hacer en los dos siguientes, pero después me encuentro con algo inesperado y cambio la mitad del plan. Y tengo que tener cuidado de no perder de vista los objetivos inmediatos y a corto plazo.

Mientras escribo esto, recuerdo algo más que debo hacer urgentemente. Nos vemos en unos días.

Dos experiencias con Citadels

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Como ya conté previamente, el domingo luego de RJR2011 jugué una partida trunca de Citadels. La misma, tal como nos habían pronosticado, arrancó lentamente pero se aceleró en cada turno, mientras íbamos aprendiendo y recordando las reglas.

El juego se desarrolló así de manera algo caótica, por la festividad del momento, y por las diferentes aproximaciones al mismo. Yo, por una parte, traté de desarrollar una estrategia, siguiendo los consejos de los que nos estaban enseñando el juego. Mientras tanto, otros jugadores hacían un juego mucho más aleatorio, no por descuido sino adrede. En más de una ocasión hice una jugada muy planeada (incluso aplaudida por nuestros invitados porteños) que no obtuvo ningún resultado.

Hacia la mitad de la partida comencé a liderarla con varios edificios de muchos puntos, llegando a tener algo así como 18 cuando los dos que me seguían tenían 14 o 15. En ese momento uno de nuestros invitados decidió, después de muchos turnos, sacrificar su Armory para destruir una estructura que costaba 6 oros para construir pero valía por 8 puntos (no recuerdo su nombre). Esto emparejó el juego y me hundió en una serie de fracasos continuados, de los que no pude levantarme hasta que decidí irme porque era ya muy tarde.

El juego me dejó una muy buena impresión, aunque comencé a ver una realidad: el tiempo máximo indicado en la caja no era muy exacto, porque aunque habíamos perdido mucho tiempo explicándolo, luego de casi hora y media de juego no estabamos ni a la mitad de las posibilidades de la partida (a lo sumo había jugadores con cuatro distritos, pero eran tres de ocho).

Días más tarde, en una reunión con compañeros roleros, muy pasada la medianoche, dimos rienda suelta a las ganas por hacer otra partida. Utilizamos una versión más novedosa, que incluía el Dark City Pack, aunque no hicimos uso de estas cartas para no complicarnos.

Éramos cuatro, de manera que redujimos mucho la cantidad de cartas de personajes. Pensando en acortar el tiempo de juego, decidimos eliminar al Warlord, para que lo construido no pudiera ser destruido fácilmente, y también al Bishop, que es un poco su contraparte.

Sin embargo, de nuevo nos encontramos con un juego que duraba más de una hora.

Para decir la verdad, los cuatro estábamos muy cansados y alguno (no diré quién) con alguna copita de jerez de más, pero eso no influyó mucho en la velocidad de aprendizaje del juego. El comienzo fue lento en cuanto a levantar cartas y tomar oros, pero luego de tres o cuatro turnos ya nos estábamos sacando los ojos.

Creo que así el juego es mucho más divertido, porque las estrategias son mucho más efectivas ya que hay menos cartas, y el cambio más seguro del rey plantea constantes sobresaltos. Experimenté varias veces la ventaja de ser el último en elegir carta de personaje, sobre todo porque mis compañeros una y otra vez dejaban de lado al asesino o al ladrón. O viceversa, tomar primero alguna de esas, perdiendo cartas u oros extras para asegurarme inmunidad.

Nos hicimos la vida imposible más de una vez, como cuando yo robé a uno y otro mató al segundo, haciendo que la ronda se cortara por la mitad (casi lo hicimos de nuevo una vez). O cuando arriesgué a robar al arquitecto (viendo que era una carta que alguno de mis compañeros tomaría, y todos tenían oros), y justo le pegué al que tenía muchos oros. Esta jugada de ingenio y de suerte, de hecho, me permitió tener el dinero para dar mi último golpe maestro.

Tomé la delantera, seguido de cerca, hasta que otra vez la maldita Armory significó la destrucción de una estructura especial que me daba oro cada vez que el rey cambiaba de manos. Sin embargo me recuperé y con un poco de astucia y suerte logré construir una estructura de similar importancia.

Finalmente otro jugador construyó los ocho distritos y me obligó a construir uno de poca importancia para sumar al menos tres puntos más, sin que me quedara tiempo de concluir mi estrategia. De todas maneras, al hacer el recuento de puntos, terminé ganando 33 a 31.

Terminamos de jugar a las 6 de la madrugada. Calculamos que la partida duró algo así como hora y media.

Realmente es un juego muy bueno, y tal vez lo compre en un futuro. Aunque amedrenta un poco (a los primeros minutos de explicación uno no entiende mucho), rápidamente se pierde esa sensación y la cosa fluye. Es tremendamente adictivo y crea una competencia constante, divertida y llena de estrategias, fallos y éxitos. Veo que lo que me dijeron es cierto: se puede rejugar mil y una veces, lo cual no hace más que agregarle valor.

Próxima parada, Mad Zeppelin.

Green Lantern (2011)

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A veces me tomo el tiempo para leer reseñas de las películas que sí o sí voy a ver, sobre todo si no tienen spoilers. La idea es comparar lo que se dijo y lo que yo percibí, y evitar posibles sorpresas desagradables.

En dos reseñas previas a esta película tuve sendas alarmas. Y sin embargo la fui a ver, porque las reseñas, si bien no eran muy positivas, tampoco eran muy negativas, y no quería quedarme sin haberla visto.

Como resultado, tengo que admitir que lo que había escuchado aquí y allá (no logro ubicar las reseñas, pero también era algo leído en foros y otros lugares), es cierto. Green Lantern se queda a medio camino de todo, y lamentablemente esta es la razón por la cual ha resultado un fracaso a nivel económico. Lo cual seguramente impedirá o dificultará, al menos, la aparición de una secuela.

¿Cuáles son las causas? Pues varias. Las analizo punto por punto, comenzando por la más importante.


Ante todo, el guión
En un mundo en donde los efectos especiales cuestan fortunas pero pueden lograr casi cualquier cosa, lo menos que podíamos esperar era que fueran espectaculares, alucinantes y memorables. Lo son. Lamentablemente, como siempre digo, un buen guión sale muchísimo más barato que los fuegos artificiales y puede hacer la diferencia entre una película del montón y una excelente, allí donde a nivel visual todas descollan.

Este es el caso de Green Lantern. Soy de los que piensan que, cuando una película comienza con un narrador en off, es porque ha fallado. Comienza con el pie izquierdo, sobre todo si ese narrador no es un personaje protagonista sino un simple parche para contar algo que nadie sabía como decir.

La cinta comienza narrando nada más ni nada menos que quiénes son los Guardianes de Oa, por qué existen los Anillos y qué es el Green Lantern Corps. Un fallo enorme, sobre todo porque no hace falta esta información al comienzo de la historia, y porque en el resto de la película estos datos se repiten en pequeñas dosis. No costaba nada, de hecho, profundizar esa información e integrarla en la narración de la historia, mejorando así su solidez y eliminando la introducción acartonada, deslucida.

Por otra parte, si íbamos a explicar los orígenes de las cosas en los títulos de inicio, hay dos grandes ejemplos que me vienen a la mente. Dos películas que, si bien no me gustaron en general, tienen comienzos perfectos que dan cuenta de mucha historia previa: X-Men Origins: Wolverine y Watchmen. Sin mencionar The Incredible Hulk, que hace lo mismo para evitar repetir la historia rebooteada. No costaba nada armar una introducción visual para la película.

Desde este paso en falso, la película nunca se levanta. Tal como lo mencionaba una reseña, hay saltos en la acción, una aceleración que hace que uno tenga que llenar huecos de personajes y situaciones ya que no son evidentes, nunca se nos dicen ni se nos revelan explícitamente. No siempre es malo que tengamos que imaginar cosas dichas sutilmente; el problema es que aquí no se dan ni siquiera entre líneas.

En definitiva, y para no entrar en spoilers, el guión está precocido y le falta mucho impacto. Tiene altibajos muy grandes. No es una película para recordar, lamentablemente, salvo por pequeños pedazos.

Por si esto fuera poco, la historia es simple y lineal, no sale de plantearnos al típico héroe de capa caída que es la única esperanza de mundos enteros y que triunfa allí donde todos los demás fallan, solamente porque es humano. Sí, estamos ante una película de superhéroes, pero hace rato que estas, por suerte, dan algo más que papilla mental, y no estaría de más que se hiciera un trabajo un poquito, al menos un poquito, más elaborado.



Lo visual
Como dije antes, se da por sentado y no defrauda. Los alienínenas como Tomar-Re y Kilowog están perfectamente hechos e interactúan de maravillas con los protagonistas. La visualización de Oa y de lo creado por los Guardianes es excelente, y nos mete de lleno, rápidamente, en un mundo muy rico.

Mención aparte para los constructos del anillo, tanto los que crea Hal (como la famosa Gatling que se ve en el trailer): son muy creíbles tanto en lo visual como en lo argumental, manifestando a la perfección la personalidad del protagonista. El uso de un traje totalmente creado en CGI, si bien levantó controversia y críticas apresuradas, demostró que no había nada que temer. Está bien hecho y hasta hace más creíble toda la historia.




Lo demás
Sí, no mencioné los actores... sinceramente, ninguno hace su trabajo demasiado bien, tal vez, en parte, porque el guión no los ayuda. Pero sólo en parte. Como tuve que ver, DE NUEVO, la película doblada, sin subtítulos, no pude apreciar la voz de Jeffrey Rush (como Tomar-Re). Lamentablemente varios actores secundarios, como Angela Bassett y Tim Robbins, si bien cumplen con su papel, no tienen el suficiente espacio como para levantar el nivel general.


El resultado
No es una película mala, ni fea, ni poco recomendable. En todo caso la cuestión sería ir a verla, porque tiene momentos muy buenos, y porque no está mal a veces desconectarse sin pedir mucho. La cuestión, en todo caso, es esa: estar advertidos de que no es la gran cosa, y que de hecho, está por debajo de lo que Marvel está haciendo con sus personajes. Bastante más abajo, lamentablemente.

Espero que DC levante cabeza y pronto nos presente mejores películas. No estaría nada mal que aprendan de los errores de esta y se planteen una secuela (obviamente, se dejó plantada una escena propicia, pero horrorosamente mal enfocada desde lo narrativo, sin ton ni son). La capacidad bruta está, ahora solamente les queda afinar el lápiz.