Mucho más de lo mismo

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Se me ocurre que ya resulta aburrido que aparezca semanas después de la última entrada a decir que estuve muy ocupado. Así que lo haré breve.

Sí, estuve como loco escribiendo guiones para Términus, que ya tiene su segundo número (y se viene el tercero, antes de lo que piensan!) No es que tenga que escribirlos ya, pero quiero tener varios listos para cualquier caso.

Sí, estuve escribiendo también para mi nuevo juego de rol, Aerith. Menos de lo que me hubiera gustado, pero es algo.

Sí, estuve terminando de reparar el mueble (gracias a Dios, ya falta poco, sólo algunas manos de pintura). Sí, también estuve haciendo muchas, muchas otras pequeñas cosas, como trámites en el ministerio, algunos reemplazos, cambiar de operador de telefonía celular, vistar a parientes y amigos, etc. etc.

No, no estoy tan mal. Pero me pareció genial.
¿Tengo menos para contar aquí? No sé. Tengo menos tiempo para leer y ver series y películas, lo que se refleja también en menos cosas para contar... y menos tiempo para hacerlo.

Pero también, creo, se trata de un cambio no anticipado en mi vida. Se trata de cuestiones que se aceleraron y me aceleraron la vida. Tal vez sea esa la razón por la cual cada vez que pestañeo ha pasado una semana.

Creo que estoy en otro punto, como dije, uno no anticipado. El año pasado fue un momento de muchos cambios grandes, bruscos, de esos que uno ve venir y puede amortiguar. Terminar el profesorado, renunciar, lanzar una revista al mercado, iniciar blogs o proyectos menores. Pero luego de eso viene la maduración, el crecimiento. Y esto es raro porque uno crece de maneras inesperadas.

Tal vez sea eso: el acomodarme a nuevas cosas, el dejar atrás ciertas estructuras, el buscar cosas nuevas para tapar los huecos. Y esas cosas nuevas no siempre sirven, no encajar, o se rompen. Y las cosas de antes también pueden ser incompatibles. Así que es cosa de prueba y error.

Me siento suavemente desorientado. Y cuando digo suavemente, me refiero a que me siento como en un sofá muy mullido, relativamente cómodo. Me gusta explorar las sorpresas de la vida, y todo indica que vamos a ir para mejor.

Macross 7 (1994-95)

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Hace ya varios años, gracias a una muy curiosa coincidencia, tuve la oportunidad de ver dos o tres episodios de este anime, que data de 1994. Fue un shock. Era un producto Macross, y sin embargo, no me gustó para nada. Decidí no intentar ver la serie (que se conseguía entonces por VHS, obviamente pirateado), sepulté aquellos recuerdos y seguí adelante.

Sin embargo, hace unos años, tuve la oportunidad de descargar todos los capítulos, OVAs y película. Falto de tiempo, no hice nada más que tenerlos en el disco rígido. Luego de más o menos dos años, empecé a verlos para ver si aquella primera mala impresión cambiaba.

Lamento tener que decir que no.

Una apuesta narrativa muy desigual
Si bien no resulta una mala serie, la encuentro bastante irregular. Fueron necesarios cinco o seis capítulos para que le encontrara algo de interés; constantemente tenía ganas de dejar de verla para no perder más tiempo. Incluso así, cuando luego de esa cantidad este interés se mantuvo y aumentó levemente, frecuentemente encontraba capítulos intrascendentes o desparejos, con partes muy buenas y otras del montón.

Por si fuera poco, los primeros quince o veinte episodios están armados con la clásica fórmula: "hoy el enemigo ataca aquí, mañana allá, oh casualidad, siempre donde están los personajes principales por alguna razón aleatoria". Esta reiteración constante baja mucho el nivel de estos capítulos, que por otras razones tienen momentos muy buenos.

Recién hacia la mitad de la serie (que tiene un total de 49 episodios) la calidad aumenta lo suficiente como para querer ver más. Uno se queda preguntando por qué tardaron tanto en lograr una trama más emocionante, una acción más trepidante y rápida. Queda la impresión de que podrían haberse ahorrado al menos diez capítulos a base de cortar las partes leeeentas y empalmar mejor historias, quitando las reiteraciones constantes y las situaciones repetidas

Lamentablemente, no tenemos esa típica excusa del anime basado en manga, en la cual los realizadores deben alargar las tramas y poner episodios de relleno mientras dan tiempo a los mangakas a hacer avanzar la serie. Macross 7 no está basado en ningún manga, y pudo haber sido desarrollado de manera más sólida, contundente, impactante. Lo malo es justamente lo ya mencionado: no hay episodios "relleno" que puedan ser salteados, sino que a veces se arruinan episodios que empezaron muy bien, y a veces los que empiezan mal logran repuntar, pero no lo suficiente.

Actualmente estoy terminando la treintena de capítulos, y de nuevo me siento desilusionado. Hacia la mitad de la serie se notó una gran mejoría: los capítulos eran más sólidos, con personajes más serios, riesgos mortales ciertos, escenas dramáticas, buenos combates espaciales y menos música innecesaria. He de suponer que en su momento, en Japón, la serie habrá bajado de rating por todos los puntos negativos ya mencionados y se habrán profundizados los cambios que lentamente se veían venir, principalmente definiendo una historia ya muy imaginada por el espectador pero que la serie se obstinaba en alargar y alargar sin motivo.

En hora buena, pensé, porque casi había perdido toda esperanza. Lamentablemente, empezó una tanda de episodios, que todavía sigue, en la cual los enemigos parecen sacados de los peores episodios de los Power Rangers. Cayeron en la clásica fórmula de crear "generales enemigos" que van a pelear con los buenos, con diseños totalmente estrambóticos, sin nada que ver con la estética de la serie, que episodio tras episodio tienen el arma definitiva para vencer (obviamente, nunca lo logran porque los buenos son los buenos, no porque hagan algo mejor). La reiteración de esquemas vuelve a destruir todo lo ganado en esa tanda buena de episodios, que deberían ser la mayoría de la serie.

A unos quince episodios del final, ya no sé si debo esperar el retorno a lo bueno o una nueva tanda de episodios narrativamente repetitivos e ineficaces para hacer avanzar la trama.


Un argumento clásico, pero con más rock

El argumento de la serie sigue fielmente la lógica clásica de Macross. Una flota colonizadora se dirige a nuevos mundos, comandada por el as y ahora comandante Max Genius (do you remember Macross?). Curiosamente, la alcaldesa de la nave de colonización civil es nada más ni nada menos que Miriya, la piloto zentraedi que en su momento trató de matarlo, pero luego se enamoró de él. Pues bien, se han casado y tenido una hermosa hija, Mylene.

Pero la cosa no ha terminado bien, y el problema es doble: la pareja se ha divorciado en secreto (para evitar repercusiones en su vida profesional) y Mylene ha resultado una chiquilla con tanto carácter como ellos. Se ha escapado de casa para vivir por su cuenta (a pesar de ser menor), ha dejado la escuela y se ha metido en una banda de rock. ¡La pesadilla de cualquier padre!

La música es parte central de Macross 7, lo cual puede resultar muy pesado. Los primeros quince episodios repiten tantas veces las mismas canciones que uno desea lanzarse por una ventana. Evidentemente, esto ha sido parte del éxito de la serie en Japón: no por nada la banda ficticia en la que Mylene toca y canta ha vendido tantos discos.

Pues resulta que Mylene toca en Fire Bomber, una banda de rock liderada por Nekki Basara, un personaje de lo más curioso. Pacifista extremo, su idea de la vida es hacer lo que le gusta sin prestar atención al dinero, la fama y todo lo demás. Su principal objetivo es demostrar que su música puede cambiar el mundo, aunque esto implique arriesgar la vida. Completan la banda un misterioso militar retirado y una mujer zentraedi que apenas habla en uno o dos episodios y se la pasa practicando solos de batería sobre cualquier superficie rígida.

Obviamente también tiene que estar el trío romántico y los enemigos a muerte. El primero se establece, muuuuuuuuuy lentamente, entre Mylene, Basara y Gamlin, un as de combate muy bueno en su profesión, pero totalmente nulo en todo lo que implique relaciones personales.

El segundo aparece con la irrupción de una misteriosa flota de seres humanoides que buscan robar una desconocida energía humana, la spiritia, que necesitan para sobrevivir. Además de destruir lo que haya a su paso, estos alienígenas atacan regularmente a la flota para recolectar esta energía. Los que resultan privados de su spiritia quedan en estado catatónico y por eso los militares de la Macross Seven deben tratar de destruirlos a toda costa.


Fallos y aciertos
Como decía previamente, todo se desenrolla de manera muy lenta, a veces torpe e irregular. Los personajes no son explotados profundamente, de manera que no terminamos de saber porqué hacen lo que hacen, ni sabemos realmente lo que piensan y sienten. Esto sucede incluso los principales, como Gamlin, Mylene y otros, y nos deja la sensación de que son personajes planos, sin controversias o conflictos internos: sin la riqueza necesaria para hacer bien su trabajo.



No nos reímos, ni nos asombramos, ni nada de nada en extremo. Macross 7 no tiene ningún punto fuerte o sobresaliente, salvo la monotonía, el cansancio y la repetición de esquemas. Ni siquiera es un buen anime de peleas espaciales: los combates son planos, sin ningún tipo de estrategias, suspenso o escenas arriesgadas en las que los personajes se juegan el todo por el todo. La acción es poco contundente y el suspenso es nulo. Si bien el diseño de los mechas es bueno, no sé si la animación le hace justicia: se repiten mucho las escenas de transformación y persecusiones, pero vemos siempre lo mismo.

En resumen, cuesta creer que sea un producto Macross, algo que solamente identificamos por los personajes heredados de la serie anterior, y por los esquemas típicos, que esta vez están desaprovechados. Lamentablemente, a pocos episodios del final, resulta imposible escalar todos esos fallos. Me deja un mal sabor de boca, y definitivamente no será una serie que me quede en la memoria.

Labores manuales

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En estos días he pasado por una extraña transformación de mis costumbres creativas.

En primer lugar, dejé de escribir para mi juego de rol. Recién hace unos pocos días empecé de nuevo, lentamente, y cambiando de enfoque. Ya no tengo ganas de enfocarme demasiado en un solo aspecto, prosiguiendo con una escritura lineal: en lugar de eso iré pasando de sección en sección, escribiendo, caóticamente, según me vengan en gana. Es un método que me ha resultado en muchas ocasiones.

Por otra parte, tengo ganas de volver con los guiones para Términus, pero como por ahora no son tan necesarios, y las ganas no son tantas, solamente estoy anotando ideas. Me estoy concentrando más en leer comics, ver algo de anime (ya contaré más sobre esto en una reseña) y pasar algo más de tiempo en familia. Algunas cuestiones personales me hicieron ver que estaba demasiado enfrascado en mi pieza, dando poca atención a otros temas que son igualmente importantes.

Uno de ellos es la restauración del bendito mueble, que avanza a grandes pasos desde hace días. A ritmo de hora y media o dos horas diarias, ya he logrado quitar todo el enchapado a reemplazar y he recomenzado a pegar el nuevo. Algunas partes irán solamente pintadas, pero hay que dedicar un buen tiempo a lijarlas ya que la humedad y la grasa han hecho estragos, dejando la madera muy marcada y llena de manchas.

Así que en esa estamos, con brazos cansados y la cabeza muy tranquila. Es bueno tomarse un pequeño descanso de las teclas, cada tanto.

Y yo sin Pearl Jam

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Hace tiempo lo vi venir, pero demasiado tarde. Y se me fueron.

En 2012 Pearl Jam, mi banda favorita de la actualidad, vino a Argentina, más precisamente a la ciudad de La Plata. En ese momento tenía trabajo, pude haberme pagado el viaje y el pasaje. Sin embargo el costo era bastante alto (algo así como un cuarto de mi salario mensual), ya estaba considerando la posibilidad de renunciar y no quería hacer gastos "innecesarios". Estaba en el profesorado, tenía que estudiar y pagar todos mis gastos de estudio. Pero el problema principal era que no tenía con quién ir, a una ciudad que no conocía y en la cual no tenía amigos ni parientes ni nada. En ese momento el amigo con quien había ido al recital de 2005 estaba sin trabajo, de manera que él estaba en la misma situación. Fue una decisión difícil, pero tuve que tomarla

Ni borracho hubiera imaginado que ellos vendrían al año siguiente. Es más, recuerdo haber pensado: "ya fui al recital de 2005, puedo morir tranquilo; si vienen ahora, vendrán otra vez dentro de dos o tres años y entonces sí tendré dinero y alguien con quién ir."
Eddie Vedder con un grupo de fans que les hizo el aguante
en la puerta del hotel. Un grande.

Pues bien, el tema superó todas las expectativas. Cuando me enteré, el año pasado, supe casi con seguridad que no podría ir, porque aunque consiguiera trabajos docentes apenas empezado el año, estos toman varias semanas en cobrarse. Además, nuevamente el costo era bastante elevado: las entradas arrancaban en unos 450 pesos (para los no argentinos se hagan una idea, algo así como 10 entradas de cine, o unas 30 birras en un bar), a lo cual había que sumar otros 300 pesos en pasajes, más no sé qué cantidad en alojamiento/comida, gastos varios y de seguridad, etc. (¡nunca viajen con la plata justa!). Muchísimo más caro que cuando pagué unos 120 pesos por una platea en 2005 (las entradas de 450 pesos eran en campo).

De nuevo pensé muchas alternativas de donde sacar los billetes. Ciertamente tengo el dinero, pude haberlo obtenido de mis ahorros. Pero eso hubiera sido algo totalmente poco razonable. No soy un fan loco. Ese es dinero que tengo por seguridad, para emergencias. Lamenté mucho todo el asunto, pero como saben los que leen el blog, me mantuve ocupado. Ni siquiera recuerdo si el recital fue el 2 o el 3 de abril, los días se me pasaron sin pensar en ellos, y no me torturé pensando "ahora podría estar escuchándolos".

Sé que volverán, y entonces sí estaré ahí.

El miércoles por la noche vi la foto que ilustra esta entrada, en la página oficial de Pearl Jam en Facebook. Me dolió un poco, es cierto.

Pero la realidad supera a la ficción. Y los sueños no están ahí para nada.

Esa noche soñé estar en un recital de PJ, uno muy íntimo, en un pequeño cine, con varios de mis amigos. Soñé cantando, soñé interactuando con ellos. Fue tan vívido, tal real, que para mí es como si hubiera ocurrido. Incluso conocí a Eddie, aunque lamentablemente desperté cuando nos estábamos por sacar una foto. ¿Qué más puedo pedir?

Sé muy bien que los sueños se hacen realidad. Y ese sueño en particular me hizo recordar esto.

Ahora tengo ganas de ver PJ20 de nuevo. Con mi chica, como debe ser.

Life of Pi (2012)

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Life of Pi ("traducida" en castellano como "Una historia maravillosa", tal vez la peor elección posible), es una cinta dirigida por Ang Lee que resultó ganadora al Oscar a Mejor Dirección en 2013. Un inmerecido título que, lamentablemente, la cinta soporta (al menos ligeramente) durante la mayor parte del metraje, pero que finalmente se revela como una película mal manejada.

¿Por qué es esto? Veamos un poco la historia que cuenta. El protagonista, un hombre hindú autoapodado Pi, para evitar el acoso de sus pares frente a la pésima elección de nombre que realizó su padre. Pi tiene andanzas maravillosas mientras es un niño: es hijo del duaño de un zoológico, por lo que convive con animales fantásticos de todas partes del mundo.

Pero su vida se tuerce irremediablemente años después, ya adolescente, cuando su familia y el zoológico se mudan a Canadá. Una tormenta en medio del océano hunde el barco en el que se viajan, y de pronto Pi queda solo y a la deriva, sin forma de saber si su familia ha sobrevivido. Aunque "solo" tal vez no sea lo más preciso. Un curioso huésped en el bote salvavidas le obliga a replantearse su forma de pensar, haciéndolo encarar la epopeya de otra manera.

La cinta tiene varios puntos fuertes. El protagonista está muy bien delineado e interpretado. Su historia es sencilla pero al mismo tiempo llena de tensiones y búsquedas muy humanas. Pi es muy sensible a la belleza y a las razones de las cosas, por lo que su búsqueda de Dios atraviesa toda la historia. No solamente cuando se cuestiona su supervivencia o intenta explicar la razón detrás de la tragedia; de niño lo vemos inquiriendo desde diferentes religiones cómo y por qué Dios existe, qué planea para nosotros, etc.

Lamentablemente, luego de muchas escenas muy buenas, la película se desploma al final, en el que el guión apresuradamente altera todo el sentido de lo contado. Para colmo, la forma en que lo hace es totalmente anticlimática e innecesaria: simplemente se hunde en espiral hacia lo más profundo del océano.

Cuesta creer, desde mi punto de vista, por qué esta cinta logró un Oscar al Mejor Director (Ang Lee). Sinceramente considero que el final anticlimático destruye la cinta; no sé si es su culpa, pero me ha dejado una impresión algo amarga porque prometía mucho más (la cinta también fue nominada para Mejor Película, algo que también considero imperdonable porque en conjunto sale perdiendo). Además, Life of Pi ganó tres Oscars adicionales, por Mejor Fotografía, Mejores Efectos Visuales y Mejor Banda de Sonido Original.

Es digno de mención que la cinta está basada en un libro homónimo; desconozco si la pifia del final está presente o no en él, aunque supongo que de estarlo, debe haber sido contada de manera infinitamente mejor y tal vez sin desmerecer el resto del libro. Sea como sea, considero un error imperdonable no rodado mejor el final de la película.


La controversia
Además de por ser la película más premiada de los Oscars de 2013 (fue nominada a 11 y ganó 4), Life of Pi fue eje de controversia debido a la enorme cantidad de efectos visuales y especiales utilizados en su rodaje. Al incorporar enormes cantidades de animales, a veces en interacciones imposibles con los humanos, y a escenarios marítimos imposibles de hallar o recrear, se recurrió a larguísimas tomas con animales, buques, olas y otros elementos generados por computadora. Gran parte de la película fue filmada en pantalla verde, solamente con el actor principal en cámara.

Dos hechos fueron el foco del asunto. Por un lado, Rhythm & Hues Studios, la empresa que produjo esta enorme cantidad de trabajo, de una calidad realmente asombrosa, quebró antes de la ceremonia de los Oscars. La cuestión de fondo es que toda la industria de los efectos especiales atraviesa por una larga crisis, ya que está mal pagada por los estudios cinematográficos y depende de subsidios que no siempre son suficientes para cubrir los enormes costos laborales y de equipamiento. Esta situación generó una airada protesta de 500 artistas de los efectos visuales y especiales, que se manifestaron cerca del Teatro Kodak (donde se entregan los Oscars) marcados con adhesivos o carteles de verde fosforescente y con leyendas contra los subsidios, los estudios cinematográficos y la poca remuneración de su trabajo.

Para colmo, en su discurso de aceptación del premio, el director, Ang Lee, no quebró una lanza por esta causa, ni siquiera mencionó el hecho de que la empresa que le había dado un Oscar (y contribuido indirectamente a los otros dos, además de las nominaciones) había quebrado. En un gesto que en lo personal me parece muy mezquino, enojó a muchos otros artistas, reabriendo la controversia sobre las autorías compartidas dentro de la industria cinematográfica.