Hacia Crack Bang Boom 4

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El afiche de este año, a cargo de Germán Peralta, uno de los
artistas de Términus. La edición de esta Crack Bang Boom
está dedicada a Ray Collins, gran guionista argentino.
Bueno bueno, ya se viene.

Me froto las manos, impaciente. No puedo esperar a que pasen estos días y sea 1º de agosto.

Está por arrancar Crack Bang Boom 4, que es, tal vez, la mayor convención de comics de Argentina.

La cuestión es sencilla: ya no estoy como aficionado, como uno más que va a mirar. Estoy del otro lado del mostrador, cumpliendo un sueño junto a Términus y a muchos talentosos artistas. De manera que tngo que estar muy atento y despierto para no dejar cabos sueltos y poder aprovechar todas las oportunidades, personales y profesionales, que tendrán estos días.


Esto hace que tenga muchos compromisos y cosas para hacer. Me encontré con estos de pronto, al ver que la mitad de julio había pasado como un suspiro.

Como debe ser, Revista Términus tendrá un stand, lo que implica preparar algunos detalles de la asistencia. En lo personal esto lleva limpiar una agenda y coordinar horarios para que nada ni nadie interrumpa esos cuatro días de locura comiquera. En lo profesional, ayudar al resto de los encargados con lo que haga falta, tarea que ahora es escasa, pero que será más pesada mientras se acerquen los días.

Y es en lo profesional, justamente, donde se ve más la necesidad de trabajar. Tengo guiones que terminar, muestras que armar, ideas que reunir, textos que escribir. De pronto cambiaron mucho las prioridades: de escribir y probar mi nuevo juego de rol, paso a la narración secuencial y a los guiones. En unos días tengo que terminar muchas cosas, sea como sea.

Mientras tanto, tengo que cerrar algunas cuestiones personales y laborales, así que no siempre será fácil. Pero como digo, me queman las ideas en la cabeza y en las manos, frente al teclado. Espero poder dormir lo suficiente como para que todo salga bien.

Como siempre, mientras se acerque la fecha, y después de la convención, contaré mucho más al respecto. Pero ahora, para que ustedes también queden cebados, los dejo con el spot que en estos días se está pasando por la TV.

Aliados (2013), lo peor de la TV argentina

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Y sí, tengo que decirlo. Con apenas medio episodio que vi con mi novia para reirnos de sus errores, ya tengo suficiente.

"Aliados" es un típico producto de Cris Morena: facilón, armado con dos pesos, con actores malos pero jóvenes y lindos para captar el público más fácil, cero guión, ideas rebuscadas mezcladas con batidora y mucho, mucho chetaje.

La premisa es tan sencilla como absurda: seres extraterrestres que recuerdan a ángeles (de hecho son incorpóreos y se pueden meter en la gente, controlándolos) deciden ayudar a la Humanidad y por eso eligen a ciertas personas que están descarrilando sus vidas, para que las mejoren. Obviamente, todos son adolescentes o jóvenes idiotas que se están matando a base de vicios, obsesiones y cosas así: está el casanova con una vida vacía que no quiere reconocer un hijo, la hija abusadora que es abusada a su vez, etc. etc.

Más allá del transfondo místico, new age y sincretista, que mezcla ángeles con extraterrestres y elementos de varias religiones (algo ya de por sí negativo, para mí), tenemos todo tipo de fallos, a nivel guión, concepto, edición, actuación... Puf, no me alcanzan los dedos para tipear.

Comencemos por el concepto. Si estos seres buscan ayudar realmente a los humanos de los cuales son "aliados", ¿para qué se meten en sus cuerpos y los hacen ejecutar acciones que ellos nunca harían? Tirando por la borda el concepto de libre albedrío, cada vez que alguno va a cometer un error garrafal, en lugar de mostrarle sus consecuencias y dejarlos decidir, o cualquier otra cosa, simplemente toman el control y lo evitan, poniendo a su vez al humano en una situación exagerada de la que no saben cómo salir. Tiran de sus hilos de una manera bastante burda, y uno podría pensar "bueno, después de todo son humanos y no tienen los mismos conceptos de moralidad". Pero el guión nunca llega tan profundo como para presentar un debate de este tipo, y los humanos que deben ser salvados terminan siendo simples monigotes.

Lo cual no es tan raro si tenemos en cuenta que los actores y actrices son de madera. Algunos coincidirán con mi novia: el perro es, tal vez, el mejor de todos. Destaca solamente el hijo de Guillermo Francella, que uno distingue por ser casi idéntico al cómico y actor, y porque no entona las palabras como si las leyera en ese momento. Con tantos buenos actores y actrices jóvenes que hay por ahí...

El guión va de la mano, también, con la edición. En una escena, durante cinco minutos se nos martilló con el mismo concepto, repitiendo una frase de manera casi textual: "los humanos sólo piden ayuda cuando el agua les llega al cuello". Repetición exagerada y totalmente inútil porque el concepto se reiteraba, visualmente, en varios personajes que enfrentaban situaciones límite y oh sorpresa, estaban por pedir ayuda a alguien. Sentí que los realizadores pensaban que era retrasado mental; algo que deben pensar, creo, de su joven audiencia.

Mientras tanto, la edición martilla con diversos errores. Uno de ellos es el paso del tiempo, que simplemente no existe. Esto da efectos doblemente absursos porque no existen escenas que indiquen el caminar del reloj, como un cielo donde pasan las nubes, el tránsito en las calles, lo que sea. Y es que ¡todo parece filmado en un teatro! No existen escenas en exteriores (son prácticamente inexistentes, sin movimientos ni zoom), por lo que tampoco hay diálogos ni momentos de transición entre escenas y escenas. Todo sucede en el mismo momento: en un minuto dos personas hablan y discuten, una arrastra a la otra fuera de su departamento. Al segundo siguiente entran en la casa a la que se dirigían. Como consecuencia, calculo que lo narrado en esa media hora debe haber sucedido en cinco minutos de tiempo de ficción.

Obviamente esto hace que la acción sea mareante, porque no existe momento en el que el espectador pueda pensar "bueno, A y B fueron acá, C está allá, ahora veremos qué hace D". Todos se mueven al mismo tiempo. Para colmo, hay tantos personajes que no tenemos tiempo de aprender nombres. Es como si tuviéramos que bebernos una sopa caliente mientras ésta se mezcla en una licuadora encendida.

El momento más alto de la mala edición fue la escena en la que un niño llora, en el fondo de un pozo, mientras llueve a cántaros. Una pareja lo observa desde arriba, espantándose por el cuadro pero sin hacer nada... ¡y es un día de sol, al anochecer! Se ve que la única escena de exteriores se rodó apresuradamente, y el error era tan obvio que por eso duró un segundo en pantalla.

Después de esto, tengo que comprender a las personas que le pidieron a mi novia que vieran la serie con ellos para que se las explique. De alguna manera hay que recomponer el rompecabezas, y es más fácil de a dos o de a tres.

Como dato final, el "chetaje". Todos los personajes tienen a mano, constantemente, tablets o teléfonos celulares último modelo. Incluso un personaje ladrón y mendigo tenía una ropa en tan buen estado que parecía recién robada... quiero decir, comprada. En el mundo de Cris Morena, incluso los pobres son lindos y aseados, y todos tienen a mano cosas caras y bonitas. Muy tierno... e irreal.

En resumen, sólo queda repetir lo dicho: Aliados es una muestra de lo peor que puede dar la televisión argentina. Una producción apresurada, sin filmación decente, con recursos limitados por el intelecto pero no por el dinero, un guión e idea pobres, y que usa todas las ideas disponibles para atraer al público menos exigente, al que tratan como idiotas.

Algo de frustración

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Escribo esto, más que nada, para quitarme, justamente, esos rastros de bronca que no me dejan seguir adelante. Para sacarme las telarañas pegajosas que me mantienen agarrado a un estado de ánimo lleno de ansiedad e intranquilidad.

En estos días me he sentido algo inútil. No he escrito una línea, ni tenido buenas ideas, ni he podido responder algunos mails importantes o localizar a personas que necesitaba encontrar. Simplemente no he tenido tiempo. No sé a donde se va, y cada vez que trato de resolver el misterio, aparece un inconveniente que me demora todavía más.

No me puedo quejar. He tenido mucho trabajo y del bueno, y hasta he tenido que rechazar algo por estar saturado mentalmente. He tomado malas decisiones en algunos momentos, que me han hecho perder tardes, pero ¿quién no las tiene? El hecho es que no me siento mal por lo hecho o por lo no hecho, sino porque a veces parecía que salía sorteado en todo lo malo. Todo lo relacionado al trabajo es bienvenido y aceptado, pero ¿cómo lidiar con lo demás?

Si no era la impresora (ya pronto abandonaré la tecnología de chorro de tinta, para no volver), surgía algún olvido de algo, o una nueva responsabilidad. Han sido dos semanas largas, muy cansadoras, llenas de estados de ánimo alterados (a veces por la falta de sueño, a veces por la mala digestión). Ahora llegan las vacaciones de invierno y la tranquilidad de saber que no van a llamarme de ningún colegio, y que termina también mi período de reemplazo. Y no es que no quiera volver, pero me viene bien algo de descanso.

Mientras tanto, ¡necesito volver a la escritura! Ya nada más teclear esto es un alivio. Este fin de semana tengo algunas obligaciones relacionadas con proyectos personales (Aerith, mi juego de rol y Términus), que me permiten sentir que vuelvo a estar activo, que vuelvo a hacer lo que más me gusta, dejando atrás los problemas más grandes. Y cuando vuelva a ponerlo sobre la pantalla, ¡tanto mejor!