Esto o lo otro

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El fin de semana pasado tuve una crisis. En un día, todo se movió y quedó borroso.

Pero no hablo de una crisis en donde uno se agarra de los pelos y grita de desesperación. Sino más bien un momento que obliga a la reflexión.

En primer lugar, durante el fin de semana pude adelantar bastante mi trabajo para el concurso literario. Sin embargo, como sucedió ya varias veces, siempre escribo menos tiempo del que realmente quiero usar. Surgen cosas de la casa, problemas de horarios, cansancio, etc. Quiero sumergirme varias horas a hacer eso, pero nunca puedo. Que el resultado final sea bueno, porque produzco bastante, no termina de conformarme. Odio encontrar, constantemente, piedras en el camino.

En segundo lugar, pude hablar largo y tendido con Fernando sobre lo que quiero hacer este año, sobre nuestros objetivos y varias otras cosas más que no vienen al caso. Con buen tino y mejores intensiones, hizo que bajara un poco mis expectativas. Realmente me quedé pensando sobre varias cosas que dijo, yo que soy a veces demasiado optimista.

En tercer lugar, me llegó un mail largamente esperado. La respuesta de Morhain sobre mis guiones, los que le entregué cuando vino a Dibujantes 2010.

Realmente no le había entregado mis mejores textos, sino todo lo que tenía. Los mejores guiones, hasta ahora, son los que produje en lo que va del año (o, al menos, son los que me dejaron más conformes). De todas maneras, si bien la crítica tiene muchos puntos para mejorar, y muchos errores gruesos que yo dejé pasar, es alentadora. Hay que decir que duele un poco escuchar ciertas cosas; sobre todo en el frío característico de la palabra escrita. Sin embargo hay que escuchar a los que saben.

Sin deprimirme ni tirarme abajo, porque como dije, lo que me marcó era cierto y era mejorable, una cuestión comenzó a revolverme las tripas. No tiene nada que ver con los guiones de comics, o tal vez sí.

Actualmente escribo dos o tres páginas de mi novela corta (para el concurso) cada cuatro o cinco días. Ya llegué y pasé las 50 páginas requeridas. Creo que llego a terminarla para el concurso; incluso creo que llego a corregirla, lo cual es otra hazaña.

Sin embargo, ¿estoy haciendo lo mejor que puedo? Posiblemente sí, ya que tengo límites de tiempo muy acotados. ¿Puedo hacer algo mejor? Sí, si no tuviera esos límites impuestos por el concurso en sí.

Escribo rápido y con cierta facilidad, pero la historia avanza a los golpes, y sé que el resultado no será lo mejor que puedo dar. Lo hago como desafío de cantidad, y no de calidad. Lo hago porque considero que el concurso no es muy exigente, que participará mucha gente y que puedo destacar del montón. Lo hago porque quiero sacarme las ganas y porque no quiero perder otra oportunidad que apareció en el camino.

Lo cual hace que se me levante la piel. No me siento cómodo haciendo esto. No me siento cómodo haciendo algo que veo que no será lo mejor.

Participé de los otros concursos literarios con mucho tiempo de anticipación, incluso comenzando un año antes. A este lo agarré de casualidad y en un momento complicado de mi vida.

Entonces me pregunté: ¿vale la pena que siga? Porque implica gastar tres semanas más de mi vida, casi un mes. ¿Cuántos guiones podría escribir en ese lapso, cuántos guiones ya escritos podría mejorar? ¿Cuánto tiempo tendría para descansar, sin la presión de una fecha de entrega?

La solución estaba ahí, aunque la dejé flotando un par de días.

El lunes siguiente, dejé de escribir la novela. Me dediqué a los emails atrasados (y recientes). Oh casualidad, otro dibujante del cual estaba pendiente una respuesta me escribe ese día.

Hola, guiones, estoy de vuelta.

Levando anclas

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Mucho ha pasado desde principio de año, y ahora de pronto veo que se han ido dos meses de un total de doce. Lo cual no es poco, pero tampoco pareciera mucho.

El jueves pasado, en silencio, cortamos amarras. Las dos casas fueron totalmente divididas, sellada la única puerta de comunicación por una pared muy prolija.

Desde el fin de semana anterior, nos dedicamos a sacar las últimas cosas que quedaban pendientes. Algún adorno, algunas herramientas, varios trozos de leña para hacer asado, algunas cajas que habían quedado por ahí. Acomodé los últimos zarcillos de la planta de zapallos, que ya tiene varios frutos a medio madurar. Cortamos el pasto, limpiamos y ordenamos un poco, pintamos algunas paredes. Llevamos los gatitos más pequeños a una protectora de animales, para que encuentren un hogar, mientras los más grandes tendrán que ocuparse por su cuenta. Ya son mucho más independientes, a excepción de las dos gatas, que están viejitas y ya se acostumbraron a vivir en la casa de arriba.

Se cortó así el último lazo con el pasado. Pero, de nuevo, no sentí tristeza. De hecho, no sentí nada. Me despedí, una noche, de cada parte, en una frase silenciosa, a la luz de las estrellas. Y eso fue todo.

La realidad es tan simple a veces, y tan difícil la ficción que imaginamos.

Siempre "a la saga"

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Hace ya vaaarios meses, hice una compra grupal, enorme, de libros de Star Wars Saga Edition. Muchos querían verlo, tocarlo, olerlo, jugarlo y experimentarlo de todas maneras. Después de muchos intentos de todo tipo, no he podido dirigir más que dos o tres partidas aisladas, algunas realmente cortas, siempre sin tiempo de preparar nada en firme. Todos los grupos han rehusado la idea de hacer una campaña o simplemente no han podido.

Y tengo toneladas de minis y muchas tiles caseras!!!

Para cuando estaba en condiciones de dirigirlo en serio y había espacio en el club y todo lo demás, comenzaron a llegar las copias de Burning Wheel que habíamos pedido tiempo atrás. Hicimos oootro pedido ENORME y de repente se creó una fiebre. El dato curioso: fui la penúltima persona en recibir los cores, más o menos dos meses después de la llegada del pedido. Mientras todos los demás ya han leído y releído los cores, el Adventure Burner y el Monster Burner y el Magic Burner, yo recién llegué a la parte donde dice que tengo que jugar (creo que es la página 70yalgo).

O sea...

Y lo peor es que no creo que pueda sumarme a la fiebre en el corto plazo.

Para entonces, a pesar de las bondades del sistema y todo lo demás, seguramente habrá OTRO juego que todos comprarán y querrán, y yo estaré ahí con mis libros recién leídos, escuchando el sonido del silencio y los dados que pifian.

Siempre es así.

Por qué no concurso en el Rolero de Hierro 2011

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No es por hacerme el famoso, pero bueno, quería contarlo porque alguien seguro que se lo pregunta.

Estuve en los tres RdH que se hicieron, desde que comenzaron en 2008. Llegué en tercer puesto compartido con Maldición de Sangre. Luego en 2009 obtuve dos premios con ¡Es una ganga!: el 3º premio por el Mejor Uso del Ingrediente Principal y el 1º premio al Mejor Feedback. Finalmente, el año pasado, obtuve el Cuchillo de Bronce por la Mejor Presentación Gráfica, con Wardenclyffe.

Más allá de que no me cae nada mal inflar un poco mi ego en febrero de cada año, el cual me encuentra inevitablemente solo, cortar una racha y una buena y sana costumbre me trae algo de conflicto.

Sin embargo, la decisión de no participar me resultó más sencilla de tomar de lo que había pensado en un primer momento.

La principal causa no fue el trabajo, ni el pequeño caos que campa por mi vida en estas fechas, sino una más sencilla: el cansancio de lo mismo y las ganas de cambiar.

2011 es un año de cambios. Y si bien las reglas del concurso cambian todos los años y se busca siempre desafiarse más y mejor, este año no quiero repetirme. Sé que podría hacer algo, y posiblemente algo muy bueno y hasta premiado, pero no tengo ganas. Y lo hice y quiero hacer algo más.

Por otra parte, los tres juegos que han quedado claman por ser desarrollados. No sé cómo ni cuando lo haré, pero lo haré. De todas maneras, si sigo procreando juegos para abandonarlos, nunca voy a llegar a nada. Prefiero tres robles que un campo recién sembrado que llega hasta el horizonte.

El último punto que selló la disputa interna fue el descubrimiento de un concurso literario de escasa monta, pero gran premio monetario, que cierra a mediados de marzo. Tengo que trabajar duro para llegar a esa fecha y no puedo distraerme por nada.

¿Volveré? No sé, tal vez el año que viene. Por ahora, salvo en uno o dos comentarios en Salgan al Sol, preferí dar un paso al costado y dejar que otros se encarguen. No me gusta meter la cuchara y no probar el postre.

Videoconferenciando

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Cómo estamos con los tiempos!!!!

Hace ya demasiado tiempo, un compañero rolero de Bogotá, Colombia, me invitó a dar una charla por videoconferencia en dicha ciudad. El motivo era una convención de rol, entre otras cosas, que se realizaba por intermedio de la Fundación Laboratorio Cultural Astarté.

El motivo de la charla era mi libro, Cómo crear un mundo de juego, mi experiencia como rolero en Argentina y mi iniciativa con Studio Ergo Sum.

Disfruté mucho con la experiencia, fue muy amena y muy entretenida. Tuve que comprarme la webcam, que hace rato me la debía y que me abrió rápidamente las puertas a un nuevo mundo sin fronteras. Sería muy bueno que este tipo de experiencias de intercambio entre roleros de todo el mundo se repitiera.

Al final, aunque la charla se demoró un poco, creo que hablé más de lo pactado y la gente hizo preguntas, lo cual me gustó mucho. He asistido a toneladas de charlas en donde el tipo habla y listo, silencio y a otra cosa, pero me gustó haberles sido útil.

Después nos quedamos charlando con Fernando (te debo una reseña!!) durante media hora más, creo yo, lo cual sumó mucho a toda la experiencia.

Un abrazo para los roleros colombianos y como dije antes, ojalá que se repita!


Una muy breve parte de la conferencia, aunque no se vea ni se escuche mucho: http://www.youtube.com/watch?v=nO_zs478_Uo


PD: el juego que Fernando está sacando a la venta está disponible en este link, y fue otro de los temas sobre los que hablamos: juegos de rol latinoamericanos. Que eso también se repita.

Lo más importante

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La historia es lo más importante. La acción es sólo un medio, un método para contar la historia. Es un mecanismo para mostrar ciertas características de los personajes.

Zhang Yimou, director chino, en una entrevista
sobre La Maldición de la flor dorada.