Rosario Juega Rol 2013

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Es difícil hablar con imparcialidad sobre un evento que uno ayudó a construir, así que no voy a hacerlo.

La mesa de entrada del domingo, con los premios de
los sorteos. Sí, dos combos de Burning Wheel más
tres cervezas artesanales. Pero se sorteaban aparte.















Cuando en 2012 no se hizo Rosario Juega Rol (recordemos que empezó en 2010 y
que tuvo su segunda edición en 2011), fue muy llamativo cómo había muchas personas que nos preguntaban el por qué. Muchos querían colaborar, ayudar, participar de alguna manera, o simplemente asistir. Sin embargo, en esa época muchos de los organizadores que habían hecho el primer RJR no estábamos en condiciones de encarar otro evento de estas características.

Nos había salido muy bien, y no queríamos bajar el nivel. Había preocupaciones familares, laborales, y de otros tipos. Optamos por lo seguro, que era no hacerlo, y creo que no nos arrepentimos.

De la misma manera no nos arrepentimos hoy de habernos embarcado en una aventura tanto o más grande que la de este año. Que también nos salió muy bien, pero de otra manera.


Los cambios
Charlamos mucho sobre cómo sería el formato de este año, porque no íbamos a repetir lo mismo, y llegamos finalmente a una forma de trabajo nueva y que consideramos muy innovadora. La misma consistía en armar un nuevo tipo de mesas de juego, un formato "demo", de mesas rápidas (no más de una hora, tratando de que fueran de 45 minutos), para jugarse exclusivamente el sábado.

La idea era que ese día hubiera un surtido de mesas de este tipo, que permitieran a los asistentes jugar rol y también participar de las charlas. Una de las críticas del 2011 había sido, justamente, que muchas charlas consideradas muy importantes no habían tenido tantos asistentes porque estos se habían volcado a las mesas. Con este formato queríamos darle la opción a todos de hacer ambas cosas: jugar uno o más juegos, estar en una o más charlas, etc.

También cambiamos un poco la cuestión de los stands. Siendo sinceros, en Argentina el mercado del rol es casi inexistente. Con la caída de Joc Internacional, el creciente precio del dólar, las dificultades para importar y otros factores, ya no existen comiquerías que traigan juegos nuevos, particularmente si tienen accesorios o si son de tablero.

En los stands tuvimos cosas para frikis de todo tipo,
además de hidromiel, remeras, llaveros y bijouterie,
juegos de cartas, comics...
Es por eso que aunque buscamos la participación de las excepciones que confirman la regla, decidimos expandir el espectro y logramos así la asistencia de numerosos auspiciantes que agregaron una gran cuota de color y talento.

Fue así que el sábado 5 y el domingo 6 nos largamos a coordinar la que ahora es la mayor convención de rol de Argentina. Suena grandilocuente y no era nuestra idea serlo, pero tengo que decirlo. No hay otra convención de este tipo, que yo sepa, así es no había que hacer mérito. Por las dudas, lo hicimos igual.


El sábado
Llegué un poco más tarde de lo deseado, pero igualmente había mucho por hacer. Los organizadores nos pusimos a full a hacer todas las cosas que más tiempo y trabajo requieren: mover mesas y sillas, cortar carteles, pegar carteles, organizar los stands, separar cables y solucionar cuestiones eléctricas (cargadores, el proyector, etc.) y mil cositas más.

Para cuando empezó a llegar el público, un poquito antes de la hora señalada, ya teníamos todo cocinado. Hicimos unos últimos retoques y ajustes y fuimos arrancando, mientras los stands se poblaban de todo tipo de mercadería.

Ese día yo era unos de los encargados de dirigir mesas demo, con un juego de propia invención: Aerith, el cual estoy reseñando en mi blog editorial. Había interés de varios invitados de Buenos Aires, así como de otros roleros rosarinos, de manera que rápidamente llené mi primera mesa de cinco jugadores.

Resumiré en pocas palabras lo sucedido, en parte porque ya no lo recuerdo (y no lo recordaba al día siguiente, por la vorágine que resultó de aquello). Dirigí, si no me equivoco, un total de cuatro mesas demo. La primera se pasó de la hora, pero fui aprendiendo a resumir ciertas cuestiones, con lo cual la segunda ya estaba en el tiempo estipulado y las siguientes creo que fueron más rápidas.

La idea era la siguiente: un grupo de cinco tripulantes y pasajeros de un barco naufragaban en las costas de una isla desierta. Debían organizarse para sobrevivir una noche hasta que, al día siguiente, algún barco los rescatara. Cada personaje era bien diferente: la hija del capitán, el cocinero (que siempre la protegía), el comerciante encargado de la carga, un marinero y una pasajera (que era una usuaria de Aerith, por lo que podía hacer magia).

Las mesas variaron mucho en su composición y cantidad de jugadores, pasando de cinco roleros bien curtidos a tres niños con poca o nula experiencia. En este caso simplifiqué algo las reglas para hacerlo más sencillo, achicando también la trama por la cantidad menor de personajes y para darles algo más de acción.

Fue muy divertido ver cómo cada grupo tenía ideas totalmente diferentes sobre qué debían hacer y cómo solucionar su problema. Más allá de que algunos detalles del comienzo de la historia cambiaban, la combinación de personajes y su diferente uso hizo que no hubiera dos partidas similares.

Por otra parte tengo que decir que fue algo agotador el ritmo, porque no terminaba una mesa que ya tenía más jugadores. Había muchos asistentes y no quería dejar a ninguno esperando, así que no me tomé descanso.

La experiencia fue muy satisfactoria, porque descubrí algunas ventajas y virtudes del sistema, algunos pequeños defectos y cosas para mejorar, gracias a los comentarios de los jugadores y de ciertos visitantes de Buenos Aires que estaban interesados en hablar conmigo sobre Aerith, algo que hicimos en unos ratos libres que surgieron luego de las mesas.

El stand de 2de6, tienda rolera y de juegos de mesa que se
trajo una camioneta llena... y la devolvimos casi vacía.
Apenas pude dejar de dirigir me recuperé con alo de beber y me puse a ayudar en cosas menores de la organización y a ver cómo andaba todo. Cuando pude hablar con mis compañeros de organización vi que el resultado a nivel general había sido muy bueno, con gran cantidad de público, excelentes ventas de los stands, mucha participación en mesas y en charlas. Se notaba una muy buena onda, que se mantuvo el día siguiente.

Llegado el momento ayudé con la organización del sorteo, que tenía grandes cantidades de premios muy interesantes, desde juegos completos y suplementos hasta comics y productos artesanales. Fue muy entretenida la ceremonia, aunque como siempre uno lamenta que no todos puedan ganar algo.

Lo siguiente en la agenda era el tradicional chorirol de ese día. Sin embargo esta vuelta no pude asistir, por otros compromisos. Así que pasemos directamente al día siguiente.


El domingo
Con una dinámica totalmente diferente a la del sábado, nos encontramos con un día muy bueno para el evento.

Llegué temprano, comí/tomé algo con el resto de los organizadores y algunos asistentes de fuera de Rosario que se vinieron directamente de sus hostels y vimos algunos detalles de la organización. A diferencia del otro año, no hicimos grandes cambios porque ya conocíamos el espacio y cómo aprovecharlo al máximo.

Mi principal tarea ese día era dirigir una partida completa, de las tradicionales, de Aerith. En este caso pude descansar un poco más, sobre todo teniendo en cuenta que algunas mesas tardaron más en llenarse. Es normal los domingos: muchos van a comer de sus familias, o se recuperan de las salidas de la noche, etc. En suma, creo que recién a las 15 horas se empezó a llenar el lugar, mientras que el sábado, poco antes de las 14 (que era el horario oficial de inicio) ya teníamos asistentes.

Finalmente pude reunir a cuatro jugadores, quienes se mostraron muy entusiasmados por el sistema. Eran roleros poco habituales o nuevos, por lo que también estaban muy interesados por el simple hecho de jugar, así que todo fue muy sencillo. Sobre todo teniendo en cuenta que el Solar System requiere de feedback constante de los jugadores.

La premisa de la partida era continuar la historia de anterior: el grupo de PJs era rescatado por un barco y llevado a tierra sano y salvo. Sin embargo, no tenían barco, ni ropa, ni dinero, ni trabajo ni contactos. Para colmo, eran llevados a una isla en la que se estaba celebrando un festival ancestral, que duraba tres días. Durante ese tiempo no podían hacerse a la mar, y debían sobrevivir de algunas manera.

Como puede verse era una premisa muy social, una para la cual los personajes estaban desparejamente preparados. Los jugadores eligieron sus personajes, dejando de lado a la pasajera usuaria del Aerith.

Lo que siguió fue una divertida sesión, llena de color, en la que las engreída hija del capitán buscó trabajar lo menos posible mientras el resto desempolvaba todas sus habilidades con el fin de conseguir comida y albergue, generalmente por trueque. Luego de esto tuvieron que buscar un barco que los tomara como tripulación, convenciendo a su capitán de sus cualidades y finalmente zarpando hacia un nuevo destino.

Mi mesa es la que tiene una chaqueta camuflada en la silla.
Fue muy gracioso ver al jugador más metalero del grupo
interpretando a la engreída hija del capitán.
Con bastante humor e ingenio, se formó un grupo de jugadores y personajes muy interesante. No me molestaría para nada volver a jugar con ellos.

Hacia el final de la partida uno de los jugadores pidió detenerla para asistir a una charla, algo a lo que accedí. En el descanso, que habrá tomado una media hora, aproveché para sacar muchas de las fotos de esta entrada, hacer sociales y ayudar en detalles de la organización.

Ya caía la tarde y quedaba poco por hacer. Estaba planeada una charla en la que presentaría mi juego y comentaría su proceso de creación.

Sin embargo, luego de unos momentos de duda, decidimos cancelarla, ya que las partidas se habían demorado y muchos visitantes de otras provincias nos habían pedido su podíamos adelantar el sorteo ya que tenían pasajes de regreso y no querían perdérselo.

Los premios del domingo, listos para
encontrar nuevos dueños.
Fue así que coordinamos ese tema y empezamos a repartir alegría en forma de bebidas alcohólicas artesanales, libros, llaveros, posters y juegos de tablero, entre otras cosas. De nuevo lamenté que muchos amigos no ganaran nada, pero ¿qué se le va a hacer?

Luego vinieron las actividades de cierre: en apenas media hora levantamos decenas de sillas, movimos mesas y tablones, tiramos cosas, etc. etc. Fue algo de tiempo record, y hay que agradecer a varios asistentes que nos dieron una mano en todo el trámite. sin que se lo pidiéramos.

Y así terminó todo. Nos sacamos las fotos de rigor con algunos asistentes e invitafos, con el grupo de organizadores, y todo lo demás. Cada uno se fue para su lado, y hubo agradecimientos volando para todas partes.

Nos quedamos muy conformes al ver que todos estaban más que contentos, y no era para menos. Después de tanto trabajo, de tantos planes y esfuerzo, habíamos concretado una convención de la que podíamos estar orgullosos.

Los dejo con algunas fotografías más de aquél día.






Tomando impulso

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Hace unos días volví a escribir. No mucho: un par de páginas de un guión. Pero me sirvió mucho para descargar la ansiedad. Pude terminar una parte de un guión mucho más largo.

Un día hice la escaleta de un guión completo. Otro día escribí la entrada anterior de este blog. Anteayer anoté una idea para un cuento de ciencia ficción, que me resultó interesante. Hoy escribo esto y tal vez algo más. Nunca se sabe.

Realmente tengo poco tiempo, y cada tanto descubro con horror, en el último momento, que olvidé hacer algo importante. Sigo manejándome sin agendas o recordatorios; es grande la (¿mala?) costumbre. El trabajo me toma mucho tiempo y a veces me pregunto si no estaré administrándolo mal. Pero ya no importa demasiado, porque en pocas semanas, llegará el descanso de las vacaciones.

Todo es una preparación para finales de noviembre. Mientras tanto, sigo tomando impulso. Cuando llegue el momento, trabajaré varias horas por día para recuperar el trecho perdido. No escribir da una especie de hambre.

La Comarca

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Cuando me comentaron la existencia del proyecto, y me invitaron a ser parte de la organización, todo me pareció una pequeña locura. ¡Una feria medieval, en Rosario! Y sin embargo, tuve y tengo la suerte de haber estado en varias iniciativas pioneras en esta ciudad con un potencial tan enorme: el primer club de rol (la leyenda dice que hubo otros antes, muy efímeros, ¡pero Sierpes del Sur pronto cumplirá 10 años!), la primera revista de comics de género totalmente creada aquí, y algunos etcétera menores.

De manera que dije que sí, pero con la condición de no involucrarme demasiado, ya que estaba ya algo complicado con ciertos temas y no quería perder el foco en la organización de Rosario Juega Rol 2013, evento del que hablaré en una entrada posterior.

Fue así que tomé dos responsabilidades: administrar el espacio de juegos de rol y garantizar la asistencia de Revista Términus en el evento. A la primera tuve que delegarla, aprovechando a dos voluntarios del club, cuando me di cuenta de que no podría partirme al medio. Algo que por otra parte me resultó muy positivo ya que dejaba el asunto en buenas manos y permitía que pudiera ser gestionado de manera más eficiente.

Así que unos días antes yo sólo pensaba en ir a armar el stand, en las ventas y en el contacto con el público. El fin de semana anterior había estado Comicópolis y teníamos disponible ya la reimpresión del número 1.

Fue entonces que un gran amigo de la organización me llamó para plantearme si podía ayudarlos con las charlas. Había tres pesos pesados invitados al evento: Marcelo Frusín, Horacio Lalia y Rubén Meriggi. Obviamente les dije que sí, aunque en ese momento estaba totalmente saturado por otras cuestiones (trabajo).

Así que un par de días después, estaba yendo hacia La Comarca. La cual se celebraba en el Centro Municipal de Distrito Norte, en la mansión Villa Hortensia


El lugar
Cuando digo mansión, digo eso. Villa Hortensia era la residencia de una acaudalada familia que decidió, hace unos años, donarla a la Municipalidad de Rosario siempre y cuando fuera para uso público y no fuera vendida, concesionada, etc. Como en ese momento se estaba realizando un proceso de descentralización de las áreas públicas, fue el lugar elegido para ser el Centro Municipal de Distrito Norte.

Como podrá verse en las fotos, el lugar está impecable, ha sido restaurado en toda su gloria y se mantiene así gracias al esfuerzo de sus empleados. Da gusto visitarla solamente porque sí.


El momento
La Comarca tuvo lugar el 28 y 29 de septiembre, fechas que deberían haber sido primaverales pero que trajeron sus inesperados problemas. El clima ya no es lo que era. El 21 de septiembre fue uno de los peores días de la primavera que recuerdo, con mucho frío, vientos huracanados y nada de sol. Una semana después, la situación se repitió en parte: el sábado fue un día horrendo, con lluvia, pero por suerte el domingo salió el sol y fue un día mucho, mucho mejor.

De todas maneras la organización ya tenía planes de contingencia para estos casos, que fueron usados, como se verá más adelante, y la Feria Medieval pudo desplegar todos sus encantos.


Sábado
Llegué temprano para ver el lugar que usaríamos para el stand de la revista y para las partidas de rol. Luego de reencontrarme con algunos dibujantes que hacía tiempo no veía, principalmente Juan Fioramonti, Kiro, uno de los organizadores, me guió hacia la parte más alta del edificio.

Me quedé observando una especie de camarote de barco, todo hecho de madera, que constituía la "azotea". Los ojos de buey no hacían más que enfatizar la sensación de estar dentro de un navío antiguo. Era el lugar perfecto para llevar adelante todo tipo de aventuras roleras; ese sitio evocaba muchas cosas, y el clima frío te hacía tener ganas de quedarte ahí toda la tarde, viendo cómo afuera el viento azotaba los árboles.

Acomodé algunas cosas en ese lugar, para facilitarle el trabajo a los organizadores y a los chicos de Sierpes, y fui a instalar el stand de la revista. Al rato, cuando salí, me enteré que las amenazas de lluvia se habían hecho muy, muy reales. El tiempo se había complicado, de pronto las nubes no eran blancas y comenzó a gotear.

Rápidamente los organizadores se contactaron con los stands que estaban en el patio frontal y les pidieron desmontar sus gazebos para ir a instalarse en los salones interiores, dando comienzo al plan de contingencia en caso de lluvia.

Esto hizo que tuviera que mover mi stand y compartir el salón central con varios artesanos del metal, el vidrio y el cuero. Todos formamos rápidamente una comunidad, en donde había muy buena onda.

Supuestamente iba a estar solo en el stand, ya que Maxi iba a pasar más tarde, a uno horario sin precisar, pero Juan me hizo el aguante varias veces para que pudiera recorrer el lugar y, entre otras cosas, ver que los chicos de Sierpes estuvieran bien ubicados y no tuvieran ningún tipo de problemas.

Por suerte, una y otra vez pude ver que todo marchaba sobre ruedas: había mucho público transitando y jugando una nueva modalidad de partidas rápidas, variante que habíamos estrenado como paso de prueba a nuestro evento del fin de semana siguiente, Rosario Juega Rol 2013. En esta modalidad, se plantean partidas con una duración no superior a una hora, para que las personas no tengan que perderse gran parte del evento y puedan, además, probar otros juegos.

Debido a la lluvia, el frío invernal (yo estaba mal de la garganta) y el tremendo viento conspiraron contra el evento, pero no hubo caso. Si bien afuera había pocas personas, adentro el lugar (que no es precisamente pequeño) rebalsaba. A veces no se podía entrar a algunos salones con stands, o había que moverse con cuidado para no pisar o golpear a nadie, sobre todo si había una representación musical cerca.

Esto, por otra parte, creo que perjudicó a veces las ventas de los stands, porque al no haber circulación no cambiaba la gente que veía el producto y creo que muchos no se enteraron de ciertas ofertas. Por lo pronto, si bien la revista vendió lo suyo, no era lo que teníamos pensado vender.

De todas maneras, ese día el saldo ya era netamente positivo, y lo único para criticar era lo imposible de solucionar: el frío y la lluvia. La organización había sido perfecta, la difusión y coordinación con la Municipalidad también, el ambiente que se había creado era más que cálido y nadie podía quejarse seriamente de nada.

Cuando Maxi llegó, me dediqué a ser visitante, y al rato, coordiné la charla con Marcelo Frusín. El dibujante, que está realizando una serie de libros para Francia sobre un grupo de legionarios en tierras africanas, se había sentido particularmente atraído por un personaje de La Comarca: "el legionario", un hombre de gran conocimiento en historia romana que se vestía con armadura completa, emulando a tan grandes guerreros y personificándolos de manera impecable. Al ver el enorme interés que tenía en "el legionario", terminamos invitándolo a participar como "guardia de honor" de la charla, labor que ejerció durante la mayor parte de la misma, hasta que Marcelo, cual César, lo despidió para que siguiera con su jornada habitual dentro de la feria. Sin duda, una gran nota de color, siendo que la charla versó principalmente sobre su labor en los ya mencionados libros.

Me sentí particularmente dichoso de poder ayudar a los organizadores con algo tan cercano a mis intereses y que involucra a una persona que conozco y estimo mucho. Es por eso que la disfruté mucho y en lo personal, le sumó gran puntaje a toda la experiencia.

Para entonces, estaba cansado pero muy contento. Había logrado dividirme en tres, de alguna manera, y representar esos tres roles sin demasiados problemas (pero sí muchos viajes de ascensor). A pesar del estado de salud y del cansancio, no veía la hora de que fuera domingo.

El stand de Términus.

Dale tu cámara a otra persona y sacará no una,
sino dos fotos movidas.

El dragón del evento, protagonista de la historia tejida
alrededor de una dama, su caballero enamorado y una bruja.
En segundo plano, el gazebo característico de Villa
Hortensia, que me permitió desempolvar el viejo chiste
del gazebo en D&D.

Por esto me demoré y no pude entrar al stand a sacar mis
cosas... pero valió la pena.


Domingo
Como dos caras de una moneda, el día siguiente fue totalmente distinto. En primer lugar, iba acompañado de mi novia. El stand de Términus estaba a cargo de Maxi, así que podía recorrer todo el predio y las actividades sin caer en la irresponsabilidad.

Pero lo más importante para el evento fue el cambio total del clima. Amaneció soleado, y aunque estaba fresco, no había nubes ni lluvia. El tiempo era infinitamente mejor que el día anterior.

Al llegar a Villa Hortensia (ya pasado el horario de apertura), pude ver que el jardín frontal rebosaba de stands cargados de productos, y de personas yendo y viniendo. Gran cantidad de familias recorrían todo el evento, atraídos por el sonido de los violines y las gaitas que se filtraba hasta la plaza contigua.

La cantidad de público era tan abrumadora que resultaba difícil entrar y salir del edificio, sobre todo porque se utilizaban las escaleras principales y la explanada aledaña para que las bandas de música celta, medieval, etc., tocaran, lo que atraía a más personas. Como pequeña crítica constructiva, yo movería, en un futuro nuevo evento, este tipo de actividades a otro lugar donde no se dificulte el tráfico de los visitantes.

"El legionario", una de las
figuras más vistosas de La
Comarca, con su atuendo de
guardia pretoriano (el sábado
estuvo de rojo, como un
oficial legionario).
Nos tomamos un tiempo para recorrer cada rincón de la villa, aprovechando para sacar fotos principalmente a las cuestiones arquitectónicas del exterior. Por supuesto que también revisamos los stands y nos quedamos a charlar con algunas personas.

Sin embargo, adentro el panorama era totalmente diferente. Con muchos stands en el jardín central, se podía recorrer cómodamente todo el edificio. La azotea estaba llena de personas jugando rol, momento en el que se demostró que las mesas de demostración eran un éxito. Los chicos del club sacaron las mesas del "camarote" y las pusieron al sol, algo que permitió mejorar la capacidad y sobre todo la comodidad, además de incentivar a los que tenían algo de frío. El clima era simplemente perfecto, porque al sol no hacía demasiado calor, ya que todavía duraba algo del fresco del día anterior.

Con mi novia nos dedicamos a recorrer todo el edificio, sacando fotos de las preciosas molduras, punturas, tallas de madera y demás. Finalmente Maxi tuvo que irse, como habíamos acordado, y yo me quedé en el stand un buen rato, retomando la tarea de venta y de contacto con el público lector. Con algo de perpejidad y alegría, tuve la suerte de encontrarme con personas a las que no veía desde hacía años o muchos meses, lo cual me dijo, nuevamente, que la feria era un éxito, porque se trataba de personas fuera del mundillo.

Para ese momento se había demorado un poco la actividad central del día, al menos en cuanto a lo referente a los comics. Se trataba de la charla con Rubén Meriggi, Horacio Lalia y Marcelo Frusín, la cual también debía moderar. Con más experiencia luego de la charla anterior, me sentía algo más relajado, pero tengo que reconocer que, no estando habituado a este tipo de tareas, y viendo el calibre de los entrevistados, estaba algo inquieto. Por suerte conocía a dos de ellos, y había podido conversar algo con Meriggi el sábado, pero eso no me quitaba lo nervioso.

Finalmente llegó el momento y nos ubicamos en la sala correspondiente, con gran parte del público ya sentado. Mientras mi novia y Fernando Kern, uno de los organizadores y gran amigo, me ayudaban con el stand de Términus, me fui a comenzar la charla.

Todo discurrió sin problemas, y me fui distendiendo a medida que todo sucedía. Teníamos una única preocupación: si usar o no el micrófono, porque el salón era relativamente pequeño y tenía buena acústica, pero cada uno de nosotros tenía un volumen y registro diferente (yo, por ejemplo, me estaba recuperando de unos días de dolor de garganta, así que no podía hacer mucho). Sin embargo, eran detalles menores que no hicieron decaer nunca la charla. Destaco, en todo caso, el fluido intercambio con la audiencia, que no siempre se logra, ya que muchos de los presentes eran conocedores de la obra de estos grandes autores y al hablar de sus trayectorias, en el momento de cierre, cuando se deja que el público haga preguntas o comentarios, muchos de ellos hicieron interesantes aportes.

Ya comenzada la charla, se nos unió Marcelo Frusín, quien por problemas de agenda no había podido llegar antes, lo cual aumentó el interés del público y sus intervenciones.

La charla se había demorado un poco al comienzo, y siendo que estaba pautada ya sobre la parte final del evento, podía ver, a través de la puerta vidriada, cómo los organizadores iban y venían, dando los toques finales al mismo. Para ese entonces comenzamos a charlar con el público y me sentí algo estirado, porque no quería cortar tan importantes aportes, pero temía que los organizadores plantearan un final. Sin embargo no fue así, ya que algunos se presentaron y al ver la reacción del público dejaron que todo siguiera hasta que las preguntas se respondieron y se pudo dar por finalizada la actividad sin dejar a nadie afuera.


Yo, Marcelo, Horacio, Rubén y Kiro, uno de los
organizadores del evento, ataviado para la ocasión.
Ya sin nervios y viendo que todo había salido bien, nos dedicamos a charlar un poco más en lo personal, a sacarnos fotos con los últimos asistentes de la charla y todo lo que siempre se hace en las convenciones.

Tuve la suerte de poder regalarles a Rubén y a Horacio una copia del número 3 de Términus (Marcelo ya tenía la suya, no me olvidé de él :D ), sólo para encontrarme con que querían que se las autografiara. Un doble honor, ciertamente, que no hizo más que coronar de alegrías este evento que va a seguir en mi memoria por muchos, muchos años.

¿Lo único que lamento? Ciertamente, haber tenido que estar detrás del mostrador la mayor parte del tiempo, pero eso es algo que viene con todo lo demás, algo que también suma, algo que nos permite acceder a partes del evento que de otra manera no se podrían ver. Algo a lo que no estoy acostumbrado (tal vez por eso todavía me incomoda un poco), pero que marca un cambio que para mí es positivo.

El otro detalle es que tuvimos que partir muy, pero muy rápido del evento, tanto que ni siquiera pude despedirme de los organizadores como se debe, para darles un gracias gigantesco. Pero se los doy acá, mientras espero para verlos en persona algún día de estos.

Todos nos fuimos con las ganas de que haya una Comarca 2014. Y eso es lo mejor que se puede decir de cualquier evento: que queramos volver porque lo sentimos como una casa.