Aprendiendo guión con Jorge Morhain

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El viernes 18 de noviembre tuve el enorme agrado de participar del seminario intensivo organizado por la Asociación de Dibujantes del Litoral, en el cual el invitado estrella era el ilustre guionista argentino Jorge Morhain. ¿Hace falta mencionar su dilatada experiencia en los años de oro de la historieta argentina, sus trabajos en Columba, su labor sobre la obra de Oesterheld, sus innumerables guiones publicados, su actual colaboración con Horacio Lalia? Bueno, espero que no, porque no me alcanzaría el blog.

La jornada fue más que interesante, y aunque no puedo decir que haya habido algo que no me gustó o interesó, lo que más útil me resultó es la explicación de cómo utilizar las escaletas. Lo estaba haciendo de manera instintiva desde hace un tiempo, pero con lo aprendido, espero que me ayude mucho a planear mejor cualquier tipo de historia mediana o larga, algo que siempre me hizo falta.

Por otra parte, sin duda lo más divertido de la tarde fue la elaboración en vivo de un guión, literalmente surgido de la nada. Morhain nos planteó dividirnos en grupo y sacar de la galera una idea muy sencilla, de lo primero que se nos ocurriera. A mí me había quedado picando una frase de Esteban Tolj, sobre un canguro verde, y al mencionar este posible personaje todo se cerró sobre el mismo.

Progresivamente fuimos armando más y mejor la idea del guión, utilizando lo que íbamos viendo con Morhain, hasta que llegó el momento de poner en papel el guión en sí, en exactamente 15 viñetas. El cual va a continuación, ya que él lo solicitó y yo no quedé disconforme con el resultado. A ver si algún día alguien lo dibuja!! (pero que me avise).


Viñeta 1. Un colectivo lleno de gente, visto desde afuera.

MUJER: AHHH!!!


Viñeta 2. Dentro del colectivo, la gente la mira mal.

MUJER: ¡Me robaron el canguro!


Viñeta 3. Un pasajero trata de calmarla.

PASAJERO 1: ¿Qué le robaron?
MUJER: Mi canguro verde…
PASAJERO 1: A lo mejor lo perdió…


Viñeta 4. La mujer vuelve a gritar, fuera de sí.

MUJER: ¡No, me lo robaron! ¡Hay un ladrón!


Viñeta 5. Se presenta un policía, que estaba en el fondo del colectivo.

POLICIA: Si hay un ladrón, yo lo voy a encontrar.


Viñeta 6. La gente dentro del colectivo se abre para dejar paso al policía, le muestra respeto y algo de miedo.

POLICIA: Acá nadie se baja hasta que encontremos ese canguro verde.


Viñeta 7. Los pasajeros abren sus carteras, bolsos y mochilas y se los muestran al policía. En uno hay un canguro negro, en otro, uno azul.

POLICIA: Acá hay canguros pero no son verdes.


Viñeta 8. El policía, con varios canguros en la mano, mirándolos analíticamente.

Viñeta 9. El policía insiste en que le muestren todos los bolsos, bolsillos, etc.

POLICIA: Vamos, vamos, tiene que estar por acá…


Viñeta 10. El pasajero 1 lo mira resignado, mostrando las manos vacías.

PASAJERO 1: Ya le mostramos todo, oficial.

Viñeta 11. Los pasajeros, cansados, increpan a la mujer.

PASAJERO 2: Deje de inventar, señora.
PASAJERO 3: déjenos bajar, acá no hay nada.
MUJER: ¡No, no, yo lo tenía! ¡Por favor!


Viñeta 12. Pasajero 2 la apunta acusadoramente.

PASAJERO 2: ¡Esa mujer está loca! ¡Deténgala, oficial!


Viñeta 13. El policía se acerca a la mujer con las esposas en la mano. Los pasajeros ayudan al policía deteniendo a la mujer.

POLICIA: Por mentirosa o por loca, usted se va a la cárcel.
MUJER: No, ¡por favor!


Viñeta 14. El policía baja del colectivo con la mujer esposada, gritando.

MUJER: ¡No estoy loca! ¡Mi cangurito verde!


Viñeta 15. El colectivero sonríe en su asiento, socarronamente. El cangurito sobresale de su bolsillo.

MUJER (OFF): ¡Alguien me robó el canguro!

Luego del seminario, tenía planeado ir al recital de mi amigo Fernando Kern (y otros colegas historietistas), pero ante la invitación de la ADL para ir a cenar con los invitados (estaba presente también Horacio Lalia, quien daría un seminario el sábado a la mañana), decidí cambiar de planes. Ahí sí saqué fotos. Fue una velada interesante, aunque algo apretada, porque constantemente caía más gente y la mesa que teníamos no estaba en buen lugar, pero bueno, donde comen siete comen doce!!


 Lalia en el centro de la mesa, que se fue formando a su alrededor según llegaban más personas.


 Lalia y otro invitado al evento, Marcelo Frusín, junto a Carlos Barocelli y miembros de la ADL.


 Morhain al fondo, junto a Alejandro Radeff, de Milenario Comic (auspiciante del evento) y Walter Koza, a quien me alegró mucho ver en el seminario.


 Esteban Tolj y Morhain. Las pizzas tardaron pero eran buenísimas!!

 
¡¡Pensativos!!

Queda solamente disculparme por la calidad de las imágenes, pero olvidé la cámara, que además es vieja y compartida, y se sabe que las cámaras de celulares no son muy buenas con poca luz. Ya pronto tendré cámara nueva y espero poder obtener imágenes más decentes.

Precipitación

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En los últimos días he sentido algo así como la llegada del fin del mundo. En realidad, se trata más bien del fin de año. Lo cual es más o menos lo mismo: muchas cosas se apresuran porque deben salir sí o sí.

Mientras seguía avanzando lentamente la mudanza interna (cambio de bibliotecas, de muebles, limpieza, mudanza de ropa por cambio de estación, etc.), se juntaron compromisos personales, salidas, reuniones impostergable, etc. etc. Tanto es así que tuve que dejar de estudiar los días de semana durante quince días. A excepción de alguna que otra tarde, el tiempo se me fue en todo tipo de trámites y viajes.

Es así como estamos en la recta final de noviembre y todo está acelerándose. El 1º de diciembre es el comienzo de la temporada de exámenes finales, que se extiende hasta el 22. Sin falsas modestias, soy uno de los que mejor lleva las materias, particularmente en cuanto a material leído y a actividades iniciadas/finalizadas. Hasta me di el lujo de entregar parciales una o dos semanas antes de la fecha de entrega.

Pero ahora las cosas no coinciden. Revisando mi plan de estudio tengo que hacer cambios urgentes. Todavía debo leer (y releer/resumir) mucho material de Filosofía de la Educación, que quería rendir el 5/12. He decidido posponerlo para el 13/12 (¿por qué fechas tan pegadas?), lo cual me permite por otra parte aprovechar el feriado puente (¡¡¡96 horas de estudio encerrado en mi casa!!!). Adelanto la fecha de Práctica Profesional II, cuyo final es casi un trámite ya que hay que entregar un trabajo práctico que puedo hacer la semana que viene; pasa entonces del 20/12 al 7/12.

Quería rendir las cinco materias del semestre, pero no sé si voy a llegar. Me falta leer al menos la mitad del material de Teología y Doctrina Social de la Iglesia (soy sincero cuando digo que soy el más aventajado: el 90% de mis compañeros no ha leído nada). Lo que veo ahora es que es inútil preocuparse de más: esta materia la tendré en suspenso en la fecha elegida del 19/12. Si veo que llego, la rindo; si no, la dejaré para febrero, donde le hará compañía a Antropología Filosófica. No es mucho material de estudio, pero cuando estamos tan cortos de tiempo, hace mucha diferencia.

Tomando la decisión, la ansiedad es menor. Pero queda un largo y delicado camino de navegación diaria entre obstáculos como la procrastinación, la tensión del trabajo, las despedidas de año, las cuestiones de todos los días y mil cosas más que me detienen, me demoran o me dificultan los horarios de estudio. De todas maneras confío en que voy a lograrlo.

CNHRF2010: A un año

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Bueno, no un año exacto. Pero recapitulando experiencias, ajustando proyectos y viendo cómo va la mano, me cae ahora el grato recuerdo de la mención lograda en el Concurso Nacional de Historieta Roberto Fontanarrosa 2010, el cual conseguimos con Fernando Kern.

Lamentablemente no he podido repetir la experiencia ya que este año el concurso no se realizó. Estos no abundan; para colmo este año no tuve suerte y pude participar en muy pocos. Se ha pinchado recientemente otra oportunidad muy buena y no sé cómo viene el año que viene. Pero donde no crece nada, se siembra. 2012 viene ya plagado de todo tipo de proyectos personales, algunos de los cuales, esperamos, den mucho de qué hablar.

Recordando también que las páginas del comic no han sido colgadas aquí, y no dañando a nadie su publicación, me atrevo a subirlas. Por lo que me han contado, el tomo recopilatorio con esta historia, los tres premios y las demás menciones se sigue consiguiendo en los locales de Sport 78, sponsor del concurso, así que el que busque, encontrará. Vale la pena ya que todas son obras recomendables.



Otro santuario

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Todo cambia, y todo vuelve. Finalmente salió el tercer número de la obra completa de Cortázar, Fin de juego, así que lo compré y ya leí algunos cuentos. Me encanta la edición, aunque agredecía que los márgenes fueran menos escasos; siento que en cualquier momento las letras van a caerse de la página.

Pero la mayor razón para escribir esta entrada es que he descubierto una "nueva" librería de usados (*). El viernes pasado, haciendo trámites por el centro, debía reunirme con unos amigos del club de rol en un departamento cercano y debía hacer algo de tiempo. Fue así que, en lugar de mirar la vidriera y pasar de largo, entré a Argonautas. En principio interesado en un libro de Foucault, pero como me resultó algo caro para el momento (no tenía previsto pasar por una librería tan bien provista), terminé revisando opciones más económicas. Así me encontré con El lenguaje, introducción al estudio del habla, de Edward Sapir, en una bonita edición de 1952, tapa dura y casi de bolsillo. Luego de hojearlo y ver el precio me lo llevé instantáneamente.

Entusiasmado, me puse a revisar superficialmente otras estanterías, pero cuando vi que tal vez no podría comer ni volverme en taxi si seguía comprando, me tuve que ir para evitar la tentación.

Ciertamente me causa algo de pena cuando tengo dos o tres libros empezados, no sé por cual seguir y tengo poco tiempo de lectura. Ya arranqué con este y también estoy con otro de Borges. La cuestión será en todo caso esperar a que termine el semestre y darme algo de tiempo en diciembre y luego en enero, antes de tener que ponerme a estudiar para la (hasta ahora) única materia que tengo agendada para febrero.


(*) Existe al menos otra librería por la zona que no he explorado nunca, generalmente por falta de tiempo. Paso por allí a menudo pero nunca puedo quedarme. Me resulta especialmente importante porque hay librerías de usados y saldos a las que he dejado de ir debido a que la "veta" que estaba extrayendo (generalmente comics antiguos) se fue agotando, y el precio de otros tipos de libros es, en mí opinión, muy caro. De manera que me hace falta ampliar las opciones, y esta librería sí que me resultó interesante tanto por los precios como por la enorme variedad.

Una tarde de comics

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Hace un par de semanas, hice coincidir una tarde algo aburrida con una salida especial para comprar comics. Estaba cerrando el mes y, a diferencia de otros, sobraba un resto (no muy grande, pero ya veremos que tampoco quería gastar demasiado).

El primer lugar a visitar era una comiquería donde había visto previamente algo muy interesante para mí: el nº3 de Robot, una compilación de manga en color dirigida por uno de mis dioses de la ilustración, el nipón Range Murata.

Dejo para otro momento las alabanzas al autor; me concentro ahora en la ganga que resultó comprar el pesado tomo, con sobrecubierta y hojas color de alto gramaje, a apenas 50 pesos. Descubro ahora la causa: Glenat las rebajó a mitad de precio hace algo así como año y medio. Bienvenida rebaja; sólo espero conseguir los tomos anteriores, ya que el dueño me dijo que no le había llegado el pedido.

He de decir que sin importar el contenido, hubiera gastado el dinero sólo por la ilustración de la tapa, y eso que no tiene ningún vanship. De todas maneras, he quedado conforme con el delirio de color, argumentos torcidos y cosas raras de estos creadores japoneses. Lamento, eso sí, que algunas historias continúen y no tener lo previo, ni lo que sigue. Es el último número editado en castellano, y por lo que he visto, en inglés solamente llegaron al 5º.

No terminó ahí, por suerte. Siendo que no gasté nada más, me fui a otra comiquería en donde sabía que iba a encontrar algo más. Y así fue. Además del último número de la Comiqueando, me llevé a excelente precio, también casi regalado, Corazón de Arlequín, como han traducido España Arlequín Enamorado (editado aquí por Thalos, allá por Norma). Sí, la tengo en la edición argentina, que es muy pero es de tapa blanda y un tamaño más reducido. La española (¿de la cual deriva?) es exactamente igual salgo por algún vocablo más ibérico, y lo ya mencionado. Y como soy fan de los libros de tapa dura, pues... Me pudo. Y lo leí la noche siguiente.

Confieso que me siguen atrayendo un par de tomos muy grandecitos de Corto Maltés, pero no daba el dinero. Y un manga sobre la Segunda Guerra Mundial que me atrajo mucho y dejé para este mes. Es algo tan friki que, seguro, nadie va a quitármelo.

Libros errados

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Después de mucho, mucho trajinar, logré conseguir el nº 20 de las obras completas de Borges que está sacando el diario La Nación. Supuestamente es el último número, pero por las malditas trabas a las importaciones (los libros están impresos el remoto y enemigo país de Uruguay), se saltearon los tres números anteriores. Igualmente parece que eventualmente llegarán a los kioskos.

Me llevé a casa el preciado botín un sábado por la mañana. Comenté en alguna ocasión que es una costumbre mía el revisar rápidamente los libros que compra, para ver si debo reclamar alguna mala impresión (de tanto comprar libros, me han tocado libros con saltos de página, hojas al revés, etc.). Y aunque no podía reclamar hasta el lunes siguiente, quería saber si haría falta.

Cuando una costumbre, no, mejor dicho un tick, se hace conciente, es por algo. De pronto me encuentro con que este rayo de conciencia se convierte en una premonición. Al quitarle el envoltorio de nylon, descubro que las páginas están al revés. Es decir, que tengo que poner el libro de cabeza para poder leerlo al derecho.

¿Reclamar el libro? No, lo compré en un kiosko y ni hablar de factura o ticket. Por otra parte, ¿para qué? Tengo ya libros intonsos, libros con saltos de páginas, libros en idiomas que no puedo leer y alguna que otra exquisitez más. Conté las páginas, revisé que estuvieran todas y sin saltos, y decidí quedármelo.

No es más que una ironía cósmica; tener estos libros es como recibir un hijo algo bizco, una hija que sesea o cualquier otra cosa similar. Uno los ama como son; tal vez los ama más porque estos defectos son hasta entrañables.

Así que si están por Rosario y me ven leyendo un libro donde Borges está de cabeza, ese soy yo.