2014, el duro y hermoso trabajo de sembrar

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¿Qué puedo decir del 2014? ¿Que se pasó rápido? No. ¿Que fue duro? Tampoco.

Sí, fue trabajoso, pero cuando uno suda con alegría, no se puede quejar. El tiempo pasó como tenía que pasar. Lo principal fue no perderlo, estar siempre haciendo algo, y creo que lo logré.

Fue el año con más trabajo docente hasta ahora, en una escuela hermosa, preciosa, con unos alumnos envidiables (a los cuales a veces, como todo docente, quería matar, pero bueno, nadie es perfecto, menos los adolescentes). Por si fuera poco, además de otros reemplazos muy buenos, cursé y aprobé mi primer curso de formación docente y la pasé muy bien regresando a la UCA por un rato, ahí donde realicé mi profesorado.

Por el lado de los comics, pude trabajar con personas talentosísimas en la revista Términus, publicando en los tres números de este año gracias a Lisandro Estherren y Sergio Tarquini. Conocí a dibujantes maravillosos, como personas y como artistas, en esta y otras convenciones, en talleres y eventos. Con algunos de ellos armé proyectos que se verán el año que viene, sumandose a la Términus y a otras costas que esperan luz verde.


Ni hablar de haber sido invitados a la Crack Bang Boom 5, y toda la hermosa experiencia que significó para mí participar desde adentro en una de las convenciones más importantes del país. Son cosas que no se olvidan y que enseñan mucho.

Por si fuera poco, relancé mi taller de guión de comics con un gran éxito. Lo que planteé como algo de 3 meses terminó llegando a fin de año con cuatro alumnos muy comprometidos, los cuales ya me han asegurado participación para el 2015. Fue un reto muy grande y estoy conforme, en parte porque ellos también lo están.

A nivel editorial este año vio el proyecto de financiamiento colectivo que dio luz a mi propia editorial digital. Si bien el público en general no ha visto casi nada todavía, porque el sitio apenas tiene unos días de vida y solo dos obras, los activistas que colaboraron ya han recibido hace tiempo estos libros y estoy trabajando para brindarles el tercero durante enero. Otra cuestión pendiente es la publicación de material rolero en esta editorial, así como la unificación del blog con la página.

El haber logrado esto me da muchas más ganas de escribir, porque puedo publicar las cosas "viejas" (más algunas nuevas) y dando espacio para lo que tengo en la cabeza.

A estos logros se le suman varios más, tal vez más "chicos", tal vez más "grandes", pero igual de importantes en lo personal. Entre ellos la creación de un nuevo blog (junto a mi novia, que me acompaña siempre y hace todo mejor), los grandes progresos en mi carrera marcial, el mantener vivos y activos varios proyectos sobre juegos de rol, y algunas cosas más que no da para contarlas acá. Muchas cosas; algunas casi se me olvida contarlas.

Así que tengo que decir que estoy satisfecho. Creo que no lo podría haber hecho mejor, y que las experiencias de los años anteriores (desde 2012 en adelante, y no es raro que tanto la revista como mi carrera docente hayan arrancado a fines de ese año) me permitieron aprender más rápido y evitar algunos errores.

Cierto: uno quiere que todo salga perfecto, y no se puede, y uno putea a veces por cosas más o menos importantes. Cierto, algunas cosas se demoraron, no salieron como uno quería, se postergan para el año que viene o parecen clausurarse para siempre. Pero es así la vida, y si uno hizo todo lo posible, poco queda para lamentar.

Entonces, ¿qué fue 2014? Lo supe desde hace varios meses: un año de siembra. Un año de construir proyectos, de animarse, de ir concretando y cerrando esas cosas que hace tiempo se vienen armando. Un año para trabajar, para disfrutar, sí, con la espera de disfrutar a otro nivel más adelante, cuando se puedan sembrar cosas más grandes todavía.

Fue eso y nada más, y no puedo estar más contento. Fue lo que quise que fuera, y valió la pena cada noche de insomnio, cada día de cansancio, cada gota de sudor y de sangre (que la hubo).

No me queda más que pedir por otro 2014.

Un sueño realizado: mi propia editorial digital

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Como contaba hace ya un tiempo, en esta y otras entradas, hacia mitad de 2014 inicié un proyecto de financiamiento colectivo (a.k.a. crowdfunding) para poder solventar el poner en línea un sitio con carrito de venta y todos los chiches, así como pagar a un ilustrador y poder poner en venta mis libros de ficción.

45 días después de abierto, el proyecto se cerró exitosamente (incluso con unos poquitos pesos de más, que nunca vienen mal), por lo que me dediqué, hasta ahora, a servir a gran parte de los activistas, maquetando y entregando versiones en PDF e EPUB de dos de las obras ofrecidas: la novela corta de fantasía "Atados al viento" y la antología de microcuentos "Expediciones".

Pero no podía dejar que 2014 se terminara sin poner en línea la tienda de la editorial, lo que ya de por sí marca a las claras que todo va en serio y no voy a fugarme a las Bahamas con el dinero :)

Así que aquí lo tienen: disponible en studioergosum.com. El sitio tiene un carrito de venta que permite ventas a todo el mundo, y he habilitado diversas formas de pago para que cualquiera se pueda hacer con mis obras. Así que espero sus comentarios, críticas, sugerencias y todo eso.

Más adelante les comentaré algunos otros proyectos, pero les recomiendo que si les interesa saber más sobre la editorial vayan agendando el blog de la misma: studioergosum.blogspot.com.ar. Hasta ahora lo había dedicado más que nada a mis proyectos roleros y los productos a la venta en DriveThruRPG, pero lentamente iré fusionando ambos proyectos (que en realidad, no son más que el mismo, pero iniciado en diferentes momentos y con objetivos menores).

Desde ya que ha sido un año genial en todo sentido, y espero que mucho de lo sembrado, tanto en el comic como en el rol, se vea en 2015.

Festival de Historietas, Humor, Animación e Ilustración 2014

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Hay eventos que caen en el momento justo. El FHAI (Festival de Historietas, Humor, Animación e Ilustración) de este año fue uno de ellos.

Estaba todavía digiriendo la escasa posibilidad de ir a la Argentina Comic Con de este año cuando me llegó la invitación a este evento paranaense, de parte de Lisandro Estherren, quien estaba colaborando con la organización del evento. Le dije que sí apenas vi que la agenda estaba vacía en esa fecha. A partir de ahí, solo hizo falta acomodar algunos detalles menores y boom!

Este Festival se realiza en Paraná, Entre Ríos, desde 2013, año en el que tuvo una duración de un día. En 2014 se lo agrandó a dos, un viernes y un sábado, y la invitación incluía una bonita estadía y traslado pagos.

Los días anteriores estuve un poco ansioso. Era la primera vez que me invitaban, con todas las letras y privilegios, a mí personalmente (y no a la revista en conjunto), a una convención fuera de Rosario. Afortunadamente mi compañero de Términus, Damián Couceiro, también había sido invitado y pudo acompañarme. El resto de los miembros fundadores de la revista partieron para Buenos Aires, en donde la Comic Con los trataría de maravillas.

Sin muchos problemas arribamos el viernes 14 de noviembre, por la tarde. Apenas unos días antes habíamos sacado el número 7 de la revista de la imprenta, así que íbamos extra-cargados de revistas, y con un estreno para promocionar.

La verdad es que en los dos días nos encontramos con una organización excelente, que tenía resuelto pasajes, alojamiento y varios otros detalles.


Viernes
El escenario, en medio del patio central, donde se
realizaron algunas entrevistas y los cierres musicales.
Por motivos ajenos a la organización llegamos un poco tarde (habían cancelado el servicio de colectivos que nos dejaba a buen horario), así que apenas llegamos tuvimos que montar el stand frente al público presente. Mientras Damián se iba al hotel a dejar su equipaje, me ocupé de ese tema en el espacio que teníamos.

Tuvimos algunos problemas. El lugar no era chico, pero con siete números de la revista, de pronto resultó más difícil acomodar tanto material en una sola mesa. Así que después de probar un par de versiones me quedé con la que resultaba más acertada... y que luego volvimos a cambiar cuando regresó Damián.

En ese momento me fui al hotel, dejé todo en mi habitación y volví a la convención, que gracias a los organizadores, estaban separados por apenas tres cuadras (con una considerable subida, pero bueno, era Paraná, con una orografía muy interesante a nivel geológico, no así tan cómoda para caminar).

Siempre acompañados y ayudados por Lisandro, comenzamos a conocer a algunos de los organizadores y también de los asistentes al evento, que eran principalmente de Paraná, Santa Fe y la zona.

Otra parte del espacio para stands, desde nuestro punto
de vista en medio del patio.
Aunque llegamos un poco tarde, eso no nos impidió vender una cantidad decente de números, sobre todo a personas que ya nos conocían y querían completar la colección.

Esa tarde el evento principal fue sin lugar a dudas la entrevista a Gabriel Marchesini, creador de Tino y Gargamuza. Un rato realmente muy divertido y gracioso, y que de hecho fue aprovechado por el público de esa tarde, predominantemente familiar.

Después de un cierre musical y alguna que otra peripecia, nos fuimos a comer y después a dormir. El sábado nos tenía escondidas muchas sorpresas y aventuras.


Sábado
Con los días cambiados (porque era el segundo día de la convención, pero era sábado!!!) y con mucho calor, decidimos con Damián y su novia darnos una vuelta por Paraná durante la mañana. Gracias a los datos de Lisandro, a los mapas que nos dieron en el hotel y a la rejilla bastante pareja de las calles, nos embarcamos en una travesía por la peatonal, camino a la costanera.

Ni que decir que lo que en papel era fácil, en la realidad fue una creciente tortura. Hacía MUCHO calor, no habíamos llevado nada para beber ni para cubrirnos la cabeza, y el recorrido de unas veintipico de cuadras (en bajada, después en subida, después en bajadaaaa) nos fue comiendo las ganas lentamente. Si llegamos a la costanera era porque cuando se nos apagaron las pilas estábamos cerca de la misma, y porque sabíamos que ahí estaban los comedores.

Así que nos instalamos en un restaurant y comimos... tal vez demasiado. Salimos al aterrador sol del mediodía y supimos que no íbamos a llegar muy lejos así. El calor me apretaba la cabeza, el enorme plato de pacú con papas fritas se me había ido a las piernas y en algún momento pensé que me iba a desmayar. Caminamos despacio, nos alejamos de la costanera lo justo para tomarnos un taxi y boom! Llegamos al hotel y lo primero que hicimos fue hidratarnos. Lo segundo, dormir una siesta con aire acondicionado. Fue como nacer de nuevo.

Supuestamente teníamos que estar en el evento a las 17, pero cuando terminamos de recuperarnos con Damián, y llegamos al mismo, vimos que armar el stand no iba a ser nada fácil. El patio del evento era un lugar abierto, y el sol estaba dando justo sobre nuestra mesa. Así que simplemente nos sentamos a la sombra a esperar a que el sol siguiera su curso, y a eso de las 18, poco antes de que empezara a llegar el público en masa, pudimos volver a poner nuestras revistas a la vista.

La Casa de la Cultura de Paraná, sede
del evento.
Previamente tuve una experiencia muy positiva, la de encontrarme con mi amigo y dibujante Juan Fioramonti, a quien no veía desde hacía bastante tiempo. Aunque pude charlar poco con él, siempre es bueno hacerlo, y sobre todo cuando hay cosas positivas para contar.

Volviendo a la convención, esa tarde el calor fue cediendo lentamente. Con una lógica horaria a contramano de todo lo que yo había acostumbrado ver en Rosario, la convención en sus dos días arrancó a las 17/18 horas y terminó a la medianoche, tal vez en parte porque los organizadores estaban al tanto de que el calor ahuyentaría a la mayoría del público. Tal vez porque ahí la siesta se respeta más, también.


De todas maneras, en la sombra, y gracias a la ayuda de Aüita, una bebida local que más que agua saborizada parecía jugo de damajuana diluido, logramos sobrevivir. El público este día fue mayor, aunque cayó en malón hacia las 19/20 horas aproximadamente, cuando se registraron la mayoría de las ventas, consultas sobre la revista y charlas con los aficionados.

Tal vez parte de este interés fue la charla sobre Términus, que tuvo lugar en el auditorio de la Casa de la Cultura, y la entrevista a Damián, también en el mismo lugar. Como los representantes de la revista solamente éramos dos, y Lisandro (que tenía su stand al lado nuestro) era el coordinador de ambas, quedé a cargo de la primera, mientras Damián atendía el stand con su novia; luego intercambiamos lugares.

La verdad es que fue un momento muy lindo, porque siempre es positivo contar la experiencia de la creación de la revista y mostrar los buenos resultados. Pero fue algo doblemente agradable porque noté mucho espíritu de emprender, de abrirse a nuevas cosas, de experimentar y probar nuevas formas de producción. Durante la charla, y también después, muchos dibujantes y lectores se nos acercaron para ofrecer material, charlar, comprar revistas, hacernos preguntas puntuales o generales, etc.

Aüita: solo disponible en Paraná.
En ese sentido, fue para mí el mejor día, por que el contacto con el público fue excelente. Además, descubrimos que Paraná está surgiendo en el mapa comiquero no solo al organizar un evento de este tipo, sino también al ganar lugares que venden comics. Porque sin comics no hay aficionados al comic. El stand de El Templo del libro demostró estar tremendamente bien surtido de todo tipo de historietas: nacionales, de superhéroes yanquis, manga, europeas, etc. También descubrimos que venden nuestra Términus (hasta tenían el número 7, que había salido pocos días antes), así que con gusto les transferimos muchos clientes cuando alguien nos preguntaba dónde conseguir más números. Y eso es un paso enorme.

Así, de a poco se nos fue ese día, charlando con dibujantes, animadores, fanzineros y todo tipo de fauna artística.

El sábado terminamos especialmente tarde. Con todo el cansancio de la caminata salvaje de la mañana, más el calor y el estar parado mucho tiempo, declinamos con algo de pesar una invitación de los organizadores para cenar con todos los invitados, y nos fuimos a comer algo en un lugar más rápido y cercano. Y después, al sobre.

El domingo nos levantamos temprano y nos volvimos a Rosario después de una recorrida rápida por la ciudad, ahora de la mano de Lisandro, que se lució como guía turístico.


Conclusiones
Es fácil señalar defectos en convenciones. Por esa fecha estuve charlando mucho al respecto con gente de mucha experiencia, amigos y conocidos, y la cuestión es diferenciar distintos tipos de errores (algunos más graves que otros). Pero también comprender que nadie nace sabiendo y que ciertos eventos van a tardar más que otros en nacer, crecer y desarrollarse, dependiendo de muchos factores humanos, institucionales, coyunturales, etc.

Actualmente muchos elogian a Crack Bang Boom, pero olvidan que surgió de personas con mucha experiencia previa, en una ciudad llena de propuestas culturales de las que se podía aprender, con gran asistencia de organismos estatales, y montada sobre la existencia previa de un evento diferente pero también muy exitoso, como fue Leyendas, que duró nada más ni nada menos que 10 años. Es un ejemplo muy positivo pero difícil o imposible de imitar en otros lugares, de una convención que arrancó con un nivel altísimo y siempre lo mantuvo o lo superó, año a año.

¿Por qué digo esto? Porque muchas convenciones, en ciudades más pequeñas, sin historia previa en esa materia, con menos recursos humanos y económicos, tendrán que crecer desde más abajo para hacerse un lugar en el calendario y atraer a más público. Porque como muchos eventos, el FHAI tuvo algunos errores, pero creo que de los esperables, y de los más solucionables con la experiencia, el aprendizaje y la incorporación de más personas en áreas críticas. Charlé un rato con algunos de los organizadores y me quedó claro que ellos conocen sus limitaciones (principalmente, el no saber mucho de todas las disciplinas artísticas que encierra la propuesta, varios lenguajes muy diferentes y ricos en recursos). Como dije antes, noté muchas ganas de todos por hacer que ese espacio funcione y mejore año a año, algo que resulta fundamental para el éxito.

Tal vez falló un poco la comunicación, tanto interna (los invitados ni se conocían entre sí, y creo que muchos ni sabían quiénes eran los invitados) como externa (hacia el público). Sin embargo, incluso este es un error algo esperable, sobre todo cuando faltan personas en la organización y/o sobran ganas pero no conocimiento específico. Es algo que puede solucionarse con una o dos personas dedicadas al diseño, al buen uso de una cuenta de Facebook o Twitter.

Tal vez, como sucedió un poco en el caso de Villa Viñetas (otro evento que este año cumplió su segundo aniversario) el cambio de sede atentó un poco, por desconocimiento del público, por alguna cuestión edilicia o de ubicación, etc. En ambos eventos noté esto que comentaba antes: son pocas personas para un emprendimiento que intenta crecer y resulta importante sumar gente responsable para áreas críticas.

Dejando de lado muchas diferencias, veo en ambos eventos esta necesidad de crecer inteligentemente para mejorar lo ya hecho, que aunque presente algunos errores, ha sido muy positivo e importante para la zona. El comic busca ganar más lectores, busca resurgir como algo cultural, artístico, y también como algo de relevancia económica, y esto no puede hacerse sin aficionados. Son los eventos como el FHAI o Villa Viñetas los que logran esto, sobre todo en regiones urbanas alejadas del desarrollo económico y cultural de ciertas capitales (particularmente teniendo en cuenta las desigualdades internas que Argentina tiene en estas materias). Estos eventos son fundamentales para que el comic siga adelante, plantando una semilla en terreno que parece desierto e inhabitable. Pero como toda semilla, hay que saber hacerla germinar, y sobre todo, tener paciencia.

Espero el año que viene ser invitado nuevamente y asistir a un evento incluso mayor, con dos o tres números más de la revista bajo el brazo. Será un placer.

Villa Viñetas 2

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Continúo super atrasado con estas reseñas de eventos, y de todo lo demás, así que vamos a darle átomos para recuperar el ritmo.

Hace tiempo uno de los organizadores, Leo Cabrera, nos había invitado, informal y luego formalmente, a este evento. Habíamos ido el año anterior con apenas unos pocos números de Términus. Ahora teníamos 6, así que eran dobles las ganas de participar y darles una mano "agrandeciendo" (pun intended) la convocatoria del año pasado.

Así que con la ayuda de César Libardi, editor de Rabdomantes Ediciones, cuna de la nueva revista de comics Quimera, nos fuimos para allá el sábado 11 y el domingo 12 de octubre. Si bien Villa Constitución está cerca de Rosario, suele ser un viaje largo a menos que tomes un colectivo que no pare constantemente para subir y bajar personas, amén de la incomodidad de llevar bolsos si viene lleno, y de los pocos horarios, etc. Así que agradezco mucho la compañía de César (para no aburrirme y poder charlar de cosas interesantes) y su buena onda al llevarme en auto.

Este año la convención cambiaba de lugar, pasando a ser en una biblioteca/centro cultural muy bien ubicado en el centro de la ciudad. Esto nos dio espacio para poner stands mucho más cómodos, y como puede verse en las fotos, por dentro el sitio era inmejorable a nivel luz, aire, etc. Lo único que lamentamos fue no poder utilizar el parrillero que estaba en el patio del fondo.

El sábado llegamos temprano y rápidamente nos acomodamos y entramos en buenas relaciones con nuestros vecinos, entre ellos Fernando Biz (que estaba "a la vuelta de la manzana"), Matías Di Stéfano y su novia, con los fanzines de L. A. Comics, los buenos muchachos de Loco Rabia (con sus descuentos del 20% que creo, todo supimos aprovechar), y un muchacho que hacía unos preciosos dragones de tela con articulaciones de alambre. Así que el sábado fue un día de ventas modestas y de varias compras (los mismos expositores nos depredamos de lo lindo). También pudimos charlar con Felipe Ávila y enterarnos del pronto lanzamiento de Rebrote de la Historieta Argentina, entre otras cosas.

El domingo reincidimos, y fue otra buena experiencia. Aunque hubo menos público (achacable a la coincidencia de dos eventos regionales como era la Feria del Libro de San Nicolás y la elección de la reina del Acero, esta última a pocas cuadras), eso nos permitió compartir proyectos con todos estos vecinos, además de poder asistir a algunas de las charlas que tuvieron lugar en una sala contigua.

Como siempre, la organización estuvo en todos los detalles, como por ejemplo en las botellitas de agua (que se agradecían, ya que hacía bastante calor) como en los bizcochitos y facturas.

De manera que, aunque el público no acompañó demasiado (tal vez por cuestiones que había que reveer, como la publicidad en la entrada del evento, por ejemplo), creo que el año que viene hay potencial para que el evento sea mucho mayor y mejor en ciertos aspectos. Lo básico está, y tal vez hasta "sobra". Es un evento joven que tiene mucha tela para cortar, y espero que los organizadores puedan llevar adelante una tercera edición, que ayude a crear más público y acercar a más personas al comic en esa región del país.

Los dejo con algunas imágenes.

El sábado muy temprano, preparando los stands.
Muchos cartelitos de 2da edición por pegar.

El stand de Términus, ya listo para la venta.
Con el evento recién arrancado.
En la nochecita del domingo, a punto de terminar.

Crack Bang Boom 5: la conclusión

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Bueno, finalmente dejé atrás muchos compromisos (los más grandes, al menos) y puedo sentarme a escribir el cierre de lo que fue una de las experiencias más importantes en los últimos tiempo.

Ya comenté, día por día, lo que pasó en la Crack Bang Boom 5 (jueves, viernes, sábado y domingo). Me detengo ahora no en lo puntual de cada día, sino en cuestiones transversales, en procesos que vi desarrollarse durante esos días y en cosas que se verán a futuro.

Para organizarnos mejor, los dividiré en items específicos.



1 - El callejón de los artistas
La gran adición de este año, aunque creo que el año pasado ya estuvo pero en una versión menor, de prueba. Justamente, una de las limitaciones que se vio el año pasado fue la falta de espacio: el evento había crecido mucho y hacían falta otras sedes.

Este año, con la adición del Galpón 11 (del cual hablaremos luego), ese espacio se amplió enormemente, y así se pudo plantear un "Callejón de los artistas" que para mí era más bien un boulevard: amplio, con espacio para la circulación y la presencia cómoda de los artistas, y con una ubicación preferencial. Era la columna vertebral del galpón, dividiendo las dos alas de stands.

El callejón el jueves a la mañana, antes de la apertura,
mientras se instalaban los stands. Puede verse su tamaño.
En este sentido se puede mencionar un detalle: estaba totalmente dividido del resto de la convención, a los costados, por las mismas paredes de los stands. Era como entrar en un valle, o un verdadero callejón, con paredes a los dos costados. Yo y otros expositores habíamos pensado que la distribución iba a ser diferente, que nuestros stands iban a mirar al callejón, en lugar de darle la espalda. Pero comprendimos que no había otra forma de organizar el espacio, que esa forma era la correcta y que eso, además, les daba espacio a los artistas del callejón de exponer mejor sus obras, al tener donde colgarlas.

Sin embargo, muchos no se dieron cuenta hasta uno o dos días después. El callejón, creo yo, funcionó bien, pero sufrió de factores que no se pueden achacar a ninguna torpeza ni mala organización. Veamos algunos de estos factores.

En primer lugar, ciertos invitados o visitantes ilustres vinieron solo el fin de semana. El jueves y viernes, el callejón estuvo vacío o casi vacío, lo cual confundió a algunos, que pensaron que faltaban stands, y dejó con un sabor raro a otros, que pensaban que el espacio estaba mal armado o mal organizado. La cuestión es que no se le puede poner una pistola en la cabeza a los artistas para que vayan. No es culpa de nadie, pero habría que ver si ese espacio no se puede llenar con otras iniciativas durante esos dos días. Al menos algo que no lo deje completamente vacío.

En segundo lugar, aunque había muchos invitados, no todos lo utilizaron, y no todos lo hicieron al mismo tiempo. Creo, en lo personal, que muchos dibujantes no están acostumbrados al formato. A excepción de los más afortunados, que participaron de convenciones en el extranjero (destaco el caso de Marcelo Frusín y también el de Damián Couceiro, en menor medida), muchos lo utilizaron de manera tímida, sin saber realmente qué hacer con él. Tardaron en arrancar y para cuando lo habían hecho, el evento estaba terminando.

No quiero generalizar porque no conozco a todos los que fueron, ni vi a todos, pero creo que muchos artistas argentinos sufren de no conocer a su público en Argentina, y por lo tanto, no tienen experiencia mostrándose, dialogando, firmando, dibujando e interactuando en público. O tal vez su experiencia es fragmentada, en charlas de parado en convenciones sueltas o en pequeños encuentros en comiquerías locales. Solo recientemente ciertas convenciones les han permitido esta posibilidad en grande, y pocas tienen espacios como el Callejón de los artistas. Este es un espacio más amplio, en donde hay constantemente personas mirando, tratando de comprar y charlar, y donde uno realmente debe hacerse "vendedor" de lo mismo que produce.

En eso, de todas maneras, creo haber notado una progresión. El jueves, no fue nadie o casi nadie. El viernes algunos se animaron, tímidamente. El sábado se anotaron más, y estuvieron más tiempo. El domingo, viendo la repercusión del sábado y el enorme incremento de público, el callejón funcionó casi en su totalidad (creo que nunca o casi nunca estuvo totalmente lleno, pero era enorme, así que resultaba un verdadero reto). Esos dos últimos días muchos llevaron libros propios para vender, proponían firmas o dibujos, charlaban, etc.

Lo bueno de todo esto es que estos dibujantes, creo yo, se van a ir soltando a participar en estas iniciativas y así, el año que viene, viendo lo positivas que son, van a participar más y mejor en ellas.

Como algo a mejorar, se me ocurre que si se colgara un cartel que explicara bien el espacio, también el público sabría cómo funciona y no se decepcionaría cuando lo viera vacío o medio vacío. Y también se animaría a preguntar y charlar.


2 - El Galpón 11
La gran estrella del evento. Todos quedaron complacidos con dos cosas: primero, el espacio se había duplicado. Segundo, el lugar elegido era nuevo y perfectamenta acorde para el evento.

Como el CEC, el Galpón 11 es un viejo galpón de puerto, que fue refaccionado y remodelado para adaptarse a una actividad totalmente diferente. Tiene un espacio en la historia cultural rosarina ya que fue el primer espacio municipal, oficial, de gran tamaño utilizado para expresiones alternativas como pista de skate, conciertos de rock under (en esto no sé si el CEC estuvo primero, pero vale), etc.

Sin embargo, al igual que el CEC en su momento, sufría de muchos problemas edilicios por su edad y mala atención. Desde hace varios años, este espacio y otros galpones linderos venían siendo remodelados. Es por eso que el año pasado se utilizó el Centro de la Juventud para alojar una parte del CBB 4.

Días antes de CBB5, se pudo ver, al menos por fuera, cómo estaban quedando los galpones. El excelente estado de las estructuras, el uso de paneles solares y todo eso les daban un aspecto tremendo. Al entrar por primera vez el jueves vi que era un sitio perfecto para la convención: vidriado, ya no se oscurecería tanto como el CEC cuando caía el sol; amplio, con el techo reconstruido, no se llovería. Incluso tenía Internet wi-fi, aunque no funcionaba bien, pero era lo de menos.

En resumen, fue uno de los grandes éxitos del evento. Todos lo alabaron, y los expositores quedamos muy complacidos con el lugar, ya que era cómodo, muy amplio y permitió que el público se desplazara sin problemas ni atascos.

El único inconveniente comenzó el sábado, cuando el calor y la afluencia de público nos obligó a ponernos ligeros de ropa. No había ventanas que pudieran abrirse, y las cercanas al techo hacían que el lugar fuera un invernadero. Apenas corría el aire dentro del lugar.

Nos preocupó el detalle, así que lo comentamos con personal de la Municipalidad, que siempre se dedica a escuchar y responder nuestras preguntas con la mejor de las predisposiciones. Nos plantearon que el sitio todavía requería unos retoques, no estaba completamente terminado pero se lo había abierto justamente porque era fundamental para la convención, y querían probar su funcionamiento. Nos comentaron también que esa era una de las cuestiones a mejorar en los siguientes meses.

Así que el único punto en contra resultó ser perfectible y espero que para la próxima Crack, estemos en el mismo lugar, sintiéndonos todavía más cómodos.




¿Qué más puedo decir? Sinceramente, al escribir este artículo vi que no quedaba mucho, porque todo fue sobre rieles y el resultado fue prácticamente perfecto.

CBB se afianzó, sin duda alguna, este año como la mayor convención de comics del país, con una fórmula probada y sustentable. Ya eso es mucho. Pocas convenciones pueden decir que soportaron tantos años no solo no demostrando altibajos sino creciendo de manera organizada, constante y permaneciendo atractiva, sin traicionar su espíritu. Es cosa de los organizadores, pero también del público, que se mantiene firme.

Crack Bang Boom 5 en fotos

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Se quedaron afuera, en los artículos, algunas anécdotas y comentarios, y sobre todo, fotos. Así que acá va este mini reportaje fotográfico.

Viernes, a pocas horas del inicio
El CEC lleno de potenciales compradores. La cosa se iba moviendo.



Una página de Términus 2, que hicimos con Lisandro Estherren, estaba a la vista de todos en el Centro de la Juventud
Ni se imaginan mi alegría, fue una de las cosas que me hizo caer a la realidad de que éramos invitados.



Una cena maravillosa
Como conté, el viernes confundí el hotel y llegué ultratarde a la cena de los invitados. Las preocupaciones, vergüenzas por la demora y la desprolijidad, y todo eso, se borraron cuando encontré espacio en esta mesa y por eso quise inmortalizar el momento. Sin desmerecer la compañía de otros invitados, con quienes compartí mesa las otras noches, fue sin duda la mejor cena de la convención para mí, por un montón de cosas que se dieron de manera irrepetible. La pasé genial y por eso va la foto.


Legionarios al pie de la lanza
Ya mencioné la hermosa atención que le dispensaron los compañeros de este libro a los interesados que se acercaron al stand, ofreciendo charlas, ilustraciones, autógrafos y dibujos en los libros recién comprados, etc. Acá va un ejemplo que me cautivó, el de Juan Vázquez dedicando una ilustración a uno de los visitantes del stand. Saludos a todos, los recuerdo en mis libaciones.


Comparativa del sábado a la mañana y a la tarde.
Día hermoso por todas partes, a la mañana, obviamente, sin público. A la tarde, lleno de gente. Perdón por sacar tanto "cielo", pero por el sol no veía nada en la pantalla, y encuadré al tun tun.




Foto con un amigazo: Lisandro Estherren
En ediciones anteriores, por tener la cámara sin batería y confiar en personas sin pulso, perdí fotos con grandes amigos y personas importantes para mí. No iba a dejar que eso pasara de nuevo, así que a pesar de las muchas obligaciones, me hice un ratito para adelantarme a la mala suerte.


El staff de Términus con el "Pelado"
Como muchas veces, está la foto seria y la más desestructurada. Esta, ¿adivinen cuál es?


Bueno, se terminó. Por ahora. Estoy tapado de cosas pero ya en proceso de acomodarme mejor, así que pronto, espero, el blog tendrá más entradas mensuales. Faltan algunos comentarios sobre la Crack, una reflexión final, y volver al ritmo de siempre.

Crack Bang Boom 5: domingo 17

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Puff, cómo se fue el tiempo... estaba pensando en cómo estoy reseñando el último día de la Crack el último día de Comicópolis, poquito más de un mes después. Convención que de hecho fue lanzada y anunciada en la Crack. Pero en fin, cosas que se dieron así. Espero en unos días mejorar el ritmo y poder subir algunas impresiones más de lo que dejó la convención. Creo que sigue siendo interesante y no se desactualiza tan rápido. Cualquier cosa, estoy abierto a opiniones.

El sábado nos habíamos reventado en la fiesta oficial del evento. En mi caso, tal vez no tanto, pero en definitiva, aunque uno se quedara unos pocos minutos, si había estado en el evento, ya venía pre-reventado por la experiencia.

Teóricamente, el domingo iba a haber una clínica de guión con Eduardo Mazzitelli, que se canceló cuando el maestro se enfermó a pocos días del evento y no pudo venir. Lo único "bueno" (podríamos decir, "no tan malo") de eso fue que los interesados pudimos dormir un poco más, porque sino hubiéramos ido al susodicho taller como zombies. Ni hablar de lo que hubiera salido de allí.

En fin, el domingo no tuve otra que llegar una hora más tarde debido al almuerzo familiar dominical, que ese día era especial. Ya de entrada, el día tan perfecto presagiaba una explosión de público. Pero no sabíamos qué tan grande sería...

El Centro de la Juventud el domingo. Gratuito y sin cola
para ingresar, tuvo un gran éxito comercial y de
concurrencia, por lo que pude saber.
Sin más charlas en las que participar, y casi sin charlas que me resultaran interesantes ese día, me preparé para quedarme en el Galpón 11 durante toda la tarde. La única actividad que me hubiera podido sacar de allí hubiera sido la charla de Dan Didio, pero al poco tiempo empecé a intuir, cada vez más fuertemente, que no iba a poder asistir. Lo único que logré hacer, al poco tiempo de llegar, fue darme una vuelta por el Centro de la Juventud para saludar a los amigos de LA Comics y a Fernando Biz, de Editorial Módena. En el stand de Términus, la cantidad de público asistente hacía que a veces tuviéramos que atender el stand de a dos, ya sea apresurando la misma venta o vendiendo a diferentes lectores al mismo tiempo.

Algo embrutecidos por el calor y el tufo (no sólo por la cantidad de personas, sino por la escasa ventilación del lugar, algo sobre lo que volveré luego), la tarde se fue pasando más o menos rápida, con alguna que otra expedición a algunos stands conocidos, del Galpón 11, para ver cómo andaban, y algunos saludos adelantados. En las convenciones todos huyen  apresuradamente y a diferentes horas, así que no está mal  asegurarse de, al menos, haberse despedido como corresponde.

En el camino nos fuimos enterando que la afluencia de público era tal que sólo comprar la entrada tomaba algo así como una hora de cola, sino más. No quiero caer en impresiciones porque los testigos (amigos y conocidos que veíamos entrar agotados) me llegaron a hablar de hora y media o dos horas, aunque se sabe que cuando uno está bajo el rayo del sol, parado y molesto, el tiempo parece ir más lento. Lo cierto es que nos dio algo de impotencia ver cómo algunos amigos no podían entrar y nosotros no podíamos hacer nada.

La cola para entrar en el Galpón 11 (con entrada en mano)...

Y parte de la cola para comprar la entrada. Tanto yo como otros, con
mejores cámaras, requerimos una panorámica de tres fotografías
para hacer que toda la cola entrara en una sola imagen.

Como anécdota, sólo me queda contar que, a media tarde, en un momento de tranquilidad en el stand, quise cruzarme para ver los otros galpones y saludar a algunos amigos en el Centro de la Juventud. Nada más llegar a la puerta de ingreso di la vuelta: era tal la marea de gente que esperaba para el concurso de disfraces, sumados a los que todavía hacían cola para entrar o para comprar entradas, que hubiera tenido que caminar por sobre sus cabezas para llegar más o menos a salvo. Creo que hubiera perdido unos diez minutos de empujar gente sólo para llegar, y otros diez más para volver a entrar.

Este es otro de los temas que comentaré más adelante y con más detalle, pero quería mencionarlo ya que considero que, si bien no fue un error de la organización, sí es algo a tener en cuenta para el año que viene. En contraste, una vez comprada la entrada, por lo que ví se ingresaba rápidamente; se habían eliminado las colas para poner los cintas correspondientes, que el año pasado también hicieron perder algo de tiempo. Otra cosa a tener en cuenta: si bien supe de personas que desistieron de ingresar al evento cuando vieron la cantidad de público, creo que fueron las menos, y que esto no influyó en la asistencia general.

En fin, resumiendo, no hice nada demasiado reseñable aquí, más allá de continuar con ciertas costumbres sociales como saludar, ver como vendían otros stands, charlar con amigos y conocidos y enterarme de algunas novedades y noticias del momento. Así, en una de las recorridas por el Callejón de los Artistas (lugar que el domingo movilizó a muchos más artistas y público en general, como ya comentaré), uno de los organizadores nos avisó que debíamos ir partiendo hacia el CEC, para comenzar con la ceremonia de cierre de la convención.

Si bien era relativamente temprano para ello (creo que faltaba una media hora), la previsión no estaba de más, ya que los invitados eran muchos y estaban desperdigados por tres lugares diferentes. Así que, tratando de ser puntuales, hicimos caso, organizamos el stand para que los compañeros de las editoriales con los que lo compartíamos lo administraran un rato, nos reunimos todos y fuimos para allá.

Tuvimos que esperar un rato, se pasó un poco el horario justamente por lo ya mencionado: los invitados estaban todos desperdigados y tardaron en llegar. De todas maneras pude dar una última vuelta al CEC, saludar más personas y finalmente llegamos al gran momento.



La ceremonia, como siempre, fue modesta y muy bonita. Creo que es un lindo ritual dentro de la convención, quedarse bien hasta el final para ver cómo fue el evento, asegurarnos que va a seguir allí, etc.

Y este año, los datos fueron abrumadores. Como siempre, de boca de Eduardo Risso, nos enteramos
que se superó la afluencia del 2013, con unos 20.000 asistentes con entradas. A esto habría que sumarle unos 10.000 más, según otras fuentes, que asistieron a los espacios gratiutos, principalmente el concurso de disfraces que tuvo lugar el domingo por la tarde, y que hizo rebalsar totalmente la costanera.



Este año, una de las novedades fue la necesidad de
trabajar con voluntarios, ya que el personal fijo del CEC
no daba a basto con todas sus funciones. La organización
los felicitó ya que su trabajo fue muy bueno, entre otras
cosas canjeando las entradas por las cintas que se ponían en
las muñecas. A ellos, también, un agradecimiento.





Así que nos volvimos a ir con una promesa: que el año que viene el evento seguiría adelante, que vendrían más invitados, más charlas, más novedades. Aunque tal vez no éramos muchos los que nos quedamos hasta tan tarde, ese juramento nos sigue uniendo.

Aunque extenuados, no nos queríamos ir. A poco de bajar del escenario me vinieron a saludar algunas personas que se iban, particularmente Leonardo y Matías, de LA Comics. Y después fue hora de salir del CEC y organizarse para ir, todos juntos, a la cena de cierre del evento, en un restaurante céntrico.

No sin antes, claro, de la última foto de rigor:



Eso fue todo. C'est fini. Final para una de las experiencias más hermosas de mi vida, más enriquecedora, más emotiva, en lo que va de mi carrera como guionista. Espero que haya muchas más como estas. Pero mientras tanto, si es una vez al año, tampoco está tan mal.


Más adelante subiré algunas cuestiones más sobre lo que nos dejó la Crack. Así que sigan sintonizados.

Crack Bang Boom 5: sábado 16

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El viernes era el último día "tranqui". Todos lo sabíamos. Por la experiencia acumulada y por deducción lógica, sabemos que los fines de semana el público aumenta de manera dramática. En este sentido, el viernes tal vez había sido un día atípico: esperábamos más público. Sin embargo no había problema: sabíamos que estaba ahí.

El sábado fue un hermoso día de primavera (¡pero era
invierno!). En la puerta del Galpón 11, nos empezamos
a juntar para la reunión de la Asociación.
Pero primero lo primero. Arrancamos "temprano" (a eso de las 11) con la reunión de la naciente Asociación Argentina de Editores de Historietas. El grupo repitió lugar de encuentro en Rosario, ya que se había arrancado previamente el año pasado, logrando una reunión récord en CBB4. De hecho, esa vez habíamos sido demasiados, lo que nos había dificultado el intercambio de ideas. Había demasiadas diferencias: desde autoeditores con tiradas artesanales de pocas decenas de ejemplares hasta alguna que otra editorial que tiraba varios miles de unidades, con autores ya consagrados.

Como digo, este año éramos muchos menos. No estaban los extremos: quedaban las editoriales pequeñas y medianas, y algún que otro autoeditado de buen volumen. Esto facilitó mucho el trabajo. Nos organizamos para tratar de encontrarle respuestas a los tres grandes problemas que tiene, hoy por hoy, el comic nacional: la producción, con materia prima que sube de precio constantemente, entre otras cosas; la distribución, con falta de empresas serias que abarquen todo el país y abastezcan diversos canales de venta, y la promoción y publicidad de las obras, lo que dificulta que el público lector y los medios se entere de lo que está disponible en el mercado.

Si bien sacamos mucho en limpio y adoptamos algunas propuestas e ideas muy buenas, como siempre en este tipo de eventos, se nos hizo corto, porque teníamos mucho para hablar y éramos muchas personas creativas con algo positivo para decir.

Así nomás, mientras la reunión se cerraba, salí a atender el stand, ya que los fines de semana la convención arranca a las 13, no a las 14. Tuvimos que comer improvisadamente ahí mismo, mientras atendíamos al público, y ya vimos que la cantidad de público no iba a defraudar.

De la misma manera que había sucedido el jueves y el viernes, Bruno tuvo que ir a buscar más números de Términus, esta vez realmente de urgencia. Los días anteriores se había vendido bien y cada tanto pasaba que algún número se vendía sensiblemente más, por lo que había que reponer ese y reforzar los demás. El sábado, a poco de abrir, nos dimos cuenta de que había pasado justamente eso, así que se tuvo que ir. Yo me quedé cuidando el fuerte con Juan Manuel y otros compañeros de stand.

De derecha a izquierda, Diego París, Oenlao, Kiro y yo.
La cosa se complicó cuando por esas cosas que pasan, Bruno se demoró. Yo tenía que estar a las 15 hs en la charla del libro Legionarios, los perros de Roma (en la que participé con un guión preciosamente dibujado por Fernando Kern), junto con Oenlao, el editor y principal guionista, y Kiro, el principal dibujante de la obra. Bruno llegó justo a tiempo, pero entre que el grupo de artistas se movilizó y salió del stand (hubo una confusión con los horarios), la charla arrancó una media hora más tarde. De mas está decir que de todas maneras la pasamos genial y nos dio la gran chance de mostrarles a muchas más personas lo que habíamos hecho. Un gracias enorme a Diego París, el moderador, que tuve la suerte de conocer en persona horas antes, que nos esperó y aguantó las desprolijidades de último momento.

Una vex terminada la charla, nos tomamos la obligada foto con el resto del equipo detrás de este libro. El cual vendió bastante bien en la convención, no sólo por el gran trabajo de sus autores, sino también por el precioso detalle de que cada libro allí vendido era único: los dibujantes, que estuvieron siempre disponibles, lo personalizaba a gusto de cada lector, creando un feedback realmente interesante.

Faltan algunos, bueno, pero son casi todos. Un gusto trabajar con estos
"legionarios" que le pusieron lápiz y tinta a tantas historias.
El equipo, firmando autógrafos y dibujando para los lectores.

Después regresé al stand de Términus, donde todo marchaba sobre ruedas y momentáneamente no era necesario, así que me fui a dar una vuelta por el resto de la convención. Cuando salí al exterior, tuve una pequeña muestra de lo que sería todo a partir de ese momento. Un día precioso, hermoso, primaveral. Y la gente que comenzaba a amontonarse en las boleterías. Debían ser, más o menos, las cuatro de la tarde y ya se podía ver esto:

¿Se alcanza a ver la cola? Bueno, me pasaba a mi derecha y seguía
vamos metros más, hasta llegar a la baranda junto al río.

Demás está decir que se tardaba al menos una media hora en sacar la entrada para la convención. Y eso era sólo el comienzo... ya ampliaremos.

Llegar hasta el Centro de la Juventud fue medio lento gracias a las personas que había que esquivar. Una vez allí me encontré con que el espacio para fanzines seguía funcionando muy bien. Se podía ver a personas de todas las edades mirando, e incluso comprando. Muy buena señal; ahí mismo pude ver cómo, en el stand de LA Comics, se agotaban la tirada de un fanzine.

El sábado fue sin duda un día movido. Tenía cosas que comprar, gente que saludar y no quería perder la oportunidad ya que sabía que el domingo todo sería peor, así que traté de charlar y contactar a todos los que pude, y terminar de comprar las cosas que no había podido comprar el viernes con mi novia.

Lo cierto es que entre idas y venidas seguí en el stand de Términus, vendiendo o ayudando a vender (aunque parezca tonto, hay muchas pequeñas cosas que hacer, principalmente reponer stock, anotar lo que se vende, reacomodar lo que las personas levantan para ver, mantener ordenadas las revistas y el material promocional, ver que el stock no baje muy rápidamente, firmar bajo pedido del público, buscar cambio, etc.). Cada tanto me pasaba por el stand de Legionarios, pero ahí ya eran media docena de personas así que a) no había mucho espacio para estar y b) lo tenían todo bajo control y no me necesitaban. Así que fui terminando mi ronda de saludos.

En el stand, el día terminó excelentemente, en todo sentido. La postal del día está; lamentablemente nos faltó Damián Couceiro. Fue un gusto, un honor y un placer "pelear" ese día de la convención.


Como los días anteriores, a la noche los invitados nos fuimos a comer, por cortesía de la organización. Después, como todo buen asistente a la convención, nos fuimos al Café de la Flor, a la fiesta oficial del evento, a reventarnos los tímpanos con las bandas, a beber sanamente (algunos no tanto) y a todo eso que uno hace en las fiestas oficiales de las convenciones de comics. Que siempre son menos de las que nos gustaría.

Crack Bang Boom 5: viernes 15

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Bueno bueno, pasó el tiempo pero ahora tengo un rato para comentar lo del viernes.

Ese día, por suerte, por mucha suerte, no tuve que trabajar por la mañana, gracias a una gran coincidencia, lo cual me permitió disfrutar mejor del jueves y del viernes. Día un poco más tranquilo, en general, tanto porque ya estaba armado el stand, como porque, como ya veremos, fue más relajado en cuanto a ventas y público.

Contaba, además, con la compañía de mi novia, la cual merece ya un monumento debido a todas las convenciones que se ha bancado para "hacerme el aguante" en el stand de Términus. Así que concurrí con ella bien temprano (para evitar la gran masa de público), le mostré el Galpón 11 (incluyendo la excelente, maravillosa muestra de Carlos Trillo) y recorrimos el CEC, no así el Centro de la Juventud porque no tuvimos tiempo.

Parte de la muestra "De Trillo y tecla".

Parte de la muestra "De Trillo y tecla". En este caso;
algunos originales de guiones y diseños.







De hecho, me hubiera gustado tener más tiempo para recorrer la convención con ella pero aunque el paseo no fue muy rápido, ¡se quedó corto! Una vez de vuelta en el stand, vimos que ya se estaba sumando mucha gente al evento; por algunos lugares transitar era algo lento. En el paseo compramos algunas cosas y confirmé que había precios para todos los gustos, tanto en el Galpón 11 como en el CEC.

Pero ella no sólo había venido a acompañarme en el stand, que ya de por sí es meritorio, sino también a filmar y sacar fotos durante la charla que ese día tendríamos con el resto de los integrantes de la Revista Términus.

El staff completo de Términus, durante la charla que
dimos en el bar del CEC. Un momento hermoso
para todos.
Un rato antes, algunos de los dibujantes habían hecho ya la previa, dibujando en el CEC, en el espacio reservado para invitados. Comenzamos bastante puntualmente, y tengo que decir que fue uno de los puntos más altos de toda la convención. En esos días nos unimos más como grupo, al tener que compartir el escaso espacio del stand, las buenas noticias, las palabras de aliento de los lectores y de otros artistas. Muchas cosas pasaron por dentro, y creo que, terminado el primer día, de presentación, del jueves, la charla del viernes fue el inicio de una nueva etapa, tanto de la revista como dentro de la misma convención.

Todavía estoy juntando pedazos de la Crack; les debo el video, pero salvando el único problema técnico (que fue anticipado por mí y solucionado por mi novia con una segunda cámara), espero en unos días poder presentársela. No puedo decir más que eso: es una de esas cosas que se viven, no se cuentan. Con alegría puedo decir que hubo muchos otros momentos como ese.

El resto de la tarde, antes y después de la charla, se fue conversando con varios lectores (varios de ellos, internacionales, que se llevaron la revista para sus hogares allende los Andes o el Ecuador), así como con algunos colaboradores y amigos historietistas. Es genial ver cómo la convención se internacionaliza, tanto del lado de las ofertas de comics, como de los mismos compradores, que vienen para ver a los invitados internacionales y también a averiguar qué se está publicando en el país.

Con alegría pude ver que, en otros stands de editoriales amigas, como el de Rabdomantes (que arrancaron, también en Rosario, sacando la revista Quimera) o el de Fog of War, las ventas eran buenas, al igual que en los stands compartidos con los chicos de Baires y Mar del Plata.

También tuve tiempo de pasar por el CEC, para saludar a algunos, y ver que había muchos puestos más en funcionamiento. Había ya más movimiento y se los había dispuesto de mejor manera, para que no hubiera tanto espacio vacío en el medio (el jueves sólo faltó la planta rodadora).

La otra mitad de la exposición de la Revista Términus, en el CEC.

El día fue relativamente tranquilo en cuanto a público; fue difícil, creo, ver la diferencia con respecto al jueves, aunque creemos todos que hubo más asistentes, no pasó lo mismo con los compradores. En general, creo que se charló más y se vendió menos. Hubo varias teorías al respecto, pero lo cierto es que fue un día desparejo para algunos, y nadie supo bien por qué.

Hacia el final, acompañé a mi novia hasta su casa (para que vean que soy un caballero) y me creé una anécdota de por vida. Por una serie de acontecimientos casuales y bastante tontos, terminé yendo al lugar equivocado para cenar con el resto de los organizadores e invitados. Así que no sólo llegué supertarde, sino que encima lo hice agitado y algo transpirado (no eran días muy frescos). Afortunadamente no fui el último (odio, odio, detesto y aborrezco llegar tarde), y eso no me quitó la oportunidad de obtener un buen asiento.

Quisieron los hados que justo en la mesa donde estaba una buena parte de los integrantes de la revista hubiera espacio para una silla más, y que así pudiera compartir una hermosa cena con personas como Andrés Valenzuela (a quién apenas conocía), Diego Parés (a quien había visto miles de veces en Leyendas, pero con quien tampoco había tratado) o Federico Dallocchio, excelente dibujante que nos mató a preguntas sobre cómo hacíamos la revista. Una charla que fue, sin duda, otro de los momentos más altos que, para mí, tuvo la convención. Tanto por el reconocimiento, por el saberse que habíamos llegado muy alto, como también por poder conocer y aprender más de todas estas personas que siguen confirmándome que trabajar haciendo comics está super-re-copado.

Y así se fue el viernes. Mierda, cómo me gustaría volver atrás y vivirlo todo de nuevo.

Crack Bang Boom 5: jueves 14

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Bueno bueno, finalmente algo de tiempo para volver al blog, y con un tema más que importante. La quinta edición de la mayor convención de comics de Argentina, que tuvo lugar entre el jueves 14 y el domingo 17 de agosto de 2014.

He de decir que vengo reseñando convenciones a las que he ido desde hace tiempo, y que siempre pasa lo mismo: no puedo hacer la reseña durante la misma, porque soy puntilloso y es algo cansador, y me cuesta al menos dos semanas terminarlas. Sobre todo cuando, como en este caso, la convención dura cuatro días.

Pero en este caso me encuentro en un verdadero aprieto. Tengo mucho trabajo pendiente, fruto justamente de tener que detener todo debido a la convención. Y por si fuera poco, esta convención rompió todos los moldes y todas las escalas. Hay miles de cosas para contar, cada día pareció una semana y las repercusiones de los días siguientes ya dan material como para mucho más.

Así que iré más al grano, tendré que resumir ciertas cosas, otras las dejaré en el tintero, y veré cómo salir del apuro de la manera más digna y detallada posible.



El stand de "Legionarios". Apenas entrar en el Galpón
11 todos los que teníamos allí un stand nos dimos cuenta
del buen lugar que teníamos entre manos.
El jueves hubo que levantarse temprano para armar el stand de Legionarios, perros de Roma. De todas maneras, cuando llegué ya estaba casi terminado, ya que hacerlo no era tan complicado y tres personas habían venido antes a hacerlo.

Igualmente me quedé ayudando con los detalles, como colocar el escudo y el pilum. Después, a dar una vuelta para matar el tiempo.

Al regreso me encontré con Lisandro Estherren y charlamos un poco de proyectos y de todo lo que se venía. Menos mal, porque después, aunque nos encontramos, no pudimos hacerlo sentados, ni tranquilos, ni comiendo/tomando algo, tal como a los dos nos hubiera gustado. Ya el clima para el fin de semana se mostraba demasiado primaveral. Como ya veremos, terminaría siendo de verano.

Cerca de las 12 comenzaron a llegar los muchachos de Dead Pop, con quien Revista Términus compartía stand, al igual que con la gente de La Pinta y Salamanca. La camaradería y la buena onda nos permitió ordenar rápidamente el gran espacio. Ya de por sí la ubicación del stand era perfecta, justo frente a la puerta del Galpón 11, después del stand de esculturas de Sandro Alzugaray y sus alumnos. A nosotros nos tocó, sin pedirlo, la parte que miraba hacia adelante, la mejor posicionada, aunque, a decir verdad, era difícil mejorar esa ubicación.

El stand cuatripartito de Términus, La Pinta, Salamanca
y Dead Pop. Excelentes vecinos todos.
En fin, para las 14 horas se abrieron las puertas y comenzó todo.

Ese día fue, como siempre, el más tranquilo, aunque el público se hizo notar. Gracias a esto pude visitar un poco toda la convención, que esta vez abarcaba tres espacios: el Centro de Expresiones Contemporáneas, el Centro de las Juventudes y el recién re-estrenado Galpón 11. Lo que vi ya vaticinaba algo genial: muchos stands interesantes, muchos espacios diferentes, varias editoriales nuevas de todo el país, y una organización mejor.

Mientras los fanzines se agrupaban en la parte gratuita, en el Centro de las Juventudes, en el CEC, con algo de tino, se habían concentrado los stands de editoriales más grandes, las comiquerías rosarinas y los negocios especializados en merchandising (figuras, juguetes, comida japonesa, y todo tipo de cosas por el estilo). Allí también, como siempre, estaban las muestras de los artistas invitados, con un espacio más que suficiente para que gran cantidad de público las mirara cómodamente.

En ese momento había poco y
nada para ver en el callejón de
los artistas, pero luego hubo
muchas sorpresas.
Finalmente, en el Galpón 11 estaban todas las editoriales menores (como las ya mencionadas, Fog of War y Rabdomantes, dos nuevas editoriales de Rosario, y varios otros emprendimientos del resto del país y de países limítrofes) y algunos negocios de elementos comiqueros artesanales o de menor envergadura (que vendían tazas, gorros, impresiones, juguetes, portavasos, vinilos y todo tipo de merchandising más "especializado"). Como novedad, allí estaba la muestra "De puño y tecla", dedicada a Carlos Trillo, con objetos realmente maravillosos. De ella hablaré más adelante, con algunas fotos.

En este lugar también se instaló el Callejón de los Artistas, que busca imitar el espacio que existe en las convenciones estadounidenses para que los artistas de comics de renombre vendan sus originales, impresiones y puedan además firmar autógrafos y realizar dibujos. Sobre él volveré a hablar más adelante, ya que fue una de las innovaciones del evento que funcionaron pero, a criterio de algunos, puede dar más de sí en el futuro.

Esto es importante de marcar porque creo que ayudó a ordenar los espacios, el consumo de los asistentes y cómo pasaban su tiempo. Muchos, entre ellos las familias, tal vez habrían disfrutado más de los dos primeros espacios, por que ofrecían alternativas más para los niños y adolescentes, mientras que los comiqueros adultos o jóvenes tenían en el Galpón 11 un refugio más cómodo para comprar sus revistas y libros, charlar con los autores, etc.

Ya desde el vamos, a la mañana comprendí que iba a tener problemas cumpliendo una promesa. Había dicho que twittearía mis comentarios sobre la convención, y que también daría detalles por Facebook. Lamentablemente la conexión wifi del Galpón 11 no era buena, se colgaba, había que volver a loguearse cada dos horas, y a veces ni siquiera conectaba, tal vez saturada por la demanda.

Después de renegar un buen rato y de repetir sin saberlo varios mensajes, decidí que no tendría tiempo, al día siguiente, para responder a todas mis responsabilidades mientras andaba tecleando y renegando con eso. Así que lo que hice a partir de entonces fue esporádico.

Como invitados la organización nos hizo llegar un paquete de obsequios muy bonito, así como los vouchers para las cenas de esos días. Todo muy bien organizado.


A la tarde, casi sin darnos cuenta, se nos hizo la hora para ir a la inauguración de la Muestra Retrospectiva de la obra de Eduardo Risso en el Centro Cultural Fontanarrosa. Así que fuimos con varios de los chicos de la revista. Realmente impresionantes los originales. La pasamos genial.

De allí nos fuimos, con los organizadores y otros invitados (como Loisel y Didio) a la Alianza Francesa, donde nos agasajaron con vino (como no) mientras contemplábamos la retrospectiva de Spirou, que abarcaba varias décadas de enormes artistas galos que con sus lápices dibujaron a este botones de hotel y reportero tan famoso.

La muestra retrospectiva de Eduardo Risso, en el Centro Cultural
Roberto Fontanarrosa, se llenó de conocidos y asistentes a la convención.

La muestra de Spirou en la Alianza Francesa. Como en la anterior, uno
podía saludar a todo el mundo, desde invitados internacionales como Dan
Didio y Regis Loisel, hasta a un amigo que encontrabas allí de casualidad.


De ahí nos fuimos a comer, inaugurando una serie de alegres veladas. La pasé genial, algo que puedo decir de todos los días. Fue un perfecto momento para calentar motores, porque en los días siguientes, la cosa se pondría mejor.


Bueno, lo dejó acá por ahora. Fue muy resumido para todo lo que quería decir, pero en realidad, lo que va a ser grueso serán las conclusiones y experiencias que se dieron varios días, como para comparar y analizar. A ver cuando puedo hablar del viernes.