¡¡¡Vuelve Cybersix!!!

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Estaba enterado de la noticia desde hace ya como dos semanas, pero eso no quita que siga contento. Tal como confirma el blog especializado Tinta de Historieta, la genial serie de Trillo y Meglia, Cybersix, volverá a editarse, pero esta vez completa y en castellano, en Argentina.

Para los que no conozca nada de la misma, el comic cuenta la historia de la única sobreviviente de una camada de experimentos genéticos creados por un científico nazi refugiado en las selvas de Brasil. La número 6 de la serie Ciber logra escaparse de su creador, quien a pesar de su perfección sobrehumana la considera demasiado independiente y rebelde, y se refugia en la ciudad de Meridiana, adoptando la identidad de Adrián Seidelman, un profesor de literatura en una secundaria de mala muerte. Sin embargo, de noche debe retomar su identidad verdadera para salir a cazar a otras criaturas de su creador, que ha hecho a todas dependientes de una sustancia que llevan en la sangre.

Cibersix es así una rara mezcla de superheroína, vampiresa y experimento genético. Con referencias a Phillip K. Dick y ¿Sueñan los androides con ovejas mecánicas?, escritores latinoamericanos como Pessoa, Frankenstein y otros, Trillo construye un universo tremendamente ominoso pero al mismo tiempo normal, sobre una sociedad que no sabe lo que se viene y una mujer que debe sobrevivir a toda costa, aunque se de asco ella misma. Mientras tanto, Meglia nos regala unos paisajes urbanos espectaculares, mientras nos permite dar una mirada íntima a estos personajes en sus vidas cotidianas, reflejando magistralmente sus temores, sus amores y sus dudas.


Un poco de historia

Dibujada genialmente por Carlos Meglia, en su estilo ligado al cartoon y la animación, la serie enfoca temas científicos y morales de manera bastante cruda y directa, como los alcances éticos de la manipulación genética, la duda existencial de Cibersix al ser considerada un experimento fallido y ser perseguida, su dificultad para ser parte de una sociedad humana que la teme y la rechazaría de saber quién es realmente, y su mayor temor: ser un monstruo, ya que además de no ser humana, debe realizar acciones que considera inhumanas para poder mantenerse con vida.

A todo esto se suma la problemática relación que mantiene con un compañero de trabajo, Lucas Amato. Sobre todos sus problemas existenciales, Cibersix tiene que mantener su identidad falsa como hombre y compañero de Lucas, amándose los dos a la distancia pero sin que ninguno sepa cómo enfrentar esos sentimientos.

Así como Meglia hace un trabajo excepcional tapizando las hojas de gran detalle pero también de enorme dinamismo, combinando técnicas de animación y un cuidado estudio de página, Trillo se luce metiendo muchos temas existenciales, científicos, morales y hasta culturales (no por nada Adrián es profesor de literatura) en historias breves, sencillas y contundentes. El resultado es una serie que atrapa, que golpea y se apodera de tus ganas de leer más.

Cibersix es una obra maestra del comic argentino, que no mundial, que tuvo ciertamente una historia extraña y confirmó eso de no ser profeta en su tierra. Aquí pasó de revista en revista, y nunca se publicó completa. Nació en la revista Puertitas, tuvo volúmenes recopilatorios, pasó a Comiqueando... También se editaron al menos seis números en España por la editorial Forum (que forman parte orgullosa de mi colección). Finalmente el único país en el que se vio la edición completa fue Francia, donde tuvo un enorme impacto.

En el terreno audiovisual, de nuevo, podemos ver una agitada montaña rusa.

En Argentina es célebremente olvidada la experiencia que se tuvo al intentar una adaptación con actores, con Carolina Peleritti como Cibersix (tal vez la única actriz que a la que por su físico el papel le quedaba perfecto) y Rodrigo de la Serna como José Adrián (dos actores para un papel... no sé). La cosa terminó mal, solamente salieron al aire pocos episodios por Telefé, y la serie se canceló por bajo rating. De todas maneras, lo curioso es que se dice que esta serie hizo que surgiera el anime, ya que un productor japonés vio un capítulo y aunque no le gustó cómo estaba armada, le interesó mucho la idea.
 
Pues sí. Cibersix es el único comic argentino (y creo que latinoamericano) que tuvo su propio anime realizado por la empresa Tokyo Movie Shinsha. El mismo tuvo bastante éxito y reunió 13 episodios de gran calidad, que recibió premios internacionales y se vio en muchos países de todo el mundo.

La serie respeta muchísimo los diseños de Meglia, que caen perfecto por su experiencia en animación, pero a nivel argumental disminuye muchísimo la complejidad y brutalidad de la trama, que pierde violencia, sangre, desnudos y muchos cuestionamientos morales de los personajes, entre otras cosas, ya que se enfoca más a una audiencia adolescente.

Como curiosidad, y para más sobresaltos, es conocida la demanda de plagio que los autores del comic entablaron contra James Cameron y la FOX, ya que en el cambio de milenio apareció la pedorrísima serie Dark Angel, que básicamente robaba de todas partes. La cosa quedó en la nada, lamentablemente.


La gran sorpresa
¿Y qué le quedó al comic? Poco y nada. Yo lo redescubrí hace tiempo en páginas de Comiqueando y comencé a buscar lo que había, que es poco y está disperso. Desde siempre he defendido la necesidad de editar completa esta serie, algo que resulta una enorme deuda para el público argentino en general, ya que se trata de un comic sólido como pocos, excelente en todos sus aspectos. Algo que todos tendríamos que disfrutar, y no solamente los fans coleccionistas.

Pues eso pasa justamente ahora y es la gran alegría. Napoleones sin Batallas, una nueva y pujante editorial de comic y artbooks que viene rescatando material increíble de ciertos autores, principalmnte Meglia, ha informado que planean sacar TODA la serie, que consta de 6.000 páginas. El formato será de 30 libros de 200 páginas cada uno, a un costo estimado de 50 pesos (un regalo, vamos), que saldrán bimestralmente. La ilustración del comienzo es justamente la tapa del primer número, que saldrá en Julio de 2012.

Un ejemplo de la genialidad
de Meglia y Trillo.
¿Qué podemos esperar? Esta editorial se caracteriza por la calidad, a veces, según algunos, en desmedro de precios algo elevados. No es el caso de esta serie, que tiene, creo yo, un balance perfecto por lo que se puede ver.

Por otra parte, prefiero pagar más por algo bueno que comprar algo más o menos por ahorrar unos pesos. ¿Y a qué se debe este respeto por el material? Pues que la editorial está formada por dibujantes y artistas del comic, principalmente Wally Gómez, Ruben Merriggi y José Ferrán. Meglia ya de por sí es un prócer de las viñetas nacionales, pero siendo que estas personas lo conocieron y trabajaron con él (Wally de hecho fue su alumno), es evidente que no van a sacar cualquier cosa. De manera que me siento doblemente contento porque sé que lo que saquen, va a ser de calidad.

Algo que Ciber se merece después de tantos años de dar vueltas. Y lo que merecen sus geniales autores, que se nos fueron tan inesperadamente sin que pudiéramos darles apropiadamente las gracias.




Prometheus (2012)

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Ya no soy tan entusiasta cuando aparece una película de X director, o sobre X franquicia. Sí confío más en actores, que casi nunca me han decepcionado.

En este sentido, y conociendo el historial mixto de Ridley Scott (que ha hecho películas muy de culto, como Alien y Blade Runner, y otras bastante más comerciales), le di un simple aprobado a la idea de ver Prometheus, la no-precuela de Alien. Recordemos que no se trata de una precuela pura y dura ya que si bien tiene lugar en el mismo universo ficcional de esta franquicia, no involucra a ninguno de los personajes, ni primarios ni secundarios. Volveré a hablar de este tecnicismo más adelante.

Sin embargo, al ver los trailers sucesivos, me dejé cebar por una atmósfera pesada, sombría, tenebrosa, opresiva. Pensé que si la película lograba ser al menos la mitad de terrorífica que Alien, al  menos valdría la pena.

Les dejo algo de lo que vi, para que comprendan a lo que me refiero.




¿Tiene lo suyo, no? Pues bien, en mi opinión, lamentablemente mucho de lo mejor está en el trailer, condensado, y lo demás no está a la altura. Pero no se preocupen, como siempre voy a hacer una reseña sin spoilers y de hecho la idea es que no piensen que la película es mala, pero sí que no vayan buscando la gran cosa.


Un resumen
Como pueden ver en el trailer y en los comentarios de la prensa, la cinta sigue los pasos de la nave Prometheus, la cual lleva a varios científicos en el que puede ser el mayor viaje de toda la historia: encontrar los seres que crearon a la Humanidad. Hay evidencias de que la vida en la Tierra fue creada por estos seres, y por lo tanto hay muchas, muchas preguntas para hacerles.

En este sentido la historia toma las ideas de un pseudocientífico llamado von Daniken, quien realmente creía que esto era así, sin tener ninguna prueba. Lo peor es que la película sienta unas bases relativamente sólidas para mostrarnos que en el universo ficcional esto puede ser cierto, pero luego pega volantazos y se estrella innecesariamente con cientos de pequeñas o grandes inconsistencias y fallos argumentales. Y no estoy hablando de ciencia, sino de pura lógica.

Para saber más de la tonelada de cosas que no tienen sentido, científicamente hablando,
y eran totalmente innecesarias, pueden leer este artículo que mi hermano, Pablo Flores,
que escribió para el Círculo Escéptico Argentino. Eso sí, tiene spoilers.




Los actores y sus roles
La película incluye a muchas luminarias del momento: Noomi Rapace como protagonista, además de Michael Fassbender, Guy Pearce y Charlize Theron. En mi opinión la primera hace un buen trabajo como protagonista, y me encanta que sigan poniendo heroínas creíbles y no simples amazonas en este tipo de trabajos. Por otra parte, es unánime la opinión que he recabado: Fassbender se come la película en su papel (no daré más detalles), siendo uno de los mayores atractivos de la misma. Por otra parte, Theron es tal vez el ejemplo de una actriz que hace genialmente su papel, uno que por lo general está bastante bien escrito pero tiene sus bajas.


Y es que uno de los mayores problemas con la cinta no es ni lo actoral, ni lo visual, ni lo meramente relacionado a la dirección (acá Ridley hace bien lo suyo). El problema, como ya lo comentamos, es lo argumental.


Festival de piruetas
No puedo decir nada para no dejar spoilers, pero lo cierto es que varios personajes supuestamente adultos se comportan como la típica rubia idiota que baja en ropa interior al sótano de su casa con nada más que una linterna. Hay personajes que no tienen nada que los sustente y solamente les falta llevar un traje rojo para saber que son los que morirán primero.


Al hablar de esta película con otras personas he usado esta metáfora: es como, si para ir del punto A al punto B para transportar algo, contratáramos a un piloto que hace acrobacias con automóviles, y lo largáramos a cruzar una gran ciudad. Muy probablemente llegaría al punto B, pero luego de mucho tiempo desperdiciado, acrobacias y golpes innecesarios y mucha voltereta y firulete que no
suman nada.

Y es que Prometheus se pierden en muchas vueltas del guión que están ahí para nada, complican todo y en lugar de sumar, restan. Cada tanto se abre alguna subtrama o dilema filosófico interesante, que luego se apaga por algún acontecimiento fuera de lugar. Nunca reaparece y nos perdemos la oportunidad de definir algo bueno. Como resultado la película no es ni de acción, ni de terror (aunque hay escenas en mi opinión muy buenas), ni de exploración filosófica, ni nada de nada.

La gota que colma el vaso: la primera escena no encaja en la película, no tiene sentido ni se explica en ninguna parte. Es como un pedazo de otra película. Ah, claro, resulta que a Scott le sobró media hora de cinta (y de historia!!) que no le dejaron poner en la película para cines. Y ahí se explica todo. Un verdadero insulto al espectador: si una escena no se entiende sola, no la pongas, deja todo eso para el DVD del Director's Cut y listo, planteá otra película.


Veredicto
Como dije antes, la película no es mala, en mi opinión, pero sí es mucho menos de lo que estaba buscando. Es una pena que tanto excelente trabajo actoral, visual, sonoro y de producción y dirección se arruine por un guión que no está a la altura. Termina siendo una película más.

Creo que no vamos a encontrar a nadie que esté de acuerdo con qué película de la cuadrilogía Alien es mejor o peor. Sin embargo, con excepción de la cuarta, que a casi nadie que conozco le agradó, las tres primeras sobresalen porque si bien puede haber favoritas, son muy diferentes en temática y enfoque, pero están muy bien hechas en general. Puedes decir que no te gustó, pero no puedes dejar de reconocer los méritos que tienen.

Lamentablemente si ponemos a Prometheus en esa lista nos quedamos con un mal sabor de boca, creo. Así que mejor sacarla y dejarla a un costado. Lo malo fue que Scott y los demás no supieron despegarse de la comparación con Alien porque nunca quedó en claro si era o no precuela, o qué diablos iba a ser, y ahora ya quedó pegada

En fin, es una de esas películas que yo invito a ver para que cada uno saque sus conclusiones, si es que te sobra tiempo y dinero para ir al cine.


Bonus track: La moda de las precuelas
Dije más arriba que iba a hablar más acerca de este tema de si es o no es precuela. Ciertamente la moda de hacer precuelas de todo no para, pero se le ha ido gastando el glamour y creo que ahora hay que disfrazarlas mejor.

Cuando llegué a casa luego de ver la película me puse a investigar más. Hice mal mi tarea. Asumí que el guión era obra de Scott, al menos en parte, pero me encontré que los autores de la historia son Damon Lindelof (co-creador de Lost, ahí se explica el tema de las piruetas argumentales, innecesarias en esta ocasión) y Jon Spaihts (quien ya trabaja en un reboot de La Momia...). Independientemente de su buen o mal trabajo en cintas y series anteriores, creo que ninguno tuvo una idea firme acerca de hacia donde debía ir el proyecto, y por eso lo llenaron de muchas cosas que luego no combinan.

¿Por qué sigo hablando de precuelas? Pues porque veo que ahora es mala palabra pero los estudios nos siguen alimentando con la misma cosa. FOX en un momento habló de reboot de la franquicia Alien (como lo hizo el "compañero Lost" de Lindelof, J. J. Abrams, con Star Trek, con buenos resultados generales). Luego Ridley Scott dijo que no, que era precuela, no, bueno, no precuela, pero algo parecido. Y al final hay inconsistencias e incongruencias con respecto a lo que plantea Alien. ¿Se huele reboot encubierto? Siempre se habló de hacer otra trilogía a partir de esta cinta, y con todo lo que queda suelto, que no colgando, se puede hacer bastante (bueno o malo, es otra cosa).

Lo que me lleva a que hay rumores de otra no-secuela, en este caso de Blade Runner. Esa cosa de seguir facturando sobre historias cerradas... Recuerdo cuando hicieron S. Darko, una "secuela" de Donnie Darko que no fue más que un bodrio, según dicen. Ciertamente está bien que no toquen ciertos personajes de historias, pero dejen en paz también a los universos ficcionales. No reboteen, no hagan precuelas faltas ni secuelas falsas. Dejen en paz a lo bueno del pasado. ¡Inventen algo nuevo!

Un hueso seco

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De pronto me veo lanzado a una caminata espacial, a un paisaje lunar. Ni siquiera el diariero es el mismo, aunque es el mismo. Y no es por los anteojos de sol demasiado modernos y algo desubicados en otoño.

Me empuja una promesa que nadie me pide que cumpla, y que tal vez se ha olvidado. Pero también la necesidad, ¿es exacta la palabra?, de probarme. De ver si soy capaz. Es como sacarse algo pegado al cuerpo, que ya no es de uno pero está ahí.

Han pasado meses desde ese viernes de la semana pasada. Han pasado siglos desde ese día cuando desperté a otro horario y rompí el círculo de segundos y cuadras programadas con el ritmo de pasos de cebra.

De pronto me veo caminando pasos que ya no son míos. Descubro negocios que siempre veía cerrados, que no sabía qué vendían, para qué estaban ahí. Veo otros colores. Llego a la plaza que durante años me alojó, frente a la iglesia. La veía apenas desperezarse, llena de pastos fríos y gorjeos mañaneros. Ahora rebalsa de colores infantiles, de globos, de borrones de cachorros humanos, de besos amorosos en los bancos que alojan indigentes durante la noche.

Paso maravillado ante el paso de los siglos. Cruzo y doblo esquinas que siento de otra vida. Recuerdo que alguien más miró ese semáforo, que alguien más esquivó esas columnas. Llego a donde todo parecía pesado, al centro del agujero negro diario. Llego y de pronto no hay peso; la promesa está bien cumplida, no va a pasar nada. Estoy frente a un cadáver. No, mejor, frente a un fósil.

Me meto dentro del esqueleto del dragón, que ya no tiene color. Las puertas se abren con demasiada facilidad; los pasos no pesan, no hay urgencias ni dolor de oídos. Soy un astronauta frente a un objeto en órbita, limpio, frío, sin emociones.

Están ahí las personas, que importan más que el esqueleto. A ellos y ellas las siento diferentes; no puedo abstraerlas. Las estimo y las aprecio, y las recuerdo de otra manera. Que no se malinterprete. Pero las experiencias que nos unían no están más. No hay recuerdo de ellas; casi me tengo que obligar a mirar papeles o pantallas para recuerdar que esa información nos unía, nos tiraba hacia el fondo del pozo negro, o nos elevaba hacia el cielo. No lo había previsto. No así.

En el camino he descubierto ese desprendimiento, ese desapego. Ahora lo experimento más cerca, tanto que casi parece quemar. Me he enamorado de esa sensación, que me gusta experimentar en el cine. Extrañamiento, lo llamo. Cambiar de realidades. Y esta no llega a ser una película, porque racionalmente sé que fue mía, pero ya no lo es. Hacía mucho, mucho tiempo que no la sentía así. Y tal vez nunca lo haya sentido así.

Charlo con ellos y ellas. ¿Importa? Es algo privado, personal. No tiene nada que ver con esto. Me voy. Salgo del esqueleto del dragón. Y parto hacia la vida real, esa en la que vivo desde hace año y medio. Esa que siempre quise vivir.

Los recuerdos siempre se revisitan.

Shut it down!

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La frase, de Dark City, no sé por qué me viene a la mente. Una gran cortina, un telón. La vida es una obra de teatro, creo que dijo William Shakespeare. Julio César me reclama su lectura, todavía, en esa milagrosa edición bilingüe que atesoro desde hace años.

Pero me voy de tema, como sucede en estos días. Mucho que contar, mucho que ver, mucho que experimentar.

Caen los segundos, como martillos. A esta hora, lunes, 8 AM, debería estar ingresando a mi trabajo. O mejor dicho, 7.50 AM, como lo marcan todos los relojes de casi todos los días pasados, desde hace 2 años y 3 meses y 2 semanas.

Pero no, hoy no, no más. Me voy, me fui.

Algunos sabían que sucedería, otros no. Algunos me lo reprochan, otros no. Algunos me comprenden, creo que totalmente; incluso me felicitan por la decisión. Otros tal vez me entiendan a medias, otros para nada. Y la verdad, la única verdad es que a todos les importa, y eso es lo importante. Porque los hace cercanos y los hace lo que yo quería que fueran: personas que se preocupan por mí. Tal vez nunca tuve tantas. Y eso ya me hace feliz.

¿Las razones? No era mal trabajo, eso lo concedo a los que me lo reprochan. No era malo. Ciertamente me quejé de muchas cosas, al ingresar, inexperto, en un tipo de empresa que desconocía, en un tipo de labor que tomé, en su momento, porque no me quedaba otra. Me quejé de cosas que no eran importantes y de cosas que son así, simplemente, que no se pueden cambiar acá ni en ninguna parte. También me quejé de cosas que eran ciertas y solucionables, y que con el tiempo comprendí mejor y hasta pude ayudar a cambiar. En resumen, tal vez me quejé en exceso, pero con el tiempo aprendí a ver todo lo positivo que tenía.

No, no era mal trabajo, pero todo se resume en que no era mí trabajo. Yo no estaba ahí, era un recipiente vacío. No me daba nada, y yo ya no podía darle nada. Era algo muerto. Tengo que usar una frase de mi (ahora ex) jefe: uno trabaja porque le pagan, o porque le gusta. Y a mí me pagaban, pero no me gustaba, y llega un punto en el que la plata ya no resulta tan importante, en un nivel. Tal vez no les pase a todos, y seguramente no es algo malo si no les sucede. Simplemente, como me dijo alguien, es una decisión de la vida. Ni buena ni mala.

¿Qué vas a hacer? Es la otra gran pregunta. Pues docente, respondo. Estoy a pocos pasos de terminar mi profesorado, y tengo mucha fe tanto en mí como en lo que vendrá. Todo me ha demostrado que es lo que quiero hacer, algo que me desafía, me entretiene, me exige, me obliga a ser creativo, me pone una responabilidad que quiero asumir. Nada de lo cual me daba mi antiguo trabajo, con todas sus virtudes, que prefiero que las aproveche alguien más, alguien que las quiera tanto como yo quiero estas.

¿Por qué no esperaste a tener trabajo de docente para irte? Porque no tengo ganas, porque necesito terminar de estudiar tranquilo, porque no puedo buscar un trabajo cuando tengo otro... Dice la Biblia, por ahí, que un hombre no puede servir a dos amos. Yo no puedo servir a la conveniencia y a la esperanza, al dinero y a la vocación, al presente y al futuro. En algún momento tenía que elegir; la decisión estaba tomada ya desde hace tiempo, pero sólo se pospuso porque el tiempo, justamente, no era conveniente. Pero en algún momento había que saltar.

¿Por qué cuento tanto? Bueno, pues digo mucho pero sin detalles, porque no vienen al caso. Y porque quiero contarlo. Es una de las mayores decisiones que he tomado e impacta directamente en el blog y en todo lo que vendrá.

Porque el soñador sueña dos veces, y si ya es mucho soñar con ser docente en poco tiempo, y si la docencia es una vocación que tomé, casi por casualidad, en algún momento indeterminado de mi vida, ¿por qué no soñar también con ser escritor, que es para lo que nací?

Por lo menos, para que el "hijo artista" no se muera de hambre... Que tenga un trabajo respetable :D

Por eso, hoy lunes a las 8.00 AM 7.50 AM no estoy marcando tarjeta. Salgo de ese reality show a lo Truman Show, donde tomo siempre uno de dos opciones de colectivo, bajo en una de dos paradas a la misma hora (con una tolerancia de 3 minutos de diferencia), paso por las mismas esquinas con los semáforos sincronizados y me encuentro siempre con las mismas personas sacando los mismos vehículos de los mismos garages.

Salgo de la obra de teatro y me paso a otra. Una que disfrutaré más y que ya no querré abandonar. Así de simple.

¿Qué más puedo decir?

Cue the sun!

Un jueves

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Despierto en otra época, como siempre, soñando un sueño que no es mío. Deben despertarme de nuevo, al segundo nivel de la realidad, o al primero, no sé cuál.

Salgo al trabajo y como muchas veces, tengo que correr el colectivo. Es otro mundo, otro plano dimensional. Otra vida, otra existencia. Como si no fuera yo, como si fuéramos otros.

Es un paréntesis como cualquier otro, aunque este tenga sus matices. El último mes, todos los días fueron reflejos apenas torcidos, uno del otro, repetición de la repetición, reflexión de espejos.

Nuevamente salgo del trabajo tan cansado que tengo que saturar mis sentidos para no dormirme en el colectivo. La falta de sueño y la música son estimulantes, puestas en esa proporción. Tal vez una cierta sensación de triunfo al ver que termina la semana.

Nuevamente llego a casa con muy poco tiempo. Apenas puedo tirarme en la cama unos minutos para descansar el cuerpo. Me falta muy poco para terminar "¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?". Así que me pongo a leer, frenéticamente. Es excelente, pero cuando quiero darme cuenta de la hora, ya estoy atrasado. Salgo disparado, tomo el colectivo, pero no, tomo una condena. Toda la semana fue un desvío, un retraso, un abismo de tiempo perdido en caminatas furiosas, colectivos moribundos y esperas. Ahora, desvíos por piquetes, demoras al detenerse en cada semáforo que existe en la ruta, demora al llegar al cruce del tren. Hasta los demás pasajeros protestan más que yo, ofustados por la cadena de demoras.

Nuevamente llego tarde a donde debo estar. Nuevamente maldigo por tener que gastar dinero en recorrer quince cuadras para cumplir con un compromiso serio con el Profesorado. El cansancio y la bronca, la saturación de los sentidos, y la saturación de sentidos, se convierten en algo más.  Como si tuviera que demostrarme algo, como si parte de mi destino dependiera de ello, como si de nuevo tuviera que hacerme fuerte, recorro la distancia en menos de quince minutos, a veces caminando, a veces corriendo, con el peso de las carpetas y la campera de invierno. Y llego, llego y festejo, como si fuera una maratón, como si fuera un mensajero griego proclamando mi propia victoria.

La facultad nuevamente es una gran confusión. La falta de sueño también te hace irritable, y no es momento para pelearse con nadie. Llegamos a un acuerdo, aunque no tenemos ni idea de qué acordamos, qué pretenden hacernos acordar; no tenemos ni idea de lo que estamos haciendo. Es como un club de confusas mentes agotadas, extenuadas, estrujadas. Todos parecemos estar más o menos en la misma.

Salgo, varias horas después, con una sensación de triunfo. He sobrevivido, y algo me dice que lo hice mejor que los demás.

Mi mente está de nuevo zumbando como una abeja. Llego a casa, como algo y me desplomo en la cama. Pero en otro plano, sigo pensando y pensando, volando y volando.

2º Feria de Librerías de Viejo

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También podríamos titular esta entrada "Cómo decidí no comprar este mes el Absolute de Kingdom Come", pero eso sería demasiado egocéntrico, me parece.

No tenía conciencia de la existencia de esta Feria, lo cual de por sí ya constituía un pecado horrendo para un amante de los libros y un amante de los libros antiguos. Mi hermano intentó hacérmela conocer por un aviso en Facebook, que ni siquiera ví debido a las preocupaciones que plagan estos días, pero por suerte lo vi y me avisó personalmente.

Así que dejé mis planes de ir al cine a ver Avengers nuevamente y dije: voy un rato. Horita que se hizo algo así como hora y media, horita que disfruté mucho y que hubiera extendido de haber tenido más tiempo y dinero.


Tuve la suerte mágica de encontrarme con dos personas que hacía tiempo MUY largo que no veía, porque siempre supe que iba a encontrarme con amigos y conocidos en un lugar como ese. Era algo cantado, después de todo muchas de las personas de mis círculos son muy amantes de los libros, de una u otra manera.

La feria tuvo lugar en el Club Español, lugar que me da orgullo como rosarino y con el que tengo una historia personal: allí se casaron mis padres y celebré mi graduación del secundario. Lugar que, creo, le daría orgullo también a cualquier español, pero ese ya es otro tema. No hay tiempo para historia arquitectónica ni urbanística.

Lo primero que me llamó la atención al entrar en el amplio salón fue la gran, gran cantidad de concurrentes. Era sábado, el último día, y eso lo explicaba en parte. Para que lo imaginen, el público era como abejas trabajando sobre la miel: lenta, escrupulosamente, desgajaban cada caja, cada estante, cada pila de libros, la procesaban y la volvían a ordenar, cada tanto preguntando algo al vendedor o consultándose entre sí esto y aquello.
 
Tuve una pequeña sensación de ahogo. Pronto comprendí que no podía ir puesto por puesto (había 9 librerías de la ciudad), porque apenas había huecos en cada uno de ellos. Si me quedaba en uno solo, perdería mucho tiempo esperando que los demás asistentes se fueran corriendo. Así que apelé a mi buena memoria visual y empecé a mirar acá y allá, donde había un hueco.

Sin ganas de desesperarme y comprar lo primero que apareciera, apunté mentalmente algunos libros acá y allá, mientras descartaba uno de los puestos, que vendía revistas deportivas antiguas casi en exclusividad. De pronto, la primera joya: un libro sobre el Graf Spee, uno de los pocos en castellano que no tengo, y que compré al instante. No era una una de esas cosas que iba a dejar escapar.

Seguí vagando de acá para allá, y entonces noté algo muy positivo: el promedio de edad de los numerosos asistentes era de unos treinta y pocos, habiendo muchos jóvenes en los primeros años de la universidad (buscando material sobre comunismo, varios de ellos, espero que pronto se desilucionen), Tomé algunas fotografías y volví a intentar en otros puestos.

Marqué un libro, marqué otro libro, pero no me decidía. Había cosas interesantes en materia  de filosofía, pero no nada imprescindible o muy relevante.

Entonces, en la bendita tienda El Pez Volador, encontré algo que estaba en mi lista: El Unicornio, libro del que ya hablé en su momento. Una edición aberrante, con tapas blandas amarillo limón y hojas pegadas. Pero qué diablos, era el libro que pensé que nunca encontraría nuevamente. Lo tomé y seguí mirando. Sabía que iba a encontrar algo más en ese lugar y no quiera comprar cada libro por separado.

Así que seguí mirando y cuál fue mi sorpresa cuando encontré el mismo libro, pero en la majestuosa edición de tapa dura que RBA hizo hace años, de la cual tengo El Nombre de la rosa y Sobre héroes y tumbas. Esa misma edición en la que mi amigo JMO me había prestado el libro. El precio era irrisorio así que dejé un libro por otro y de nuevo me llevé una enorme sorpresa al descubrir una caja llena de libros de ciencia ficción, de la colección de Hispamérica, sí, esos mágicos libros azules y plateados. Ya con el bolsillo herido, me llevé dos de ellos, aunque había un par más que me interesaban.

Al poco tiempo descarté la idea de comprar un libro de Wittgenstein, filósofo que conocí el año pasado en el profesorado, y abracé la idea de comprar un libro sobre Wittgenstein, como para empezar más de abajo. Su vida y obra me había apasionado tanto que era un resultado esperable.

Al rato me encontré ante tremenda disyuntiva. Sólo quedaba dinero para un libro más. Descarté un par de los que había marcado mentalmente. Quedaban dos: un ejemplar algo endeble de la edición de Minotauro de Fantasmas de lo nuevo, de Bradbury, y un ejemplar NUEVO de El Club Dumas, de Arturo Pérez Reverte. Tironeado, hice la dedución lógica: si bien el precio del segundo era irrisorio y su estado perfecto, podía conseguirlo más adelante, mientras que el primero era casi un incunable. Crecí con esas ediciones de Minotauro e Hispamérica, que compraba mi hermano, y tenerlas ahora es un logro personal, aunque haya ediciones más nuevas.

Compré el libro de Bradbury y me fui, porque me estaba quedando sin tiempo; tenía que ir a otra parte.

Pero no, me dije. No puedo abandonar. Todavía no terminó.

Así que busqué un cajero automático, encontré uno a dos cuadras, saqué el dinero que necesitaba, volví y compré El Club Dumas. Sólo entonces mi alma pudo descansar.

En fin, les dejo algunas fotos más del evento.















No creo poder decir nada más. Estoy super contento por una experiencia de cacería tan breve pero intensa, con resultados tan buenos y tan poca culpa por el dinero gastado :D ¿Y en qué lo gasté? Pues miren:


El botín

Como debería haber contado antes, y cuento ahora, hace bastante tiempo que no compro libros "al por mayor" en una tienda de este tipo. La última vez fue en Santa Fe, cuando con el amigo Juan Fioramonti  descubrí varios libros de historia militar muy interesantes. Pero fue un episodio raro en un desierto, y desde ese entonces la experiencia no se había repetido.

Era otro de los incentivos para ir, el poder salir de caza nuevamente, con algunas expectativas, que por suerte se cumplieron sobradamente. Gasté más dinero del que había pensado gastar, pero la suma es muy baja por lo que conseguí, material y simbólicamente.

Sin más preámbulos, les presente a los nuevos habitantes de mis bibliotecas.

Ciencia ficción, fantasía, filosofía e historia militar.
¿Quién dijo que no tengo gustos amplios?
  


Fantasmas de lo nuevo: me encanta Bradbury, y como comenté antes, estas ediciones son las que leía cuando era adolescente, así que tiene doble sentido para mí el conseguirlas. Tengo, también de Minotauro, El hombre ilustrado. Ahora sumo este a la colección. Está algo deteriorado, despegado parte del lomo, que está apenas partido en el medio. Justo donde comienza el cuento que da nombre al libro, y esa página está señalada con un trébol de cuatro hojas, seco y con un tallo larguísimo. ¿Me dará suerte? Creo que sí.



 
Tras la estela del Graf Spee: como comenté antes, este es tal vez el único libro en castellano que me falta sobre el acorazado de bolsillo que fuera a morir en aguas uruguayas. Una pequeña obsesión de juventud, y uno de los momentos de la Segunda Guerra Mundial que más me han atrapado. Está escrito por el hijo de uno de los marinos y tiene, entonces, ese algo especial que creo les falta a otros, que explican la historia más "desde afuera". Está en perfecto estado.
 El Unicornio: No creo poder decir nada más con respecto al libro en sí. El ejemplar está NUEVO, sin manchas, marcas ni nada de nada. El único detalle es la dedicatoria de alguien que lo regaló a otra persona; la fecha está reescrita encima por lo que no sé cuál es la correcta. Pero bueno, la pérdida de uno es la ganancia de otro. Amo esta edición, excepto por el tamaño muy pequeño de la letra, que creo tendré problemas de seguir dentro de unas décadas. Pero mientras tanto, a releerlo. A sólo 40 pesos.
 Leí este libro hace tiempo y me encantó, como todo lo de Pérez Reverte. Como muchos otros libros, en realidad era propiedad de mi hermano (el ejemplar era de esta misma edición) así que cuando él se mudó, dejé de verlo. Sé que puedo pedirlo prestado, pero me resulta importante tener este tipo de joyas, y más si puedo pagar tan poco por él. 40 pesos, sí. En serio. Y está NUEVO, ni siquiera tiene desgaste o dobleces en las puntas.
 Estación de tránsito: este libro de Clifford D. Simak es una de mis lecturas favoritas de cuando era adolescente. También se mudó con mi hermano, así que encontrarlo es otro doble hallazgo. Me alegré mucho al volver a verlo, es como un viejo amigo, y uno de los pocos libros que recuerdo haber releído al menos dos, tal vez tres veces.
El último castillo / Hombres y Dragones: Al ver que eran dos novelas cortas de Vance, lo aparté instantáneamente. Tiene dos introducciones de Asimov en donde el genio habla de alguien que no conoce, sin decir nada, pero con una elegancia total. A ver cuándo tengo tiempo de leerlo... el problema de comprar tantos libros buenos a la vez es que no sabes por dónde empezar.
Wittgenstein: Como comenté, compré este libro porque quería saber más sobre este filósofo. Pinta interesante, a pesar de tener una de las tapas más horrendas que he visto en mi vida.

Ser yo

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Tal vez son las semanas que se acumulan, como un lento fuego atenazador, sobre mi cuerpo. Tal vez ese abismo que me mira, al que sonrío cada mañana, cuando comprendo que falta menos y menos tiempo para entrar en él. Sonrisa de Cheshire, sonrisa de libro, de luz. Tal vez es la sucesiva superación de escollos, de obstáculos.

Ya no puedo negar las evidencias. Hoy, lo que pasó hoy, lo que viene pasando y hoy se adelantó a mi ser, lo que sigue pasando ahora mismo, mientras lucho con las teclas, todavía duras, de mi teclado nuevo (aunque no es nuevo, tiene dos años, pero nunca se había usado). Hoy es una cima, un pico desde donde puedo ver el mes pasado, ese calvario de valles en llamas, humo y pasos lentos.

Volví a leer. No textos en viñetas, sino un libro completo. En pocos días, algo que parecía imposible, algo olvidado y perdido. Mientras seguía con las clases, las planificaciones y el armado de mil cosas. Mientras seguía despertando temprano y caminando al trabajo, mientras seguía pensando en cada paso y seguía soñando despierto la vida que quiero tener, el ser que quiero ser. Y para colmo, lo leí en pocos días, mientras seguía transpirando y rompiendo récords personales, mientras alcanzaba eso que quiero, en la mente o en la realidad.

Un libro completo, y hoy he comprado muchos más. Universos que creía perdidos, aficiones que creía latentes, en letargo, hibernando mientras mi cuerpo viaja en colectivo espacial hacia una galaxia ahora mas cercana, donde soñar es una profesión y lo incierto de otros es lo cierto de uno mismo.

Tal vez es el sueño: un mes entero de mal sueño, poco sueño, sueño agitado y breve, sueño maldespierto, sueño nulo, sueño intranquilo que huye a las seis de la mañana y no vuelve hasta la medianoche.

Ayer leía un mensaje que fue borrado, en la pared de un segundo hogar: "serás lo que debas ser, o no serás nada". Puedes hacer lo que quieras, dicen mil voces. Todo lo que creas que puedes hacer.

Sobrecargo mis sentidos para no dormirme en ese viaje eterno del colectivo, siempre volviendo a mi casa con un día menos y un día más. Hoy, mientras Queen sonaba en mi cabeza y mis ojos leían a Bradbury, esa constelación de tibias constelaciones, de pronto comprendí que el círculo había llegado a su fin. Sonreía con una sonrisa de mil destinos. La nave comenzaba a desacelerar, saliendo del hiperespacio. Ya casi estoy en casa; solamente falta llegar a la X.

Definitivamente, es la falta de sueño la que me hace dar vueltas, perdiendo tiempo en tonterías hasta que llega de nuevo la medianoche. Un otro yo, allá en el pasado, diría que he perdido el momento mágico, que se ha ido la inspiración, o algo así. Pero este otro yo, el de hoy, sabe que no es así.

Mañana vuelvo a escribir. Y ahora sí que nunca voy a parar.