Sin novedades en el frente

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No puedo decir que me haya quedado sin palabras. Tal vez, en todo caso, me quedé sin cosas para decir.

Supongo que los asiduos al blog habrán notado los cambios. Cada vez menos reseñas de series y películas (debo un par), cada vez un poco más de comics, cada vez un poco menos de mi vida personal. Cambios para todos los (dis)gustos.

Veo en ciertas estadísticas que las visitas al blog han caído enormemente, en particular desde que dejé de realizar reseñas. Pero después veo que cuando hablo un poco de mi vida personal (sin decir nada demasiado privado, simplemente comentando cuestiones generales o experiencias ligadas a mis pasatiempos o dedicaciones) esas entradas son más populares que las de reseñas de películas y series.

De todas maneras no me interesa mucho el tema de las visitas, pero esto no hace más que marcar que la red es un lugar extraño y contradictorio.

Creo que es una de las pocas cosas que tengo para contar en estos días. Agosto se pasó en un suspiro, algo que no esperaba. Hubo un poco de todo, y a lo mejor fue eso lo que aceleró el proceso y me descolocó un poco, porque muchas veces no terminaba una cosa y debía empezar otra, o tenía que abandonar por un buen rato un proyecto importante.

Muchas cuestiones se precipitan para septiembre o primeros días de octubre. ¿Y después? El futuro es una bola de cristal, pero oscura. Como diría Yoda, muchas cosas en movimiento están :D

Me voy a dormir. A ver qué sucede mañana.

Crack Bang Boom 4, lo que faltaba

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Es lo único que me quedaba en la cámara y en los recuerdos: un par de videos como para disfrutar de algunos momentos que algunos se perdieron o que quieran recordar mejor. Espero que les interesen.


Presentación de Etchenike, de Santullo y Estherren, sobre novelas de Juan Sasturain, editada por Pictus


Como único comentario, tuve que recortar apenas algunos segundos del comentario final de Leandro Arteaga ya que el maldito límite de 15 minutos de Youtube me impedía poner todo el bloque. Además tuve que recortar algunos segundos de charla inicial, también por la misma razón.


Ceremonia de cierre de la convención




Y bueno, eso es todo, amigos :D

Crack Bang Boom 4, las conclusiones

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Como todos los años, una vez terminada la reseña día por día de Crack Bang Boom, toca listar una serie de reflexiones que a veces no encajan en los comentarios diarios.

Confirmado: los editores son personajes curiosos. Este año, más que otros, dieron la nota, personificados en Scott Allie. Como ya comenté, algunos conocidos y amigos que habían sido seleccionados en años anteriores no lo fueron en esta ocasión. La cuestión, más allá de la evidente calidad de sus trabajos, era que a veces los motivos del rechazo eran inverosímiles. Por lo que escuché, a un dibujante lo rechazaron por tener "varios estilos", cuando estos ya estaban definidos. Es decir, pareciera ser que se buscaba alguien que sólo supiera hacer una sola cosa.

Por otra parte, también tuve acceso a personas que llevaron carpetas y que fueron rechazadas, evidentemente, por que "vieron luz y entraron". Sin criticar su actitud, me pareció algo poco constructivo mandarse con ilustraciones sueltas para hablar con un editor de comics, sobre todo si esas ilustraciones no tienen absolutamente nada que ver con el estilo de sus publicaciones ni con sus personajes. Es una pérdida de tiempo para las dos personas.

Finalmente, y para matizar más las cosas. Los editores no lo son todo. Algunas de estas personas que fueron rechazadas terminaron conociendo a agentes y otras personas del mundillo, quienes les pidieron dibujos que fueron pequeñas semillas que ya están germinando en muestras para empresas de comics MUY grandes. La moraleja es que no hay que producir "sólo para el editor", para el que viene a mirar carpetas. Hay que tener de todo y a mano, porque en una convención uno no sabe con quién se va a encontrar y de pronto lo que uno no muestra puede ser el pasaporte para una charla o propuesta inesperada.

Tenía ganas de poner esta imagen. No sé por qué.
Fueron días muy pero muy cansadores. Como editor y co-responsable del stand de la revista, a veces no había mucho que hacer, porque tus compañeros ya lo estaban haciendo y el lugar no daba para dos. Sin embargo, uno no quiere dejarlos en banda si pasa algo inesperado, o si de pronto hay muchas personas para atender, o si aparece alguien para charlar/preguntar/proponer algo importante.

Creo que también fue cansador porque de pronto me sentía en otra posición, totalmente diferente. En el año (aproximado) que pasó entre esta CBB y la anterior, germinaron muchas cosas importantes en mi vida. Una de ellas era el hecho de sentirme ya realmente dueño de lo que hacía a nivel editorial: el poder publicar regularmente es algo genial y aunque no haya dinero de por medio, te llena el alma. Sobre todo porque se hace en un entorno de respeto, de calidad, de crecimiento mutuo, de amistad.

En esta CBB me sentía como otra persona. Uno de los mayores cambios de ánimo se dio con respecto a las fotos: mirando las reseñas anteriores veo que ahora tengo menos fotografías sacadas y no me dio ganas, sinceramente, de postear más fotos aquí. Habrán notado también que los textos son más cortos, y es que de pronto tenía menos cosas para decir: hay mucho que pasa por debajo de la superficie. Por otra parte, creo que soy muy afortunado porque CBB3 fue la cúspide para mí como asistente y mero espectador, sobre todo por la presencia de Robin Wood. Hubiera odiado tener que perderme todas esas experiencias por tener que estar en el stand de la revista.

En este sentido creo que CBB3 fue como un parteaguas, y como digo, me siento afortunado por cómo todo salió. A veces las piezas de la vida encajan mejor de como uno quiere hacerlas encajar.

No sé qué más decir. En estos días estoy cumpliendo años y si bien hay cosas que todavía faltan en mi vida, ahora puedo decir que esto no. Y que todo parece encarrilado, como para que las convenciones, la revista, los guiones, la publicación, y todo lo demás que tanto me gusta, se hagan parte de mi vida. Y cuando algo es parte de uno, a veces es difícil contarlo, ponerlo en palabras. A lo mejor eso es lo que está pasando.

Crack Bang Boom 4, día domingo

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El domingo fue un día complejo, por no decir complicado. A todo el mundo le había dicho que era casi seguro que tendría que faltar. Tenía un compromiso difícil de esquivar, que pensé me ocuparía toda la tarde. Lo lamenté mucho, sobre todo porque está bueno ver el cierre y saludar a los que compartieron tantos días con uno.

El domingo nos regaló un clima hermoso para salir a caminar
y entrar en una convención con toda la familia.
Y sin embargo, el milagro se dio. El domingo tuve que levantarme MUY temprano para comenzar un viaje de varios kilómetros. Había quedado medio muerto de un sábado agotador, pero por lo menos eso me permitía disfrutar de la mitad de la jornada del domingo. A eso de las 18 horas me descolgué de otro colectivo, de nuevo en Rosario, y me dirigí raudamente al CEC.

Decir que el domingo había mucha gente en la zona del Río Paraná sería mentir a la verdad. Había MUCHA, MUCHISIMA gente. Toneladas, miles. El tránsito era un caos en la bajada del Parque España, donde confluyen Avenida Belgrano, Catamarca y San Martín. Nadie podía avanzar y hubo un caso en donde un automovilista casi atropelló a un hombre que estaba cruzando por la senda peatonal mientras el semáforo habilitaba al peatón (la que casi se armó...).

¿Escucharon cuando fije que había MUCHA gente?
La cola de entrada, confundida con las hordas de
espectadores del desfile de cosplay.
Había que tener mucha paciencia para recorrer esos metros de marea humana, pero lo peor estaba por llegar. Al rodear el Centro de la Juventud pude ver que el escenario montado para el Concurso de Cosplay era un hervidero de gente. Sí, más o menos como cuando alguien pisa un hormiguero, pero con personas. Un error de la organización complicada más la cuestión: la plataforma sobre la que se asientan los galpones, que sirven de acceso, se llenó tanto de personas que era casi imposible pasar hacia el lado de las boleterías y la entrada. Había que abrirse pasos literalmente a codazos y pisotones, sin misericordia.

A esa hora sólo pensaba en mi hermano, que desistió de pasar a saludarme el día anterior a causa de la cantidad de personas que hacían cola para entrar. El domingo, al ver que la cola para entrar llegaba hasta la boletería, y que había otra cola más para comprar entrada, me lo tomé con calma: me senté, comí algo y esperé a que hubiera menos personas en ambas colas.

Cuando fue así, a los pocos minutos, vi que la organización se había adaptado muy bien al enorme tráfico: había personal extra para hacer frente a la demanda, y pude entrar en pocos minutos.

Adentro, como ya suponía, había otro universo de personas. No se equivocó alguien que hizo la comparación: había un galpón lleno de personas en el CEC, otro en el Centro de la Juventud, y otro más afuera, en el concurso, de suerte que el público de la convención, incluso sumando a los que no pagaban, era increíblemente grande. En los días posteriores se dio la cifra de 15.000 personas durante los cuatro días, es decir, se superaron ampliamente los 12.000 del año pasado. Ni qué decir que gran parte de la diferencia debe haberse dado el domingo.

En el stand no hubo demasiadas novedades. De hecho, no las hubo en ninguna parte. La tremenda cantidad de personas dentro del edificio dificultaba un poco la movilidad y la audición. Se vendió muy bien, sobre todo teniendo en cuenta que habíamos agotado el nº1 que es lo que más enganchaba.

Lo cierto es que la marea humana fue desapareciendo, y minutos antes del cierre oficial ya todos los expositores estaban levantando campamento. Fue así que pude presenciar toda la ceremonia de despedida.

En los momentos libres pude ir despidiéndome de la mayoría de las personas que había conocido o encontrado en la convención, por lo que al final, totalmente demolido, me fui con Maxi y Bruno por las calles rosarinas, en las que nos dispersamos para irse cada uno a sus respectivas casas.

Un final tranquilo para un evento tan repleto de experiencias que es imposible anotarlas, recordarlas y comentarlas a todas. Sin embargo, intentaré un resumen como el de todos los años, con cuestiones que aquí no he mencionado por falta de relevancia, tiempo o espacio.

Crack Bang Boom 4, día sábado

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El sábado era un día especial, el que más esperaba de los cuatro que comprendían la convención.

La primera razón de esto era el encuentro nacional de editores de comics, que se celebró en el SUM del CEC. Este espacio fue de vital importancia para conocernos entre los responsables de gran parte de la publicación comiquera de Argentina, incluyendo ediciones de pocas decenas o cientos de ejemplares hasta otras de varios miles, así como editoriales de larga trayectoria y otras, como Términus y Dead Pop, que tenían un año o poco menos de existencia. Otra cuestión no menor era el rango geográfico, con muchas editoriales de Buenos Aires y otras del Litoral, de Córdoba, de San Luis, etc. Esto presentó un pequeño inconveniente, como luego veremos, ya que repartía de manera poco pareja las problemáticas y situaciones a discutir.

En este sentido, las tres horas de tiempo parecían muchas pero resultaron algo escasas. Siempre se pierde algo al acomodarse en un lugar no preparado, esperar a algún rezagado, y en este caso había muchos asistentes que venían demorados por un largo viaje ya que asistían exclusivamente para el encuentro y no se encontraban de antes en la convención.

Pero como ya se dijo, el principal desafío fue organizar la cantidad de demandas y problemáticas que cada uno tenían. El tema central fue la distribución. Luego de contar muchas experiencias, debatir y comentar todo tipo de cuestiones, se llegó a la conclusión de que no se podía plantear una respuesta definitiva, válida para todos; no al menos por el momento.

Otro tema que se tuvo en cuenta fue todo lo referente al fomento y a las ayudas gubernamentales a la industria, que muchas veces son desconocidas o complicadas de obtener. Por esto se brindó una serie de sugerencias e informaciones que a veces no le servían a todos los asistentes pero que marcó el nivel de cuestiones que se tienen que tener en cuenta a la hora de tomarse en serio la cuestión de ser editor.

En realidad se habló de mucho; más de lo que recuerdo y más de lo que vale la pena decir aquí. Lo cierto es que, en general, se decidió que muchos problemas no podían ser resueltos en el corto y mediano plazo, y por lo tanto se planteó el armado de algún tipo de articulación y forma de comunicación entre los diferentes editores, para plantear soluciones desde la diversidad y la unión (siempre que el tamaño de los actores fuera coherente). El principal problema del sector es el desconocimiento, tanto de subsidios y formas de fomento, como el de lo que hacen los demás, de manera que lo que hace falta es combatirlo con más comunicación e intercambio, tanto virtual como físico, en forma de encuentros y ferias. Por eso, ya solamente sentarse ahí a conocer algunos nombres y caras ya valía la pena.

La puerta de entrada del CEC a media tarde, cuando ya se
hacía difícil transitar por la zona y se había habilitado
una puerta de salida para descongestionar el tránsito.
Ya para el final del encuentro estábamos bastante cansados. Para colmo el fin de semana la convención abría a las 13 horas, así que decidimos irnos rápidamente con un grupo de amigos a "tomar un café", que se transformó en una serie de pizzas y cervezas, porque ya era mediodía :D. Mientras algunos se sacrificaban para abrir el stand.

El sábado representó un gran salto de público. Si bien era lo esperado, nos sorprendió un poco el número de asistentes. Por acompañar a un amigo a recorrer el Centro de la Juventud, pude ver que esto era similar en ambas partes del evento, lo cual me alegró. También se notaba en varios expositores los buenos niveles de ventas, incluso por encima de sus expectativas más positivas.

Hay que decir que algo que ayudó a esto fue que muchos expositores se molestaron en cambiar constantemente lo que mostraban. La Escuela de Dibujo de Carlos Barocelli, por ejemplo, había puesto el jueves a dibujar a Mauro Mussi (colaborador de Términus y amigo personal) con su tableta digital, mientras que otro día planteó la participación de Elías Navarro, talentoso realizador 3D de Rosario. Cientos de personas se acercaron a este espacio para ver en acción a estos monstruos y hacer consultas. Mientras tanto, Ediciones Pictus iba rotando a su equipo de creadores para que firmaran autógrafos, mientras que en el stand de Sandro Alzugaray se trabajaba escultura en vivo y siempre había algo nuevo para ver.

Ayudaba, obviamente, que era otro día de clima bueno y el hecho de ser fin de semana, además que en ese momento comenzaron a sumarse las personas que hacían cosplay de todo tipo. Esta actividad tan vistosa atrae mucho público de todas las edades, y florecía particularmente en el Centro de la Juventud, de manos de los aficionados de Star Wars, que se superan cada año recuperando personajes cada vez más "desconocidos" (en este caso, un guardia gamorreano y Salacius B. Crumb, la mascota de Jabba en The Return of the Jedi).

Así, entre stormtroopers y jedis de todo tipo uno podía pasar una tarde hermosa, aunque no fuera aficionado de los comics, viendo todo tipo de cosas "locas" y comprando los carísimos juguetes de las películas de animación más novedosas.

Pero yo no había ido ahí para comprar figuras de acción (bueno, compré una, ¿sí? y no me arrepiento). Otra de las razones para tener tanta expectativa era star en la presentación de Etchenicke, novela gráfica basada en dos novelas de Juan Sasturain, guionada por Rodolfo Santullo y dibujada por Lisandro Estherren (sí, ese mismo).

Lisandro Estherren firmando otro autógrafo.
Para ese momento ya estaba más acostumbrado.
Decía en otro momento que, aunque no había sido parte del proceso de creación de esta obra, me sentía un poco parte, por algunos momentos en los que Lisandro me había comentado alguna pequeña anécdota. Siendo una obra tan elogiada, y luego de tanto tiempo de trabajo, me sentía muy contento de poder compartir un poco de tanta alegría y tantas "primeras veces" que acompañan a algo como eso. Sobre todo, teniendo en cuenta que este año también estuvo plagado de primeras veces para mí, en lo editorial y en lo creativo.

Obviamente esta media hora de presentación más algunas salidas que hice acompañado o en solitario, a seguir en contacto con amigos, viejos conocidos y editores recientemente conocidos, me restó todo el tiempo en que otros miembros de Términus podían cubrirme en el stand, por lo que el resto del sábado lo dediqué a atender el mismo o quedarme cerca por si se necesitaba algo.

El sábado fue, creo, el día de mayores ventas, y nos sorprendió un poco la recepción de la revista. A veces reponíamos número para que a los pocos minutos ya viniera alguien a comprar más. Sin embargo, estas ventas tenían una pequeña "desventaja": estábamos por agotar el nº 1 de la revista. Íbamos haciendo una cuenta regresiva teniendo en cuenta la cantidad de ejemplares que nos quedaban, hasta que finalmente sólo quedó un puñado, y luego sólo el de muestra. Como dato curioso, mencionar que el último se lo llevó Damián Connelly, editor de Dead Pop, cuando pasó a charlar por nuestro stand y hacerse con algunos números de la revista.

Con eso ya cumplido, continuamos reponiendo revistas un tiempo más. Ya entraba la noche en la ribera, y las siguientes horas fueron más o menos iguales que las anteriores, con un ritmo de venta y de público que se iba desacelerando. Hasta que nuevamente llegó el momento de cerrar, ahora esperando el mayor desafío: el del domingo.

Por todo lo que comenté, tengo que decir que el sábado fue el día más fructífero de la convención, momento en el que aprendí muchas cosas, conocí o reencontré a muchas personas y pude ver de primera mano muchas cuestiones relacionadas a la repercusión que está tomando Términus. Todo lo cual me llenó tanto de alegría como de orgullo.

Crack Bang Boom 4, día viernes

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El jueves fue un día complicado y largo, ya que tuve que abandonar la convención por unas horas debido a un tema personal. El ir y volver implicó perderme la inauguración y también estar muy cansado, por lo que esa noche no salí a comer con nadie ni nada parecido, a pesar de que un grupo reducido se fue a dar unas vueltas.

El viernes arranqué temprano, pero no tanto, organizándome mejor ya que era uno de los dos días de la convención en los que me dedicaría a full al stand y la revista.

Hacia el final de la tarde, nada
sorpresivamente, la cantidad de
público aumentó bastante.
El clima era mucho mejor: ya no había viento ni nubes de tormenta ni tanto frío. Los expositores estaban más preparados y todo estaba listo cuando se abrieron las puertas.

Ese día, sin embargo, no hubo tanto público. Las ventas, al menos en el stand de Términus, fueron un poco mayores, pero no demasiado, y calculo que fue así en otros stands. Creo que fue porque el día anterior había habido demasiado público para lo que se acostumbra: muchos asistentes de otros lugares del país fueron como locos el primer día a comprar y ver todo, y tal vez no fueron al segundo, o se quedaron menos tiempo. Mientras tanto, los rosarinos que habían ido el jueves tal vez decidieron aprovechar el buen clima para salir un rato a hacer otras cosas, y el que había pedido el día en el trabajo (conozco a varios, pillines) ya no podía repetir la hazaña.

Sea por lo que fuere, se rompió un poco la ecuación, que dice que los jueves van pocas personas, el viernes un poco más, etc. A lo mejor es simplemente percepción, pero creo que más de uno estará de acuerdo conmigo en eso.

Con las prisas de la organización del jueves,
se habían olvidado de poner esta escultura.
Aprovechando que estábamos todos más preparados, con el stand más acomodado y nosotros con más tiempo, y encima con menos público, tuve tiempo de sobra para vagar un poco, saludar más y sacar algunas fotos extras.

Fue un día para charlas con varios dibujantes, ya más relajados, pero también algunos más nerviosos. Algunos vieron como sus trabajos fueron rechazados por el editor invitado, Scott Allie, incluso aunque tenían buena crítica de parte de colegas con más experiencia en el ramo. Viendo esto, algunos se contagiaron del nerviosismo. Volveré sobre este tema en las conclusiones/resumen de la convención, como siempre.

También fue oportunidad de charlar con más tiempo con algunos colaboradores del tercer número de Términus, entre ellos Enrique Santana y Hernán Ferrúa. Algo que yo esperaba, porque creía que lo más fuerte de esta convención sería justamente eso: conocer y aprender de colegas que, teniendo más o menos experiencia, siempre iban a poder contarme algo interesante e importante para aprender.

Fue bueno también encontrarse con más seguidores y compradores de Términus, y en general, intercambiar opiniones con otros expositores, principalmente los vecinos de Puro Comic Rosario (que estaban al lado) e Historietas Argentinas (stand administrado por el amigo Ariel Avilez, con quien nos sacamos una foto, como en todas las convenciones). También vino uno de los primeros autógrafos (ya hubo otros), cuando el mentado woodiólogo y suministrador de dosis comiqueras nos compró los tres números de la revista y pidió que le firmara uno, lo cual hice algo torpemente, por falta de experiencia. Pero ya van saliendo.

En suma, de nuevo poco para contar, más que una serie de pequeñas anécdotas que me parece mejor relatar en las correspondientes imágenes.


Dos grandes: Eduardo Risso y David Lloyd, que
estaba firmando en el Centro de la Juventud.
El mismo estaba llenísimo, la cola para estas firmas
eran tremendas, mientras en el CEC había relativamente
poca gente.

Otra de firmas y dibujos: Damián Couceiro, artista de Boom! Studios (donde
ha dibujado la serie de Planet of the Apes y ahora Sons of anarchy)
y también colaborador habitual de Términus, firma flanqueado por Paul Pope
(izquierda) y Jok (derecha). Un gusto conocerlo y trabajar con él.

La cola para que Rodolfo Santullo y Leandro Fernández firmaran su nueva
obra, Far South, editada por Puro Comic Ediciones, al lado de nuestro
stand. ¿Y el sujeto de sombrero? Esa es otra historia :D

Nuestro stand, compartido con Iván Shatski (gracias por
las cajitas, sirvieron de mucho). ¡Todavía teníamos
ejemplares de Términus nº1!

Visto desde arriba, la parte gratuita de la convención, en donde estaban los
fanzines y otros tipos de publicaciones y emprendimientos independientes.
Esto era en el Centro de la Juventud, el galpón vecino al Centro de
Expresiones Contemporáneas
, donde estaba el centro de la convención.

Otra vista del sector de fanzines, que ese día visité un par de veces para
charlar con algunos amigos y pispear lo publicado.

El cierre del día estuvo en la charla con el homenajeado Ray Collins,
talentoso y prolífico guionista y escritor argentino. No me pude quedar
mucho, pero noté una gran afluencia de público y mucho interés en el mismo.

Así se cerró el día, con buenas ventas y algunos apuros (hubo que ir a buscar más revistas para vender, ¡porque ya no teníamos suficientes en el stand!). Con un saldo muy positivo y mucho, mucho cansancio, pero también mucha alegría, nos sumamos al clamor popular por unas pizzas y seguimos a "la manada" (es decir, a los organizadores e invitados nacionales e internacionales de la convención) a El Cairo, bar icónico de Rosario gracias al Negro Fontanarrosa, y junto con Santana, Ferrúa y el mendocino Tarquini (a la sazón, el primer comprador de Términus que tuvo la convención, también dibujante) nos mandamos unas cuantas de muzzarella. Un cierre de lujo para otro día tremendamente positivo...

Y todavía faltaba mucho, mucho más. Pero eso es para la siguiente entrada.

Crack Bang Boom 4, día jueves

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Primera vez que veo un remolcador en el Río Paraná.
Como se puede ver, el clima no era muy agradable.
A ver, a ver, comencemos por el principio.

El día arrancó feo, con mucho frío, muchas nubes grises, viento y la perspectiva de lluvia. Parecía que la tradición se iba a romper: siempre que hubo CBB no llovió. Por suerte, no cayó ni una gota. Sin embargo, temimos por la convocatoria de la convención en un día tan malo para salir al aire libre.

Temprano fui para ayudar en el armado del stand, que compartíamos con Iván Shatski, un talentoso ilustrador y pintor rosarino que se está haciendo famoso por sus pinturas de jugadores y directores técnicos de Newell's (entre ellas, la más famosa, la del "Super" Tata Martino). Qué le vamos a hacer, amistades son amistades :)

El tema en ese momento fue acomodarnos, porque tanto Iván como Maxi y yo somos altos y ocupamos algo de espacio, a lo que había que sumar dos mesas, una computadora, un atril, sillas, las cajas con revistas, etc. Pero como dice el dicho, "todo cabe en una taza si se sabe acomodar". El problema en todo caso era que existían varias soluciones al misterio, y había que buscar la mejor.

Estar en la misma situación que una
distribuidora de este calibre tiene
sus cosas. Pero por lo menos uno
puede ver la trastienda del asunto.
Teníamos mucha, pero mucha expectativa, a nivel grupal e individual. En mi caso, estaba muy conforme con el nivel de calidad y repercusión de la revista, pero también muy ansioso por ver cómo se reflejaría esto en la convención. Sabía que venderíamos muy bien, pero quería ver cuánto; además, quería contactarme un poco con los lectores para que nos hicieran llegar sus opiniones.

En lo personal, también, estaba tremendamente alegre porque Lisandro Estherren, amigo dibujante de aquellos (porque es buen amigo, además de buen dibujante) estaría presentando el sábado su libro Etchenike, guionado nada más y nada menos que por Rodolfo Santullo. Una obra tremenda, que le implica el acceso a las grandes ligas y del cual me siento un poco partícipe aunque no hice nada :D


En fin, la cuestión es que la apertura se demoró media hora, y nosotros, como algunos otros expositores, estuvimos renegando hasta minutos antes de la apertura de puertas, disconformes por algún detalle del stand o por algo que no habíamos previsto.

Mientras tanto, los primeros asistentes a la convención esperaban detrás del vidrio como zombies frente a un supermercado lleno de porristas tan rubias como tontas. Afortunadamente no querían nuestros cerebros, sino nuestros comics...

El stand, mientras dialogábamos con
otros de los responsables de la revista.
Al poco tiempo de la apertura, ya teníamos nuestros primeros compradores. Nos dio mucho gusto ver la recepción que había tenido la revista, y saber que personas de Mendoza, Santa Fe, Buenos Aires y cuantos lugares más habían venido hasta ahí con la compra de la revista como uno de sus objetivos.

A media tarde nos dimos cuenta de que había mucho más público del que esperábamos. Siendo jueves el día más flojo de la convención, y encima con el frío que hacía, era notoria la cantidad de personas que habían entrado y ahora estaban comprando y dando vueltas. Algo nos dijo que esta convención no sería como las anteriores...

Fue una pena perderme la inauguración y algunas charlas que me resultaban más o menos interesantes, pero ya venía con la mente preparada. El compromiso era otro; ya no era un "simple" asistente a la convención sino que estaba del otro lado del mostrador, y ahora todo se centraba en nuestro trabajo en la revista.

La foto obligada, con Lisandro, Maxi y la
Términus #3 que Lisandro ayudó a parir,
dibujando una historia con guión mío.
Ese día charlamos al respecto con los creadores de Términus, así como con Iván. Era la primera vez que teníamos un stand de esas características, que conlleva todo tipo de responsabilidades y cuestiones a veces imprevistas. Sabíamos que cometeríamos errores pero confiábamos en poder solucionarlos y salir adelante. Algo que, afortunadamente, fue así.

Mientras rotábamos en la atención del stand me tomé unos minutos para espiar alguna charla, ver otros stands, charlar con amigos y conocidos e intercambiar algunas primeras impresiones. Por supuesto también saqué fotos; sin embargo, este año no tengo tanto interés en mostrarlas a todas, tal vez para no sobrecargar al lector.

Poco más puedo contar de ese primer día, muy agitado y cansador. No hubo muchas novedades ni nada particularmente interesante para narrar: simplemente mucho, mucho trabajo y unas buenas ventas. Las anécdotas son menores y algunas hasta muy personales.

Lo bueno ya aparecía por el horizonte; faltaba poco para experimentarlo. Los dejo con algunas imágenes más de ese día.


La charla inaugural, con el editor Scott Allie, de Dark Horse
Comics. Sinceramente me atrajo poco, a lo mejor porque
ya me cansé de escuchar editores.

La foto del día: el equipo de Términus, junto a Lisandro
Estherren e Iván Shatski.

Un de las fabulosas esculturas que siempre
nos alegran el día en Crack Bang Boom.

Crack Bang Boom 4: lo que fue y será

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Hace unas horas terminaba una de las experiencias más alucinantes de mi vida. Hace unas horas terminaba Crack Bang Boom 4.

No se puede poner en palabras todo lo que pasó, lo que experimenté, lo que vi, lo que escuché, aprendí y disfruté. Ahora mismo estoy agotado, demolido, acelerado, alucinado, shockeado, confundido, emocionado... Es una mezcla insuperable de cansancio, adrenalina, sentimiento de logro y triunfo...

Apenas me recupere física y mentalmente (estuve los cuatro días viviendo en la convención, de 14 a 21 dos días, de 13 a 21 el fin de semana, salvo el domingo, casi siempre en el stand de Revista Términus) iré contando, como hago siempre, mis experiencias. Por ahora basta decir lo ya mencionado.

Ha sido algo grande, muy pero muy muy grande; algo que me marcará de por vida y con suerte irá abriendo nuevos caminos. No puedo pedir más, no me puedo quejar.

Y ahora, a descansar.