El que no corre, no despega

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Estaba tranquilo. Antes de este fin de semana "largo" tenía en mente escribir MUCHO. Y no pude.

El viernes fue un día fluctuante. Creo que fue el día en el que escribí más. Hace frío y no hay ganas para nada. De nuevo me cuesta levantarme de la cama. Sueño mediocre. Plober, perdón por no ir, la verdad es que lamento habérmelo perdido.

El sábado dije: "bueno, ahora sí". De nuevo escribí bastante, aunque el aburrimiento empezó a pegarme feo. Volví a la lectura de comics, y a la exploración de Internet en busca de cualquier cosa interesante. Iba a ver una película a la noche, pero mi primo cumplía años, así que fuimos a comer a la casa de mi tío. Muy ricas empanadas y asado en familia (política), un buen momento en todo sentido (y no, no hablamos de política, a lo mejor fue por eso). Incluso volvimos temprano, pero me quedé hasta las 2 de la madrugada bajando la comida y navegando.

Así que el domingo me dije de nuevo: "ahí voy". Claro, eran las 10,30 de la mañana, mientras desayunaba. Hacía un frío tremendo, y amenazaba con lluvia (finalmente cayó, gracias porque la sequía...). Todavía es domingo de elecciones, y mi hermano y mi papá se fueron a votar a la escuela del barrio. Terminé desayunar y voté: mucha gente, todos apiñados a pesar de la gripe A y de los poco más de 20 muertos en el país. De algo hay que morir, a alguien hay que votar (mueran los salvajes justicialistas prevendarios). Después de cumplir mi derecho y obligación cívica, pasé por el kiosco y me compré el nº 16 de la Colección de Batman que saca Clarín.

Y después, poco y nada. Almorzamos tarde porque mi papá se demoró en la mesa de votación, debido a la cantidad de gente que había (o a que todos fueron temprano, cosa rara). Tenía la cabeza en otra parte, apenas picoteaba frases sueltas. Al final lo dejé. Tengo en la cabeza todo lo necesario, y sé que mañana, concentrado y menos disperso, podré hacer mucho. Para fin de semana, si todo sale bien, tendré escrito todo lo que necesito agregar: luego vendrá la verdadera reescritura.

Sin mucho más que hacer, seguí leyendo comics y perdiendo el tiempo en alguna que otra cosa. Comprendí que no iba a hacer nada realmente importante el día de hoy, así que lo dejé correr. Cuando los medios violaron la ley electoral empezando a tirar "tendencias" en lugar de las bocas de urna, me dediqué, con el resto de mi familia, al seguimiento de una de las votaciones más importantes pero apáticas y lastimosas de la historia reciente del país (deporte nacional después del fútbol, el debate en el bar y el... no, el pato es un animal, no un deporte). En eso estoy ahora, viendo cómo el oficialismo es aplastado en todo el país y cómo en mi provincia se lucha voto a voto entre los socialistas y el "oficialismo que supuestamente no es oficialismo" (aunque sabemos ya que todos son iguales).

Pero en el tiempo que queda entre una cosa y la otra, me cayó el pesimismo. Sí, primero fue porque la tendencia contra el socialismo era fuerte, y de pronto mi optimismo político decayó. Pero mientras la cosa mejoraba, lo mío seguía ahí. Miro listados de concursos literarios, pero no puedo escribir más. Veo premios en euros y me quiero morir. Muchas, demasiadas oportunidades que no puedo aprovechar, haga lo que haga.

Quiero, necesito, DEBO hacer ALGO. No son los treintas que se acercan, es la ansiedad y el hecho de que ciertas cosas son lentas. El problema es que ya me acostumbré a la "lentitud" de los dibujantes, pero no puedo comprender la lentitud que existe a la hora de congregarlos. Por suerte cada tanto hay buenas noticias, y recupero contactos valiosos. Pero, a pesar de toda la gente que conozco personalmente o a través de Internet, tengo más ideas de las que puedo materializar. Y eso no me gusta.

Hay editoriales. Hay ideas. Hay contactos. Pero hay pocas manos que me ayuden. A veces me quiero matar. No digo que sea genial. Digo que no puedo parar. Digo que sé que soy publicable.


No sé qué más hacer, pero no puedo evitar pensar que me falta hacer algo. El desconocimiento me mata, la falta de seguridad. Cuando uno despega, mantenerse volando, aunque sea bajito, parece ser relativamente fácil.

Ya no me quedan uñas. Me las corté para no tener nada que morder. Encima los foros de siempre están tranquilos, calmados. Por lo menos esta noche tengo una razón para quedarme frente a la tele hasta cualquier hora. Ya casi es medianoche, y los números se achican. Al final la elección era una aberración política, pero la realidad sale a flote. A ver cómo sigue.

¡No me dejan vivir!

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Y sí, es así. Estoy durmiendo mejor, me levanto más temprano. Mi productividad ha mejorado, tal vez, un 100%. Todos los días escribo varias páginas de la novela que estoy reescribiendo, o de alguna otra cosa que necesito. Y leo, en el colectivo y cada tanto en casa (gracias Ibex por el empujón, me hacía falta más rol).

Pero la televisión... un programa bueno atrás de otro...

Bueno, en realidad no tantos. Pero si sumo, son horas. StarGate Atlantis sigue estando a las 16, justo cuando me levanto de la siesta y tomo la merienda (a veces la primera, soy un hobbit de 1,90 metros). Pensé que me faltaban ver pocos capítulos, pero no es así, y sigo descubriendo argumentos interesantes en muchos de ellos, así que me engancho y en lugar de media hora, pierdo una entera.

Y también están Los Exitosos Pells. Sí, disfruto mucho viéndolos, pero me quitan una hora de escritura (y tal vez un poco más). A la noche solía escribir hasta pasada la medianoche. Por eso me levantaba más tarde, entre las 8,30 y las 9. Ahora no puedo, porque encima, Telefé, como todos los canales argentinos de aire, escupe sobre los televidentes. Ponen horarios que no cumplen, y los Pells, que deberían empezar a las 22.30, a veces empiezan a las 23, 23.15, 23.22... Es una ruleta, digamos. Todo depende del programa de concursos de mierda que hay antes, en donde ponen a un tipo a adivinar la identidad del invitado y eso puede tardar una hora o diez minutos, dependiendo de lo despierto que sea el individuo (y sí, la mayoría de las veces, los Pells empiezan a eso de las 23...).

Para cerrar el espectáculo, como la serie tenía una cantidad fija de episodios y hace tiempo terminaron de grabarlos, el canal inventó otra manera de "estirar el éxito". En lugar de darla cinco o cuatro veces por semana, la da tres, de martes a jueves. O sea que desde hace rato que se ve cómo se teje el final, pero nunca se llega a nada, y es algo decepcionante que el jueves te den los avances del martes... lo que antes hubiera terminado en una semana, ahora requiere dos.

No me dejan vivir. Supongo que Atlantis la seguiré viendo, porque son cinco temporadas y recién están repitiendo la segunda, si no me equivoco. Los Pells terminarán en julio, y podré quedarme de nuevo hasta cualquier hora tipeando. Eso espero.

Rol no, TEG sí

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Se suponía que este sábado íbamos a comer una milanesa gigante, a fumar un habano cubano y a jugar rol. La milanesa gigante estuvo (una para cada uno, yo compartí una de cuatro quesos que debía ser de 21 pulgadas). El habano lo guardé porque faltó unoa la reunión... y rol no se pudo, porque justamente el que faltó era el DJ.

Así que nos juntamos en la casa de un amigo y terminamos jugando TEG (la versión argentina del RISK). La primera partida fue antes de ir a comer, y duró algo así como hora y media, mientras repasábamos el reglamento y separábamos las tarjetas (era un juego NUEVO, a estrenar). Una vez que recordamos cómo empezar, el resto de las reglas regresaron a nuestra memoria.

El TEG siempre fue un juego algo conflictivo para mí. En muchas reuniones, las partidas duraban horas y horas (al final eran aburridas para mí). No eran pocas las veces en las que mis amigos terminaban peleados por haber roto un tratado, o por haber conquistado un país o simplemente porque parecía que lo perjudicaban a propósito. Yo no recuerdo haber ganado nunca, por mala suerte en los dados o pobre estrategia, aunque, como descubrimos esa noche, la estrategia en este juego sí existe y sí es importante (aunque yo opino que la suerte lo es mucho más).

El único cambio que hicimos a las reglas fue que quitamos las tarjetas de objetivo que pedían la eliminación de los ejércitos de determinado color. Fue propuesto por uno de los jugadores, y yo lo secundé, porque es uno de esos objetivos que no hacen, en mi opinión, más que alargar y empantanar el juego. Yo mismo soy la prueba de eso: en una partida legendaria, Gobi resistió por unos diez turnos ante el ataque combinado de un enemigo que no pudo cumplir su objetivo a causa mía.

En fin, que de entrada tuve mala suerte. En el reparto recibí África y países distribuidos por todas partes. Pero mi objetivo era conquistar Oceanía, América del Norte y dos países de Europa. El primer continente no fue difícil de conquistar, en parte porque nadie lo quería. Se hizo evidente rápidamente que había zonas con mucha paz. Mientras dejaba que me conquistaran países en América del Sur y Asia, se armó una enorme guerra en América del Norte. Ida y vuelta, los países empezaron a acumular tres, cuatro, cinco, seis fichas cada uno.

En ese momento, el dueño de casa, con quien me disputaba el continente norteamericano, tuvo una súbita pérdida de suerte. Yo no paraba de sacar 6 y 5, de hecho muchas veces sacaba tres seises, haciendo sus ataques inútiles. Pensé que iba a ganar, con un poco más de esfuerzo...

Ahí cometí el error: no seguir atacando. Tenía a México con tres ejércitos, y toda América del Sur era del tercer jugador. Yo ya veía que sus objetivos implicaban conquistar este continente (que ya era de él), y además no quería que ganara ejércitos por poseer un continente entero. Pude haber atacado a Colombia (que tenía un solo ejército), pero me quedé, y al siguiente turno, él ganó. Posiblemente no hubiera podido hacer nada más que demorarlo, dependiendo de mi suerte, pero ahí empecé a entender un poco más del tema. Estaba cerca de ganar, pero no lo suficiente.

Cuando regresamos de El Club de la Milanesa, como no podíamos comer más de tan llenos que estábamos (y teníamos café y té a disposición, que no queríamos rechazar), empezamos otra partida. Esta fue una lección más sobre el tema de la suerte. Mi objetivo esta vez era conquistar África, Oceanía y 5 países de América del Norte. Pues bien, África ya era mía salvo por dos países, tenía un país de Oceanía y posición en Asia para atacar otros, y también tenía un par de países de América del Norte. La cosa ya estaba servida en el reparto de países.

En el primer turno conquisté África y empecé ataques en otras partes. Cuando recibí los ejércitos por ese continente, en el turno siguiente, lo dejé solo, y pude fortalecer los demás lugares. Por otro lado resistía en América del Norte y contaatacaba. Lo bueno era que no tenía que conquistar TODO el continente, no insistí en romper el cerco que limitaba México y California. Triangulé el ataque, aproveché que tenía Islandia y conquisté Groenlandia, que estaba casi sin defensas. Después pude quedarme con Alaska y Yukón.

Lo último fue Oceanía. Solamente me faltaba conquistar Sumatra, pero no podía hacerlo porque en el turno anterior había conquistado varios países y no había podido reagrupar fichas. Pero cuando me tocó poner más ejércitos (10, porque tenía 21 países), simplemente fortalecí los países débiles de América del Norte, por las dudas, metí 5 fichas más en Australia y listo: gané en el primer ataque.

Por primera vez en mi vida gané en el TEG. La partida duró más o menos media hora.

Mientras tomábamos el café y nos íbamos, sacamos algunas conclusiones. Jugar de a tres es más rápido, principalmente porque cuando uno tiene mala o buena suerte, la partida se desbalancea en una sola ronda. Pero también es importantísimo que te coincidan los objetivos con los países que te tocaron en la repartija del comienzo. Ni hablar de la suerte que tenés que tener en los dados, porque todos tuvimos rachas buenas y malas, pero hay que hacer que coincidan con un buen ritmo de juego.

Finalmente está el saber descifrar las intenciones de los otros. De a tres es más rápido, de a cuatro o cinco se complica y toma, creo yo, dos o tres turnos averiguarlo. Si yo cometí el error de no detener a uno de los jugadores, ellos cometieron el mismo en la siguiente partida, porque me dejaron hacer demasiadas cosas, principalmente en África.

En realidad, descuidamos la importante tarea de molestar a los demás, y nos dedicamos de cabeza a nuestros objetivos. En la primera partida, fue muy malo: mientras yo y el anfitrión nos peleábamos por América del Norte, el tercer jugador nos ganó.

En una de las partidas hubo una discusión sobre reglas, algo que no pensé que habría debido a la claridad de las mismas. Una regla bien precisa dice que, cuando empieza tu turno, si ocupas totalmente un continente, recibes una cierta cantidad de ejércitos para poner allí. Pues bien, yo había conquistado Oceanía en la primera partida, y gané 2 ejércitos. Pero al siguiente turno, nadie ni siquiera había intentado quitarme un país, así que quise poner otros 2 ejércitos, cosa que me protestaron. En el reglamento no dice que estos ejércitos se deben poner una sola vez, y de hecho yo interpreto que el espíritu de la letra es este: "si nadie se aviva, o si eres más inteligente o suertudo como para ganar los ataques y mantienes la posesión de un continente entero durante los turnos de tus oponentes, mereces un premio". En fin, me dejaron ponerlo la segunda vez, pero en la tercera no insistí para no pelearme con mis amigos, y porque de todas maneras nadie estaba atacando Oceanía y esas fichas se acumulaban sin poder reagruparlas.

Así que esa fue la noche. A ver cuando terminamos nuestra partida de Aquelarre.

Saturday night roll fever

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Viernes y sábado fueron días MUY ocupados. Pero también, con buenas noticias y lindas sorpresas.

El viernes fue todo visitas a amigos, con mejores o peores situaciones. Lo lindo fue poder lograr la maratón, porque todos estaban más o menos por el mismo lugar de la ciudad. Sigo amando que, en Rosario, todo está, como mucho, a una hora de distancia en colectivo, y muchos de mis amigos viven cerca o muy cerca de donde pasa alguno de los que tomo en mi casa.

Claro que también está la caminata por el centro, lleno de edificios antiguos, calles en declive y/o con adoquines. De noche, ahora que hace frío (por eso extrañaba tanto el invierno), es una experiencia hermosa.

El sábado íbamos a jugar rol toda la tarde, o casi, en la casa de Plober. D&D3.5, con una halfling tallfellow hechicera, que empezó en nivel 0 (así duró apenas media hora, claro, ahora ya somos nivel 1). Por fin me puedo dar el gusto de jugar un personaje femenino sin que nadie diga nada raro (y los escasos chistes verdes al respecto fueron migas de pan comparados con los que hacíamos sobre la vida real...).

Se suponía que eso iba a ser todo. De ahí me fui a la casa de un amigo de la secundaria, a reunirnos (hacía meses que no nos veíamos) y comer con otros dos amigos. Y, oh sorpresa, habían preparado rol. Así que después de las tres hamburguesas, a hacernos personajes de Aquelarre.

Para resumir: regresé a casa a las 04.15.

Más adelante contaré por separado ambas experiencias. La sobredosis de rol fue bastante buena, inesperada pero agradable. Particularmente llamativa fue la segunda partida, ya que no fui preparado para jugar, y de hecho, no me termina de encajar la forma en que jugamos con mis amigos de la secundaria (con los que empezamos a jugar rol hace añares). Sin embargo todos supimos interpretar bien a nuestros personajes, tres hermanos hijos de un barón castellano, y hubo mucho roleo y cosas que me gustaron.

Ahora se viene la segunda parte para el sábado que viene. Con milanesas del tamaño de Texas y un posible TEG a la madrugada, al que creo que no me anotaré.

Reconversión constante

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El martes terminé mi cuarta novela, un poco más rápido de lo que esperaba. El proceso de relectura y reescritura final fue ágil, aunque también hay que decir el texto era relativamente corto. Quedé muy conforme con una cosa: creo haber alcanzado un nivel de omnisapiencia con respecto al texto, en el que lo veo completo en una imagen mental. Ya no me olvido cuando pasaba cada cosa, y encuentro fácilmente los puntos de anclaje de personajes y situaciones. Esto me permitió agregar varios elementos que fortalecen el relato, elementos que no había visto ni conectado en la relectura del manuscrito, pero que ahora surgían frente a la pantalla. Como encajaban preciosamente, los fui añadiendo sin anotarlos previamente en ninguna parte. Espero poder seguir cultivando esta forma de escritura, en donde tengo que consultar menos la continuidad de las cosas.

Así que terminé (bueno, un par de cositas más en unas horas, pero apenas cambiar una palabra en un diálogo y agregar dos ideas en una descripción, nada más).

Como ha sucedido antes, la repentina falta de "algo que hacer" me llevó a tomarme un descanso. Justo había comenzado otro libro (Los cristales soñadores, de Theodore Sturgeon), y aproveché para ir al cine, ver un poquito más de televisión, bloguear, etc. etc.

Pero no puedo estar mucho tiempo sin nada que hacer. Así que la mente volvió a ponerse en marcha al poquito tiempo (es decir, ya cuando salía del cine y escribía mentalmente la reseña de la película).

¿Que tengo que hacer? A ver... todavía tengo una novela que reescribir, cosa que me alegra mucho. Mientras terminaba de escribir la ya citada, aparecieron las ideas que me permiten cerrar la parte que quiero agregar/reescribir, y se cerraron muchas heridas del texto (cosas que estaban pero que no sabía cómo justificar o quitar). La semana que viene, calculo, volveré a comenzar.

¿Por qué no ahora? A ver... tengo toda la tarde ocupada con encuentros con amigos, entre ellos un dibujante ya mencionado acá, con quien espero poder volver a trabajar. Mañana con suerte hay rol durante casi toda la tarde, todavía no lo creo (y sigue sin llover, puta sequía). Y a la noche cena con amigos... El domingo no hay Fórmula 1, pero algo encontraré para hacer... o dormiré, no sé.

Ah, y una más. No me quedé conforme con algo. La novela que tengo que reescribir tenía que ser de espada y brujería. No lo es, o lo es poco. Parte de la reescritura viene para agregarle acción, al menos un poco, pero no voy a disfrazarla. Por no planear firmemente y con cuidado el argumento general, derivó en algo que no buscaba, aunque el resultado general me gusta. Agréguenlo a la lista de cosas que aprendí (espero).

Visualmente, esa novela surgió después de ver muchas ilustraciones de Frank Frazetta. Dije: quiero hacer un mundo en donde estén estos personajes. No lo logré. La idea sigue estando. ¿Cómo puede surgir? No tengo historias (tengo tallos de historias, es inevitable, crecen como el pelo), pero sí un mundo que fui creando de a poco en estos días. Quiero hacerlo juego de rol, bueno, no juego en sí, más bien una ambientación. Así que puse recién un aviso en SAS. ¡Ayuda! Quiero tener días de 35 horas. Ya que duermo poco, al menos así podré terminar algo este año. Algo lúdico, quiero decir. A lo mejor tengo que colgar los guantes de escribir novelas, cuando termine mi cuarta, y dedicarme a lo otro por unos meses. ¿Qué me dicen?

Terminator Salvation (2009)

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¡Qué buena película! Es todo lo que puedo repetir todavía, a poco de regresar del cine. La otra frase sería: "Catalina Dlugi, matate, deja de spoilear películas!!!!" (*)

Volviendo ahora a las cosas serias, vayan a verla. Para resumir, podemos decir que reúne todo lo que debería tener una película de acción hollywoodense, especialmente de ciencia ficción. Sí, todo lo que generalmente estas películas NO tienen, pero acá lo vemos condensado, amplificado y en movimiento constante durante casi 2 horas. Y no sobra ni falta nada. ¿Qué más se puede decir?

Bueno, un par de cosas. Principalmente, que todo eso no se podría lograr si no fuera por la confluencia de cuatro patas, ninguna de las cuales cojea: un buen guión, buenas actuaciones, buena dirección y excelentes efectos especiales (visuales y de sonido). Desglosemos cada una para ver por qué esta película salió tan pero tan bien.


El guión

Durante mucho tiempo creí que el guión era de Jonathan Nolan (hermano de ESE Nolan, que participó en el guión de las dos últimas de Batman). En realidad, por lo que pude ver, el guión tiene muchas manos, no solamente la suya, y de hecho está firmado por John Brancato y Michael Ferris. De todas maneras, esta escritura a manotazos no se nota: no hay problemas de continuidad, ni cambios de estilo, ni esos errores gruesos de guión que uno suele ver en películas de ci-fi malas. Incluso más, como leí en un diario, la película es muy buena ya de entrada, en el hecho de que alguien que no haya visto ninguna de las tres anteriores puede entenderla y gozarla fácilmente.

En este sentido, no hay recursos tontos para explicarle al espectador cosas que debería saber, ni flashbacks ni cosas raras que suelen romper el ritmo narrativo. La película es honesta consigo misma, y el hecho de que no haya un "4" detrás de la palabra "Terminator" es más que por una cuestión "legal". Aunque hace homenaje a las anteriores, toma un estilo totalmente diferente en muchos sentidos.

Después de todo esto, lo que queda por decir es que es una de las pocas películas de acción y ciencia ficción que realmente TIENE una argumento. Y no uno de compromiso, como para salir al paso y salvar a la princesa. Hay sorpresas (si no te las mata algún mal "crítico" de TV), no hay romance cursi ni niños milagrosos, hay mucha acción pero de la buena y varias cosas más que cierran perfecto. En dos horas, te mantiene constantemente atento, sin que sobren personajes o situaciones o falte algo para entender la trama. No hay chistes yanquis, ni escenas pseudosexuales, ni escenas de relleno que suelen ser burdos robos o lugares para encajar situaciones chistosas totalmente desubicadas. Es una película 100% "realista", cruda, aunque curiosamente no sangrienta (no en la manera en que lo es, principalmente, la primera de la saga). Y por si fuera poco, hasta hay algunas pizcas de "pseudofilosofía" que no quedan mal, aunque puedan ser un poco predecibles.




Las actuaciones

Cuando supe que Christian Bale iba a estar, me anoté. Es uno de los pocos "nuevos" actores que me dan confianza de que, si está en una cinta, va a ser buena. Después de ver las dos de Batman y El Maquinista, uno sabe que, al igual que Hugh Jackman, no es simplemente un tipo groso que se hizo famoso por hacer de superhéroe.

Lo bueno es que no es el único que se luce. En general todos hacen bien su papel, teniendo en cuenta que la mayoría de los actores tienen papeles de segundo nivel, y el protagonismo fuerte es de John Connor y Marcus Wright, interpretado excelentemente por Sam Worthington.

Aunque las películas de acción no siempre requieren buenos actores, cuando sí los hay, se nota un algo extra, que no sobra, sino que, acompañado por un buen guión, ayuda a elevar el nivel general de la cinta. Este es, sin duda, uno de esos casos.

Los dos actores principales se lesionaron filmando la película, metiéndose demasiado en su personaje y haciendo sus propios stunts. No digo que romperse filmando sea recomendable, pero habla a las claras del nivel de profesionalismo y compromiso, que después se traslada al producto en general.


Dirección (y otras cosas)

Si el guión le da mucho a la película, también es cierto que un mal director puede hundirlo. En este caso, se nota que el sujeto en cuestión (Joseph McGinty Nichol, también conocido como McG) es bueno. Sí, viene de hacer las dos películas de Los ángeles de Charlie, pero tal vez aprendió allí mucho del manejo de escenas de acción.

Por lo que pude averiguar, no se estancó en ello y, como buen fan de la saga Terminator, buscó meterse en la creación de la cuarta, lo cual logró a pesar de no ser super conocido (aunque tiene una amplia experiencia haciendo videoclips y cosas no cinematográficas). Afortunadamente, no quería hacer una película en base a efectos especiales y apostó, en parte en una historia firme (ver lo ya dicho sobre el guión), en parte en el uso de escenarios reales y no hacer todo por computadora sobre una pantalla azul.



Lo bueno del resultado se nota. Es de suponer que a él se le debe el perfectamente logrado ambiente postapocalíptico, mezcla de Matrix, Mad Max y Apocalipsis Now. En realidad, el resultado iguala y supera a muchas de las escenas de la citada en primer lugar, principalmente en el uso de equipo mucho más actual (ver más abajo) y la referencia a lo real que hace esto en la trama.

La historia está contada de manera directa, sin artilugios baratos. No sólo no hay saltos, sino que tampoco vi errores de cámara o cosas así (que he visto en películas supercostosas). Solamente en una escena me pareció que hubo un salto demasiado raro, pero me lo quedo como curiosidad, es un detalle menor que apenas merece esta mención.

Por lo demás, la película no tiene un solo momento flojo en casi 2 horas de metraje, ni tampoco deja ningún cabo suelto que no se comprenda. Eso no es tan fácil como parece.


Efectos especiales (no todo es lucecitas de colores)

Lejos están los días en los que las cosas se hacían con stop-motion, como en T1, o cuando la animación CGI era algo tan novedosos que el malo de T2 te dejaba boquiabierto.

Es bueno ver que la franquicia ha atravesado muchos años y este aspecto siempre ha estado muy bien cuidado. Salvation no es la excepción, y para gusto de muchos, podemos ver que tampoco se ha descuidado la parte de diseño tecnológico de este mundo dominado por las máquinas.

Muchos, muchos tipos de terminators aparecen en la película, grandes y pequeños. Matrix se queda chiquita, y, de hecho, me hizo acordar a esta saga, pero me gustaron mucho más los diseños de TS, en gran medida porque son creíbles, dentro del universo, y tienen ciertos conceptos que encajan totalmente en la ambientación. No digo detalles para no spoilear, pero basta con decir que hay terminator hasta en la sopa, adaptados para todo. Y TODOS dan miedo, son mortales y perfectamente creíbles a nivel visual.

Finalmente, el acople con la acción filmada y la hecha en computadora es perfecto, no existiendo huecos ni exageraciones en ninguna escena. Muchas de las cuales son realmente impresionantes, pero sin caer en repeticiones de otras películas. El uso de armamento propio de nuestros días (aviones despintados y helicópteros abollados, entre otros) no hace más que elevar el nivel de credibilidad, sólido ya de por sí gracias al asesoramiento de especialistas militares.

No me olvido del sonido. Estaba en la 4º fila de la sala, justo donde me gusta estar, y es ACOJONANTE. Algunos me harán tener miedo por varios días más. Para colmo, la banda de sonido es de Danny Elfman, así que agárrense el sombrero.


Para saber más...

Recomiendo, después de ver la película, la lectura de este artículo de Wikipedia. Ahí podemos aprender qué problemas legales hubo, la cuestión del guión, del director, problemas con la filmación, y muchas otras cosas más. La verdad es que es un artículo completo, pero no kilométrico.




Mi experiencia personal

Soy de ir a ver las películas en los horarios menos frecuentados, principalmente los miércoles temprano, a la tarde, ya que los tengo desocupados y los cines cobran menos en ese día. Terminator Salvation fue un regreso a esas sesiones totalmente solitarias, que no siempre se logran porque a veces hay una o dos personas igualmente locas que van al cine a ese horario. Pero las 13:05 de un día de semana definitivamente no es un horario popular... Así que me encontré gritando yo solo cuando algo especialmente espectacular sucedía en pantalla. No me arrepiento ni un poquito. ODIO a los comedores de pop-corn, los ODIO... (**)


(*) Para los no argentinos, es una "comentarista de espectáculos" (no sabe nada de cine, supongo) que siempre se las arregla para decir quién es el asesino, el traidor o lo que sea, en frases bastante directas, que no dejan ninguna duda. Ya me cagó el final de una película que de todas maneras no iba a ver, pero acá hizo un spoiler que le sacó un, digamos, 20% de "algo" a la experiencia de ir a verla. Incluso así, la película te vuela las chapas, pero dan ganas de matarla, sinceramente...

(**) Léase con voz de D'Elía, tristemente célebre dirigente piquetero argentino, cuya tarea principal, después de copar comisarías, es odiar a la gente blanca (sobre todo si tiene dinero).

Macross Frontier (2008)

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Hace tiempo que me debía esta serie, ya que soy fanático de Macross en general y he visto casi todo (con excepción de Macross 7, que no me gustaron sus primeros episodios y después perdí la oportunidad de volver a ver). Como aficionado, para mí siempre es una gran expectativa ver algo nuevo, porque estas obras suelen mostrar todo lo que el anime tiene de bueno, en varios aspectos.

Cultural y económicamente, Macross es a Japón lo mismo que Star Wars es a Occidente: una enorme franquicia que casi todos conocen, y que por lo tanto todo el mundo espera ver de nuevo en cine o TV. En el caso japonés, es una excusa para contar todo tipo de historias en una rara mezcla de ciencia ficción militar con romance y adolescentes, un género que sólo podríamos llamar Macross.

El resultado general, sin embargo, es de lejos mucho más equilibrado para Macross que pasa SW. Con la excepción de Macross II (fallida continuación que fue borrada de la continuidad de la serie original), ha dado productos de gran fama y excelente crítica (como es el caso de Macros Plus, una de mis películas favoritas).

Macros Frontier fue, de hecho, lanzada para conmemorar el 25º aniversario de la serie original, la cual creó uno de los universos más sabiamente explotados de la ciencia ficción y la animación a nivel mundial. La oportunidad era imperdible, e incluso estuvo el detalle de dejar en 25 episodios la serie, como algo simbólico. Este tipo de casos, poco comunes, marca a las claras el nivel de compromiso y cariño que los realizadores tienen con este tipo de proyectos, que son esperados ansiosamente por fanáticos de todo el mundo.

En este sentido, Macross Frontier no defrauda ni un pedacito. No sólo tiene todos los típicos ingredientes de la fórmula Macross: un triángulo amoroso, guerra espacial, música y mechas que tiran miles de misiles, sino que sigue dando cátedra sobre cómo volver a ensamblarlos de manera original, creativa e impactante.

Repasemos parte por parte esta fórmula que sigue manteniendo elevado el ya exigente nivel del anime del bueno, y no de las series del montón. Series que, aunque sean famosas y hagan mucho dinero, a veces no son más que refritos de sí mismas y no aportan nada al género ni al arte de la animación en general.


La historia
Al igual que Macross 7, la serie transcurre en una flota de gigantescas naves espaciales, habitadas tanto por humanos como por zentran y meltran (hombres y mujeres zentraedi), y por sus híbridos, en viaje de colonización hacia regiones inexploradas de la galaxia.

Así, el interior de la Macross Frontier es un enorme microcosmos con islas, ciudades, etc. (e incluso shoppings para zentraedis no micronizados, que en tamaño natural miden como 30 metros). Básicamente, un pedazo de la tierra pero viajando por el espacio, al igual que otras flotas (como la Macross Galaxy, de donde proviene una de las protagonistas).

En el día a día de los personajes, las relaciones se van entrelazando debido a una serie de misteriosos ataques de una extraña raza: los Vajra, cuyos mechas de aspecto biológico son muy difíciles de vencer. Ante esta amenaza, las autoridades civiles y militares no tienen más recurso que confiar en los nuevos VF-25, que están siento testeados por una empresa civil, la SMS, en la cual irán confluyendo muchos de los protagonistas (después de todo, es ciencia ficción militar).




El triángulo
Como ya dijimos antes, parte importante de la Fórmula Macross es el triángulo amoroso, en el cual siempre hay un piloto y una estrella de la música.

En este caso, el primero es Alto Saotome, un adolescente heredero de una prestigiosa familia de teatro kabuki que abandona un futuro asegurado en el negocio familiar por meterse en la secundaria e ingresar a un programa de piloto acrobático. Callado y más bien introvertido, sus amigos lo llaman "princesa" porque ha construido famosas interpretaciones de princesas legendarias en el teatro, algo que él intenta esconder (no por vergüenza, sino porque quiere despegarse de su pasado de actor, ya que está peleado con su padre, líder de la familia). Aunque Alto es un excelente piloto, está conflictuado al comienzo de la serie porque el cielo de la Frontier sólo llega a los 2.000 metros, lo cual lo limita demasiado sus posibilidades. La oportunidad de ingresar en la SMS le permite pensar en un futuro en donde será un piloto "de verdad".

La estrella del pop es Sheryl Nome, una especie de Britney Spears con cerebro, carisma y dignidad (pensándolo bien, olvídense de la comparación, es más bien un opuesto). Segura de lo que quiere y con mucha experiencia en el show business, está lejos de ser la clásica diva histérica y egoísta. Sin embargo, sabe manejar muy bien el grado de atención que recibe y no deja de expresar lo que piensa y siente de maneras algo extravagantes o inesperadas, incluyendo el uso de su enorme sex-appeal.

El otro vértice lo compone Ranka Lee, una joven adolescente, fan a muerte de Sheryl que conoce accidentalmente a Alto y luego también a su ído. Más adelante tratará de lograr su sueño de ser una idol, para lo cual contará con la ayuda de la misma Sheryl. Ranka no es ingenua, al igual que su mentora no es inmadura. Pero la adolescencia y los problemas típicos de su edad le plantean dudas sobre qué hacer; aunque tiene mucha voluntad, hay cosas que la superan, como la competencia que tiene con su ídola por el afecto de Alto-kun.


En resumen, tres personajes muy ricos e interesantes, que componen la parte central de la serie y no defraudan. Un detalle muy interesante es que la canción del opening se llama justamente Triangular, y plantea desde el vamos la gran incógnita de la serie "¿A quién vas a besar, a esa chica o a mí?".


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Y eso nos lleva a otra razón de la enorme calidad de la serie: la música. Porque si hay una mujer que canta en toda serie Macross (generalmente una idol), la banda de sonido (casi siempre en manos de Yoko Kanno) te tiene que tirar al piso.




La música
Las series con gran presupuesto, como todas las de Macross, pero en general las que tienen gente con capacidad, muestran siempre pequeños detalles cambian episodios a episodio. Macross Frontier tiene dos openings (el segundo es Lion). Sin embargo, en ciertos episodios hay canciones insertas en el medio y openings y endings diferentes (a veces para un solo capítulo), no sólo en animación sino en el tema, que cambia por uno más apropiado para la historia que se acaba de contar. De esta manera los singles de las protagonistas en la ficción también pueden salir al mercado real.

Esto también es aprovechar bien el material, porque en esta serie las dos protagonistas son cantantes, de manera que no sólo nos deleitamos con los visualmente impresionantes conciertos de Sheryl, sino también con la voz más íntima de Ranka, que tiene temas más personales y sin mucha parafernalia instrumental, ya que su repertorio es más de canciones a capella.

Sobre los conciertos de Sheryl, sólo me queda agregar que son una explotación muy particular del universo Macross y de la tecnología visual que se muestra en todas las series. Muchos recordarán a Sharon Apple, de Macros Plus, quien como virtual idol podía cambiar de estilo completamente, mientras realizaba conciertos al aire libre que más bien eran videoclips en vivo. Nuevamente este recurso, bien aprovechado, permite disfrutar doblemente de una banda sonora excelente.

Por si fuera poco, en un episodio en particular aparecen algunas canciones de Fire Bomber, el grupo de rock que aparece en Macross 7, además de mencionarse a su líder Basara como un recordado genio musical. Un homenaje más al Universo Macross que tanto queremos.


Los detalles que hacen a la obra
Macross casi siempre ha tenido buenos resultados en gran medida porque ha mantenido la exigencia. Siempre (excepto en Macross II) se han contratado a los mejores en cada campo, como por ejemplo a Yoko Kanno en la banda sonora y a Shoji Kawamori en el diseño de mechas.

Y los expertos hacen las cosas a conciencia. En este sentido, Macross Frontier es una muestra del cuidado en todos los campos, tanto visuales como sonoros y argumentales.

Episodio a episodio, vemos una verdadera exploración de lo que es vivir en una colonia espacial que viaja para colonizar otros mundos. Cuestiones tecnológicas como el uso o no de implantes cibernéticos (algo que está prohibido o permitido según la flota en donde uno viva), la explicación de la mecánica de los fold (que permiten el viaje por el hiperespacio), las pantallas holográficas (que adornan las calles y que sirven también para lograr espectaculares conciertos en donde Sheryl cambia camaleónicamente), son sólo algunos ejemplos. De a poco todo esto se va desgranando y sin, que nadie nos lo explique a la cámara, nos vamos metiendo en un mundo en el cual la información digital se transmite físicamente y los celulares parecen estar vivos, donde los robots te venden comida por la calle y cosas así.

Esto le da mucha solidez a la serie, porque la vida diaria de los personajes es fácilmente entendible y no surgen cosas exageradas o demasiado imprevistas. Alguien que nunca haya visto ninguna parte de Macross, ni la serie ni la película, puede perfectamente empezar a disfrutar la serie ya mismo, porque los detalles necesarios de la continuidad se explican en pequeñas secuencias al iniciar los capítulos: la Primera Guerra Interestelar con los zentraedi, la migración al espacio, la tecnología fold, etc. etc.

Sin embargo, aquél que sea fan de la franquicia verá todo tipo de detalles y homenajes que le sacarán una sonrisa, puestos no como compromiso, sino perfectamente aprovechados a nivel argumental y visual. Escenas famosas reeditadas, nombres de planetas, naves y personajes conocidos y muchas otras cosas van apareciendo, acá y allá, como homenajes narrativamente útiles, afianzando la sensación de vivir dentro de una ficción sólidamente creada y mostrando la capacidad de los realizadores al aprovechar todo para contar la historia.

La cereza del postre: un detalle que no puedo dejar de mencionar es el humor de la serie, que curiosamente a veces tiene momentos bastante echi (es decir, subidos de tono), aprovechando el hecho de las dos protagonistas femeninas, pero principalmente la desfachatez de Sheryl, que cada tanto se descuelga con algún comentario o gesto demasiado sugestivo. A nivel visual y argumental, esto refuerza todavía más el conjunto, porque son gags muy cuidados que nos sacan una sonrisa y a veces terminan estableciendo enredos creíbles entre los personajes. Aunque el fan service puede resultar excesivo para algunos, siendo que hay muchas protagonistas que cada tanto aparecen en ropa interior o conversan mientras se bañan. Nada nuevo, por otra parte, si recordamos el célebre desnudo de Minmei en la película.


En resumen
He leído por ahí que el hecho de haber dejado en 25 episodios la serie fue contraproducente, porque no permitió expandir mejor las historias de los personajes. Sin embargo, en un mundo anime lleno de serie de cientos de episodios, muchas veces repetidos entre sí y hechos para rellenar, encontrar todavía series "cortas" es un poco de aire fresco, que yo agradezco mucho, porque de otra manera se hacen difíciles de seguir.

Macros Frontier es un caso raro, además, porque es la tercera serie Macross (en 25 años), siendo las demás partes de la franquicia OVAs de pocos capítulos o películas. Teniendo en cuenta que la serie original tenía 36 episodios, no me parece desacertada la elección, aunque limitarla a 25 episodios por una cuestión simbólica puede parecer exagerado.

Más allá de estos detalles, la serie es sólida, brillante y muy bien armada. Como casi todo lo que es Macross, ya debería empezar a ser un clásico del anime, aunque no por llevar un sellito y un logo, sino por derecho propio.


La realidad y la ficción

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Uno no para de sorprenderse de cómo una supera a la otra, como si corrieran una carrera.

Desde hace meses sigo Los exitosos Pell$, una tira de comedia con una clase de humor muy especial. En su momento he alabado el hecho de que, a diferencia de todas las demás, su guión ya está escrito de antemano: nadie los modifica sobre la marcha cuando sube o cae el rating, o para meter actores invitados que no vienen al caso o agregar personajes nuevos porque sí. Los capítulos se graban a veces con meses de anticipación, de manera que ni los mismos actores saben, a veces, por donde está la serie en las pantallas. Esto ha sido corroborado varias veces en entrevistas a sus protagonistas, Mike Amigorena y Carla Peterson, dos actorazos además muy accesibles por la prensa y nada creídos.

En fin, que ayer murió David Carradine. Y el capítulo de los Pell$ comienza con un refrito paródico de una escena crucial de Kill Bill vol. 2 (la de la mesa, bien al final, si la viste ya sabés). No es la primera vez que hacen una parodia de alguna canción, escena de película o cliché de algún tipo, pero muy pocas veces hacen una imitación tan detallada y larga. Y justo cuando la hacen, es de Kill Bill y cae al azar, el día de la muerte de Carradine.

Es para asustarse un poco, no sé.

Ojo con la versión

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El otro día compré una película usada en una gran cadena de alquiler de Rosario. Fui buscando La máscara del Fantasma, célebre obra animada de Batman, que todavía no pude conseguir (se me escapó hace años, si la ubican, ya saben). Terminé llevando Sky Captain & The World Of Tomorrow, que es una gozada y es un crimen no tenerla en DVD. Por suerte aunque tiene marcas de dedos, se puede ver sin problemas.

Fui a otro local y no encontré lo que buscaba, pero sí estaba The Return of the Joker. Compro compro, dijo una parte de mi cerebro. No, no, ojo, que no sea la versión cut. Mm.... no, no compro. Me llevo, también usada, The Fountain, que también es una gozada.

Esta no tenía marcas de dedos y el DVD está casi nuevo. El empleado fue tan bueno que incluso me cambió la caja, sin que se lo pidiera, porque tenía roto el plástico de adelante.

Revisé y revisé formas de saber si ese edición, la de AVH (empresa argentina que hace DVDs) era o no la versión uncut (la que tiene ciertas escenas que hacen que la peli sea para mayores de 13). La caja decía que era "Apta para todo público", pero como esas cosas son diferentes acá y en EEUU, la indecisión seguía flotando. Al final, me decidí por una cuestión de tiempo: según sabía, la edición uncut tenía 77 minutos de metraje. Y la caja decía "77 minutos (aprox.)".

La compré y vi la escena más jodida, donde está el corte. Y está. Es la edición cut, en donde pasan las cosas de manera apenas un poco menos violentas (se ve menos, digamos).

Sí, me rompió un poco el corazón. Pero es taaaan buenapelícula, que vale la pena; yo tomé la decisión sabiendo que el grado de certeza no era absoluto. Mientras no pueda bajar conseguir la versión completa en calidad DVD (la versión de EEUU, supongo), por lo menos me quedo con esta.

Lo aclaro acá más que nada porque yo tenía la duda y no me la pude sacar en Internet, así que si alguien más la encuentra, que sepa qué decisión tomar. Lamentablemente, con esta mala idea de que todo lo animado va en la categoría "infantil", pasan estas cosas. Yo quería mi Batman para mayores de 13, pero parece que para eso hay que ser "pirata".

Cronista con armas de escritor

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No puedo menos que recomendar la lectura de este artículo, así titulado, aparecido en la revista cultural Ñ de este sábado.

De joven me fascinó Roberto Arlt, cuando por casualidad exploré una pequeña compilación de sus Aguafuertes Porteñas que dormía en mi biblioteca (gracias, colección de Página/12). Después con el tiempo pude leer una compilación más grande, y también Los siete locos y Los lanzallamas, saga que tengo que releer en algún momento (y no soy de releer libros). Queda también, todavía pendiente, El Juguete Rabioso.

Lean, lean. Ya planeo usar este artículo para el curso de ingreso el año que viene en Comunicación Social. Lamentablemente la materia en que se da este autor (y algo de Borges, se llama Periodismo y Literatura) es optativa y muchos la desconocen, pero que sirva para despabilar a los jóvenes que vienen buscando el Santo Grial de la objetividad y la verdad absoluta.

Ya lo dijo Arlt hace tiempo. Es todo macaneo.