Calmadamente en llamas

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Estos meses han sido de calmada excitación, como la de un río caudaloso por debajo de la superficie. Estuve mucho tiempo escribiendo y revisando guiones: primero uno que podría haber sido para Términus, pero que no termina de cuajar (sigo demorando la nueva escaleta). Después, la escritura final y la revisión de un guión mucho más complejo y largo, para un proyecto personal. Este por suerte quedó muy bien, y estoy muy orgulloso, pero tardará un tiempo en ver la luz.

Después me dediqué más que nada a los juegos de rol, como puede verse aquí y aquí. Disfruté mucho del proceso, sobre todo porque me obligué a trabajar de forma más metódica: tenía que llenar huecos, revisar estilos, agregar elementos que de pronto descubría necesarios. Nada de escribir lo que se me venía a la mente.

Creo que el primer quiebre, la primera crisis, vino cuando terminé el guión más complejo. De pronto no tenía nada más que hacer, o al menos, nada que me gustara tanto. Con el paso de los días, después de algunos momentos de descanso, comencé a ordenarme, viendo que tenía mucho para hacer, pero debía priorizar. Hace tiempo decidí que no escribiría nada que no piense publicar en el corto o mediano plazo. Así, prioricé algunos guiones, dejé de lado novelas y cuentos, y profundicé la labor en el campo de los juegos de rol. Estoy conforme con este cambio, me hace sentir más orientado, más enfocado.

Sin embargo, pasan cosas que no creo poder definir, poner en palabras. Pasó febrero, pasaron los meses de descanso. Terminé lo más urgente y lo demás tiene fecha para dentro de unos meses. Sigo con la intriga de poder conseguir trabajo más o menos estable para este año, y eso es algo que me persigue. Pero creo que lo peor es el hecho de tener que organizarme mejor, el descubrir en estas escasas semanas que, incluso con la mejor administración del tiempo (incluso teniendo en cuenta que he cedido a la tentación de cierto popular videojuego), me he perdido de cosas importantes. He recuperado la lectura, y he ganado orden en mi espacio creativo, me he deshecho de obligaciones que ya no debían serlo. Pero sigo empantanado en otras cosas, y soy una persona que adquiere hábitos difícilmente.

Así que sigo adelante, pero a veces pareciera que lo hago a ciegas, tanteando, con demasiados estímulos dando vuelta, demasiadas cosas para recordar, demasiados compromisos. Tengo que seguir aprendiendo a dejar cosas a un costado.

Mi ansiedad sigue allí, latente: ya quieroque sea mitad de año, ya quiero ver ciertos proyectos concretados... pero tengo que enfocarme para seguir cumpliendo con los pequeños objetivos, que van a permitir que todo salga como se debe.

Por suerte, en lo personal, en lo familiar, y en lo afectivo, todo está bien. Y eso es algo que realmente agradezco y aprecio mucho. No queda otra más que respirar hondo y tener la vista clara.

Genesis Climber MOSPEADA (1983)

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Hace unos días terminé de ver Genesis Climber Mospeada, lo que en su época se llamó la Tercera Generación de Robotech. Es decir, la tercera serie que fue adaptada para crear aquél memorable frankenstein de mi infancia.

A diferencia de lo que pasó con la segunda parte, Super Dimensional Cavalry Southern Cross, que a muchos no nos había gustado, esta parte final de la trilogía despertaba mucha más nostalgia, era recordada con más alegría y detalle, y por lo tanto era para mí más codiciada.

El hecho de verla nuevamente unos 30 años después de su creación, y unos 27 después de cuando yo la vi por primera vez (si no recuerdo mal, Robotech empezó a verse en Argentina por el 86/87) era un hecho agregado, y tengo que decir que la serie no me disgustó para nada. Afortunadamente, en esa época, encajaba bien tanto en argumento como en elementos visuales con lo que proponía Robotech: como veremos luego, la historia era prácticamente igual, y los diseños de Tatsunoko eran muy similares a los de Super Dimensional Fortress Macross, por lo que no causaba la sensación extraña que sí daba Southern Cross.

Afortunadamente, digo, pasé un buen momento, porque la serie original, sin los retoques de los productores de Robotech, era bastante buena. Con ese material base comprendo bien por qué Robotech cerró tan bien en la época, y es una doble excusa para redescubrir esta pequeña pieza de culto muchos años después de su realización.


Una historia sencilla
Sin muchos cambios con respecto a lo visto en Robotech (los veremos más adelante), MOSPEADA cuenta en su primer episodio la casi destrucción de la Humanidad por una misteriosa raza extraterrestre, los Inbit, que se apoderaron del planeta Tierra y resistieron todo intento de los humanos por recuperarla. Es así que las colonias (Marte, principalmente) enviaron ya dos Fuerzas Expedicionarias a la Tierra, las cuales fueron completamente aniquiladas.

En una de las naves de la segunda oleada viene Stick Bernard, un joven suboficial que está por casarse con su novia, militar también, que va en su misma nave. Lamentablemente los Inbit tienen armas muy poderosas y varias sorpresas, lo que hace que todos los esfuerzos de Stick por protegerla son inútiles.

Stick termina como el único sobreviviente de la nave y queda resentido y lleno de ira y venganza, a lo cual se suma la orden de emergencia que obliga a los supervivientes a reunirse nuevamente para atacar el Punto Reflex, centro de control principal de los Inbit en la Tierra.

Es así como capítulo a capítulo se va armando una road series, una historia centrada en los viajes, generalmente por tierra, que involucra a Stick en su cruzada, pero a la que se van sumando otros personajes.

A diferencia de Southern Cross, que resulta algo lenta en ciertas partes, aquí todo comienza rápidamente: en un puñado de episodios ya tenemos a casi todo el elenco, sumándose Ray, un joven algo torpe pero bien intencionado y lleno de trucos ingeniosos; Mint, una niña obsesionada con casarse con un muchacho rico y atractivo; Houquet, una joven muy atractiva con un pasado violento y conflictivo; Jim, un mecánico sobreviviente de la Primera Fuerza Expedicionaria, tironeado por su cobardía pasada y sus deseos de enmendarse, y Yellow, otro sobreviviente de la anterior oleada de liberación, que se hace pasar por mujer para evitar ser detectado por el Inbit.

Obviamente, mientras estos personas se unen al grupo, cada uno con sus razones, estos van aportando o ayudan a encontrar diverso equipo militar, que los convierten en más peligrosos, pero también en más llamativos. Los Inbit pueden detectar las baterías HBT que utilizan estos vehículos militares y sus armas, por lo que el grupo debe desarrollar todo tipo de tácticas para no ser encontrado y evitar emboscadas.

Tal vez el vehículo central de la serie es el que está en su título, el MOSPEADA, una motocicleta que puede convertirse en armadura (llena de misiles y cañones), lo cual le permite al usuario volar cortas distancias, dar grandes saltos y todo lo demás. Pero tampoco podemos olvidarnos de los Legioss, bastante similares a los Valkirye de Super Dimensional Fortress Macross (recordemos que estas series de Tatsunoko fueron pensadas por las mismas personas, y mucho del trabajo de diseño era compartido).

Como dijimos antes, la serie tiene mucho de viajes, porque Stick aterrizó en América del Sur y debe llegar a América del Norte, donde se encuentra el centro de los Inbit. Tal vez es por eso que la serie tiene mucho de western, ya que la Tierra está devastada y las escasas poblaciones humanas han regresado a un estado de vida miserable. El grupo no sólo se enfrenta a los Inbit y a su misterioso origen, sino a todo tipo de traiciones por parte de personas que venderían a su madre para sobrevivir un día más.

Este tono melancólico, dramático y a veces patético le queda perfectamente a la serie, si bien, como analizaremos más adelante, a veces es desperdiciado en episodios demasiado aislados del desarrollo de la serie, y que podrían estar en cualquier parte de la misma sin modificar nada (o no estar, sencillamente).

Gran parte del feeling general de la serie ha permanecido intacto en Robotech, porque como dijimos antes, casi casi todo encaja y no han hecho cambios innecesarios. Sin embargo, existe una cuestión interesante que la serie gana al vérsela sin depender del resto de Robotech, y es el origen y objetivos de los Inbit. Así como lo vimos de niños, no hay nada para contar ni explicar; sin embargo, en Mospeada todo lo referente al Inbit se va desgranando de manera bastante lenta (aunque a veces hay saltos, momentos algo torpes del guión), hasta que hay final, si bien se sabe poco, todo lo que se revela tiene sentido y resulta ser bastante interesante y original.


Algunos comentarios finales
Si bien, como hemos dicho recién, el argumento de la serie en general es interesante, la misma adolece de un pequeño defecto que, por otra parte, no tenía Southern Cross. Muchos episodios son demasiado unitarios, es decir, son historias que se cierran y se abren, sin que dejen marcas en ningún personaje ni en la trama en general. Simples anécdotas, aventuras y comentarios de una travesía a lo largo de América por lograr un objetivo.

Si bien podríamos decir que esto no tiene nada de malo, lo cierto es que este tipo de episodios abundan bastante, demasiado para mi gusto. Hay varios que nos sirven para explorar el pasado de los personajes, sus problemas y dilemas; estos son algunos de los más llamativos de la serie. Sin embargo, la mayoría, como he dicho, son simples anécdotas de variable interés, llegando a casos de episodios que casi vale la pena saltearse por completo (como el 9, una rocambolesca persecusión con dinosaurios, o el 13, una pesadilla delirante de un personaje, con dragones, princesas y guerreros dispuestos a salvarla). Estos dos episodios son ejemplos perfectos de argumentos exagerados que agregan poco y nada a la serie, y que podrían haber sido reemplazados por otros más acordes.

Debido a la presencia de estos episodios tan débiles en lo argumental, que son simple relleno, la serie pierde algo de integridad, ya que queda la sensación de haber sido alargada artificialmente. Sin embargo, el resultado final sigue siendo muy positivo.


La adaptación a Robotech (spoiler alert)
Como siempre, los fanáticos se preguntarán qué es lo que se perdió o alteró con respecto a la versión que vimos en TV, hace muuuuchos años. Lo cierto es que poco se modificó.

Como primer paso, cambiaron los nombres, tanto de personajes como de mechas, etc. Los Invid en realidad eran Inbits, los Alphas eran Legioss, los Beta eran TLEADs, etc. Creo que los cambios más fuertes en todo caso vinieron de algunos diálogos y ediciones menores. Por ejemplos, aquí Stick (Scott) no se la pasa recordando a su novia muerta, Marlene; de hecho lo hace muy pocas veces. Por otra parte, la Inbit que se suma al grupo con forma humana, que en Robotech era bautizada como Marlene (de manera algo confusa) así es llamada Aisha.

El grupo pierde rápidamente el interés cuando se entera que Yellow se disfraza de mujer para cantar; en la época, y siendo yo un niño, fue un comentario muy grueso durante años. No sé si la serie de Robotech lo exageró o éramos nosotros, poco acostumbrados a esto, pero queda bien en claro que Yellow lo hizo una vez para escapar del Inbit, ya que era soldado, y luego lo siguió haciendo como un trabajo y para mantenerse oculto frente a posibles represalias. No es para nada un travesti o un homosexual.

Algunos personajes me parecen a mí menos exagerados, como por ejemplo Mint (Annie), a quien yo recordaba más histérica.

Por lo demás, todo está igual, salvo que esta segunda Fuerza Expedicionaria de Marte (a la que pertenece Stick) espera a la Tercera Fuerza Expedicionaria, no al Almirante Rick Hunter. La idea sigue siendo destruir al Inbit, pero no hay, obviamente, ninguna referencia a la Protocultura ni nada similar. De hecho, no se sabe realmente qué es el Inbit y su objetivo en la Tierra hasta los capítulos finales.

Tal vez la única edición fuerte que ha tenido la serie es un episodio en donde hay varios desnudos femeninos, algunos bastante llamativos, que obviamente deben haber sido cortados o modificados por los productores estadounidenses de Robotech.


Como cierre
Lo único que me resta decir es que la serie, en general, me gustó mucho, y me permitió recordar muchos de esos momentos y capítulos que me parecieron memorables en mi infancia. Creo que vale la pena verla, sobre todo si eras/eres aficionado a Robotech; si no, de todas maneras pasarás un buen rato, dejando de lado algunas cuestiones menores ya mencionadas.

Como comentario, si te gustó la serie, existe una especie de capítulo final/resumen (algo que a los japoneses les encanta), llamando MOSPEADA: Love Live Alive, el cual básicamente es la misma historia pero contada desde el punto de vista de Yellow Belmont (Yellow Lancer en Robotech), durante uno de sus recitales. Con algunos minutos nuevos de animación y el uso narrativo del recuerdo para las escenas ya vistas, es una alternativa para ver algo más de lo que salió en Japón, y que de hecho fue utilizado para algo similar con Robotech.