Batman: The Dark Knight Rises

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A veces es difícil armar una reseña para una película. Sobre todo si es muy compleja y amplia (en todo sentido: dura 2 horas 45 minutos). Sobre todo si es el cierre de una trilogía bien armada, y si encima de todo eso, ha despertado fuertes elogios y grandes críticas.

Y si encima de esto, es MUY importante no decir absolutamente nada acerca del argumento... la cosa se complica más.

Tal vez lo más sensato es hacer una crítica directa, menos detallada pero más abierta.

¿Qué decir entonces? En primer lugar, que me gustó y me pareció soberbia. Que me dejó respirando por la boca los últimos diez minutos, en los que casi lloré y los músculos de la cara me quedaron cansados de tanto sonreír de asombro.

Chistopher Nolan hace una vez más su magia. Reúne a un enorme grupo de actores y actrices, enormes tanto por la cantidad y por la calidad. Siguen estando Chistian Bale, Morgan Freeman, Michael Caine y Gary Oldman, y se le agregan Marion Cotillard, Joseph Gordon-Levitt, Anne Hathaway y Tom Hardy. Cada uno de ellos, soberbios en sus papeles, elevan la historia a niveles realmente impactantes.

La historia, claro. No nos olvidemos que Nolan no sólo es narrador como director, sino que colabora con su hermano Jonathan y David Goyer al crear un guión impresionante. En este sentido, de nuevo, poco de nuevo que esperar. Al igual que su predecesora, la historia nos da decenas de tramas y subtramas que se van tejiendo lenta, progresivamente, sin descanso, incluso en los momentos más tranquilos. Sabemos que Nolan no descansará hasta cerrar todos los huecos y atar todos los cabos, pero es imposible mantenerse atento sin soltar alguno, sin saber cuándo, cómo y dónde la película nos mostrará de nuevo todo lo anterior, pero bajo una luz diferente, para darle un cierre. Se trata de una experiencia que recientemente tuve al revisitar Batman: The Dark Knight, y que no puede describirse. No puedo decir que sepa mucho de cine, pero sí considero que muy pocos directores deben haber logrado algo así en todas sus películas.

Ni qué decir sobre los aspectos técnicos, que son simplemente perfectos. De nuevo nos encontramos con un Nolan fiel a sus ideales de mantener las imágenes generadas por computadora a un mínimo indispensable; de nuevo tenemos una producción que se supera al realizar acrobacias y tomas imposibles, que nunca se han realizado y tal vez nadie repita. De nuevo nos encontramos con que estas escenas no son caramelos visuales sino que tienen una razón de ser y son realmente parte de la historia. De nuevo tenemos aire fresco en un Hollywood lleno de luces de colores sin ton ni son. Finalmente, algo que también es importante, tenemos a un director que se sale con la suya demostrando que se pueden unir calidad (por el lado del arte) y cantidad (por el lado de la taquilla).

Todo esto lo resumo en "vayan a verla". Es una experiencia que no puede ser transmitida.


Superhéroes, supuestos y verdaderos mensajes
Escuché por todas partes la comparación con The Avengers (película de la cual debo la reseña, ya lo sé; pasa lo mismo con Amazing Spiderman). Lo diré claramente: es como comparar una pera y una banana. Que las dos sean amarillas, nada tiene que ver.

Tenemos a una película de entidad cósmica, cargada de humor y acción, y una película cruda, que apela a lo más humano de cada personaje, sus miedos, sus esperanzas, sus sueños. Ciertamente esta trilogía de Batman se aleja muchísimo del estereotipo del superhéroe y pasa a hablar directamente el héroe, a secas. Porque esa es la verdadera esencia de Batman, desde sus inicios. Como bien lo dice él mismo, cualquiera puede ser un héroe. Es el mensaje de estas tres películas.

Después podremos comparar presupuestos, dinero en taquilla y todo lo demás, como solemos hacer siempre, viendo quien "la tiene más grande". Y conste que The Avengers me encantó, pero está en otra liga. Es otro tipo de película.

Saliendo un poco de este supuesto debate, que no es tal, lamentablemente en EEUU y en otras partes han mezclado a la película con lecturas bastante tontas, absurdas, desde lo político hasta lo social, relacionándola a ella, al personaje y a los comics con la masacre que tuvo lugar en este país.

Realmente cuesta darle crédito a personas tan obtusas, que evidentemente ni siquiera vieron la película, ni ninguna de la trilogía. ¿Cómo relacionar un tiroteo con un personaje que lucha por la justicia sin disparar un tiro ni matar a nadie? ¿Cómo pensar en un personaje "republicano" si Batman es el que se salta las reglas, el que rompe la ley cuando su espíritu puede morir frente a la letra muerta? ¿Cómo creer que una película planta semillas de odio o de paranoia o se alimenta del dolor por el terrorismo cuando el personaje no hace más que confiar en los demás, en lo mejor del espíritu humano que ve en los otros, y no deja de  ofrecer su vida sin pedir nada a cambio, incluso cuando no siempre se le retribuye o hasta se lo traiciona?

Y no se trata de esta película solamente. En su carta de despedida, Chistopher Nolan deja bien en claro que nunca se guardó nada para la siguiente película, porque nunca sabía si iba a haber una más. Ciertamente podemos ver que no hay una progresión entre una y otra; son reconocibles como parte de una entidad, pero no hay un ánimo por superarse (en el sentido más despectivo, más hollywoodense, es decir, hacer una película para olvidar a la anterior) sino por contar otra excelente historia utilizando las bases de la pasada.

Nada decepciona aquí, entonces, y no es un spoiler si digo esto. Las tres películas, y esta ya desde su título, nos habla de esperanza, de perseverancia, de creer en un ideal incluso cuando el mundo se esté derrumbando. La forma en que todo cierra es apabullante, demoledora. Si crees que eso es un mensaje político (en el sentido peyorativo), entonces tírate por la ventana y termina con el asunto.

Este mensaje, que creo que la sociedad tanto necesita actualmente, aparece de una manera tan sutil y tan permanente que casi asusta. Nada de esas historias de autoayuda barata que nos venden disfrazadas de comedias románticas. No. Aquí, con batinaves y gente disfrazada, es más real que nunca. Y eso me lleva un poco a lo que sigue.


Las críticas y el espíritu de Batman

Si la película es tan buena, ¿por qué tanta gente, incluso fans de las películas anteriores, hablan pestes de la misma? Creo que porque, sin traicionar el espíritu de estas, toma una dirección inesperada, que muchos no consideran fiel a la esencia de Batman.

Se dijo mucho desde el principio. Que Anne Hathaway no daba la talla para el personaje de Selina Kyle, lo cual es totalmente falso (y de hecho, ¿a ti te gustaría que te juzgaran antes de demostrar lo que puedes hacer?). Que Bane no era Bane porque no tenía su disfraz y parecía tener un origen diferente, o una forma diferente de actuar. Claro, porque podemos observarlo en la calle, documentarlo y compararlo con el de la película.

Como digo, muchos de estos prejuicios cayeron al aparecer la película. Pero surgieron otros temas. El hecho es que algunos parecen no entender que este no se trata de "EL Batman", sino del Batman de Nolan. Así como hubo un Batman de Tim Burton (que a mí me sigue gustando) y, oh por Dios, el horror, el horror, un Batman de Schumacher. Al igual que cada mes salen interpretaciones del personaje por este u otro autor, algunas excelentes (como las de Alan Moore, Grant Morrison o Frank Miller, por poner tres ejemplos clásicos que lamentablemente no se han repetido).

Y esto es así en gran medida porque el personaje es tan, pero tan bueno, que da para muchos tipos de puntos de vista, de comienzos, de reinterpretaciones. Incluso hasta de versiones en otros tiempos o en mundos distópicos. Si no fuera así, ya no hablaríamos de él o sería uno más del montón.

¿Y qué Batman nos muestra Nolan en esta trilogía, y en particular, en esta película? El que inspira esperanza a una ciudad partida, el que confía en que cada persona apele a lo mejor que tiene en su espíritu, el que se levanta incluso cuando lo ha perdido todo, el que tiene límites humanos que no pasan solamente por los músculos sino por la propia mente y alma. El héroe que no tiene nada de super, sino de humano, y que por eso mismo, puede ser imitado por cualquier persona.

Para decir lo que no es: no es el que tiene todo tipo de aparatito raro, ni es el que solo, por su cuenta y sin ayuda, resuelve crímenes y delitos en los peores y más inmundos callejones de Gotham. No es el personaje infalible que todo lo sabe y todo lo anticipa. No es el Batman que muchos fans prefieren. No es el Batman que nos muestran la mayoría de los comics.

Soy fan del personaje. Lo he visto resolviendo un crimen al realizar una autopsia, lo he visto hackeando sistemas informáticos para deducir conspiraciones, lo he visto usando un batirepelente de tiburones, lo he visto combatiendo a Superman en dos comics diferentes (en los dos, él tenía la razón), lo he visto siendo pretendido por Wonder Woman, lo he visto teniendo sexo con Catwoman (bueno, ese comic no lo vi, pero en serio salió y me lo contaron), lo he visto como padre y lo he visto abandonar al amor de su vida por su ideal, lo he visto matando al Joker y tratando de salvarlo de la silla eléctrica, lo he visto abandonando el manto al darle un paro cardíaco, lo he visto pelear psicológicamente dentro de Arkham para mantenerse cuerdo, lo he visto usando todo tipo de artilugio construido y por construir, o simplemente resolviendo acertijos con todo el potencial de su mente, lo he visto tan paranoico como para casi traicionar a la Liga de la Justicia y lo he visto peleando a muerte contra Darkseid en sagas super cósmicas. Lo he visto como "el mayor detective del mundo", como super científico, como estratega líder de equipos de superhéroes como los Outsiders y la JLA y como luchador solitario frente a un mundo corrupto, aparentemente sin redención. Lo he visto como lobo solitario y como padre de una "batifamilia". Lo he visto utilizar la ciencia, la mente y la razón para resolver crímenes, y lo he visto mezclado con personajes mágicos como Etrigan y Zatanna, usando todo tipo de recursos arcanos para enfrentar amenazas místicas. Lo he visto enfrentar a Drácula y a un niño con un arma de fuego.

¿Queda por decir más? Sí. Tal vez no es la versión de Batman que muchos fans querían ver, pero es una de las posibles y está fabulosamente realizada. En lo personal he disfrutado de casi todas las versiones que he enumerado antes (lo admito: no soporté el batirrepelente de tiburones). ¿Qué versión de Batman me gusta más? Es difícil de decir, porque no es la versión lo que importa, sino cómo está construida. Amo Year One y Batman: The Dark Knight Returns, ambos comics escritos por Frank Miller, pero sé que después este autor se volvió un poquito demasiado republicano para mi gusto (por no decir que tiene ganas de demoler varios países árabes). Y sé que constantemente se escribe, y se ha escrito, mucha porquería usando ideas geniales. No me gustó para nada la onda camp de la serie de los 60s, pero disfruté mucho varios episodios de la serie animada Batman: The Brave & The Bold.

En resumen, podemos no acordar con la visión de Chistopher Nolan, pero a partir de ahí, poco más podemos decir sin caer en animosidad. La película es casi perfecta en muchos niveles. También tengo mis críticas acerca de ciertos aspectos puntuales de la historia, pero estos palidecen ante la enorme cantidad de puntos fuertes.

Se podría hablar mucho más, pero las palabras ya empiezan a sobrar. Queda por decir que me siento muy contento al haber presenciado en el cine esta trilogía, que considero ha revolucionado y continuará revolucionando al cine como arte y a Batman como personaje. Es un privilegio que no se da muchas veces en la vida. Como dijo alguien en el cine, mientras nos íbamos: "¡esto es una película!".

Tiroteos simbólicos

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Un hombre va y mata a muchas personas durante el estreno de una película muy esperada. Así termina/empieza la historia.

Y como siempre, los comics tienen la culpa.

Después de lo que pasó en estos días en EEUU, tengo que decir que me siento algo aliviado por no haber escuchado esta conclusión. Al menos, no muchas veces.

Tal vez porque en EEUU mismo, pocas personas (los más radicales, los que siempre odian a todo lo que no son ellos) se han puesto a hacer este "análisis", y el gran resto se ha quedado en el dolor y el respeto a las víctimas, más que nada.

Pero uno escucha de todo. En Canal 13, el otro día, dieron una "biografía" de Bane, el villano de esta película (enfatizando la violencia de la saga Knightfall, y cómo le había roto la columna a Batman), y luego intentaron burdamente relacionarlo al look del tirador. El cual llevaba chaleco antibalas, casco táctico y máscara antigas. Que Bane no use casco ni chaleco antibalas, y lo que lleva en la boca no se sabe realmente qué es, no lo explicaron. Y que es normal que las personas vayan disfrazadas a los estrenos, apenas lo mencionaron. Tan bien mezclaron las peras con las papas, que mi padre, que estaba viendo la televisión, distraidamente mientras cocinaba, terminó creyendo lo que los "periodistas" querían transmitir: que el tirador se había disfrazado de Bane, que se había inspirado en el comic y no en su perdida mente.

A este punto, es evidente que se trata de otro loco antigobierno más, de los muchos que pululan en EEUU, armados por la misma Constitución. Pero eso no resulta suficiente para muchos que se largan a hacer análisis y llevar agua para su molino, dañando al comic en su conjunto, incluso dentro de las filas de los mismos creadores. Menciono aquí este otro extremo: el de un guionista de mi mayor respeto, que con argumentos ya caducos (mencionó a Matellard... ¡a Matellard!) tira al abismo todo el comic estadounidense por violento y fantasioso, cargado de "ideología" (esa mala palabra...) y enaltece al comic vernáculo por realista y costumbrista, y por lo tanto, más auténtico.

Se lee y se ve de todo. Pero por lo menos, me quedo algo más tranquilo, que no nos han fusilado: solamente nos han dado en el pie.

Bueno, se terminó

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Ayer fui a rendir la última materia que me quedaba pendiente. Afortunadamente no era una materia que exigiera mucho estudio, ya que se rendía presentando un trabajo armado en el momento y era totalmente permitido consultar apuntes de clase y material bibliográfico. De hecho, esta materia se rinde en la biblioteca y tienes entre tres y cuatro horas para completar lo pedido.

Este "afortunadamente" es doble; por un lado, porque no tenía muchas ganas de estudiar, ya cansado de tanto cursado y lectura. Por otro lado, porque tenía algunas ocupaciones familiares durante el fin de semana que me quitaron mucho tiempo y al menos así pude estudiar sabiendo que no iba a tener que recordar y razonar todo de memoria.

Ahora queda más o menos una semana, calculo, para saber el resultado. Éramos muchos rindiendo y no sería nada raro que la nota se demorara al menos ese tiempo. Pero me voy bastante conforme con el resultado. A ver qué sucede.

Y ahora, me voy a ocupar de las tres docenas de pequeñas cuestiones que siguen esperando su turno en la cola de "cosas para hacer".

Me publican en La Murciélaga nº9

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Pues sí, lo sabía pero no debía revelarlo hasta que lo hicieran público.

Hace ya vaaarios meses, con motivo de la visita del creador de la revista, Nico di Mattia, me encontré nuevamente con Sebastián Zalazar, viejo amigo con el que hemos creado ya varias páginas de comics, incluyendo sobre todo las primeras de mi blog de superhéroes, Cuna de Héroes.

Hacía tiempo que no nos veíamos. La gran novedad y alegría fue que una historia dibujada por Sebastián estaba en La Murciélaga 8, así que inmediatamente nos pusimos de acuerdo para hacer algo juntos, sabiendo por Nico que sería bien recibido.

El resultado me dejó muy conforme, cuatro páginas guionadas por mí y dibujadas, entintadas y coloreadas por Sebastián, como pequeño homenaje al género noir, que tanto nos gusta a los dos.

Una razón más para comprar este número de la revista, la cual como ven tiene una tapa ALUCINANTE y un montón de autores de los más grosos del país (y zona, porque creo que hay algún uruguayo).

Los invito a comprarla y a conseguir los números anteriores, que se pasan de buenos. Seguramente habrá stand en Crack Bang Boom 3, en donde podrán comprar una copia para que le pongamos un autógrafo :D




Abandonar el nido

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Recuerdo que, cuando se acercaba el fin del secundario (colegio religioso y sólo de varones, para que se hagan una idea), nos comentaban muy seguido que íbamos a "salir de la burbuja". Que el microcosmos que estábamos por abandonar, aunque lleno de conflictos, desajustes, diferencias de opiniones, etc. etc., era muchísimo más amigable y cómodo que el que íbamos a enfrentar. Que la cosa no sería tan fácil una vez saliéramos de ese espacio.

Lo cual era cierto, por supuesto.

Y esa advertencia siempre me quedó picando. Porque comenzar una carrera universitaria, incluso para mí, que no tuve que cambiarme de ciudad ni mudarme, ni trabajar para pagarla, etc. etc., significó un quiebre enorme. De pronto estás solo, y tienes una enorme responsabilidad: hacerte a ti mismo. Aunque tengas cerca a tus padres o a otros adultos de la familia, ya no eres tan "niño de mamá". Y si tienes dos dedos de frente (algo que ahora no abunda tanto) te das cuenta de que lo peor que puedes hacer es descuidarte, dejarte estar, pensar que algo o alguien va a sacarte de apuros como en otras épocas. Traicionarte es la peor traición.

Ciertamente mi primer paso por la universidad no fue ni malo ni bueno: simplemente fue. Tuvo altas y bajas; mirando en retrospectiva puedo decir que desaproveché muchas oportunidades, a veces me confié en los estudios, a veces pude decir o hacer algo mejor, así como muchas veces me sorprendí gratamente a mí mismo, o cometí "errores" que terminaron siendo mejores que los "aciertos". Como equivocarme y anotarme un año antes de lo necesario a Italiano I, lo cual me hizo conocer a varias de las pocas personas que conocí en esa época y que sigo considerando amigos, después de muchas muestras de sinceridad y afecto.

Pasaron esos años sin que yo apreciara lo que me sucedía, ni me atreviera a cambiar muchas de las cosas que pasaban, o a involucrarme más con ciertos hechos, personas e ideas. Ahora comprendo que estos fue así simplemente porque todavía no sabía a ciencia cierta quién era. No me descubría: me construía. Y pasaban a veces los días y los meses y los años y seguía pensando, a veces, que algo o alguien aparecería a cambiar muchas de las cosas que no terminaban de encajar.

Y terminé de cursar la carrera, y demoré tontamente en definirla, y luego todavía estaba construyéndome. No porque no supiera cómo encajarlas piezas que tenía, sino porque al llegar al centro del rompecabezas, de pronto descubrí que esas piezas no estaban ahí. Tal vez nunca habían estado.

Y luego pasé años de malestar, de soledad, de reclusión, de búsqueda teórica, de meditación, de frustración, de depresión, de nada y de todo. Estaba cansado de la universidad, de lo que había aprendido, de la falta de trabajo en mi área. Cansado de buscar algo que no identificaba, algo que tal vez no estaba ahí. Cansado de estudiar, yo, que no paraba de leer, investigar y aprender. Cansado de pensar que podía ser algo más, cansado de creer que se podía salir de ese limbo.

Y llegué a un umbral, pero no me animé. Demoré de nuevo el llamado del alma, ese que me llevaba de nuevo al secundario, a los profesores que me marcaron, a la posibilidad de encontrar una nueva razón para mi vida. Uno de los mayores errores de mi vida.

Y después, de pronto y como por arte de magia, algunas cosas encajaron. O eso parecía. Tenía un buen trabajo y un futuro. Parecía que lo tenía todo, pero no tenía lo que quería. Como tener la llave de la felicidad, pero no tener la puerta. Como tener pies y no tener un camino. Como tener una chispa y no tener una vela.

Y ahí me quedé, dando vueltas como un gato mientras se acomoda en una silla. Y entonces me di cuenta que podía saltar a otra silla. Y me animé. Rompí con todo lo que me ataba, fuera mío o ajeno. Rompí con preconceptos, con ideas de otros, con miedos propios, con formas de pensar que ya juntan polvo muerto. Y volví a la universidad (a otra, aclaro). Yo, que alguna vez pensé que lo universitario se había terminado, que no tenía sentido tomar otro libro, ni rendir otro examen. Yo, que alguna vez creí que todo había terminado y se quedaría así.


Hoy abandono mi tercer nido. Hace unas horas terminé de rendir la penúltima materia del Profesorado Superior.


Me queda solamente una materia, dentro de una semana; que no es trámite, tengo que estudiar, pero como me gusta: rodeado de filósofos y pensadores. Algo saldrá: lo más difícil ya fue superado.

Y de pronto, como hace muchos, muchos años, se siente de nuevo esa picazón. Saber que no nos podemos quedar para siempre ahí adentro, aunque nos gustaría. Saber que estamos cómodos en esa cama calentita en pleno invierno, cubiertos por experiencias de amistad sincera, de compañeros y compañeras que ahora son amigos y amigas, de profesores que nos guiaron de verdad hacia las cosas que valen la pena, de lecturas a veces difíciles pero constructivas, de cátedras que cuestan pero nos hacen mejores personas y mejores profesionales.

Hacía rato que no tenía tantas ganas de quedarme. Pero hay que partir. Para que cada uno haga sus lecturas, siga construyendo sus amistades y profesiones, encuentre más cosas que valgan la pena y ahora sea el que dé esas cátedras que hacen mejores a las personas y a los profesionales.

Da gusto haber tenido tantos buenos compañeros de nido, y ahora lo que más deseo es que no nos dispersemos demasiado. Pero lo cierto es que ya estamos grandes, y no piamos para que nos den la comida en la boca. Batimos las alas para ganar una oportunidad de despegar. Y los que queremos volar en serio no vamos a tener un techo.

Mejor, no

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Un ejemplo de Tetris.

Había decidido, hace semanas, participar en un concurso de cuentos bastante particular. Faltaba poco tiempo pero lo postergué por temas de estudio.

Hace poquitos días lo recordé, y en un rato saqué una buena idea para comenzar a trabajar al día siguiente. Para entonces tenía menos de una semana antes de que se venciera el plazo de entrega. Decidí intentarlo. Pero cuando lo comencé a escribir, no parecía lo correcto. El cuento no me llamaba, y de hecho lo único interesant acerca del concurso eran los premios: no estaba enfocado en ningún género, algo que siempre me motiva. Con mesas de examen muy cerca, iba a tener que sacarle tiempo al estudio y presionarme por un concurso.

Escribí cuatro novelas y un par de cuentos pensando en concursos.

Decidí que eso era suficiente, así que no voy a participar. Tengo ganas y una idea para un cuento, pero un cuento mío, que tendrá mi sello, y no será una obligación que me pongo para tratar de ganar dinero. Si el día de mañana esto sucede, si tengo que escribir sobre cualquier cosa por dinero, sé que lo haré, lo hice en algún momento, pero no será sin ningún marco sino por algo específico que me soliciten.

El Tetris de todos los días

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Julio es un mes compacto, lleno de cosas para hacer y, afortunadamente, lleno también de tiempo para cumplir, aunque no con todas. Y mucho menos con todas a la vez.

Con dos materias ya rendidas (una en proceso de aprobación), está dado el gran paso para comenzar a dejar el profesorado. Por un lado, basta de lo pesado, principalmente el estudio. Ya he dicho muchas veces que disfruté enormemente esta etapa, bastante menos este semestre, pero es que uno no puede comer chocolate todo el día aunque le guste. En algún punto de tanto estudiar uno se cansa y prefiere hacer algo con todo eso, apreciarlo, revisarlo, organizarlo, compaginarlo y darlo de nuevo a la luz como práctica. Y creo que es parte de lo que está pasando ahora.

Por otro lado, se va también lo bueno. Dejamos de vernos semanalmente con mis compañeras, muchas de las cuales ya son amigas que espero mantener toda la vida. Borré hace segundos la alarma del celular que me despertaba todos los sábados, bien temprano. Es un signo más del cambio.

Pero como digo, todo es parte del cambio. Y hay que cambiar para llegar al todo.

Quedan sin embargo un par de materias que, afortunadamente, están algo más lejos en el tiempo y nos dan espacio para respirar, para llegar a la meta caminando. Al menos, en mi caso.

Y en el camino también están las cosas que uno ha tenido relegadas, a veces mucho, a veces poco, y lo que surge en el momento. Concursos, ansias, propuestas. Cosas para sacar y poner. Un tetris diario de ocupaciones varias, digamos. Sigue todo mezclado, porque hay cuestiones del profesorado y otras que no. Tal vez eso es lo que más incomoda.

Lo bueno es que, lentamente, todo se va acomodando. De hecho esta entrada es parte de esto. Simplemente la pensé y la escribí. Y así voy armando los días: con algo viejo, algo nuevo y algo espontáneo.

Los dejo, tengo que seguir escribiendo.

Vestigios

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Hoy son dos semanas. Ni comezón, ni tintineos.

A veces un nombre, un recuerdo, un objeto lo recuerda. Pero no está más ahí, es algo fugaz, como un fantasma.

Son vestigios del escape.

Están ahí para llenar una nada que no quiero, que todavía ronda, como vapor, por el día a día. Tampoco es cuestión de olvidar el pasado.

Sólo darle una nueva dimensión.

Cuando falla la realidad

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Ayer terminé el cursado del profesorado.

Y por suerte tengo casi lista la residencia. Lo cual no deja de ser una excelente noticia porque si perdía una clase más, iba a tener que recursarla. Incluso así todavía estoy algo complicado con el asunto.

Es un día que estaba esperando desde hace tiempo. De hecho, debido a lo que costó terminarlo, cada día que pasaba lo esperaba más.

Y, sin embargo, apenas sé para donde correr.

Una larga, larga y compleja serie de situaciones me llevó a mí, y a muchos de mis compañeras, a tener que penar largo y tendido sobre ciertos temas del cursado, más de lo que resulta normal en cualquier institución y más de lo que fue habitual en los semestres anteriores.

Cuando renuncié a mitad de mes lo hice adelantando mi salida porque esas dos semanas supuestamente iban a ser de estudio, pero muchos imprevistos me hicieron alargar el tiempo necesario para todas las materias que estaba cursando. Para colmo la materia que tenía que estudiar resultó ser mucho más dura de roer en el aspecto práctico. Recién ayer el grupo terminó de trabajar en ella, y ahora mientras se la estudia (a una semana de rendirla!) todavía tenemos que darle los puntos finales al trabajo para entregar.

De buenas a primeras cambiaron varias fechas de examen, así que todo el cronograma que había armado no sirve. Por suerte ahora puedo rendir casi casi todo en julio, algo que antes no se podía. Una muestra más de una realidad en movimiento. Continuo. Una cosa mueve otra, y todo vuelve a empezar, un círculo que, espero, hoy comienza a desacelerarse.

He tenido que dejar de leer lo que había empezado y dejar de escribir lo que tenía en mente. Ni siquiera tengo tiempo para la revisión y corrección de textos propios. Mucho menos para atender los sitios y blogs. Esta entrada es como destapar champaña para celebrar. La verdad es que he tenido algo de tiempo, pero el estaba cerebro tan quemado que me quedaba leyendo tonterías en Internet o durmiendo para recuperarme. Para colmo, hace diez días que tengo congestión y estado gripal, algo que el jueves detonó en dolor da garganta y voz ronca, para terminar en una afonía total luego de las cuatro horas de clase del viernes. Ayer sábado apenas pude hablar.

Cómo estaremos todos el último día de clases no salimos ni a almorzar ni a cenar (apenas a desayunar, para no dormirnos). Todos nos fuimos a dormir la siesta y estudiar. El jueves fue igual: nos dispersamos en la noche, a veces sin siquiera saludarnos.

No me molesta tener que cambiar de prioridades... me molesta tener que hacerlo constantemente. Día a día me desperté, durante estas dos semanas, con alguna novedad a veces positiva, a veces negativa, que indefiniblemente me alteraba el día y la semana. Una y otra vez. Y algo me dice que así será la semana que viene, y posiblemente la otra.

No es algo personal; creo que a todos en el profesorado nos pasa lo mismo, en mayor o menor medida. Ciertamente es algo normal que querramos terminar, ya mismo, pero en muchos casos esto se da porque parece una lucha contra la hidra de Lerna, y no un desafío personal de superación profesional.

Solucionas un problema... y tienes otro problema.


Julio es mes de rendir. Por lo menos eso está asegurado. Ya me hago a la idea de suspender este mes, también, la escritura, la lectura y la revisión de textos propios. Alguna cosa podré hacer, seguro, pero nada organizado ni planificado. Con tanta cosa dando vuelta, a veces olvido lo más básico, como mandar un mail o llamar por teléfono a alguien. Nunca un anotador me ha servido tanto para recordar cosas, pero si olvidas anotarlas...

Lo otro seguro es que es el último semestre y a partir de ahí, encima sin trabajo, queda pista libre para todo lo que quiera hacer. Ya hay opciones y planes, así que la queja llega hasta ahí.

Pero, lo que daría por algo más de tiempo para escribir...