4 años y 12 números no son nada

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Hace unos días me tomé el trabajo, simbólico, de tomar esta foto.

No está posada. Fue la primera vez que el número 12 de la Revista Términus, aquél monstruo gentil que creamos hace cuatro años con un grupo de dibujantes rosarinos, se reunía con sus hermanos mayores.

4 años, 12 números. Miro para atrás y sí, parece ayer.

2012 fue un año muy particular para mí. No recuerdo si lo he mencionado aquí, pero fue un período de muchos cambios, todos para bien, tanto en lo profesional como en lo personal. En lo referente a esto, comenzó en febrero, con la planificación del primer número de la revista, que logramos sacar en octubre, si mal no recuerdo. Poco tiempo después de la Crack Bang Boom de ese año (¡ey, no hacemos milagros!). Allí logramos comenzar a disfrutar todo lo que te aporta esa convención con un pequeño stand en donde pudimos hacer promoción de lo que vendría.

Y así comenzó algo que, en retrospectiva, a veces puede parecer sencillo, porque el sudor ya se secó, la bronca ya se fue, los errores ya se asumieron. Pero que resultó una tarea sacrificada, en mayor o menor medida, para todos los involucrados. Una tarea totalmente ad honorem, porque no ganamos dinero (ni podemos pagar, lamentablemente, las maravillosas contribuciones de nuestros dibujantes y guionistas). Pero una tarea del corazón, algo salido de la necesidad, que todos teníamos, de expresarnos libremente. Algunos, porque nunca habían publicado nada; otros, porque solo podían publicar lo que llenaba la olla y pagaba el alquiler.

Mantuvimos tanto la calidad física como la regularidad planeada, de 3 revistas por año. Así, 2012 se fue solamente con una, pero cerramos 2016 con las dos que emparejan el promedio. En el medio hubo de todo: alguna que salió más tarde de lo previsto, varias que salieron a tiempo pero con gran esfuerzo; tapas que nos hicieron renegar pero luego nos encantaron; muchas contribuciones que nos sorprendieron por el nivel; el interés de autores de gran calibre que nos dejaron sin aire; muchas corridas a la imprenta, a las convenciones, a los centros de envío de encomiendas; "peleas" y reclamos a las distribuidoras por algún pago atrasado; muchas hermosas experiencias en diversas convenciones a lo largo y a lo ancho del país...

2007 fue, para mí, el inicio de mi proyecto en convertirme en guionista. En 2012 pude comenzar a serlo realmente. Ya había publicado antes, un par de veces (una mención en un concurso, y en el número 9 de la revista La Murciélaga, cuyo fundador, Nico di Mattia, nos ayudó con sus consejos en los primeros momentos de la Términus).

Sin embargo, escribir y publicar regularmente, además de ocuparme de algunos asuntos editoriales de la revista, no solo me enseñó mucho sino que también me permitió ganar una experiencia inestimable, la cual luego me permitió comenzar a dictar clases de guión, por ejemplo. Ahora mismo, con el proyecto de Alquimia Comics (que comencé hace unos meses junto a un amigo y alumno del taller, Fede Sartori), puedo poner en práctica mucho de lo aprendido y, sobre esa base, aprender más.

Gracias a los contactos conseguidos y a la experiencia, pudimos publicar en Lisandro Estherren en España, en la Revista Cthulhu (que se ve al lado del 12, en la foto de abajo), una de las historias que más me gustaron, aparecida en el número 5 de la Términus, titulada "La casa de la calle Harding".

¿Qué más se logró en el camino? En la 4º edición de la Crack Bang Boom, de 2014, fuimos invitados de honor del evento, lo cual me permitió conocer a muchos talentosos artistas (y sentarme cerca de Dan Didio, también :) ).

Pero tal vez el mayor honor fue el recibido este año, cuando en la 7º edición de la misma edición fuimos nominados, para el premio Carlos Trillo, como Mejor Antología y como Mejor Portada por el número 8 de la revista. 


La portada del número en cuestión, por
Germán Peralta Carrasoni, portadista habitual
de la revista.

Como digo, el honor ya fue ser nominados: el haber ganado ambos premios ya es algo que está fuera de este mundo. Para mí, y creo que para todos los involucrados, fue el momento más alto de la revista, porque justo cuando estábamos cerrando una etapa, se nos reconocía todo lo logrado hasta ese momento.

Yo, en el medio, con Germán a mi derecha y Bruno, el editor
y principal responsable de la revista, a mi izquierda, justo después de ganar.




Hablé antes del cierre de una etapa, y eso fue justo lo que sucedió en esta convención. El anuncio oficial de que, por ahora, dejábamos de hacer la revista y nos íbamos a concentrar en otros formatos: el de los comics no antológicos, novelas gráficas, libros, o como quiera que se los llame. Habíamos aplicado un proyecto para Espacio Santafesino, una convocatoria provincial que otorga subsidios para diferentes industrias culturales. Días después de la convención nos enteramos que habíamos pasado la preselección y que nuestro proyecto había sido el ganador. Igualmente, de no haberlo obtenido, ya teníamos un plan B.

Así, 2017 verá tres novelas gráficas (¿puedo usar ese término acá?) por algunos de los autores ya publicados en la revista... y uno será una sorpresa muy particular.

De manera que todo lo sembrado creció y me permite sacar frutos que puedo volver a sembrar. Todo por una idea, un concepto que, por suerte, no fue solo mío y que otros, ya desde el primer momento, compartieron y apoyaron, enriqueciéndola con las suyas propias.

Es así que cierro con esta otra foto: el número 12 descansando ya con sus hermanos mayores. 4 años y 12 revistas que descansan en mi biblioteca, pero también, en el de muchas otras personas, a las cuales quiero agradecerles el apoyo tanto por comprarla, como por los comentarios en Facebook, como por asistir a las charlas en convenciones, pedirnos autógrafos, etc. Sigan así, y compren los números que faltan y recomiéndennos con sus amigos y amigas!!

Este año me dejó con poco tiempo, por lo que no pude contar muchas de estas cosas cuando sucedieron. Queda en el tintero, por ejemplo, la reseña de la Crack Bang Boom 7, para mí, mi momento favorito del año. Esperenla, que hay mucho más para contar.

Después de la maratón

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¿En serio cuatro meses desde la última entrada? Sabía que la cosa se había acelerado, pero no pensé que tanto.

Buen, en fin. Pasaron muchas cosas, y sí, ahora que lo recuerdo, no hice todavía la reseña de la Crack Bang Boom de este año, por ejemplo, y que solo de casualidad pude hacer la de Rosario Juega Rol 2016. A la cual me obligué, por cierto, ya que fue mucho más breve y concentrada en una sola cuestión: mi proyecto de juego de rol.

Lo cierto es que fueron meses de mucho trabajo, aunque no demasiado. Lo que sí molestó al desarrollo de los proyectos fue el constante cambio de prioridades y sobre todo, de tiempos. Cambios de horarios, reuniones inesperadas, feriados o paros que alteraban toda la planificación escolar (a veces la cambiaba dos o tres veces por semana, cuando desconfirmaban una reunión, por ejemplo). Como comenté en una entrada de otro blog, a veces planificaba trabajar durante una mañana, pero llamaban de un colegio para adelantar horas, o uno tenía que replantear todo un fin de semana por algún cambio de fechas que obligaba a adelantar una evaluación (las cuales se diseñan, eh, no crecen de los árboles). Fue un tercer trimestre muy complicado para todos los docentes con los que pude hablar, llenos de pérdidas de horas y de constantes retrasos y problemas.

Así que incluso cuando tenía tiempo (por ejemplo en los paros, o en un par de feriados "inesperados"), tenía trabajo, tanto escolar como de guión, principalmente para terminar mi participación para la revista Términus y para los proyectos de Alquimia Comics.

Así que, lentamente, fui viendo cómo se apilaban proyectos, ideas, guiones a medio terminar, propuestas... Y la verdad es que no veo la hora de comenzar con eso, de que sea mitad de diciembre, ya no tener clases y poder sentarme a escribir como loco, rabiosamente, tal vez sin prisa pero sin pausa.

Es lo que hay. Recientemente terminé un guión para un proyecto de antología, pero el segundo sigue esperando los últimos retoques. Tengo que armar dos sinopsis de proyectos, un guión introductorio, terminar un guión de 24 páginas, y algunas cosas más que andan dando vuelta desde, justamente, como cinco o seis meses. Incluyendo, claro, mi ya citado juego de rol, el cual estoy planeando testear en estos meses.

Eso sí, estoy más allá de la ansiedad. Se hace lo que se puede, y de a puchitos, aunque no haya escrito, fui armando un gran esquema de cosas para aprovechar cada momento (como por ejemplo, este lunes feriado). Hoy estuve acomodando mi pieza, tirando cosas, limpiando, preparando todo para el gran momento. Va a ser muy entretenido, de eso estoy seguro. Por primera vez en un buen tiempo no tengo grandes urgencias económicas, por lo que espero que las vacaciones me den espacios de ocio y descanso, mientras trabajo en cosas muy importantes para el año que viene.

Ya se van a ir enterando, en unos meses.

Trabajaciones de invierno 2016 (y II)

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Así que, ¿en qué estuve trabajando todos estos días? ¿Y donde está mi dinero?

En primer lugar, mi prioridad era terminar de corregir cierto libro que cierta editorial quiere publicar. Libro que no tiene una fecha fija de publicación pero que quiero enviar a la imprenta lo más pronto posible, porque hace años que trabajo en el mismo y ya ha crecido más de la cuenta, es más que adulto y, espero, sabrá defenderse solo. Quiero ocuparme de otros de sus hermanos.

Pero la lista era larga, desde reparar unas zapatillas (sí, también soy aprendiz de zapatero) hasta terminar de armar una repisa que yo mismo diseñé (y que me di muchas satisfacciones, hasta ahora, porque me despeja mucho la mente crear ese tipo de cosas). En el medio había también cuestiones relacionadas a la docencia, como planificar clases y trabajos prácticos, ordenar la pieza, como ya comenté, y alguna que otra cosita más.

Pero lo que más me emocionaba, lejos, era lo relacionado a los comics. Eso no quiere decir que no haya disfrutado escribir y revisar los últimos capítulos del libro (sobre el que hablaré más adelante). Lo que sucede es que ya todos los comiqueros de Argentina olemos la proximidad de la Crack Bang Boom 7, y eso pesa. Este año, por partida doble.










Actualmente, ocho de mis doce tareas de Hércules están terminadas. Dos, espero, terminarán en estos días que vienen (no eran tan urgentes, como la estantería, de la que solo quedan detalles). Las otras dos quedarán para estas semanas, porque otra no quedó. Y no tengo nada que lamentar.

Trabajaciones de invierno 2016 (I)

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La imagen es solo ilustrativa: no fui a una playa,
no tengo barba ni reposera. Ni dinero para comprarla.
Las llamé así, trabajaciones, porque en estas dos semanas de descanso invernal que me otorga el calendario escolar tenía que hacer mucho. Y me resultó difícil, al principio, equilibrar el descanso con estas obligaciones.

Digo esto después de pasar tres horas seguidas sentado frente a la computadora, escribiendo o leyendo (para investigación). Solamente me tomé unos pocos minutos para reordenar el cajón de uno de mi escritorio: una de las tareas indeseadas de estos días fue la limpieza general y el reordenamiento de mi habitación, que necesitaba bastante trabajo.

Doce eran las tareas principales, como las de Hércules, que me anoté para no olvidar; doce las que debía superar. Hasta ahora, de la lista solo puedo tachar completamente cuatro, aunque avancé casi hasta finalizar tres más. Hay dos (ambas importantes) que ni comencé, y otras dos o tres que tengo bastante avanzadas. Recién terminé una, con mucho esfuerzo y cansancio mental; ¿podré con alguna más, hoy?

La verdad es que soy ansioso y también una persona que gusta de cumplir compromisos, siempre que sean razonables. Y me pareció razonable hacer todo esto en dos semanas. Lamentablemente surgieron cuestiones inesperadas (por ejemplo, cosas que no había planeado tener que hacer, o que se demoraron más de la cuenta). Pero también surgió la conciencia de que eran vacaciones, después de todo. No tiene sentido volverse loco por ciertos temas. Sobre todo cuando uno de mis mejores amigos está demostrándome en primera persona que, por preocuparse demasiado, uno puede tener serios problemas de salud.

Así que después de algunos días apresurados, la primera semana, decidí bajar un cambio y seguir con la inercia, sin acelerar a fondo. Seguí levantándome todos los días temprano, pero no me sentí culpable cuando el frío ("de cagarse", como decimos aquí) me dejaba media hora más en la cama, o cuando quería dormir un poco más de siesta.

De esta manera afronté la segunda semana y pude avanzar mucho sin quemarme la cabeza. Ahora queda, técnicamente, un día y medio de trabajaciones, así que mentalmente la cosa quema un poco. Pero no demasiado.

¿Qué estuve haciendo? Bueno, se me terminó el tiempo, así que se los contaré en la segunda parte, dentro de unos días.

Un nuevo proyecto en marcha: Alquimia Comics

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Bueno bueno, esto es algo embarazoso. Otro blog más que actualizo una sola vez al mes. Hay mucho para hacer pero no es excusa.

La cuestión es que, como pensaba, meterme en tantos proyectos a la vez tiene su costo, y una de las cosas que uno tiene que pagar son los olvidos, descuidos y pequeños deslices que uno comete porque está pensando en mil cosas a la vez... y como siempre digo, algo se nos cae de la mano cuando hacemos malabares con demasiados proyectos.

Debería haber anunciado que tenía este proyecto entre manos hace mucho, mucho tiempo, cuando empezó a formarse, en febrero. Pero no lo hice porque... se me olvidó. Muchas cosas importantes pasaron y ahora tengo que anunciarlo cuando ya arrancó, lo cual es, como ya dije, algo embarazoso.

Pero si tenía tantos proyectos que ya me dejaban sin tiempo, ¿por qué empezar uno nuevo? Porque es interesante, porque es desafiante, porque me permite expresarme y hacer justamente lo que quiero desde hace ya casi 10 años: crear y publicar comics.

Alquimia Comics tiene un origen un poco similar a la Revista Términus, de la que también fui co-fundador. Básicamente tuve la idea, y cuando pensaba en cómo llevarla a cabo, terminé encontrándome con alguien más que, al mismo tiempo, había tenido una idea muy similar. Dejar sola a esa persona con sus ideas y no sumarle las mías, o cortarme por mi cuenta, hubiera sido un error absurdo, así que no valía la pena esperar "mejores tiempos". El mejor momento, cuando uno tiene ese tipo de ideas, es ahora mismo.

En este caso, esa otra persona fue Federico Sartori, mi primer alumno en mi taller de guión (en esa época, 2013, solamente había uno). Además del primero, fue también el único alumno que tuve ese año, lo cual siempre me habló de su dedicación a la causa de los comics y de su confianza y lealtad. No por nada nos hemos hecho amigos, y este proyecto nos ha ayudado a conocernos más y a trabajar en conjunto con la misma meta: hacer y publicar comics.

Pero bueno, ¿qué es Alquimia Comics? Es un blog en el que ya comenzamos a publicar series semanales e historias cortas en formato historieta, con amplitud de géneros y temáticas. La idea es hacer comics para todos, no solamente para "entendidos", nerds, freaks o como quieran llamarlo. La meta es ayudar a expandir el alcance que tienen los comics en la sociedad en general, generando historias nuevas, diferentes, que no caigan en los tópicos de siempre y que permitan que cualquiera pueda asomarse a este arte tan maravilloso.

Las series semanales se publicarán a razón de una página por semana, siempre en el mismo día, mientras que las historias cortas (de cuatro a 8 páginas, generalmente) se publican completas y quedan guardadas en el blog para que se las pueda ver en cualquier momento. Las series semanales se van publicando en diferentes cuentas de Tumblr, todas bajo la bandera de Alquimia Comics, pero separadas para que su lectura sea más directa y sin confusiones. Así, por ejemplo, "La Logia Gris", guionada por mí y dibujada por Pablo De Bonis, se publica todo los lunes. Ya están publicadas dos páginas (en unos días estará la tercera), así que engánchense ahora!


La Logia Gris es una serie ambientada en Rosario y está muy relacionada con distintas experiencias que he tenido y tengo con la arquitectura de esta ciudad que tanto quiero. En esta historia se mezclan cuestiones reales con detalles fantásticos, personajes que buscan su pasado y su futuro en una ciudad que no deja de cambiar y de perder su memoria, encarnada esta en sus edificios, sus plazas, sus calles y monumentos. Por eso era importante que la dibujara un rosarino, pero también un rosarino que supiera plasmar detalles arquitectónicos, perspectivas y todo lo relacionado a este arte tan hermoso. Pablo De Bonis afortunadamente no solo reúne esas dos condiciones sino que le suma además una pasión enorme por lo que hace y un manejo muy bueno de encuadres y de diseño de personajes, que ya se está dejando ver en estas primeras páginas.

Alquimia Comics me da el espacio para narrar historias que, sinceramente, no sé si interesarían a ciertos editores. Historias como La Logia Gris, que tiene muchas referencias a Rosario y es también una búsqueda personal, en cierta forma. Pero también me da espacio para resucitar proyectos que por un tiempo parecieron muertos, y un ejemplo de esto es Silver Sigma, una serie de ciencia ficción y aventuras que quedó perdida, por un tiempo, en la carpeta de "proyectos suspendidos". Ahora, de la mano del mendocino Sergio Tarquini (con quien ya he colaborado muchas veces en la Revista Términus) puedo sacarlo de este estado de letargo y ponerme a escribir una serie larga de uno de mis géneros favoritos: "la ciencia ficción medio space-opera con detalles de crítica social". No me digan que nunca habían escuchado de ese género porque...


Hasta acá, lo que les puedo mostrar del proyecto. Para más teasers, vayan
a la página de Alquimia Comics y denle like, así podrán
ir viendo los que se publiquen en el futuro.
Con Silver Sigma vuelvo a darme el lujo de trabajar con Sergio, alguien que dibuja muy bien mis guiones y que tiene una hermosa manera de presentar a los personajes, diseñarlos y entenderlos. Justo estaba interesado en hacer ciencia ficción, así que fue el proyecto perfecto para ambos. Silver Sigma comenzará a publicarse más adelante, y es la segunda de las series semanales de las que estaré a cargo. Entremedio, también, se irán publicando historias cortas, como por ejemplo la que hice para Términus, también con Sergio Tarquini, titulada "Señales del destino".

Desde ya que no soy el único que va a escribir aquí. Como ya comenté antes, Federico estará encargado de la otra mitad de los guiones. Al momento de publicar esto, ya subió la primera página de Boras, su primera serie semanal, que tiene como protagonista a un sacerdote metido en cuestiones sobrenaturales nada bonitas. Y se viene también AlieNación, un thriller de ciencia ficción en el que viene trabajando desde hace tiempo. Ambas con excelentes dibujantes, tengo que aclarar.

Entre todo esto y las series cortas que ya tenemos planeadas, no hay excusa para no anotarse. Suscríbanse a la página de FB de Alquimia Comics, y también agenden el blog del sitio: alquimiacomics.wordpress.com. Obviamente, si tienen una cuenta de Tumblr, pueden ir sumando también las cuentas de cada serie individual, pero no pierdan de vista que se trata de un proyecto conjunto, así que si siguen una sola serie, ¡se van a perder las demás!

Entrada sin clasificar

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La verdad es que la tengo algo difícil para aclarar lo de estas dos o tres semanas pasadas. Y es que, creo, es algo que no había experimentado hasta ahora.

La suma de trabajo no era muy grande, pero me mantenía ocupado. Y de pronto lo que sucedió fue que, simplemente, no tenía nada que escribir. Al menos, nada urgente.

Ahora bien, esto es algo tan poco usual como... curioso. Y algo confuso. Durante meses estuve corriendo con un libro, con varios guiones, con eso y con aquello... y de pronto me encuentro con que ya corregí todo lo que puedo corregir, y que los guiones que tengo para escribir no son nada urgentes. De hecho, puedo esperar dos o tres meses, puedo encararlos durante las vacaciones de invierno, y poco importaría.

Al mismo tiempo, lo que cobra relevancia y urgencia son otras cosas. Organizar, diseñar, clasificar, ordenar. Hay páginas que lanzar, hay piezas gráficas que armar para lograr esto, y muchos papeles y cosas dando vuelta por mi habitación (y por mi disco rígido) que ya no pueden esperar más.

Así que eso fue toda esta semana, y parte de la anterior: descubrir que, día a día, no solo no tenía nada que escribir, sino lo que había en pendientes era vago, nada urgente y que por lo tanto, no me motivaba. Fue algo, realmente, confuso. Venía de muchas semanas sin poder escribir, y tenía ganas, pero de pronto ¡pop! no, no hay nada aquí, siga con lo demás.

Todavía me estoy acomodando un poco. Ya volveremos.

Extranjería

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Mi patria es la escritura. Desde el lunes estoy como fuera de casa. Soy un extranjero.

Cierto, no fui expulsado. Me tuve que ir de viaje, porque hasta ahora esa patria no me da todo lo suficiente para subsistir. Tengo que cruzar de frontera para ir a mis otros trabajos. Y hay días en los que esos trabajos, aunque generalmente interesantes y bonitos, duelen, o saben a cenizas. Hubo varios, recientemente. Tal vez eso refuerza la sensación de extranjería.

El año empezó mucho más fuerte de lo pensado. Mucho, mucho trabajo. Mucho cruzar la frontera, todos los días. Y si bien le agarré el ritmo, también hubo momentos no tan fáciles de sacudir. Y muchos, muchos viajes diarios, y cansancio, y mal sueño, y poco sueño, y algo de fastidio.

Debería estar escribiendo. Incluso ahora mismo, debería estar revisando un libro, corrigiendo, reescribiendo. Desistí; tengo medio cerebro encendido y la otra mitad disperso por mil proyectos.

Debería estar guionando. No uno, sino tres guiones. Uno muy breve pero también muy urgente; los otros dos no tanto, pero más largo. Y también buscando otras alternativas. Y también viendo cómo expandir otras iniciativas, como mis talleres de guión. Mientras voy construyendo, con un amigo, un sitio, mientras mantengo los blogs, mientras...

Mientras escribo esto leo, al mismo tiempo, artículos de diarios. Y no es procrastinación. Es la necesidad de atender a un poco de todo: el despejar la mente, el ordenar archivos o papeles, el anotarme las cosas importantes para hacer (las que no vale la pena olvidar), el mandar mensajes que involucran a alguno de los cinco proyectos de comics o de escritura en los que estoy metido para este año, el leer algo para informarme y algo para inspirarme, el preparar material para la docencia, el atender cuestiones familiares... Ya ni tiempo tengo para visitar amistades o familia, y aunque todas las semanas desocupo cosas de la lista, sigue habiendo ahí cosas para hacer.

Y la escritura sigue lejos, detrás de la frontera.

Desde hace semanas, escribo solamente dos días a la semana: lunes y viernes, con algunas esporádicas rachas los martes y los jueves, por la tarde, cuando los ratos sueltos no se ocupan con otras cosas. Además, las mañanas son las que realmente rinden, y de esas solamente tengo las dos ya mencionadas en primer lugar. Por la tarde y sobre todo por la noche, el cansancio me baja los ojos o me satura la mente. Demasiadas cosas para hacer.

Y los guiones sin escribir, y los textos sin revisar.

Es algo contra lo que ya luchaba, pero ahora amplificado. Demasiados proyectos, demasiados caminos para ir saltando de uno a otro. Pero son caminos que yo construir, no se pueden dinamitar. No son imposiciones. Son necesidades. Sería menos yo si los abandonara. Otra no queda, más que apretar el acelerador cuando se pueda.

Así que no, hoy no voy a escribir un guión, ni a revisar un libro. No me da el cerebro para eso; de hecho son las 23 y ya me duermo. Pero si alcanza para esta entrada, me puedo considerar satisfecho. Quiere decir que el pago en cuotas sigue funcionando.

Mañana será otro día. Y hay una cosa menos en la lista.

De regreso al hogar

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Hace unos días escuchaba esta canción durante un viaje en colectivo y tuve que reprimir mis ganas de cantarla a gritos. Me decía algo en ese momento, y es un poco lo que quería compartir hoy, con algo más de tiempo.

Comenté hace tiempo lo que luego se confirmó, firma de contrato mediante: estoy trabajando en firme para una editorial que va a publicar uno de mis libros. Esto hizo que tuviera que detener la reescritura de una de mis novelas, pero bueno, no se puede todo.

Siendo que me enteré hacia fin de año, con mucho, mucho trabajo encima, tuve que esperar unas semanas para que llegaran unas ansiadas vacaciones. Ahora bien, lo bueno de ser docente es que entre mitad de diciembre (si uno tiene suerte y las autoridades nos ponen las mesas de exámenes bien temprano) y mitad de febrero aproximadamente, es imposible que nos llamen para nada. Vacaciones, que se dicen, pero vacaciones largas.

De manera que hice lo que debía hacer. Planifiqué una ruta y me aboqué a seguirla a toda costa. Trabajando, creo yo, entre tres y cinco horas por día (sin contar los fines de semana y algunos días en los que se cortaba la luz o tenía que detenerme por cuestiones personales), logré atravesar estos objetivos como un cuchillo ardiente, logrando recortar en más o menos dos semanas el plazo. Quiero decir, ahora estoy en donde debería estar dentro de dos semanas. Lo cual es genial, de verdad.

En ese contexto escuché esta canción en el colectivo, un día en el que había salido todo superbien y realmente festejaba por dentro. En realidad, no todo fue fácil, ni divertido. Un capítulo me costó horrores, y otro, más adelante, tampoco resultó sencillo. Pero era el tipo de trabajo que siempre quise hacer: escribir.

Por eso sentía que había estado lejos demasiado tiempo: si bien me había dedicado a la escritura de guiones cortos, había sido un trabajo interrumpido por muchas otras ocupaciones. En estos días pude darme el lujo de, realmente, trabajar en lo que amo: escribir. De día, de noche, de tarde, con sueño, con calor, con hambre. Horas enteras, varias horas seguidas, en un proyecto que amo y que espero vea pronto la luz.

Así que en esas estoy. Ciertamente, no es la primera vez que me encuentro en una situación como esta, porque en otros muchos veranos hice algo similar. Pero hacía tiempo que no lo hacía, y se siente muy bien regresar a algo que solo se me ocurre llamar como hogar.

Hagámoslo por David

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Desperté a la mañana, como siempre. Me enteré de algunas cosas importantes, los diarios, todo eso. Noticias que parecían importantes, y lo son, en cierto nivel.

Pero no esta.

Esta la vi a través de decenas de contactos en mi Facebook.

Se había ido el Duque Blanco. Así, de repente, sin aviso. Como si fuera por arte de magia.

No diré que conocía su obra. No diré que era su fan. Sí diré que conocía poco de lo que había hecho, principalmente la inmortal Under Pressure, con mi amada Queen. Recién ahora, después de un mini documental que enganché de casualidad en el cable, y de algunos comentarios sobre su nuevo disco, se me había enganchado una cuota de curiosidad. Curiosidad que ya me empieza a inflamar, porque de lo poco que escuché hoy, todo tiene magia.

Pero más allá de su música, para mí siempre será Jareth, el Rey Goblin de Laberinto. Película que seguramente veré una docena de veces más.

Para mí también será un poco Nikola Tesla, en The Prestige.


Para mí siempre será ese sabio mago loco, enigmático pero insanamente cuerdo, que veía el mundo como un laboratorio creativo. Un tipo que hacía lo que quería hacer, independientemente de ser popular o masivo. Un tipo que actuó de maravilla, compuso de maravilla, cantó de maravilla. Un tipo que no dejó de expresarse en muchos niveles.

Era el tipo de mago que el mundo necesita.

Y lo peor es que no hay muchos. La mayoría solamente vende humo y espejos de colores al peso. Veo porqué muchos lamentan su partida, y veo que yo la comprenderé más en unos meses.

Justo cuando terminaba de leer la noticia y empezaba a escuchar uno de sus discos, justo cuando estaba por comenzar a derrapar y no ponerme a escribir, no pude menos que dar un golpe en mi escritorio, levantar el puño y decirme bien fuerte: "Por David". Hoy iba a escribir por David. Y mañana también. Y cada vez que algo me distrajera o me bajara el ánimo, también lo haría por él.

Hagámoslo por David. Hagamos que todo sea un laboratorio creativo, hagamos un mundo mejor con la magia que tenemos en las manos, en la cabeza, en los dedos, en donde sea. Hagámoslo por David, que nos enseñó cómo hacerlo.

Y arranca 2016

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"¡A la perinola!" Sí, fue lo primero que dije cuando, hace unos minutos, entré para escribir esta entrada. Realmente, realmente pensaba que no había pasado tanto tiempo desde mi último posteo. Pero igual, ya no me espanto, ya estoy acostumbrado a esto.

Y sí, tampoco me quejo.

Creo que fue por la demanda. Terminé el año trabajando casi tiempo completo en dos escuelas. Cuando digo tiempo completo, digo que tenía ocupadas gran parte de las cinco mañanas hábiles; de hecho, noviembre y diciembre fueron días de mucho trabajo, sobre todo porque el calor era un gran enemigo, además del fastidio de los alumnos (ellos estaban cansados, no es que fastidiaran a propósito) y del propio de los docentes. Pero se soportó. Y creo que hasta se disfrutó, de alguna manera.

Tuve que resignar mucha escritura, pero por suerte lo había podido anticipar y logré escribir una parva de guiones para los siguientes números de la Términus. Trabajo que me dejó bastante satisfecho, aunque ahora llegará la etapa de revisión con editor, la elección de los guiones más acordes y la búsqueda de dibujantes.

En fin, cerré un año muy bueno. No me puedo quejar. Tuve muchas dificultades en las dos escuelas, muchas problemáticas difíciles de resolver y mucho para aprender sobre la marcha, pero logramos (porque ellos pusieron su parte) que todos los alumnos que fueron a rendir en diciembre aprobaran (en una escuela muchos no vinieron; qué se le va a hacer, los veré en unos días en la mesa de febrero). Y por si fuera poco, ya tengo confirmado un reemplazo para arrancar el 2016, algo que nunca me había pasado hasta ahora.

Muchos regalos (sobre todo autorregalos), muchas experiencias de fin de año, mucho para celebrar. Pero ahora se trabaja. El calor se adueña de la pieza, pero se trabaja. Las ideas fluyen y se encajan mientras uno trata de dormir una siesta porque durmió mal a la noche, pero se trabaja.

Los dos fines de semanas ultralargos por las fiestas me cortaron mucho el cronograma. Teniendo en cuenta que terminé de trabajar a mitad de diciembre (gracias, gracias por poner temprano mis mesas, a las dos escuelas, gracias), quise arrancar más rápido con todo lo que tenía para escribir. Pero las compras de Navidad y las obligaciones familiares me detuvieron bastante. Ya pasaron, igual, y pude ponerme a la par del cronograma improvisado que se había armado en mi cabeza.

Se trabaja.

Lo pesado está siendo el concentrarse en una sola cosa. Todavía no quiero confirmarlo pero hay un proyecto importante en proceso; un libro que una editorial desea publicar. Mientras lo reviso, dedicando la mayor parte del tiempo a reescribir, surgen otras ideas. Y ganas de escribirlas. Y a veces, cuando no tengo ganas de seguir con este proyecto, cuando me queda el tener que reescribir, quiero pasar a lo otro, pero no me dejo. Tengo que educarme en el enfoque, en las prioridades, si quiero ser un buen escritor. No puedo demorar las cosas si me las pide un editor. No debo.

Así que en esas andamos. Tratando de no desviarme del camino, mientras en los ratos libres intento leer, acomodar la casa, acomodar mis notas, anotar las ideas que surgen. Y pensar, seguir pensando en más proyectos.

Porque la idea es crecer, seguir creciendo. Ahora la pregunta es: ¿comienzo algo nuevo, antes de cerrar lo viejo? ¿Se puede, se debe? Y eso es lo que me carcome la paciencia, más que las hormigas que se mudaron a mi cocina hace unos meses y no quieren irse.

¿Comienzo algo nuevo, antes de cerrar lo viejo?