En pocas palabras

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[Un juego de rol] es un juego de comunicación. Mientras en otros juegos tú puedes mover tus piezas en un tablero, o jugar cartas en una mesa, en este juego un jugador describe el tablero, y tú describes tus piezas, dónde están, y cómo se mueven.

Usas tu imaginación, pero no todo termina ahí. Tienes que comunicar lo que imaginas a los otros jugadores, para que ellos puedan incluirlo en lo que ellos imaginan. El resultado de toda esta imaginación y comunicación es una conversación viva, un ida y vuelta sobre lo que hacen los personajes imaginarios en el juego, dónde van, y qué desafíos superan.

- Storming the Wizard’s Tower, Vincent D. Baker.

Setbacks

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Todo estaba ahí, perfecto. Y de pronto, dejó de estarlo.

En estos días me ha llegado la tremenda noticia: ha fallecido un compañero, un amigo podríamos decir. Una de esas personas que al poco tiempo de conocerlas ya te caen bien. Una persona honesta, sincera, directa, cooperativa, trabajadora, inventiva, abierta, emprendedora. De esas personas que gravemente pueden corregirte algo, haciéndote ver el pequeño error en tu éxito, para que el día de mañana ese éxito sea mejor. De esas personas que si pueden ayudar te dan una mano, y si no, al día siguiente te dan dos. De esas personas que saben mucho más que tú, y sobre todo saben que eso no los hace mejores que tú. De esas personas que pueden trabajar en la sombras durante mucho tiempo sin buscar glorias ni reconocimientos, simplemente por el bien de los demás.

Lo conocía desde hacía un año y algunos meses, pero era como si hubiera estado ahí siempre.

Me enteré de su muerte apenas minutos después de pasar una velada hermosa con mi familia, en el cumpleaños de una persona que para mí es de la familia. Una velada en la que hablamos y reímos mucho sobre esas cosas que hicieron nuestros familiares y amigos ya fallecidos.

En fin, una mezcla de cosas aparentemente irreconciliables.

Ayer fue un día muy extraño, cargado de mala coincidencias, una experiencia personal muy fea y montones de momentos hermosos con alguien muy querido para mí. Pero todavía me dura una sensación de "no sé qué", una bruma vibrante en el fondo de la cabeza, como ruido blanco. Trato de evitarlo, pero es difícil.

Intento volver al ruedo. Días sin escribir, porque me tomé también vacaciones de la escritura. Estuve ocupándome de temas personales positivos. Mucha esperanza. Muchas cosas buenas y muchas cosas malas. Experimenté, el mismo día, uno de los peores días y uno de los mejores días de mi vida. Como si fuera dos personas, dos vidas.

Y mientras pasaba un hermoso momento recordé esa sensación que tuve al leer La escritura o la vida, de Jorge Semprún. Uno de los mayores regalos que me dio la universidad y una de las mejores novelas que he leído. De pronto, todo se me presentó más fácil, sin tantas vueltas. La vida era tan misteriosa como mágica, un laberinto invisible de causas y consecuencias que a veces nos persiguen y a veces nosotros perseguimos sin saber.

Creo que se ha quebrado la racha. Comenzar a escribir aquí ya es un buen signo. Algo ha cambiado y me ha hecho diferente.

Ya repuesto

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Tuve una semana bastante complicada. Rara, o al menos llena de pequeñas distracciones y salidas hacia todas partes. Con decirles que anoche, mientras esperaba que me abrieran la puerta de un edificio, me quedé pensando en qué había hecho el miércoles... y no pude recordarlo sino hasta una hora después.

En fin... Lo que ha pasado, en parte, es que he tenido muchas, muchas cosas pequeñas para hacer. De esas que alargan mis listas de cosas para hacer y que rápidamente quedan tachadas... o deberían. He respondido mails con una semana de atraso, y espero no deber ninguno más.

Lo que me gusta saber es que el segundo número de Términus pronto estará, realmente, en la imprenta, después de algunos inconvenientes bastante molestos. He escrito hoy la editorial, y ha sido refrescante. Incluso con el calor de la mañana aposentado en mi habitación.

Todavía peleo con un guión a medio terminar, ¡y debo empezar otro!

Ayer volví a jugar rol. En realidad planeaba dirigir una aventura one-shot del juego de rol que estoy diseñando para Studio Ergo Sum, pero a pesar de la gran concurrencia, como ya casi todos tenían mesa, me quedé sin jugadores. Me sumé a una mesa de FATE. Una feliz coincidencia gracias a que tenía mis dados FUDGE y al menos los estrené. Me divertí mucho con el juego, a pesar de que no empecé con muchas ganas y tenía algo reducido el horario.

Como dije, hubo varios días de la semana en los que tuve problemas para concentrarme. No tenía ideas, escribía casi auto-obligado, apenas llegando al mínimo de 2 horas de escritura por día. Pero eso llevó a replantearme un poco mi sistema. A veces leer, dibujar mapas, etc., también es trabajar, así que ahora cuento algunas cosas que hago fuera de la computadora.

Además, supe disculparme a mí mismo por el bajón creativo. Son cosas que pasan, y aprendo a no frustrarme. Creo que todo tuvo que ver con un simple hecho. Tuve varios días de muchas ideas, el domingo y lunes pasado fue un pico importante, con muchas páginas terminadas. Pero después no hubo ideas nuevas y necesité tiempo para llenar nuevamente el buffer. Creo que ahora viene otra nueva correntada de ganas de escribir.

A eso voy. Nos vemos. No sé cuándo podré escribir de nuevo aquí, pero espero normalizar todo en al menos una entrada por semana.

Abandonados

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Sí, parece nombre de tira de Adrián Suar... pero no, es la novela de este blog desde hace un tiempo.

Poco más de dos semanas... sí, es bastante tiempo. Lo bueno es que he podido adelantar bastante en mi lista de lectura; aunque todavía no terminé el libro de Jared Diamond (Collapse, ya falta poco), voy avanzando fuerte con los comics.

¿Qué más estuve haciendo? Pues escribiendo, largo y tendido.

En primer lugar, ocupándome de dos libros de mi editorial, Studio Ergo Sum: Roles en juego y Manual de supervivencia del DJ. Terminados ambos, tengo todavía dos proyectos en la lista, en los cuales ahora comenzaré a trabajar con más dedicación.

Por si fuera poco, tengo varios guiones y cuentos dando vueltas, además de haber comenzado mi quinta novela. No sé qué será de esta, porque por ahora quiero concentrarme en lo que se publica más fácilmente. Una de las decisiones de los últimos días ha sido esta: poner firmes prioridades para no terminar haciendo mil cosas a la vez.

En este sentido, si bien los comics y los juegos de rol no dan dinero (aunque por los segundos puedo cobrar algo), sí me dan la satisfacción de la publicación y de la interacción con los lectores. Las novelas cuestan mucho tiempo de escritura y reescritura, y por como está todo ahora, prefiero no poner tiempo en algo que ni siquiera me da la satisfacción previamente mencionada.

El tiempo se ha convertido en un poderoso aliado, pero también uno que hay que saber administrar. Hasta ahora, venía anotando las actividades que debía realizar el día en curso, y las tachaba cuando las terminaba. Sin embargo, a veces me tomaba todo un día hacer algo, y después no tenía tiempo para lo siguiente. O hacía muchas cosas cada día y no avanzaba realmente en ninguna. Además, a veces olvidaba cambiar el papel del anotador y tenía anotadas las mismas actividades por dos o tres días seguidos, y ni yo me entendía.

Así que este año, además de reciclar una vieja agenda (en la que pongo REALMENTE lo que haré ese día), y como herencia de un trabajo que estuve haciendo hasta hace unos días, tomé la costumbre de anotar diariamente cuanto tiempo me lleva hacer algo. Por ejemplo, comencé a escribir esto a las 21:53 y ahora son las 22:12. Hago lo mismo con TODO lo que sea escritura: cuentos, guiones, juegos de rol, blogs, sitios, etc.

El objetivo principal es lograr 3 horas diarias de escritura (2 como mínimo, en días especiales). Sin mentiras ni disfraces. ¿Para qué? Para poder cuantificar realmente mi trabajo, para poder valorarlo mejor. También para exigirme más, y tener una disciplina. Una de las cuestiones que terminé de entender en diciembre es que me siento desorientado porque, sin los horarios del trabajo y sin las obligaciones del profesorado, a veces no sé cómo disponer de mi tiempo. Como tengo muchos proyectos dando vuelta, muchas lecturas, etc., termino dispersando ese tiempo en demasiadas cosas, algunas prometedoras pero no a corto plazo, otras que son simplemente pasatiempos.

De esta manera, si bien no me impongo cuotas sobre cuánto tiempo usar para cuentos o novelas, por ejemplo, sí sé que si trabajo un promedio de entre 2 y 3 horas por semana (sí, no me tomo descanso los findes, aunque son días en los que trabajo menos) habré avanzado entre 14 y 21 horas los proyectos en los que estoy trabajando, los que he señalado explícitamente como prioritarios.

Por supuesto, anoto cada cosa por separado, para también saber cuánto me ha llevado cada proyecto individualmente, o cuanto tiempo le he dedicado por mes a una actividad.

¿En qué vengo trabajando? Pues como dije, en algunos guiones y cuentos, además de los ya mencionados proyectos de rol. Espero pronto poder contar más novedades aquí.

Nos vemos.