Las palabras viven en el viento

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El otro día un compañero de trabajo regresó de Europa con un regalo muy particular. Una recopilación de cuentos de Ernest Hemingway, traducidos al catalán, en una exclusiva edición de tapa dura cubierta de cuero con letras doradas (1). Hermosa edición, de apenas 1.000 ejemplares, lo cual no hace más que aumentar mi agradecimiento.

En clases pasadas, en clase de Teología y Doctrina Social de la Iglesia, debíamos analizar algunos aspectos básicos de la Biblia que habíamos llevado a clase: el imprimatur y el idioma del cual había sido traducida.

Es así que descubro que la Biblia que había llevado (traducida aparentemente por un profesor de mi profesora de Teología, oh mundo pequeño), fue autorizada por dos obispos mexicanos, editada en España y Filipinas, e impresa en China (2).

Solemos decir que el viento se lleva las palabras, pero en el caso de los libros, a veces pienso que el viento más bien le sirve de sustento. Particularmente ahora que la globalización nos lleva a estos extremos.


(1) No, no sé catalán. Pero luego de haber leído gran parte del Mío Cid en el “lenguaje” original simultaneando con las notas, si puedo conseguir una edición en castellano planeo hacer una lectura comparada, paralela, como la que tengo pendiente con un ejemplar bilingüe de Julio César, inglés/castellano. Sólo para seguir siendo una persona peculiar.

(2) Al leer eso tuve una fugaz imagen de una fila de soldados chinos mirando salir cajas y cajas de biblias, yendo al puerto en una cinta transportadora, vigilando que ningún chino abandonara la sana y perfecta religión del Estado.


Dedico esta entrada a Sebastián, quien en su paso por tierras catalanas tuvo la deferencia de acordarse de mí y de mi extraña afición.

A veces, ni para leer

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El otro día, hablando con mi hermano, le reconozco que no estoy comprando libros.

¿Qué pasó? Es algo relacionado a la época de reorganización de mi casa, pero particularmente al hecho de que no quiero seguir juntando libros que no leo. Incluso los pocos que quiero comprar no están ahí: por motivos desconocidos (o no tanto), las colecciones de Borges y Cortázar se han detenido de nuevo, y no ubico nuevos ejemplares por ninguna parte.

Ciertamente, por el momento no tengo espacio material para más libros, y estoy apilando lo que compro por cualquier parte. Pero tampoco hay interés; si hubiera algo por ahí dando vuelta, lo compraría y lo usaría hasta de almohada, si no quedara otra alternativa.

Por qué a veces no vale la pena estar

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Este sábado pasado se había organizado, algo espontáneamente, una nueva edición de Rosario Juega Indie. Como si no fuera poco organizar una convención anual de rol, desde el año pasado se lleva a cabo una específicamente apuntada a los juegos de este tipo, sin detrimento de las mesas fijas de otros juegos de rol, que siguen teniendo lugar.

Hay que agradecer todo esto a varios miembros del club: Krinnen y Drake, particularmente, pero también otros como DagaZ y Nana, que siempre se presentan como Djs. Seguro que me olvido de alguno, perdón.

Me había anotado, pero no fui. Así de sencillo, y para eso dedico esta entrada. Primero para que, por mi ausencia, mis seguidores (eso suena feo, no soy un dios!) no le pierdan rastro a la movida rolera rosarina. Segundo, porque los motivos de esta ausencia detonaron una nueva reflexión sobre mi estado de ánimo.

Fueron días con rápidos altibajos. El jueves fue particularmente bueno, y arrancó el viernes con una mañana tranquila. En un curso de capacitación laboral (que no de autoayuda para empleados con problemas personales y cómo no llevarlos a la empresa, ni llevar los de la empresa a la casa), me di cuenta de que era muy feliz. Casi nada estaba por fuera de lo que tenía planeado, todo estaba saliendo bien, no era necesario hacer cambios.

Claro que luego el día se derrumbó en caos, como suele suceder todos los viernes en el trabajo (tomándome inevitablemente por sorpresa, porque los problemas salen de lugares impensados). Remontó como siempre a la noche con la reunión familiar semanal, y llegó a su cenit el sábado en la facultad.

Pero llegar a casa, con sueño, hambre y unas enormes ganas de quedarme, fue el derrumbe de todo. Llamé y avisé que no iba. Algo había ahí que quería cumplir el compromiso, pero pensé “ey, nadie morirá si no voy”. Simplemente sopesé lo que podía perder y lo que podía ganar, y me quedé durmiendo una necesaria siesta.

Puntualmente, la causa era esa: mucho sueño, cansancio general. Simplemente no tenía ganas de jugar rol, y haría mal en meterme en una mesa con ese estado de ánimo. No hubiera sido justo para nadie.

Pero después, profundizando, vi que hay una desconfianza a jugar rol. Porque pensaba que ir era una pérdida de tiempo: no iba a divertirme. También una desconfianza a empezar de nuevo, por así decirlo; como quien fue traicionado varias veces y ahora teme volver a confiar. Ciertamente el rol no me ha hecho nada malo, pero la gran cantidad de veces que comencé campañas que quedaban inconclusas o me involucré con grupos de juego que luego se desarmaban me ha hecho receloso. Ni el meterme en juegos Indie, que a veces son autoconclusivos, me ha podido salvar: simplemente no he podido ingresar en ninguna mesa. Mi mesa de Burning Wheel, que tanto estaba disfrutando a pesar de los problemas del grupo por mantenerse unido, ha quedado en la nada. De nuevo.

Comparados con otras aficiones y proyectos, que han avanzado mucho o poco en estos últimos tres o cuatro años, el rol sigue ahí, atascado, la eterna Cenicienta que espera un futuro que no viene. No es por falta de tiempo, aunque me cuesta ir los sábados y pocas veces puedo. Simplemente es por falta de algo que me una de nuevo a la afición. Me siento excluido, no alguna persona en particular o un grupo, sino simplemente por circunstancias ajenas a mi control. Cosas que pasan. Y que siguen pasando, una y otra vez.

Hace tiempo comencé mi colección de miniaturas de SW con la compra de los, entonces, nuevos manuales de rol. Ahora he aceptado que posiblemente las seguiré comprando para tenerlas, porque tal vez nunca dirija o juegue en esa galaxia tan, tan lejana.

Y encima vienen y me dicen que el universo se sigue expandiendo.

Se busca dibujante(s)

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Luego de haber conversado un rato con Nico di Mattía, la idea que flotaba sobre mi cabeza se hizo todavía más clara. Necesito contactar más dibujantes para mis guiones.

Los requisitos serían los siguientes:
  • que sepa aceptar críticas constructivas, ya sea que vengan de mi parte, de un editor o de un colega;
  • que sepa reconocer sus límites, ya que todos los tenemos;
  • que tenga un firme compromiso de dedicarse al dibujo de comics como un trabajo (al menos de tiempo parcial, ya que sabemos que es muy difícil vivir solamente de esto);
  • al menos cinco años continuados y recientes en el dibujo de comics, ya sea bajo la mirada de un profesor o como experiencia autodidacta seria.

Se valorará:
  • capacidad para contribuir constructivamente en mis guiones, ya sea planteando ideas, señalando errores o proponiendo estilos visuales, etc.;
  • puntualidad y compromiso en los trabajos prometidos;
  • un estilo personal ya desarrollado, o en camino de estarlo;
  • tiempo disponible para afrontar al menos cinco páginas cada dos o tres meses.

Mis objetivos:
  1. enviar proyectos serios a editoriales de comics argentinas y extranjeras, con firme propósito de ser publicado en el mediano plazo;
  2. participar en concursos de comics que cuenten con reglas razonables (ver ejemplos negativos);
  3. participar regular o esporádicamente en revistas, blogs u otros medios de conocida trayectoria que no necesariamente tengan retribución económica.

Se solicita enviar:
  • cinco páginas de comic, no necesariamente consecutivas ni de la misma historia, al menos terminadas en lápiz,
  • una pequeña lista con los géneros que el dibujante le gustaría dibujar y en los cuales se siente más cómodo/eficiente,
  • ilustraciones adicionales, opcionales,
  • pequeño curriculum con datos personales y detalles de la experiencia que poseen.

No creo que esto sea mucha exigencia. No pido más de lo que yo soy, y no valoro más de lo que ya valoré en otros dibujantes que trabajan conmigo. Y los objetivos son los de siempre. Así que queda claro. Los que quieran hacer algo serio, comprometido y a futuro, que me contacten al email que aparece en este blog; si ya me tienen en Facebook también pueden hacerlo por allí.

Sábado cálido y lluvioso

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El pasado sábado 8 nos reunimos con Nico di Mattia en Milenario Comics, como parte de su gira por Rosario. Ese día y el anterior, el artista cordobés estudo presente en la ciudad para dar un seminario intensivo de speed painting, técnica que lo hizo conocido en todo el mundo, particularmente a través de Youtube.





Quienes ya lo conocen por otras visitas, como yo, no necesitamos aclaración. Sabemos que se trata de un humano como cualquiera de nosotros, no tiene cuatro manos ni es un villano de película (bueno, que sepamos). También sabemos que realmente hace lo que muestra en Internet, a pesar de todos los comentarios que a veces se ven por ahí.

Pero en fin, no está de más aclarar para los que no lo conocen. Nico también trajo el último número de La Murciélaga, emprendimiento editorial que lo ha hecho todavía más conocido dentro del país, con el cual peregrina ya desde hace casi dos años.

Enorme será mi sorpresa entonces al ir a comprarla y ¡ver que mi amigo Sebastián Zalazar fue publicado en ella! A decir verdad también para él fue sorpresa, por una serie de cuestiones que no vienen al caso. Pero lo mejor de todo fue encontrarme con él en persona (no lo veía desde principio de año), ver que está bien y sigue dibujando. De más está decir que Nico nos reclamó un trabajo conjunto, algo que yo no había pensado pero que inmediatamente se empezó a formar en mi cabeza. A ver que sale de todo esto, ya que Sebastián aprobó la idea preliminar.

Fue un sábado de clima feo, pero de hermosos reencuentros, ya que también pude conversar con otras personas que hacía tiempo que no veía. No me queda más que agradecerle a Nico los consejos que me dio, y las ganas que siempre me renueva de colaborar con su proyecto. A ver si pronto vemos mi nombre en su revista.

Pensando en fin de año

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Proyecto todo a futuro. Siempre tengo planes a corto, mediano y largo plazo. Ya estoy pensando en mediados del año que viene, cuando termine el profesorado.

De manera que pensar en fin de año no es más que un paso intermedio. ¡Falta poco! Apenas tres meses. En los estudios voy bien. Tal como nos habían adelantado, este semestre fue menos intensivo en el cursado; aunque más corto, exigió una dura disciplina de lectura y estudio para que luego no se acumularan textos. Soy el alumno que más al día está con eso: el secreto es siempre leer un poco más de lo exigido por los docentes.

NEEEEERDDDD!! Gritarán algunos, como Homero Simpson en ese episodio en el que va a la universidad. So be it. Pero he descubierto con el tiempo que siempre el descanso está al final. Yo era de los que hacían la tarea antes de la merienda, para luego no hacer nada a la tardecita y ver televisión hasta cualquier hora. De la misma manera, apunto a un noviembre/diciembre más tranquilo.

También estoy juntando energía mental para otra cosa. En diciembre tengo otro examen importante, tal vez el más importante. 3º dan de Taekwondo. Ya empecé a practicar las roturas.

Falta alguna que otra cosa más, pero eso es lo más importante. Después quedará enero, con días llenos de calor, mosquitos y Antropología Filosófica. Pilas de textos de Nietzche, Sartre, algo de Heidegger y Jaspers.