Día Alegre Del Ogro, segunda parte


Después de acostarnos a las cuatro de la madrugada, era evidente que dolería volver a la realidad. Dormimos poco y, al menos en mi caso, no muy bien, aunque eso ya venía de antes. A eso de las 9 casi todos estábamos despiertos, y más o menos a las 10.30 salimos para el Pabellón II de la Ciudad Universitaria (después de perder un rato ubicando la parada del 107).

El trayecto era corto y no hubo ningún problema. Por suerte teníamos monedas, aunque sigo sin entender la forma totalmente irracional de poner los asientos que tienen los colectivos porteños. Se desperdicia mucho espacio, mucha gente viaja parada sin necesidad.

Una vez en el comedor, donde sería el evento, nos organizamos un lindo desayuno. Aproveché para tomar unas fotos, y después de un rato, nos pidieron si podíamos ayudar bajando sillas de la biblioteca. Después de bajar las que estaban en mejor estado, regresamos y ayudamos a ordenar las enormes mesas que casi aplastan a los valientes que se atrevieron a bajarlas por las escaleras.

Descansamos un poquito y después nos pidieron que saliéramos del comedor, para que hiciéramos la fila como cualquier hijo de vecino. El evento estaba por empezar.

Por una cuestión de pura casualidad e improvisación quedé primero en la fila, así que tomé algunas fotos de nuestro grupo en ella, y de la gente que empezaba a llegar. Todo se desarrolló respetando el horario que los organizadores nos habían enviado. Apenas diez minutos después de las 13, se largó definitivamente la entrada de público, muy ordenada, de grupos de 5. Mi cholulo interior tiene que mencionar el hecho de que fui el primero que ingresó al evento.

El entrar de a pocos permitía organizar bien a cada participante, mandándolo a la mesa que hubiera elegido. Aquí tengo que mencionar algo que se me había pasado: sombreros. El día anterior al evento, la organización había avisado que los que entraran con sombreros tendrían derecho a un sorteo aparte, además del que teníamos con la entrada. Sabiendo que mis compañeros no iban a ver el mensaje (fueron en tren y salieron a las 4 de la madrugada), llevé algunas gorras (genéricamente, el mensaje decía headgear). No tenía nada más elaborado a mano. Mich, obviamente, puso el ejemplo con su gorro pirata. Esa es la razón por la cual podrán ver ciertos aditamentos en las siguientes fotos, aunque me temo que no capté los más elaborados y llamativos (sólo algunos).

Con Nana fuimos derecho a la mesa de Mouse Guard, mientras comíamos algo ubicamos al DJ y charlamos. Resultó ser un miembro del foro deRol (el enano Durlock), así que nos conocíamos de haber estado en los mismos posts. Lamentablemente tuvimos que esperar un buen rato para que llegara gente. Hasta las 15, más o menos, la afluencia de público fue lenta y esporádica, y muchos se dedicaban a charlar entre sí o a ubicarse en mesas aisladas.

Finalmente el DJ ubicó a un amigo que nos dio una mano con el tema, y pudimos empezar a jugar. Elegimos ratoncitos y nos explicaron el sistema, nos acomodamos y largamos.

Creo que la partida era una introductoria; consistía en averiguar el paradero de un mercader que había desaparecido entre dos ciudades. El DJ tuvo el coraje (no todos lo hacen) de disculparse de antemano ya que era la primera vez que dirigía ese juego. No lo hizo mal, de todas maneras. La partida habrá durado unos 45 minutos, más o menos, incluyendo explicación de las reglas. En ese tiempo pude averiguar lo básico del juego, que pensé que sería menos trad. De todas maneras, veo que muchas de las cosas indie estaban en fases del juego que no llegamos a utilizar, entre las partidas, por ejemplo. Sabía bien, por experiencia, que no puedo darle un vistazo profundo a un juego en una partida aislada en una jornada, en un grupo de juego armado en el momento, así que no me molestó lo corto de la experiencia.

Terminada la partida, vagamos un poco. Nos habíamos preguntado para qué era la enorme fila que se había formado en la parte del comedor en donde uno se sirve la comida. Yo supuse que era para eso: comprar comida caliente, y no las minutas de siempre. Con Nana nos preguntamos lo mismo varias veces, y cometimos el error de no preguntar. Error que lamentaríamos luego.

Nana se fue a la mesa de D&D 4º, en donde estaba el resto de los rosarinos, y se quedó allí. Yo me puse a buscar juegos de mesa que permitieran un nuevo jugador. La mayoría de las mesas estaban ocupadas o tenían juegos que no conocía ni de nombre. Por la experiencia del día anterior, busqué la de Arkham Horror, sabiendo que podría meterme sin cortarle el juego a nadie (ni siquiera para las explicaciones). Así que cuando encontré una, me metí (habrá más detalles de esto más adelante).

Más o menos por la mitad de la partida, mientras mi personaje no podía salir del pantano y yo no me divertía, me enteré de qué era la condenada fila. Me había olvidado totalmente de que no había rifas para el sorteo: todo se centralizaba en el Tesoro del Ogro. La idea de los organizadores era que por 5 pesos (más o menos un euro), uno tiraba dados en una serie de tablas similares a las de D&D. Cada tirada te derivaba a una tabla diferente, hasta que finalmente tenías que tomar un premio al azar (si eran de los pequeños, como minis o dados) o directamente ganabas un premio grande (manuales de rol, starters de juegos de miniaturas, etc.)

El asunto era grave. La cola era interminable, y se mantenía o crecía en longitud. Desde las mesas veíamos a la gente quedarse parada un buen rato; calculo que se tomaba al menos media hora llegar hasta los dados.

En esa situación la cosa se complicaba. Me tomé unos minutos para informarle del tema a Nana, que no estaba jugando, y la pobrecita emprendió una rauda misión: hacer cinco tiradas, una para ella, tres para Gonzalo, y la última para mí. La seguí con la mirada, y estuve ahí cuando le tocó tirar los dados, viendo el proceso. Obtuve un Horrorclix consistente en un policía zombie, que no me copa porque no me copan los zombies (al menos no sus minis). Lamentablemente, todo intento de meterme en la fila y hacer una tirada fue infructuoso: el sistema había colapsado y la organización, sabia pero dolorosamente, cortó el ingreso la fila. Incluso así, los que estaban dentro de la misma tardaron tanto en terminar de jugar, que cuando lo hicieron faltaba poco para el sorteo final.

Poco antes de las 19 horas (el evento terminaba a las 20), me retiré de la partida de Arkham Horror, dejando en mi lugar a un jugador nuevo, y me fui con Nana a la mesa de D&D 4º. Charlamos un rato, vimos cómo terminaba la partida y finalmente llegó el sorteo tan esperado.

Una gran masa de gente se apiñó junto a la mesa donde los organizadores ordenaban los premios. Lamentablemente el lugar nos jugó una mala pasada: hay quienes decían que había demasiadas personas, pero más bien era culpa del sistema de ventilación. Apenas se podía respirar. En fin, el sistema era sencillo: un sorteo para los DJs y encargados de juegos de mesa, otro para los que tuvieran sombreros. Los números restantes de ambos se mezclaban con el resto, para un sorteo general.

Ni yo ni mis compañeros ganamos nada, pero eso no quita que nos divirtiéramos. Se sortearon varios tomos de D&D 4º, uno de Dying Earth, starters, etc. El último premio era doble: un libro de D&D 4º y un Carcassone. Pero también se podía elegir "LA CAJA". Sí, La Caja, un misterioso contenedor de cartón corrugado, aparentemente pesado, pero del que nada se sabía... Hasta que el afortunado ganador decidió arriesgarse.

En ese momento Mich, ayudado por sus colaboradores, descubrió un cucurucho metálico enorme, similar a un trofeo, completamente lleno de dados (más precisamente 365, uno para cada día del año). El estruendo de tremenda cantidad de plástico mágico nos tocó el corazón a todos. Mishka, sos un héroe por haberlo arriesgado todo!!! Qué premio!!!

Después de eso, desalojamos el lugar y nos fuimos a charlar por las cercanías, mientras los organizadores volvían a poner todo en su lugar (los muebles de la biblioteca no eran mágicos). Y después... ¡a ver el partido de la Selección!

Pero eso lo cuento en la tercera parte, junto con lo que pasó el domingo.

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