Dibujantes: una experiencia inolvidable (I)


Por una vez como pocas, me resulta difícil poner en palabras todo lo que sucedió en esos dos días. Tal vez porque no parecen dos días, aunque las horas se iban volando. Tal vez por esto mismo, comenzar por el principio, lo más previsible y usado, hasta se me ocurre inútil. El cronista de eventos que siempre creí ser, el relator de anécdotas y detalles, de pronto me da la razón. Por lo menos hacé un resumen previo, me dice.

Podría comenzar con esto. Siempre me consideré un tipo desubicado, un outsider, alguien que no quedaba bien en ninguna parte. ¡Soy un guionista en una asociación de dibujantes! Fui un tipo en una carrera casi exclusivamente femenina, fui un periodista que no escribía, un escritor autodidacta y solitario, un tipo que pocos tuvieron en cuenta a la hora de conseguir trabajo. Fui un tipo que nunca pegó una: si me ponía a hacer algo que me diera dinero o que me causara alegría, de pronto el foco estaba en otra parte, como si fuera una película de Chaplin o algo así. Soy, y tal vez seré, un tipo que nunca se pudo parar con los dos pies en el mismo lugar (llámese asociación, grupo, etc.), siempre con la sensación de la desubicasión, de la falta de inclusión, del "estoy a medias", de la torpeza, del "nadie me quiere", del "lo mío no será interesante", y cosas así. Para qué aburrirlos, al final pareciera que me tiro abajo yo solito. Pero es verdad, y tal vez es la primera vez que la hago pública de esta manera, como una catarsis.

¿Qué fue entonces Dibujantes, más allá de cronologías? Fue darme cuenta de que pertenezco. De que estoy, de que tenía una familia "política" que desconocía, y que, a diferencia de las otras familias políticas que tengo, no me ignora. Es más, me pide que esté cerca.

El domingo, cuando regresaba del evento (viaje largo y muy agotador), meditaba esto. No cumplí con muchos de mis objetivos, pero tal vez porque estos no eran tan relevantes y también, porque no se puede todo. Sí, regresé sin haber pedido autógrafos o fotos con famosos, pero ¿qué importa? No pude hablar de ciertos temas con algunos, no llegué a saludar a otros; muchos de mis amigos ni siquiera vinieron. No estuve en todas las charlas de pasillo ni de auditorio. Pero todo lo demás que conseguí supera con creces mis objetivos previstos, alguno de los cuales estaban algo corridos de lugar.

Tal vez también puedo empezar por ahí. Como miembro de la ADL y ayudante en la organización, también formaba parte del stand de Dibujantes y Guionistas Independientes, el cual había sido gestionado por Juan Vásquez para aglutinar a muchos de estos seres que vagamos entre la nada y el fanzine. Cuando, el sábado a la mañana, él me preguntó sobre mis expectativas, si pensaba que el evento sería todo lo que habíamos pensado, yo le fui sincero. Tenía muchas ganas de pensar que sería algo astronómico, pero mi historial de mala suerte y de otras cosas me hacía meditar seriamente la posibilidad de que, para mí, Dibujantes no resultara tan bueno (más allá de cómo fuera para los demás).

La realidad tardó en llegar, pero finalmente lo hizo. Durante una larga mañana de pegar ilustraciones en el stand, y de ayudar esporádicamente a la organización del evento, fui conociendo gente. Walter Koza, guionista rosarino que me permite decir que estoy menos solo en el mundo; el "Gaucho" Beas, humorista gráfico del diario La Capital, que nos obsequió con chistes, comentarios oportunos y la primera sensación de que ahí había gente que te cuidaba y te ayudaba, aunque no te conociera; algunos otros expositores que se iban sumando para charlar.

Al comienzo de la tarde sucedió lo otro que esperaba: la llegada de un amigo que tampoco conocía, al menos personalmente: Guido Quaranta, que se venía de Buenos Aires, como muchos otros. Una excusa más para charlar de mil cosas; tengo que decir que, sin su presencia (y sobre todo teniendo en cuenta que ninguno de los amigos que invité pudo venir) me hubiera sentido mucho más solo durante esos días.

Hasta las cinco de la tarde, más o menos, tuve la extraña y ominosa sensación de que iba a venir poca gente. Tomando una gaseosa con Guido, en el bar del Distrito, empezamos a ver que aparecían más y más personas, y me tranquilicé. Horacio Lalia llegó más tarde, no sé si tuvo algún problema; también aparecieron dos no-invitados pero que obviamente fueron muy bienvenidos: Diego Agrimbau y Laura Vazquez. En las idas y vueltas de la organización, nos quedamos sin recursos para invitar a algún guionista (algo que yo lamenté, obviamente), de manera que su llegada completamente voluntaria nos cubrió el bache (muchas gracias!). También por ese horario empezaron a aparecer algunas caras que yo no conocía, pero que pude conocer al día siguiente; si no me equivoco llegaron Mulko, Ippoliti y algunos más.

No se puede resumir muchas de las charlas de pasillo, idas y vueltas para ver stands o para escuchar las cosas que decían otros. Finalmente participamos de la charla sobre la revista Fierro, moderada por Andrés Accorsi, en la cual hablaron Salvador Sanz, Lucas Varela y Max Aguirre. Una muestra de lo que hubo y de lo que se viene, y una breve pero interesante exposición sobre la naturaleza actual de la revista de comics más vendida de Argentina.

La última actividad del día fue el lanzamiento de la edición virtual de la revista Dibujantes; de más está decir que Osvaldo Laino fue el más homenajeado del evento, junto con su emprendimiento. En la charla se fue desgranando un poco la historia de su vida y de los muchos que lo acompañaron, tanto en Argentina como en EEUU. Sus reflexiones sobre la perseverancia y sobre el enorme potencial y talento de los jóvenes artistas argentinos creo que encendieron las mentes de todos. Así se cerró un día, lleno de esperanzas y promesas positivas, futuros por construir poco a poco.


La segunda parte el jueves.

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