Hace tiempo, mucho tiempo atrás, mi hermano solía imprimir algunas cosas y pegarlas en la pared. Principalmente frases o poemas; unas pocas cosas que adornaban nuestra pieza de paredes siempre blancas.
Por una u otra cosa, estos fragmentos se cayeron o fueron despegados, dejando su marca en la pintura. Una de ellas, sin embargo, permaneció incólume, escondida detrás de su computadora y del equipo de música que la coronaba.
Para el que no lo lea bien, es "Otro poema de los dones", de Borges. Una obra sublime por donde se la mire, y que debo haber leído muchas veces antes de que este pedazo de papel amarronado quedara bloqueado por otras cosas.
¿La saco? No, por ahora no. Claro que no lo voy a tirar, pero esperaré a que mis viejos quieran pintar la pieza. Vamos a encontrar muchas otras cosas detrás de la biblioteca grande, que lleva ahí un par de décadas.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario