Tarde o temprano, me sentaré en una azotea, con un tomo de
Superman All Star en la mano y diré a mi perseguidor:
“He leído cosas que vosotros no creeríais, atacar el bolsillo con Año 1,
Birthright, Secret Origin, Man of Steel y mil orígenes del mismo Superman,
brillar una tierra única antes de 52, cerca de la puerta del Hipertiempo.
Todos esos momentos que he leído se perderán,
como el sentido común en Final Crisis. Es hora de retconear”
Acto seguido, cuando al fin deje de existir, el tomo de All Star caerá de mi mano
y se estrellará contra la acera, dejando un crater de elevadas dimensiones en el suelo.
Sintar, en un comentario posteado en la noticia sobre el lanzamiento de Tierra-1.
Superman All Star en la mano y diré a mi perseguidor:
“He leído cosas que vosotros no creeríais, atacar el bolsillo con Año 1,
Birthright, Secret Origin, Man of Steel y mil orígenes del mismo Superman,
brillar una tierra única antes de 52, cerca de la puerta del Hipertiempo.
Todos esos momentos que he leído se perderán,
como el sentido común en Final Crisis. Es hora de retconear”
Acto seguido, cuando al fin deje de existir, el tomo de All Star caerá de mi mano
y se estrellará contra la acera, dejando un crater de elevadas dimensiones en el suelo.
Sintar, en un comentario posteado en la noticia sobre el lanzamiento de Tierra-1.
Cuando terminaba el año, solía subir a la terraza de mi casa, que es una de las más altas en varias manzanas. Me quedaba ahí sólo, mirando el cielo encenderse de colores, estallar en humo de pólvora y teñirse de todo tipo de ruidos y chillidos. Pensaba no sólo en lo que no había logrado, sino más bien en lo que iba a lograr al año siguiente.
A fuerza de golpes no soy una persona pesimista. A fuerza de mala suerte y otras cosas que no vienen al caso, me hice optimista, o mejor, me hice de esos que persiguen su destino, esté donde esté. Pero a veces lo que uno ve o espera no es lo mismo que lo que busca.
Durante muchos años hice eso: mirar al cielo y pensar en lo que iba a conseguir al año siguiente. Cosas que nunca conseguí, o que sólo logré por un tiempo. A algunas las seguiré buscando, claro, porque me resultan esenciales. A otra... mejor las dejaré ahí donde están, en el pasado.
Si algo aprendí este año es que nada tiene un significado, más allá del que uno quiera darle. ¡Un momento! Eso lo estudié en la facultad, hasta el hartazgo... pero otra cosa es darse cuenta de que es así en la vida, o peor, en la vida de uno.
Creo que empezó en 2007 (¡Por Dios, ya parece una vida entera!). Podemos fechar en ese momento varios eventos que me cambiaron. Leyendas 2007, en donde conocí a varios dibujantes, con los que se empezó a plantear el asunto de los comics, y cuando empecé a pensarme como guionista. También por ese año empecé a escribir seriamente, tanto novelas como cuentos. También fue el primer año de sequía, sin trabajo. Un año muy marcado por logros, encuentros, desafíos y algunos fracasos. Un año raro. Como 2009.
Personalmente, no soy optimista sobre el futuro inmediato de este país. En 2010, año del Bicentenario, creo que lo veremos caer de nuevo, como en 2001. O si no, como mucho, en 2011, pero no creo que dure tanto. Es algo histórico, que se ve venir como un tsunami, y si no lloro es porque, como en toda catástrofe, hay que estar atento a esperar a que termine, para seguir construyendo y reconstruyendo. Las cosas se han ido de control, del control de cualquiera, y ya nada se puede hacer para volver atrás.
Pero, en lo personal, soy optimista con respecto a lo mío. 2010 tal vez sea un renacimiento, si es que 2009 fue un año de embarazos. Un año de siembra constante, de ideas que llegaron tarde, es decir, en el momento justo. Un año de construir cimientos y andamios. Todo está en pañales, esqueletos, planos, entelequias. Todo es porvenir. Y no soy yo solamente. Hay muchos otros a mi alrededor. Tal vez ese es el mayor descubrimiento de este año: que puedo hacer mucho, pero también, mucho más, si hay otros como yo.
Me quedo con la idea de que muchas cosas llegaron tarde a mi vida; que no tuve el suficiente coraje, o la suficiente inspiración o pasión para perseguir lo que en otro momento di por sentado y creí que era fácil. Me quedo con un cierto sabor a fracaso por abandono, pero eso ya no me importa. Hay muchas otras cosas cerca, muy cerca. Sé que vamos a lograrlo, porque ya tuvimos algunos éxitos de muestra.
Así que es hora de retconear. No de olvidar o denostar al pasado, sino resignificarlo, reescribirlo desde esta posición en la que uno es un poco más sabio, más experimentado. Seguir encontrando esas perlas que valen la pena, sin exagerar las cosas malas. Ya pasó. Ahora viene otra cosa.
A fuerza de golpes no soy una persona pesimista. A fuerza de mala suerte y otras cosas que no vienen al caso, me hice optimista, o mejor, me hice de esos que persiguen su destino, esté donde esté. Pero a veces lo que uno ve o espera no es lo mismo que lo que busca.
Durante muchos años hice eso: mirar al cielo y pensar en lo que iba a conseguir al año siguiente. Cosas que nunca conseguí, o que sólo logré por un tiempo. A algunas las seguiré buscando, claro, porque me resultan esenciales. A otra... mejor las dejaré ahí donde están, en el pasado.
Si algo aprendí este año es que nada tiene un significado, más allá del que uno quiera darle. ¡Un momento! Eso lo estudié en la facultad, hasta el hartazgo... pero otra cosa es darse cuenta de que es así en la vida, o peor, en la vida de uno.
Creo que empezó en 2007 (¡Por Dios, ya parece una vida entera!). Podemos fechar en ese momento varios eventos que me cambiaron. Leyendas 2007, en donde conocí a varios dibujantes, con los que se empezó a plantear el asunto de los comics, y cuando empecé a pensarme como guionista. También por ese año empecé a escribir seriamente, tanto novelas como cuentos. También fue el primer año de sequía, sin trabajo. Un año muy marcado por logros, encuentros, desafíos y algunos fracasos. Un año raro. Como 2009.
Personalmente, no soy optimista sobre el futuro inmediato de este país. En 2010, año del Bicentenario, creo que lo veremos caer de nuevo, como en 2001. O si no, como mucho, en 2011, pero no creo que dure tanto. Es algo histórico, que se ve venir como un tsunami, y si no lloro es porque, como en toda catástrofe, hay que estar atento a esperar a que termine, para seguir construyendo y reconstruyendo. Las cosas se han ido de control, del control de cualquiera, y ya nada se puede hacer para volver atrás.
Pero, en lo personal, soy optimista con respecto a lo mío. 2010 tal vez sea un renacimiento, si es que 2009 fue un año de embarazos. Un año de siembra constante, de ideas que llegaron tarde, es decir, en el momento justo. Un año de construir cimientos y andamios. Todo está en pañales, esqueletos, planos, entelequias. Todo es porvenir. Y no soy yo solamente. Hay muchos otros a mi alrededor. Tal vez ese es el mayor descubrimiento de este año: que puedo hacer mucho, pero también, mucho más, si hay otros como yo.
Me quedo con la idea de que muchas cosas llegaron tarde a mi vida; que no tuve el suficiente coraje, o la suficiente inspiración o pasión para perseguir lo que en otro momento di por sentado y creí que era fácil. Me quedo con un cierto sabor a fracaso por abandono, pero eso ya no me importa. Hay muchas otras cosas cerca, muy cerca. Sé que vamos a lograrlo, porque ya tuvimos algunos éxitos de muestra.
Así que es hora de retconear. No de olvidar o denostar al pasado, sino resignificarlo, reescribirlo desde esta posición en la que uno es un poco más sabio, más experimentado. Seguir encontrando esas perlas que valen la pena, sin exagerar las cosas malas. Ya pasó. Ahora viene otra cosa.
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