Final del círculo


Contaba ya de rebote el otro día, que me compré el tomo de Nippur de Lagash correspondiente a la Biblioteca del Comic de Clarín.

Bueno, el jueves a la noche, demolido físicamente después de toda una semana de laburo, terminé de devorar las últimas migajas.

Lo hacía sabiendo que cerraba una etapa en mi vida, curiosamente mientras estoy abriendo una nueva, tan interesante.

Nippur, y gran parte de la obra de Robin Wood, define mi vida a través de una importante parte de mi infancia y pre-adolecencia. Sin esos comics no conocería ni la fantasía, ni la literatura, ni los comics, ni (tal vez) me interesaría tanto la historia (principalmente la bélica, gracias a su glorioso retrato de la Legión Extranjera). De manera que, más adelante, espero poder hacer un buen repaso de todo lo que significa para mí estas cosas.

Menciono ahora, sin embargo, algunas cosas que termino de hilar. Yo recordaba con amor esos dibujos, principalmente los de Lucho Olivera, que ilustraban a un Nippur tan heróico y al mismo tiempo tan mundano, tan poco arrogante, tan curtido. Fernando me decía, al hablar de gustos de dibujantes y de comics, que a él no le gustaban aquellos comics. No me costó darme cuenta, analizando todo con mi recién crecida mente de guionista, el por qué.

Como dice Martín Caparrós en el prólogo al tomo mencionado, "Yo no era un lector de historietas -nunca fui. A veces sospecho que por eso leí tanto a Nippur de Lagash: Nippur es escasamente una historieta. Sus dibujos son una ilustración, no una de las dos formas que dialoga con la otra para armar una historia. Nippur son textos que, a lo largo de veinticinco años, fueron ilustrados por una docena de distintos autores: ningún personaje cuya imagen fuera decisiva habría soportado tal maltrato".

Y es así. Muchas páginas tienen entre 9 y 12 viñetas con textos apiñados. A veces, las imágenes son las de una espada en el suelo, una silueta de una cabeza cortada, la sombra de una estatua en la pared. Por más que los dibujantes son buenos y cambian, la estructura no: una cara sin espacio para el cuello es algo totalmente normal. Apenas hay medias páginas, ni hay recursos de lectura dinámica para cambiar de viñeta, ni onomatopeyas, ni viñetas alargadas o superpuestas. No, es un enorme tablero de ajedrez con alguna página entera, generalmente la primera o alguna del medio, cuando para algo importante. Todo lo demás es texto.

Porque lo que te come el coco es la prosa. Wood escribe como un hijo de puta (que lo diga un argentino es un halago, que conste).

Quiso la fortuna que Wood fuera guionista de comics, pero bien pudo haber sido escritor de novelas pulp, a lo Howard y compañía. Porque su prosa es la base de estos personajes (y pienso otros, además de Nippur). Esa prosa me modeló, y eso lo veo ahora, después de tanto tiempo. No es solo el amor a los títulos hermosos: también es el amor a las frases que se clavan y te hacen poner los pelos de punta.

Todo esto, sin desmerecer a los dibujantes, todos muy buenos (aunque clásicos, podríamos denominarlos). Respetaban el guión de un grande que, tal vez por autodidacta, no respetaba ninguna convención de la época, ni se preocupó por agregar cosas innovadoras. Si lo que ya estaba, funcionaba...

Tal vez por eso me llama tanto la atención la final de este círculo que cerré ayer. No leí ni el 10% de las 450 historias de Nippur de Lagash. Todas excelentes. Pero el tomo incluía las de importancia trascendental para el personaje: el inicio de su destierro, el encuentro con sus amistades de toda la vida, el nacimiento de su hijo, etc. etc. Y su nuevo lanzamiento a los caminos (Adiós a Lagash), luego de concretar su destino.

Y es esta la única obra, de todas las que he leído, que falla. Y no sé por qué. El guión cojea (mejor decir que no tiene piernas) al unir la trama de Nippur con la de los personajes secundarios (algo que nunca ha pasado, según las que he leído). Y para colmo, el dibujo de Mulko pierde toda la fuerza de los capítulos anteriores (es el que más capítulos de Nippur dibujó, unos 150). Como si el dibujante hubiera cambiado de mano, digamos. Es otra persona. Y no es que cambie el estilo: el dibujo es malo (*).

Es casi totalmente inexplicable. Sí, Editorial Columba se moría, y tal vez no había plata para colorear. Pero los dos errores, que coinciden, llaman demasiado la atención.

La verdad, no sé qué decir. No es que se me pinche el globo frente a un mal final, porque todas estas historias me han llenado el alma. Las últimas dos páginas y media, en donde él parte, son todo lo que esperaba en su simpleza y grandeza, pero el resto está totalmente mal. Resulta un capítulo totalmente olvidable, vacío, soso. Me quedaré con la reconquista de Lagash y todo eso en la mente, y luego ni me acordaré del mal sabor de boca.


(*) buscando datos de Mulko, veo en la red dibujos parecidos a las bazofias que dibujó en ese capítulo de Nippur. Creo que tal vez se debe a un cambio radical de estilo (él también era autodidacta, y seguimos contando...). Demasiado radical y no madurado.

2 comentarios:

Dogui dijo...

No hay discusión de que Robin Wood es uno de los más grandes guionistas de la historia de la historieta. De acá y de todos lados. Sin embargo no puedo dejar de pensar que hubo varias épocas de Nippur que se destacan por esto que decís, que más que historieta es prosa ilustrada.

Quizá con la excepción del mediocre de Mulko, Nippur siempre tuvo dibujantes excepcionales. Y a veces creo que estos guiones en los que Wood no quería hacer historieta, sino novela, son un desperdicio de talento tremendo. Tanto por Wood como por los dibujantes que lo han tenido que soportar en esos momentos. La historieta le daba de comer, y cuando no estaba de humor para escribir historieta, lo vendía como historieta de todas formas.

Lo que queda para rescatar es quizá el gran talento de esos dibujantes que supieron adaptarse de la mejor manera a la forma en que esa prosa ilustrada debía ser mostrada. Después de todo estaban trabajando con Robin Wood.

GNF dijo...

Muy de acuerdo. Charlando ayer con Trillo y hoy con otras personas, hablaban ellos de cómo esa época Columba de hacer comic con tantas palabras se está terminando, y de hecho ya hace rato que pasó su época de oro. Todos me dicen lo mismo, que Wood es un grande como prosista, pero hasta Trillo dejó traslucir que las "talking heads" le parecían un embole.

Sobre Mulko, después de leer esta entrevista: http://blancasmurallas.8m.com/mulko.html

me queda totalmente explicado porqué no se comprometió nunca con nada. La verdad, me pareció choto que no terminara Nippur con un estilo similar al que tenía. Si era malo, mediocre o lo que sea, por respeto al personaje y a todo lo que representaba, podría haber tratado de cerrarlo con un dibujo más clásico, más Olivera, digamos, para dar una sensación de coherencia. Pero como digo, en esa entrevista se ve que nunca le gustó ningún personaje, no sé para qué hizo comics si parece que no le gustaba. Hay que tener fuego, pasión para hacer esto, no se puede hacer así nomás.