Ser yo


Tal vez son las semanas que se acumulan, como un lento fuego atenazador, sobre mi cuerpo. Tal vez ese abismo que me mira, al que sonrío cada mañana, cuando comprendo que falta menos y menos tiempo para entrar en él. Sonrisa de Cheshire, sonrisa de libro, de luz. Tal vez es la sucesiva superación de escollos, de obstáculos.

Ya no puedo negar las evidencias. Hoy, lo que pasó hoy, lo que viene pasando y hoy se adelantó a mi ser, lo que sigue pasando ahora mismo, mientras lucho con las teclas, todavía duras, de mi teclado nuevo (aunque no es nuevo, tiene dos años, pero nunca se había usado). Hoy es una cima, un pico desde donde puedo ver el mes pasado, ese calvario de valles en llamas, humo y pasos lentos.

Volví a leer. No textos en viñetas, sino un libro completo. En pocos días, algo que parecía imposible, algo olvidado y perdido. Mientras seguía con las clases, las planificaciones y el armado de mil cosas. Mientras seguía despertando temprano y caminando al trabajo, mientras seguía pensando en cada paso y seguía soñando despierto la vida que quiero tener, el ser que quiero ser. Y para colmo, lo leí en pocos días, mientras seguía transpirando y rompiendo récords personales, mientras alcanzaba eso que quiero, en la mente o en la realidad.

Un libro completo, y hoy he comprado muchos más. Universos que creía perdidos, aficiones que creía latentes, en letargo, hibernando mientras mi cuerpo viaja en colectivo espacial hacia una galaxia ahora mas cercana, donde soñar es una profesión y lo incierto de otros es lo cierto de uno mismo.

Tal vez es el sueño: un mes entero de mal sueño, poco sueño, sueño agitado y breve, sueño maldespierto, sueño nulo, sueño intranquilo que huye a las seis de la mañana y no vuelve hasta la medianoche.

Ayer leía un mensaje que fue borrado, en la pared de un segundo hogar: "serás lo que debas ser, o no serás nada". Puedes hacer lo que quieras, dicen mil voces. Todo lo que creas que puedes hacer.

Sobrecargo mis sentidos para no dormirme en ese viaje eterno del colectivo, siempre volviendo a mi casa con un día menos y un día más. Hoy, mientras Queen sonaba en mi cabeza y mis ojos leían a Bradbury, esa constelación de tibias constelaciones, de pronto comprendí que el círculo había llegado a su fin. Sonreía con una sonrisa de mil destinos. La nave comenzaba a desacelerar, saliendo del hiperespacio. Ya casi estoy en casa; solamente falta llegar a la X.

Definitivamente, es la falta de sueño la que me hace dar vueltas, perdiendo tiempo en tonterías hasta que llega de nuevo la medianoche. Un otro yo, allá en el pasado, diría que he perdido el momento mágico, que se ha ido la inspiración, o algo así. Pero este otro yo, el de hoy, sabe que no es así.

Mañana vuelvo a escribir. Y ahora sí que nunca voy a parar.

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