Es una muy curiosa situación. Hace mucho tiempo que no leo un libro de ficción. De no ficción, sí, varios de temática histórico-militar, hace uno o dos meses. Pero por falta de tiempo, asquerosa falta de tiempo, cero ficción, de cualquier tipo.
Me "contentaba" leyendo comics, alguna que otra revista y un poco de cada cosa. Mis viajes en colectivo suelen ser cortos y no me gusta leer de a sorbos. Sobre todo cuando lo que leo me gusta, amo inundarme de letras, de frases. Y es algo que hace rato largo que no puedo hacer.
El otro día, habiendo devastado ya todos los comics comprados en los últimos meses, y sin ninguna idea fija, me detuve en un libro que compré a un hermoso precio, hace unos meses: ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? Una asignatura pendiente del tamaño de Júpiter, para un amante de la obra de Phillip K. Dick y casi un obseso de Blade Runner.
Y no me pude despegar. Leo en el colectivo, encuentro tiempo que creí que no tenía para leer al menos dos capítulos por día. Ayer me fui a la cama leyendo, algo que no hacía en muchos, muchos meses; hoy también. ¿Suerte, coincidencia? Sí, un poco, no puedo negarlo; pero tampoco puedo negar que, dentro de ciertos límites, si uno puede estirarse un poco para alcanzar aquello que lo desvela.
Los dejo, tengo pendiente otro capítulo.
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