Hermoso día de lluvia


Joy.

Agua cayendo del cielo, en diminutos fragmentos. Ayer casi 40 grados. Hoy somos Londres. Hermoso.

Estalla en cámara lenta el frío, barrido por el viento húmedo. Siempre me gustaron los días de lluvia. Me levantan el ánimo. Sobre todo cuando éste estaba derretido en el suelo.

Comparto la alegría del momento. Como pocas veces, no me siento totalmente solo, ni totalmente fuera de foco. Es raro. Me gusta.

Una persona me lastima. Ey, no eres mejor que yo por tener un buen trabajo. No merezco eso. Se suponía que te conocía… que habíamos compartido la misma trinchera, el mismo barro.

Odio a la gente así.

Eso me aplasta de nuevo. Me voy algo pensativo, dudando de mi futuro. No es el que buscaba, aunque tiene rastros de éxito. O, al menos, de progreso. Pero no del progreso que yo quiero.

Cuando nos dispersamos, me doy cuenta de que la lluvia se sigue regalando, y ahora a mares. Soy feliz de nuevo. Cuatro árboles, cuatro tonos de verde, sobre un cielo acerado y los adornos del shopping. Parecen un cuadro en movimiento, un holograma que da miedo. De nuevo estoy en foco, y todo parece perfecto. Sonrío. Soy feliz viendo esos colores, soy feliz con la lluvia en la cara.

Me debato entre apurarme o mojarme. Lo segundo no me molesta, pero realmente tengo algo de prisa. Me lo tomo con calma, me apuro de a poco. Cambio de ritmo, de marchas.

Estoy solo en la vereda y eso me encanta. Tarareo canciones en inglés. Vuelvo a los 80s que nunca viví, porque era muy chico.

Llego a ese punto en la avenida. Hace un par de años vi allí un cuento que era un poema, y un poema que era la memoria de un mago y la promesa de un futuro. Vi un texto y una pared de ladrillo rojo que se demolía a sí misma, con el tiempo, con el grave abandono del martillo. Ahora hay otra cosa allí. Cosas del progreso. Pero me gusta. Sigue habiendo varios tonos de verde.

Todo se olvida. De nuevo soy la lluvia, el agua que se escurre, el ruido de los neumáticos patinando suavemente. Soy feliz y nada me lo puede quitar. Ni el trabajo perfecto de otro. Disfruto esta alegría secreta, única y personal de los momentos que no se pueden describir.
Hacía tiempo que pensé que había muerto.

4 comentarios:

oenlao dijo...

el problema es con el q gano el premio?

Damián dijo...

Hay algo tan poético en la lluvia... Esa energía, esa perfección de la naturaleza, esa vida...

Es curioso. A mí los días grises y lluviosos me ponen muy de buenas. Me animan y me quitan la depresión. Y la gente se asombra. No entienden cómo la lluvia puede animarme, y yo no entiendo cómo puede la lluvia deprimirlos.

GNF dijo...

Si el problema fuera con el que ganó el premio, ni lo hubiera mencionado. Así de simple.

oenlao dijo...

tal vez el problema aparecio despues de la entrega y del anterior post.
los dias de lluvia son hermosos, siempre y cuando uno tengo un techo para cubrirse y secarse.