Fénix

Desde hace tiempo que volver a levantarme es algo que se repite en mi vida.

La novedad es, ahora, que una importante oportunidad profesional se esfumó: una beca de doctorado que me hubiera abierto muchas puertas.

Después de tanto tiempo de perseguirla, ya casi no tenía sabor, si es que antes lo tuvo. En realidad, esa beca no era parte de mi vocación, porque mi título universitario solo se solapa en parte con mi vocación, que es escribir.

Eso y otras cosas más que no vienen al caso me hacen decepcionarme bastante de la vida académica, en la que hay que poner horas y horas de trabajo sin paga y generalmente con administraciones burocráticas, gente sin ideas y a veces sin escrúpulos.

Lo bueno es que, cerrando ya esa parte de mi vida, lo que es realmente mi vocación vuelve a renacer. Estos últimos días, incluso antes del anuncio, volví a las andadas, y ahora tengo más ganas que nunca de sentarme frente a la computadora todas las mañanas.

Si ya comenté antes los cuentos que tengo en camino, ahora tengo que decir que también el rol está involucrado. Nada mejor que volver a dirigir para levantarme el ánimo, siendo que el rol (casi) siempre me trajo mucha diversión. También ya medito los pasos que tomaré con Maldición de sangre, cuyo ashcan merece una buena revisión en base a diversas críticas que recibí y observaciones que realicé.

Mientras tanto, ya no tengo motivos para demorar los proyectos de comics que estamos por enviar a diversas editoriales. Actualmente, eso y Ojos de plata son dos de las cosas que más emocionados me tienen, además de darme esperanzas para el futuro. Esperanzas de vivir, al menos en parte, de lo que más me gusta hacer.

El rol, jugado y diseñado, seguirá su curso también. Con las jornadas que habrá en estos meses tendré para dirigir un poco de todo, además de las partidas que organice en casa. Siempre hay que encontrarle la vuelta a las desgracias.