El domingo nos regaló un clima hermoso para salir a caminar y entrar en una convención con toda la familia. |
Decir que el domingo había mucha gente en la zona del Río Paraná sería mentir a la verdad. Había MUCHA, MUCHISIMA gente. Toneladas, miles. El tránsito era un caos en la bajada del Parque España, donde confluyen Avenida Belgrano, Catamarca y San Martín. Nadie podía avanzar y hubo un caso en donde un automovilista casi atropelló a un hombre que estaba cruzando por la senda peatonal mientras el semáforo habilitaba al peatón (la que casi se armó...).
¿Escucharon cuando fije que había MUCHA gente? La cola de entrada, confundida con las hordas de espectadores del desfile de cosplay. |
A esa hora sólo pensaba en mi hermano, que desistió de pasar a saludarme el día anterior a causa de la cantidad de personas que hacían cola para entrar. El domingo, al ver que la cola para entrar llegaba hasta la boletería, y que había otra cola más para comprar entrada, me lo tomé con calma: me senté, comí algo y esperé a que hubiera menos personas en ambas colas.
Cuando fue así, a los pocos minutos, vi que la organización se había adaptado muy bien al enorme tráfico: había personal extra para hacer frente a la demanda, y pude entrar en pocos minutos.
Adentro, como ya suponía, había otro universo de personas. No se equivocó alguien que hizo la comparación: había un galpón lleno de personas en el CEC, otro en el Centro de la Juventud, y otro más afuera, en el concurso, de suerte que el público de la convención, incluso sumando a los que no pagaban, era increíblemente grande. En los días posteriores se dio la cifra de 15.000 personas durante los cuatro días, es decir, se superaron ampliamente los 12.000 del año pasado. Ni qué decir que gran parte de la diferencia debe haberse dado el domingo.
En el stand no hubo demasiadas novedades. De hecho, no las hubo en ninguna parte. La tremenda cantidad de personas dentro del edificio dificultaba un poco la movilidad y la audición. Se vendió muy bien, sobre todo teniendo en cuenta que habíamos agotado el nº1 que es lo que más enganchaba.
Lo cierto es que la marea humana fue desapareciendo, y minutos antes del cierre oficial ya todos los expositores estaban levantando campamento. Fue así que pude presenciar toda la ceremonia de despedida.
En los momentos libres pude ir despidiéndome de la mayoría de las personas que había conocido o encontrado en la convención, por lo que al final, totalmente demolido, me fui con Maxi y Bruno por las calles rosarinas, en las que nos dispersamos para irse cada uno a sus respectivas casas.
Un final tranquilo para un evento tan repleto de experiencias que es imposible anotarlas, recordarlas y comentarlas a todas. Sin embargo, intentaré un resumen como el de todos los años, con cuestiones que aquí no he mencionado por falta de relevancia, tiempo o espacio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario