No me puedo quejar


Es la entrada número 100 y el final de uno de los meses más productivos que recuerdo. Particularmente en cuanto a la literatura, siendo que me había dedicado más a los comics en estos días.

No solamente terminé Ojos de plata sino que también 8 cuentos, entre los escritos de cero y los rescatados de mis viejas épocas. Estuve revisando antiguos archivos, algunos olvidados, descubrí algunas perlitas que con pequeños retoques quedaban más que decentes. No escribía tan mal, a veces.

Sigo con la revisión de Ojos de plata, la que me costó un poco en el principio. Creo que se debe en gran medida no tanto a la mutación del concepto durante la escritura, sino a que esta mutación se dio en dos partes. Hasta una mitad escribí en una época; perdí un capítulo en una destrucción súbita del rígido, y después de un tiempo volví a escribir. Ese brusco recomenzar todo dio como resultado que los cambios que tuve en el medio no modificaran lo anterior. En fin, superada esta primera mitad, a lo que me dedicaré estos días, ya creo que no necesitaré tocar demasiadas cosas.

Como decía antes, no me puedo quejar, y por eso aprovecho para poner este mensaje en la entrada número 100. Estos ocho cuentos (la mayoría de fantasía) más los varios que hice en diciembre son un aporte muy grande para mis proyectos de cuentos. Sí, es cierto, la mayoría son cuentos cortos, de entre 1 y 3 páginas, pero he aprendido a que las cosas duran lo que duran. Me siento y los termino; si no daban para más, era porque no daban para más. Pero disfruto explorando esos mundos y resolviendo los enigmas de cómo contar lo que quiero contar.

Eso ya es otra historia.

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