Jornada en el CEC (Session Three)


Hoy sí hubo gente. Al menos en cantidades decentes.

Habiendo dicho esto, fast-forward hasta ahora, cuando escribo estas líneas. Ayer y hoy regresé a casa totalmente embolado, con la cabeza en otra parte, casi con migraña. A lo mejor es por estar tanto tiempo parado y aburrido.

Me doy cuenta de que dirigir en jornadas no me da nada malo, pero tampoco nada bueno. Me es indiferente, pero ahora me jode un poco, no estoy con ánimo, no estoy totalmente curado de esa semigripe que tuve, y tampoco me gusta demasiado el tener que repetir ese proceso de tener que explicar las cosas mil veces.

Por lo general, dirigir en jornadas me resbala. A veces me da buenas cosas, como cuando en Leyendas 2006 me contacté con gente de Rosario Anime (Tuku y Mogg, para más señas) y la pasé bien dirigíendoles y me enganché con el foro. Pero también a veces es un embole, como estos días en donde no dirigí y me aburrí como una ostra.

Volviendo al sábado de la jornada, hoy sí hubo gente. Al menos en cantidades decentes. Llegué un poco más tarde; al llegar a la parada recordé que me olvidaba la cámara de fotos, volví, me encontré con novedades del trabajo que estoy haciendo, perdí tiempo (y estaba ajustado), en fin.

Supuestamente tenía que guardarle una buena mesa a Pablo, pero cuando llegué él ya se estaba instalando. Vincent hace rato había empezado a dirigir; según me dijeron, cayó un grupo en patota y se anotó. Algo similar pasó al rato con la otra mesa de D&D. Yo me quedé ahí, contestando algunas preguntas a la gente, desde niños hasta padres. Si bien sé que el apostolado rolero es positivo, y lo recomiendo, no estoy estos días para eso.

Dos puntos positivos: uno el de un grupo de chicas que, luego de mi explicación, se fueron moderadamente interesadas, aunque no demasiado. El otro, una madre que estaba en la parte de organización del CEC, que me preguntó por los juegos de rol, interesada para sus hijos adolescentes y para un pariente más grande que no paraba de jugar por Internet y no tenía círculo social. Nos pusimos a hablar entonces de los problemas sociales de los chicos de ahora, cómo son más tímidos, encerrados en las pantallas de la tele, la computadora y el celular. De cómo la jornada podría abrir sus mentes y mostrarle otras opciones tanto o más interesantes. Y de cómo este tipo de juegos puede ayudar a la gente tímida que tiene problemas para relacionarse.

Los puntos negativos: la gente que luego de una explicación de 10 minutos te dice que a lo mejor juega, se va y no vuelve. Con el tiempo he aprendido a no sentirme rechazado en las jornadas de rol, cuando nadie quiere jugar en tu mesa. Acá no es que sienta un rechazo, es que mejor hubiera quedado decir "no, mirá, no tengo tanto tiempo" y punto. Y no dejarme esperando. Pero bueno, son gajes del oficio.

Pasó el tiempo, volvió Martín. Para ese momento ya había tirado la toalla así que nos sentamos a charlar, contestando eventualmente alguna pregunta aquí y allá. Todo derivó eventualmente a lo bueno que estaban las minas, etc. Y luego Pablo terminó su mesa y bueno, luego de una breve charla, me fui, bastante cansado y como decía, embolado, sin esperarlo a Vincent (perdón!).

Saqué fotos, sí, pero las posteo aparte, todas juntas. No sé si mañana sacará alguna más, en fin, ya veremos.

2 comentarios:

JMO dijo...

Vos sabés que me pasé por festival a eso de las 1630 para ver que tal Ceroveinticinco y la presentación, y de pasó cruzar algunas palabras con vuesa merced, pero cuando me allegué al galpón del CEC después de haber recorrido los demás, vi a una mesa ya enteramente armada con 5 o 6 personas y se me ocurrió que no eras vos, así que me fuí. Asumo que acerté =p

¿Qué tal el último día?

GNF dijo...

Hubieras buscado!!! Yo al final no pude dirigir nunca, salvo el viernes como ya conté. Si preguntabas seguro que te iban a decir que estaba yo por ahí, ya que Pablo y Diego (Vincent) me conocen. No sé a qué día te referís, pero seguramente viste la mesa de Diego, que el sábado y domingo estuvo llena de gente.

Aunque ahora que pienso, yo llegué siempre entre las 1700 y 1730, así que seguro que era Diego que siempre llegó más temprano. Qué falta de paciencia... :D

En el otro post cuento cómo fue el domingo.