Jornada en el CEC (Session Four)


Una vez más la falta de Internet me impidió escribir esto antes... aunque en realidad no había mucho para escribir.

El domingo fui al CEC, y nuevamente llegué tarde no por voluntad propia sino por azar de los colectivos y el terrible tráfico y un desvío inesperado (mencioné el tren de 70 vagones en el Cruce Alberdi?).

De entrada se veía una tonelada de gente más que las otras veces, realmente muchísimo público. Me tomé mi tiempo para elegir una mesa; Diego ya estaba dirigiendo y Pablo cayó al rato. Pasó Binner (estuve a dos metros de Binner!!) y me dijeron que por ahí también estaba el intendente, pero no lo vi.

Puesta la mesa, empecé a notar con un pequeño temor que había muchos pibes y pibas. Muchos, con madres agarrados de sus manitos y sus bracitos... Material de rolero, poco y nada. La cosa se confirmó media docena de veces; el esquema era el siguiente. Nene se acerca, madre un poco más atrás. Pierdo entre 5 y 15 minutos explicando todo (dependiendo del interés de la persona y del interés que yo le calculaba) y luego chau. En un momento vino un chico más grande que dijo que iba a venir a jugar y desapareció. Más tarde vino un flaco derecho a la mesa, agarró el libro sin pedir permiso y empezó a mirarlo. No me cayó mal (otros lo hicieron y sí me cayeron mal) porque lo vi diferente... Lo vi friki y sí, era fana de SW, y como vio la tapa del manual, quiso saber. Después de las explicaciones lo mandé a saquear, digo mirar, el local de Milenario Comics, que tenía bastantes cosas de SW.

Los casos seguían y seguían. El más raro fue el de un señor que me preguntó si eran juegos de rol, le dije que sí, me dijo que sabía qué eran... y me dijo "¿le podés explicar a él?". Y me trae a un pibe de unos 8 años más o menos, a quien le comenté todo. No parecía muy interesado, pero al menos fue llamativo que los mayores se preocupen por darle a sus menores algo de imaginación.

Otro caso fue el de un pibe que se reenganchó a jugar, y venía con otro hermano y una hermana. Al padre le conté todo sobre el rol y le encantó, pero no tenían tiempo para jugar, al parecer. Aunque fue algo reseñable, de todas maneras creo que hubiera sido difícil por las edades; pocos juegos de rol comerciales son recomendables para menores de 12 y acá era eso justamente lo que me preocupaba. Como veremos más adelante, no solamente a mí.

Esos son ejemplos, para que se den una idea, pero como digo, el esquema era siempre el mismo. Gracias a Pablo, que me prestó una revista, al menos tuve algo que hacer más que mirar al vacío. Afortunadamente Martín pudo jugar en esa mesa, así que al menos sirvió para que se sacara las ganas de jugar D&D.

Llegadas las 1830 comencé a irme lentamente, guardando esto, aquello, hasta que hubo un intervalo de tiempo en donde no hubo tanta gente y no me dio vergüenza irme. Me acerqué a la mesa de Pablo, le presté lápiz y goma que necesitaba, y aunque tenía ganas de irme, me quedé a mirar un rato, hasta que terminaron.

Gracias a eso pude presenciar de cerca el maravilloso espectáculo de un bebé rolero (estuvo upa toda la partida con mamá o con papá, y nunca lloró ni molestó que yo lo haya notado). La mesa de Pablo estaba compuesta por amigos que fueron a rescatarlo de una tarde de aburrimiento (sentencia de la cual yo no pude escapar), así que era todo muy tranqui. Mucha gente se acercaba a mirar; algunas se quedaban poco, otras mucho tiempo.

Algunas perlas de la mesa fueron las constantes fallas de los buenos en el primer combate (incluyendo un 1 de un enano que perdió su martillo de guerra), mientras Pablo no paraba de sacar 17s o cosas parecidas. Algunas frases célebres fueron "le pongo un cuchillo en el ojo y se lo saco", "lo voy a torturar apuntándolo con el cuchillo al ojo", y cosas así, pronunciadas por la tierna madre del bebé, que miraba absorto aquél despliegue de risas, muñequitos y dados de colores.

Roleros mayores, hay que agregar dos entradas más a la lista de Daño de Hojas de Personaje por Agentes Externos: Baba de Bebé y Ataque Poderoso de Bebé (léase agarran la hoja con su manito como si fuera la mamadera y te la dejan hecha un bollo).

Para cuando el grupo reculó luego de ser casi TPK por un dragón lanzaácido, nos desbandamos y nos enteramos de la suerte de la mesa de Diego, el cual había sido atacado por una tribu de trasgos (léase, pendejitos), los cuales "destruyeron mi historia" (Vincent dixit). Sin respeto por nada, había tenido que cortar y modificarla tanto que al final fue un ataque masivo contra hordas de zombies y cosas similares, en lugar de la aventura, más o menos lineal pero al menos con una trama, que era en la realidad. Obviamente sin respetar las reglas del juego, había tenido que darles lo que querían: sangre y espadas.

Había hablado con él antes sobre esto, ya que según él (después me enteré porqué exactamente) su aventura tendría que ser muy censurada si tenía que dirigirle a chicos. En realidad, creo que técnicamente ninguna de las mesas estaban pensadas para eso, y es un problema para todos; sobre eso hablaré más adelante en una conclusión que haré de cierre más adelante.

Habiendo registrado nuestro paso por la jornada, nos fuimos en pelotón, como las otras veces, aunque por suerte era la última. Realmente me fui muy cansado y todavía no logro recuperarme; muchas horas parado y aburrido (y encima tengo problemas para dormir de nuevo). No es que me haya ido deprimido, pero tantos stormtroopers desperdiciados me parecen realmente trágicos... :D

1 comentario:

JMO dijo...

Muy bueno. Pensá que al menos los pibes van a tener un recuerdo de la infancia con rol, y cada vez que les agarre nostalgia de grandes, ¡quizá les agarre ganas de rolear!

En fin. Felicitashion. Seguro que fueron unos cuantos los que se quitaron la duda respecto a que trataba el asunto =)