Hace ya unos días, me uní al club de los que usan anteojos.
Desde hace tiempo sé que mi vista no es perfecta, y tengo problemas para ver de lejos. Nada grave, por suerte, pero la falta de ganas de comprarme unos me obligaron a adaptarme a las circunstancias. Reconocer a un colectivo a lo lejos por la forma del carrozado y no por el número; reconocer a una persona conocida por la vestimenta, su contextura y forma de caminar, etc. etc. Talentos extraños, sin duda alguna, y generalmente útiles, aunque no infalibles. No pocas veces me perdí de saludar a alguien.
Rápidamente, sin embargo, estos anteojos se han incorporado a mi vida. Me dicen que tengo que usarlos frecuentemente, casi todo el día, y que frente a la computadora descansan la vista. Por suerte, no han salido tan caros como me lo imaginaba, algo que mi bolsillo agradece mucho. Supongo que se irán pagando solos. Por lo pronto, me siento como si estuviera viendo todo en HD, constantemente. Sobre todo a las señoritas. Ahora las puedo ver desde más lejos.
Y lo peor es que me quedan bien.
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2 comentarios:
Ha no, así no te lo permito, ahora posteá una foto con los lentes. :D
Y otra sin lentes y con capa, en pose heróica.
Es una de esas verdades curiosas de la vida.
Uno no se da cuenta de todo lo que se estaba perdiendo hasta que se coloca por primera vez los lentes.
Yo me quedé impresionado viendo la pared. Sip. Una simple, mundana y común pared.
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