Como pez en el agua, como sapo de otro pozo


Cosas que mi trabajo me permite:
  • gastar unos 100 pesos mensuales en comics (todavía no en libros, tengo demasiados)
  • comprar libros de rol y miniaturas (todo de Star Wars Saga)
  • comprarme cosas que hace tiempo necesitaba, como mejoras en la computadora, algo de ropa, etc.
  • mejorar mi memoria
  • aprender a resolver rápidamente muchos problemas a la vez
  • ejercitar soluciones audaces e inteligentes a los anteriores
  • mejorar mi autoestima haciendo funcionar un pedacito de una empresa líder en Argentina
  • demostrarme todos los días lo que puedo hacer si me enfoco en algo

Cosas que mi trabajo no me permite:
  • leer en el colectivo más de 20 minutos
  • asistir normalmente a mis clases de artes marciales
  • hacer casi cualquier cosa normal (ir al cine, cortarme el pelo, ir al dentista, ir a comprar ciertas cosas) durante los días de semana
  • visitar frecuentemente a mis amigos
  • escribir durante más de una hora los días de semana (con suerte, si no me caigo del sueño)
  • jugar a los juegos de estrategia que ahora SÍ puedo jugar en mi computadora
Sinceramente, en estos días me ha caído muy mal algunas de las cosas recientemente mencionadas. Tardé un mes en comprar un bolso de viaje, en un negocio que está a media cuadra de mi casa, porque el único día que puedo pasar por allí es el sábado, y siempre estoy ocupado haciendo las otras cosas que no puedo (como ir al dentista o a colaborar con la ADL). El fin de semana pasado, antes de un casamiento, tuve que posponer una semana mi ida al peluquero. No me parece justo, no hay nada que me pague estos inconvenientes.

Algunos me dicen que tengo que acostumbrarme. Puede ser, no sé. Pero para alguien que no tiene problema en saltar a un colectivo ante la llamada de necesidad de un amigo, o que decide impulsivamente ir al cine unas horas antes, es como si estuviera en silla de ruedas. Hay cosas que uno sacrifica por un trabajo, y otras que no.

Ni hablar de la escritura. Últimamente entrego guiones en el límite, estoy atrasado con mi libro sobre ambientaciones para juegos de rol, no he podido escribir nada para este blog en varios días. Mucho menos seguir con algunos de mis otros proyectos (cuentos, etc.). Las ideas se acumulan y no pueden salir. Eso me exaspera, sobre todo porque pareciera pasar ahora por una época llena de creatividad.

Por otra parte, varias de las cosas positivas del trabajo son experiencias que, una vez ganadas, no se pueden perder, por así decirlo. Me ha abierto la cabeza, la mente y los ojos, demostrándome, como ya mencioné, que lo que deseo está al alcance de mi mano, porque tengo la capacidad de intentarlo.

¿Qué sigue? Pues no sé. Lo pienso seriamente, porque es una decisión que, como pocas, puede definirme de aquí a varios años. Los que me conocen ya saben que siempre tengo varios planes en mente, para todo tipo de situaciones. El tema es que, hasta ahora, no me había animado a utilizarlos.

El otro día pensaba en que este trabajo es como una mujer hermosa, adinerada y hasta famosa (la empresa es muy conocida), que te da buen sexo, pero con quien no existe una conexión emocional. ¿Cuánto tiempo puede mantenerse una relación así? Claro, depende de lo que busque cada uno...

A todo esto, el título viene a cuento de que ya me siento cómodo en el trabajo, pero al mismo tiempo, no me siento cómodo conmigo mismo y con mi vida. Es otro mundo, y no sé si estoy hecho para habitar en él.

1 comentario:

Pablo dijo...

No creo que sea casualidad que las cuestiones difíciles que te trae el trabajo coincidan con una explosión de ideas nuevas. La rutina mata la inspiración. Mi cambio de rutina laboral en estas semanas (que ya conocés) me hizo volver a escribir. Es más, hoy comienzo la semana con una idea para escribir un cuento sobre la frustración de trabajar rodeado de idiotas. Saludos, hermano.