Last Exile (2003)


Creada por el afamado Studio Gonzo, se trata de una obra artísticamente emparentada con Blue Submarine Nº 6, uno de los primeros anime que incorporaron gráficos generados por computadora en 3D. Este parentezco viene de la mano de sus tres principales creadores: el director, Koichi Chigira, el diseñador de personajes, Range Murata, y el productor Mahiro Maeda.

Existen obras muy buenas en cualquier género o ámbito artístico, que lamentablemente no reciben las loas correspondientes, o que lo hacen cuando ya no son novedad, y por lo tanto, a veces pierden algo del entusiasmo del primer momento. Podemos decir que Last Exile es una de ellas: un anime excelente en muchos aspectos, que no cae en los estereotipos de muchas obras de esta corriente de la animación y que aprovecha lo mejor de dos mundos: el 2D y el 3D, además de una buena historia y un excelente apartado gráfico.

Lo lamentable del caso es que, pudiendo entrar en las grandes ligas tanto por diversas cuestiones técnicas y artísticas, muchos aficionados al anime en Occidente desconocen la serie; ni hablar de los que no suelen ver animación. Parte de esta reseña es enmendar esta situación y plantear una posibilidad de descubrir esta historia.


Lo que hay que saber, antes de ver
Lo dicho previamente viene matizado por una afortunada realidad: Locomotion puso al aire la serie hace unos años en Latinoamérica, con un doblaje eficiente, y en España Selecta Visión ha sacado en DVD la serie completa. Sin embargo, ahí ha quedado todo; a pesar de ser un anime poco sangriento, entretenido e interesante en lo argumental y lo visual, no ha sido tomado por ningún otro canal, mucho menos uno de aire (al menos que yo sepa, sobre todo en Latinoamérica).

Otra cosa a tener en cuenta, a la hora de no desalentar a posibles espectadores, es que Last Exile es una de esas series (no solamente de anime) que encadenan misterios sobre casi todos los personajes, y en donde la trama se enreda sobre ellos en cada capítulo. Sin embargo, no estamos frente a una de esas series de anime que ni siquiera entienden los japoneses. Si bien hay elementos que tardan en develarse, al final todo cierra y tiene una explicación.




La historia (por lo menos, lo que se puede contar)
Dicho todo lo anterior, mejor es dirigirnos directamente hacia el centro de la serie. Last Exile comienza narrando las cuestiones diarias de Claus Valca y Lavie Head, dos jóvenes pilotos de vanship que se ganan la vida como mensajeros. Los vanship, verdaderos protagonistas mecánicos de la serie, son aeronaves de dos plazas (similares a aviones de la década del '30), movidas por un motor a base de agua y claudia (un misterioso combustible). El manejo del motor y la navegación (estrictamente visual y matemática) hacen imprescindible que el piloto está acompañado por un buen copiloto.

Así, Claus vuela mientras Lavie lo ayuda desde el asiento trasero. Ambos son muy jóvenes y se conocen desde niños: sus padres también fueron mensajeros y pilotos de vanship, y de hecho ellos usan el mismo vanship de sus padres. Con el tiempo, se han abierto camino en la comunidad de mensajeros a los tumbos, y entre sus camaradas hay más una relación de cariño, como si fueran mascotas, que de respeto.

Es así como ambos ponen mucho empeño en ser reconocidos, además de conseguir mejores trabajos, porque su situación económica no es muy buena. De la noche a la mañana, todo se dará vuelta: cae en sus manos una misión muy importante, que involucra llevar un mensaje a la flota de aerobuques de su país, que está por entrar en combate.

Deseosos de elevar su status y de convertirse en verdaderos profesionales, se juegan el todo por el todo en esta misión. La flota del Duque Mad-Thane, de Anatory, (Anatoray en el doblaje castellano) y la de Disith están entrando en un estudiado combate, medido por reglas que vamos aprendiendo sobre la marcha. Y es que sobre ellos, una misteriosa tercera facción, supuestamente neutral, observa el cumplimiento de este vals de acero y bengalas entre enormes buques flotantes. Todo parece indicar que el que no cumpla el código sufrirá las consecuencias.

Esta aventura no es más que el comienzo de algo nuevo, tanto para ellos como para la situación geopolítica de su mundo. Los dos salen bien parados, pero sólo para recibir una misión todavía más importante pocos días después, de una manera accidentada, que los introducirá en un complejo nudo de intrigas políticas, guerras y cosas realmente misteriosas. Esta misión implica llevar una extraña carga al aerobuque más temido de todos: el Silvana, nave mercenaria supuestamente invencible, comandanda por el misterioso Alex Row, el cual parece tener una agenda propia.

Contar más sería un pecado; por otra parte, si bien he adelantado algo de los primeros episodios, hay toneladas de detalles que no he mencionado y que hacen a que, en cada episodio, se añada más y más información para comprender este mundo que parece tan familiar pero que encierra muchos conflictos y contrasentidos.


Los personajes
Una de las particularidades de la serie es que presenta a muchos personajes secundarios, que sólo lo son por la exposición que tienen, pero que siguen haciendo avanzar la historia incluso cuando no están, por el peso que tienen. Además, nunca se nos presenta a ningún personaje de manera estudiada, ni con artilugios que nos digan todo sobre ellos en poco tiempo. Muy por el contrario, los personajes van y vienen, y hay que esperar varios capítulos a que haya un flashback o simplemente sacar de a poco esto y aquello, suponer y pensar en lo que se dice y en las expresiones de cada uno, para formarse una idea del conjunto. Incluso hay algunos sobre los que nunca sabremos demasiado, pero eso no impide que supongamos con buen nivel de acierto cómo ha sido todo.

El hecho es que cada personaje tiene un pasado interesante y están resueltos a resolver los problemas que acarrean o a conseguir un mejor futuro, y sus momentos de duda son muy creíbles y humanos.

Y es ahí donde la historia no nos deja respiro. El mundo en donde están los personajes está cambiando rápidamente, y mientras nosotros aprendemos más sobre él, ellos están tratando de cambiarlo definitivamente, cada uno a su manera, cada uno buscando algo, a veces oculto y misterioso. Capas y capas de pequeños misterios personales se entrelazan con los de la historia mayor. Desentrañarlos es algo que sólo puede hacerse viendo con atención cada capítulo.

Last Exile es un anime visualmente único, y está lejos de presentarnos personajes estéticamente exagerados como los de muchas otras obras. No está basado en ningún manga, y el diseñador de personajes los ha dotado de un realismo a toda prueba. No hay pelos parados de medio metro, japoneses pelirrojos ni nada raro, rostros exagerados ni nada de eso. De hecho, llama la atención que muchos de los protagonistas sean rubicundos y tengan ojos claros. Todo esto no hace más que dar solidez al relato, ya que el mundo que se nos presenta está basado en la Europa de fines de Siglo XIX. Es evidente que cada aspecto del diseño ha sido cuidado al mínimo.


Range Murata y su inconfundible estilo
Este artista japonés, que solamente se introduce en el anime en contadas ocasiones, es un conocido diseñador e ilustrador. Es conocido, además de los dos anime ya mencionados, por su participación en uno de los cortos de Animatrix, y recientemente ha entrado con éxito en el ámbito de los videojuegos.

En un mercado muy competitivo y saturado de clones y copias, Murata se distingue por su estilo muy reconocible y una originalidad a prueba de todo. Sus mujeres de pelo corto y expresiones frescas sobresalen en sus libros de ilustraciones; sus personajes de rostros redondeados, alejados del estereotipo furioso del manga, son identificables al instante; sus estilizados y elaborados muebles, adornos para el cabello y otros elementos saben administrar el espacio. Cada ilustración pareciera contar una historia, porque cada elemento está diseñado estética y funcionalmente. Todo esto está encerrado en una cápsula de colorido muy cuidado y preciso.

Murata es, de hecho, una de las razones por las cuales me volví a acercar a esta serie, que viera hace ya tiempo en Locomotion. Al descubrir muchas de sus obras en papel, uno se siente inmediatamente atraído a las animadas, en donde descubre que su estilo sigue vivo sin perder fidelidad.

Por si fuera poco, Last Exile tiene un atractivo para todos aquellos que sepamos disfrutar de un buen diseño y animación. La historia requiere grandes cantidades de naves y artilugios técnicos, y es allí donde Murata vuelve a sobresalir, con elementos que no son comunes en sus libros de ilustraciones, y en una cantidad y calidad más que interesante. Su labor para reinventar un mundo que fue pero que no existió es tremendamente creativa y original.


Un cuidado diseño de arte

Imaginar un universo retrofuturista no es fácil, y hacerlo con estilo lo es todavía menos.

Murata y su equipo nos presentan, en Last Exile, una serie de elementos perfectamente ubicados y ensamblados, tanto originales como inspirados en otras épocas y culturas. El hecho de que todo lo escrito en Anatoray (el país de los protagonistas), desde nombres de buques hasta cartas, lo esté en caracteres cirílicos habla a las claras de un fuerte compromiso estético: introducir al espectador en un mundo completamente extraño, pero al mismo tiempo reconocible.

Last Exile se ubica en un tiempo similar al de la Revolución Industrial, y allí está la parte steampunk del mismo: fusiles de avancarga a vapor, grandes ciudades plagadas de pobreza, con calles angostas y edificios en mal estado, y las eternas guerras entre reinos que desean más control sobre los escasos recursos naturales (principalmente el agua, que tiene diferentes niveles de pureza y suele ser carísima).

Pero al mismo tiempo los realizadores saltaron varias décadas, anclando gran parte del desarrollo técnico de la obra (y su estética) en la efervescente época previa a la Segunda Guerra Mundial. Como dijo Mahiro Maeda, productor de la serie:

Teníamos esta imagen de Alemania al comienzo del Siglo XX. Pensábamos que Alemania en el período de entreguerras había tenido características muy interesantes. La gente piensa en cosas oscuras y negativas debido al surgimiento del nazismo. Pero muchas cosas aparecieron en esa momento, como un rápido crecimiento de las ciudades y la riqueza. La tecnología industrial, la química, los descubrimientos científicos, muchas invenciones también en el diseño. La Bauhaus aparece allí, por ejemplo. [...] Pienso que todo lo que produjo Alemania en ese tiempo era extremo y único.

Este conocimiento de la historia, incluso de la historia de la ciencia y el diseño, nos habla de realizadores detallistas, además de cultos. Last Exile está llena de referencias de todo tipo, desde nombres de batallas y personajes, hasta estilos de ropa, formas de hablar, música, diseño de armas y vehículos...

Están ahí los uniformes napoleónicos, los atuendos nobiliarios llenos de corses, capas y tocados para el cabello; está el duraluminio corrugado del fuselaje de los Junkers; están los uniformes soviéticos para astronautas, las gorras de la Luftwaffe y algunas armas secretas nazis. Están las largas batallas de acorazados del siglo XIX y XX; están los combates aéreos a carlinga abierta de comienzos de la aviación; están los uniformes de invierno soviéticos y los trajes futuristas; están las torretas blindadas y los motores en estrella; están las gorras y los anteojos para aviadores y las literas de submarinos, el código morse con linternas y los sextantes; están los cohetes y los paneles llenos de agujas, relojes y tubos de vacío...

Está, en fin, lo mejor del diseño de varios siglos. Y eso es decir poco. Todo está tanto al servicio del placer estético, incluso histórico, sin dejar de lado que lo visual también tiene que servir a la historia.


Las estudiadas peculiaridades
Por sobre estos detalles visuales, a veces muy evidentes para los que sepan algo de historia, encontramos otros menos visibles pero no menos importantes. En primer lugar, muchos de los personajes tienen nombres que hacen honor a personajes históricos reales, e incluso se mencionan lugares y batallas de nuestro mundo. Ya hemos mencionado también el parecido de Anatoray con la Rusia Imperial.

Pero el detalle que más surge a la vista, si es que uno ve los títulos originales de la versión japonesa, es que todos los episodios tienen nombres relacionados al ajedrez, generalmente expresiones para designar jugadas. Investigando algo uno puede ver cómo estos nombres se relacionan directamente con lo que sucede en cada episodio.

Tal vez este cuidado al detalle, tanto en lo visual como en lo argumental y en otras cosas, sea lo que más distingue a la serie. Algunos podrán decir, luego de verla, que tiene fallas a nivel argumental, o que no les ha gustado algo, o que le hubiera gustado saber más acerca de ciertos elementos (porque, realmente, hay cosas que se entienden pero que no se dicen explícitamente). En definitiva, esto será más cuestión de gustos, y la suma de los detalles termina creando una historia tan sólida y entretenida que nos hace querer volver a ver algún episodio cada tanto, para notar algo que no vimos antes. Yo, que recordaba buena parte de la serie, la vi entera y disfruté tanto de lo que recordaba como de lo que no. Y eso no lo logran todas las series.





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