Temo estar perdiendo algo, algo
valioso. Y es la capacidad para escribir prosa.
Hace tiempo, cuando era chico y empecé
a escribir, lo primero fueron algunas pobres poesías. De hecho, lo
primero que me valió algún tipo de reconocimiento fue una poesía,
si mal no recuerdo, que una maestra alabó en primaria. Todavía
conservo algunos cuadernos y anotaciones de esa época y de varios
años después. Seguramente son malas, pero son mías y eso basta.
Sin embargo, con el tiempo la poesía
se fue yendo de mi sistema. No sé realmente por qué, aunque creo
que se dio durante la secundaria, aunque cuando estaba terminándola,
en un taller de literatura (que continué cuando ya la había
terminado) recuerdo haber escrito un poco. Pero esos fueron años de leer mucho, de inventar mundos y personajes y jugar rol, y
de intentar algunos cuentos crudos, que ahora no tengo.
Así que durante la universidad, todo
fue prosa. Bueno, al principio no hubo nada, pero hacia el final del
cursado varios artículos que publiqué (además de mi tesis) fueron
muy alabados y creo que eso me terminó de hacer a la idea de que lo
mío era escribir. Así que por esa época, cuando terminé de cursar
(y por un tiempo tuve mucho tiempo libre, al tener trabajos de medio
tiempo o ninguno) me puse a escribir. Cuentos y novelas, a lo loco.
Algunas todavía esperan la revisión definitiva, algunas ya listas.
Pero luego, más o menos en esa época,
llegaron de nuevo las historietas y empecé a investigar cómo hacer
comics. Y eso siguió y siguió. Y sigue.
¿Qué pasó en el camino? Descubrí
que la escritura de prosa es un camino solitario, y que la comunión
con una persona que dibuja tus ideas es hermosa. Pero también, y
creo que este es el punto principal, que es más fácil publicar y
vender comics que cuentos y novelas.
En el proceso pasó también algo
adicional: dejé de leer tanta literatura y mi biblioteca y mis horas
de lectura se llenaron de comics. Fue algo que vi recién después de
un tiempo, pero que creo es fundamental. Ahora tengo como media
docena de libros de comics para leer, siempre, sobre todo porque sigo
un par de colecciones y porque en algunos eventos termino comprando
algo nuevo. Sin embargo, de los libros de literatura que he comprado (pocos) solo he leído algunos y otros esperan sin siquiera haber sido
abiertos, a pesar de que son de autores que amo.
Me estoy convirtiendo en un monstruo.
Creo que uno escribe lo que lee, y ahí
está parte del problema. Durante estos años, por otra parte, lo
mucho que pude escribir (guiones) terminó siendo publicado, visto,
reseñado, criticado, alabado... mientras que lo que ya tenía
escrito (novelas y cuentos) fue visto por muy pocas personas, y nunca
publicado digital ni físicamente. A eso se suma que tengo un par de
novelas en revisión que no toco desde hace AÑOS... y que bien
podrían ser leídas si las terminara.
¿Por qué me preocupa esto?
Ciertamente, no me preocupó demasiado el dejar atrás la poesía.
Era algo para mí, algo en lo que sentía que no era muy bueno, y que
se fue de manera natural. Una fase en mi historia creativa, podemos
decir. Como una piel seca que se saca y ya.
Pero ahora los proyectos de historieta
se demoran. Hay un par demorados por cuestiones de dibujo, y otro
proyecto en el que trabajo de a ratos, pero que viene complicado
porque es mucho más largo. Y de pronto vienen ideas para cuentos, y
recuerdo las novelas... y el último cuento que intenté, quedó por
la mitad. Algo no me cuadra... y por eso temo estar perdiendo algo
que amo, algo que sí me interesa. Algo que no quiero dejar atrás.
Así que la misión de estos días es
ponerse, ponerse, ponerse. Como siempre. Algo va a salir. Me falta
solo un cuento para terminar una antología que armo desde hace años.
Y después se me ocurrió armar otra, más pequeña, como para
continuar con algo más accesible.
Y después no sé. Pero hay que seguir
respirando. Quiero decir, escribiendo.
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