El sábado fue un hermoso día de primavera (¡pero era invierno!). En la puerta del Galpón 11, nos empezamos a juntar para la reunión de la Asociación. |
Como digo, este año éramos muchos menos. No estaban los extremos: quedaban las editoriales pequeñas y medianas, y algún que otro autoeditado de buen volumen. Esto facilitó mucho el trabajo. Nos organizamos para tratar de encontrarle respuestas a los tres grandes problemas que tiene, hoy por hoy, el comic nacional: la producción, con materia prima que sube de precio constantemente, entre otras cosas; la distribución, con falta de empresas serias que abarquen todo el país y abastezcan diversos canales de venta, y la promoción y publicidad de las obras, lo que dificulta que el público lector y los medios se entere de lo que está disponible en el mercado.
Si bien sacamos mucho en limpio y adoptamos algunas propuestas e ideas muy buenas, como siempre en este tipo de eventos, se nos hizo corto, porque teníamos mucho para hablar y éramos muchas personas creativas con algo positivo para decir.
Así nomás, mientras la reunión se cerraba, salí a atender el stand, ya que los fines de semana la convención arranca a las 13, no a las 14. Tuvimos que comer improvisadamente ahí mismo, mientras atendíamos al público, y ya vimos que la cantidad de público no iba a defraudar.
De la misma manera que había sucedido el jueves y el viernes, Bruno tuvo que ir a buscar más números de Términus, esta vez realmente de urgencia. Los días anteriores se había vendido bien y cada tanto pasaba que algún número se vendía sensiblemente más, por lo que había que reponer ese y reforzar los demás. El sábado, a poco de abrir, nos dimos cuenta de que había pasado justamente eso, así que se tuvo que ir. Yo me quedé cuidando el fuerte con Juan Manuel y otros compañeros de stand.
De derecha a izquierda, Diego París, Oenlao, Kiro y yo. |
Una vex terminada la charla, nos tomamos la obligada foto con el resto del equipo detrás de este libro. El cual vendió bastante bien en la convención, no sólo por el gran trabajo de sus autores, sino también por el precioso detalle de que cada libro allí vendido era único: los dibujantes, que estuvieron siempre disponibles, lo personalizaba a gusto de cada lector, creando un feedback realmente interesante.
Faltan algunos, bueno, pero son casi todos. Un gusto trabajar con estos "legionarios" que le pusieron lápiz y tinta a tantas historias. |
El equipo, firmando autógrafos y dibujando para los lectores. |
Después regresé al stand de Términus, donde todo marchaba sobre ruedas y momentáneamente no era necesario, así que me fui a dar una vuelta por el resto de la convención. Cuando salí al exterior, tuve una pequeña muestra de lo que sería todo a partir de ese momento. Un día precioso, hermoso, primaveral. Y la gente que comenzaba a amontonarse en las boleterías. Debían ser, más o menos, las cuatro de la tarde y ya se podía ver esto:
¿Se alcanza a ver la cola? Bueno, me pasaba a mi derecha y seguía vamos metros más, hasta llegar a la baranda junto al río. |
Demás está decir que se tardaba al menos una media hora en sacar la entrada para la convención. Y eso era sólo el comienzo... ya ampliaremos.
Llegar hasta el Centro de la Juventud fue medio lento gracias a las personas que había que esquivar. Una vez allí me encontré con que el espacio para fanzines seguía funcionando muy bien. Se podía ver a personas de todas las edades mirando, e incluso comprando. Muy buena señal; ahí mismo pude ver cómo, en el stand de LA Comics, se agotaban la tirada de un fanzine.
El sábado fue sin duda un día movido. Tenía cosas que comprar, gente que saludar y no quería perder la oportunidad ya que sabía que el domingo todo sería peor, así que traté de charlar y contactar a todos los que pude, y terminar de comprar las cosas que no había podido comprar el viernes con mi novia.
Lo cierto es que entre idas y venidas seguí en el stand de Términus, vendiendo o ayudando a vender (aunque parezca tonto, hay muchas pequeñas cosas que hacer, principalmente reponer stock, anotar lo que se vende, reacomodar lo que las personas levantan para ver, mantener ordenadas las revistas y el material promocional, ver que el stock no baje muy rápidamente, firmar bajo pedido del público, buscar cambio, etc.). Cada tanto me pasaba por el stand de Legionarios, pero ahí ya eran media docena de personas así que a) no había mucho espacio para estar y b) lo tenían todo bajo control y no me necesitaban. Así que fui terminando mi ronda de saludos.
En el stand, el día terminó excelentemente, en todo sentido. La postal del día está; lamentablemente nos faltó Damián Couceiro. Fue un gusto, un honor y un placer "pelear" ese día de la convención.
Como los días anteriores, a la noche los invitados nos fuimos a comer, por cortesía de la organización. Después, como todo buen asistente a la convención, nos fuimos al Café de la Flor, a la fiesta oficial del evento, a reventarnos los tímpanos con las bandas, a beber sanamente (algunos no tanto) y a todo eso que uno hace en las fiestas oficiales de las convenciones de comics. Que siempre son menos de las que nos gustaría.
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