La Comarca


Cuando me comentaron la existencia del proyecto, y me invitaron a ser parte de la organización, todo me pareció una pequeña locura. ¡Una feria medieval, en Rosario! Y sin embargo, tuve y tengo la suerte de haber estado en varias iniciativas pioneras en esta ciudad con un potencial tan enorme: el primer club de rol (la leyenda dice que hubo otros antes, muy efímeros, ¡pero Sierpes del Sur pronto cumplirá 10 años!), la primera revista de comics de género totalmente creada aquí, y algunos etcétera menores.

De manera que dije que sí, pero con la condición de no involucrarme demasiado, ya que estaba ya algo complicado con ciertos temas y no quería perder el foco en la organización de Rosario Juega Rol 2013, evento del que hablaré en una entrada posterior.

Fue así que tomé dos responsabilidades: administrar el espacio de juegos de rol y garantizar la asistencia de Revista Términus en el evento. A la primera tuve que delegarla, aprovechando a dos voluntarios del club, cuando me di cuenta de que no podría partirme al medio. Algo que por otra parte me resultó muy positivo ya que dejaba el asunto en buenas manos y permitía que pudiera ser gestionado de manera más eficiente.

Así que unos días antes yo sólo pensaba en ir a armar el stand, en las ventas y en el contacto con el público. El fin de semana anterior había estado Comicópolis y teníamos disponible ya la reimpresión del número 1.

Fue entonces que un gran amigo de la organización me llamó para plantearme si podía ayudarlos con las charlas. Había tres pesos pesados invitados al evento: Marcelo Frusín, Horacio Lalia y Rubén Meriggi. Obviamente les dije que sí, aunque en ese momento estaba totalmente saturado por otras cuestiones (trabajo).

Así que un par de días después, estaba yendo hacia La Comarca. La cual se celebraba en el Centro Municipal de Distrito Norte, en la mansión Villa Hortensia


El lugar
Cuando digo mansión, digo eso. Villa Hortensia era la residencia de una acaudalada familia que decidió, hace unos años, donarla a la Municipalidad de Rosario siempre y cuando fuera para uso público y no fuera vendida, concesionada, etc. Como en ese momento se estaba realizando un proceso de descentralización de las áreas públicas, fue el lugar elegido para ser el Centro Municipal de Distrito Norte.

Como podrá verse en las fotos, el lugar está impecable, ha sido restaurado en toda su gloria y se mantiene así gracias al esfuerzo de sus empleados. Da gusto visitarla solamente porque sí.


El momento
La Comarca tuvo lugar el 28 y 29 de septiembre, fechas que deberían haber sido primaverales pero que trajeron sus inesperados problemas. El clima ya no es lo que era. El 21 de septiembre fue uno de los peores días de la primavera que recuerdo, con mucho frío, vientos huracanados y nada de sol. Una semana después, la situación se repitió en parte: el sábado fue un día horrendo, con lluvia, pero por suerte el domingo salió el sol y fue un día mucho, mucho mejor.

De todas maneras la organización ya tenía planes de contingencia para estos casos, que fueron usados, como se verá más adelante, y la Feria Medieval pudo desplegar todos sus encantos.


Sábado
Llegué temprano para ver el lugar que usaríamos para el stand de la revista y para las partidas de rol. Luego de reencontrarme con algunos dibujantes que hacía tiempo no veía, principalmente Juan Fioramonti, Kiro, uno de los organizadores, me guió hacia la parte más alta del edificio.

Me quedé observando una especie de camarote de barco, todo hecho de madera, que constituía la "azotea". Los ojos de buey no hacían más que enfatizar la sensación de estar dentro de un navío antiguo. Era el lugar perfecto para llevar adelante todo tipo de aventuras roleras; ese sitio evocaba muchas cosas, y el clima frío te hacía tener ganas de quedarte ahí toda la tarde, viendo cómo afuera el viento azotaba los árboles.

Acomodé algunas cosas en ese lugar, para facilitarle el trabajo a los organizadores y a los chicos de Sierpes, y fui a instalar el stand de la revista. Al rato, cuando salí, me enteré que las amenazas de lluvia se habían hecho muy, muy reales. El tiempo se había complicado, de pronto las nubes no eran blancas y comenzó a gotear.

Rápidamente los organizadores se contactaron con los stands que estaban en el patio frontal y les pidieron desmontar sus gazebos para ir a instalarse en los salones interiores, dando comienzo al plan de contingencia en caso de lluvia.

Esto hizo que tuviera que mover mi stand y compartir el salón central con varios artesanos del metal, el vidrio y el cuero. Todos formamos rápidamente una comunidad, en donde había muy buena onda.

Supuestamente iba a estar solo en el stand, ya que Maxi iba a pasar más tarde, a uno horario sin precisar, pero Juan me hizo el aguante varias veces para que pudiera recorrer el lugar y, entre otras cosas, ver que los chicos de Sierpes estuvieran bien ubicados y no tuvieran ningún tipo de problemas.

Por suerte, una y otra vez pude ver que todo marchaba sobre ruedas: había mucho público transitando y jugando una nueva modalidad de partidas rápidas, variante que habíamos estrenado como paso de prueba a nuestro evento del fin de semana siguiente, Rosario Juega Rol 2013. En esta modalidad, se plantean partidas con una duración no superior a una hora, para que las personas no tengan que perderse gran parte del evento y puedan, además, probar otros juegos.

Debido a la lluvia, el frío invernal (yo estaba mal de la garganta) y el tremendo viento conspiraron contra el evento, pero no hubo caso. Si bien afuera había pocas personas, adentro el lugar (que no es precisamente pequeño) rebalsaba. A veces no se podía entrar a algunos salones con stands, o había que moverse con cuidado para no pisar o golpear a nadie, sobre todo si había una representación musical cerca.

Esto, por otra parte, creo que perjudicó a veces las ventas de los stands, porque al no haber circulación no cambiaba la gente que veía el producto y creo que muchos no se enteraron de ciertas ofertas. Por lo pronto, si bien la revista vendió lo suyo, no era lo que teníamos pensado vender.

De todas maneras, ese día el saldo ya era netamente positivo, y lo único para criticar era lo imposible de solucionar: el frío y la lluvia. La organización había sido perfecta, la difusión y coordinación con la Municipalidad también, el ambiente que se había creado era más que cálido y nadie podía quejarse seriamente de nada.

Cuando Maxi llegó, me dediqué a ser visitante, y al rato, coordiné la charla con Marcelo Frusín. El dibujante, que está realizando una serie de libros para Francia sobre un grupo de legionarios en tierras africanas, se había sentido particularmente atraído por un personaje de La Comarca: "el legionario", un hombre de gran conocimiento en historia romana que se vestía con armadura completa, emulando a tan grandes guerreros y personificándolos de manera impecable. Al ver el enorme interés que tenía en "el legionario", terminamos invitándolo a participar como "guardia de honor" de la charla, labor que ejerció durante la mayor parte de la misma, hasta que Marcelo, cual César, lo despidió para que siguiera con su jornada habitual dentro de la feria. Sin duda, una gran nota de color, siendo que la charla versó principalmente sobre su labor en los ya mencionados libros.

Me sentí particularmente dichoso de poder ayudar a los organizadores con algo tan cercano a mis intereses y que involucra a una persona que conozco y estimo mucho. Es por eso que la disfruté mucho y en lo personal, le sumó gran puntaje a toda la experiencia.

Para entonces, estaba cansado pero muy contento. Había logrado dividirme en tres, de alguna manera, y representar esos tres roles sin demasiados problemas (pero sí muchos viajes de ascensor). A pesar del estado de salud y del cansancio, no veía la hora de que fuera domingo.

El stand de Términus.

Dale tu cámara a otra persona y sacará no una,
sino dos fotos movidas.

El dragón del evento, protagonista de la historia tejida
alrededor de una dama, su caballero enamorado y una bruja.
En segundo plano, el gazebo característico de Villa
Hortensia, que me permitió desempolvar el viejo chiste
del gazebo en D&D.

Por esto me demoré y no pude entrar al stand a sacar mis
cosas... pero valió la pena.


Domingo
Como dos caras de una moneda, el día siguiente fue totalmente distinto. En primer lugar, iba acompañado de mi novia. El stand de Términus estaba a cargo de Maxi, así que podía recorrer todo el predio y las actividades sin caer en la irresponsabilidad.

Pero lo más importante para el evento fue el cambio total del clima. Amaneció soleado, y aunque estaba fresco, no había nubes ni lluvia. El tiempo era infinitamente mejor que el día anterior.

Al llegar a Villa Hortensia (ya pasado el horario de apertura), pude ver que el jardín frontal rebosaba de stands cargados de productos, y de personas yendo y viniendo. Gran cantidad de familias recorrían todo el evento, atraídos por el sonido de los violines y las gaitas que se filtraba hasta la plaza contigua.

La cantidad de público era tan abrumadora que resultaba difícil entrar y salir del edificio, sobre todo porque se utilizaban las escaleras principales y la explanada aledaña para que las bandas de música celta, medieval, etc., tocaran, lo que atraía a más personas. Como pequeña crítica constructiva, yo movería, en un futuro nuevo evento, este tipo de actividades a otro lugar donde no se dificulte el tráfico de los visitantes.

"El legionario", una de las
figuras más vistosas de La
Comarca, con su atuendo de
guardia pretoriano (el sábado
estuvo de rojo, como un
oficial legionario).
Nos tomamos un tiempo para recorrer cada rincón de la villa, aprovechando para sacar fotos principalmente a las cuestiones arquitectónicas del exterior. Por supuesto que también revisamos los stands y nos quedamos a charlar con algunas personas.

Sin embargo, adentro el panorama era totalmente diferente. Con muchos stands en el jardín central, se podía recorrer cómodamente todo el edificio. La azotea estaba llena de personas jugando rol, momento en el que se demostró que las mesas de demostración eran un éxito. Los chicos del club sacaron las mesas del "camarote" y las pusieron al sol, algo que permitió mejorar la capacidad y sobre todo la comodidad, además de incentivar a los que tenían algo de frío. El clima era simplemente perfecto, porque al sol no hacía demasiado calor, ya que todavía duraba algo del fresco del día anterior.

Con mi novia nos dedicamos a recorrer todo el edificio, sacando fotos de las preciosas molduras, punturas, tallas de madera y demás. Finalmente Maxi tuvo que irse, como habíamos acordado, y yo me quedé en el stand un buen rato, retomando la tarea de venta y de contacto con el público lector. Con algo de perpejidad y alegría, tuve la suerte de encontrarme con personas a las que no veía desde hacía años o muchos meses, lo cual me dijo, nuevamente, que la feria era un éxito, porque se trataba de personas fuera del mundillo.

Para ese momento se había demorado un poco la actividad central del día, al menos en cuanto a lo referente a los comics. Se trataba de la charla con Rubén Meriggi, Horacio Lalia y Marcelo Frusín, la cual también debía moderar. Con más experiencia luego de la charla anterior, me sentía algo más relajado, pero tengo que reconocer que, no estando habituado a este tipo de tareas, y viendo el calibre de los entrevistados, estaba algo inquieto. Por suerte conocía a dos de ellos, y había podido conversar algo con Meriggi el sábado, pero eso no me quitaba lo nervioso.

Finalmente llegó el momento y nos ubicamos en la sala correspondiente, con gran parte del público ya sentado. Mientras mi novia y Fernando Kern, uno de los organizadores y gran amigo, me ayudaban con el stand de Términus, me fui a comenzar la charla.

Todo discurrió sin problemas, y me fui distendiendo a medida que todo sucedía. Teníamos una única preocupación: si usar o no el micrófono, porque el salón era relativamente pequeño y tenía buena acústica, pero cada uno de nosotros tenía un volumen y registro diferente (yo, por ejemplo, me estaba recuperando de unos días de dolor de garganta, así que no podía hacer mucho). Sin embargo, eran detalles menores que no hicieron decaer nunca la charla. Destaco, en todo caso, el fluido intercambio con la audiencia, que no siempre se logra, ya que muchos de los presentes eran conocedores de la obra de estos grandes autores y al hablar de sus trayectorias, en el momento de cierre, cuando se deja que el público haga preguntas o comentarios, muchos de ellos hicieron interesantes aportes.

Ya comenzada la charla, se nos unió Marcelo Frusín, quien por problemas de agenda no había podido llegar antes, lo cual aumentó el interés del público y sus intervenciones.

La charla se había demorado un poco al comienzo, y siendo que estaba pautada ya sobre la parte final del evento, podía ver, a través de la puerta vidriada, cómo los organizadores iban y venían, dando los toques finales al mismo. Para ese entonces comenzamos a charlar con el público y me sentí algo estirado, porque no quería cortar tan importantes aportes, pero temía que los organizadores plantearan un final. Sin embargo no fue así, ya que algunos se presentaron y al ver la reacción del público dejaron que todo siguiera hasta que las preguntas se respondieron y se pudo dar por finalizada la actividad sin dejar a nadie afuera.


Yo, Marcelo, Horacio, Rubén y Kiro, uno de los
organizadores del evento, ataviado para la ocasión.
Ya sin nervios y viendo que todo había salido bien, nos dedicamos a charlar un poco más en lo personal, a sacarnos fotos con los últimos asistentes de la charla y todo lo que siempre se hace en las convenciones.

Tuve la suerte de poder regalarles a Rubén y a Horacio una copia del número 3 de Términus (Marcelo ya tenía la suya, no me olvidé de él :D ), sólo para encontrarme con que querían que se las autografiara. Un doble honor, ciertamente, que no hizo más que coronar de alegrías este evento que va a seguir en mi memoria por muchos, muchos años.

¿Lo único que lamento? Ciertamente, haber tenido que estar detrás del mostrador la mayor parte del tiempo, pero eso es algo que viene con todo lo demás, algo que también suma, algo que nos permite acceder a partes del evento que de otra manera no se podrían ver. Algo a lo que no estoy acostumbrado (tal vez por eso todavía me incomoda un poco), pero que marca un cambio que para mí es positivo.

El otro detalle es que tuvimos que partir muy, pero muy rápido del evento, tanto que ni siquiera pude despedirme de los organizadores como se debe, para darles un gracias gigantesco. Pero se los doy acá, mientras espero para verlos en persona algún día de estos.

Todos nos fuimos con las ganas de que haya una Comarca 2014. Y eso es lo mejor que se puede decir de cualquier evento: que queramos volver porque lo sentimos como una casa.

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