Va componiendo


Fin de la primera semana de diciembre, y por fin, por fin, parece haber pasado el vendaval.

En estos días pude cerrar muchas cosas que habían quedado sueltas, y si bien hay algunas que todavía esperan fecha de finalización, son las menos.

El miércoles pude adelantar muchísimas cosas, entre escritura y cuestiones relacionadas al comic. No veo la hora de terminar y ponerme de nuevo con todo lo que se avecina.

Tengo una novela en la cabeza, que surgió lentamente como semilla de un comic que no fue. Y  me espera, también, un arduo, arduo trabajo ampliando mi libro Cómo crear un mundo de juego. Son los dos principales objetivos de los meses que vienen.

Trabajar con comics, por ahora, me insume poco tiempo, más que nada apurones para terminar guiones o corregirlos en alguna cuestión de último momento. Así que si bien Términus y cuestiones relacionadas están ahí, lo están con menos intensidad en cuanto a carga horaria.

Una cuestión que he terminado de comprender en estos días es que me ha afectado inesperadamente el dejar de tener trabajo Y estudio. Durante meses he sido un reloj suizo, manejando horarios de estudios con precisión de minutos para no tener que pasarme de medianoche y poder estar despierto en el trabajo, recortando si era necesario horarios de siestas, asistiendo o no a compromisos sociales sin dejar a nadie plantado, etc. etc. Sobre todo en el último semestre, que fue el más complejo en organización.

Sin embargo,y a pesar que pude solucionar mi problema de levantarme a las 9 (ahora es a las 8) de la mañana y seguir acostándome a medianoche, las horas del día no me rinden igual. En parte por cuestiones que ya han pasado y no volverán, o por otras (como el cuidado de la casa) que son inevitables y variables de semana en semana. Pero también debo reconocer que por cierta falta de organización y exigencia, manejo los tiempos de manera más laxa, y eso no me gusta. Siento que de alguna manera, octubre y noviembre se me escaparon de las manos como un puñado de arena. Y no quiero que pase eso con diciembre.

Ni con el resto del verano. Un punto oscuro es que con las vacaciones escolares es imposible que me llamen para realizar reemplazos, así que por ese lado, tendré más tiempo libre. Si me pongo a contar, son casi tres meses de hacer poco y nada... o por el contrario, tres meses para hacer de todo.

Recuerdo cuando, hace muchos años, me tomé un mes entero para realizar mi primer artículo publicado en el anuario de la universidad. Eran cosa de levantarme temprano, día tras día, bajar la persiana (la ventana daba al sol) y escribir sin pausa con la única ayuda de un ventilador. Ahora, en otra pieza, puedo estar a oscuras libremente, tengo aire acondicionado, silla giratoria infinitamente más cómoda, etc. etc.

Así que no hay excusas. Esta semana, es decir, mañana mismo, empiezo con mi nueva forma de trabajo. Escribir varias horas seguidas al día, sí o sí. Y que sea lo que sea.

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