Hablar sobre esta breve experiencia obliga, ante todo, a comentar una gran verdad, que muchas veces puede dar lugar a confusión. Puedo odiar un género musical, pero aplaudir a los músicos por ser geniales. O puede gustarme un género cinematográfico y querer prender fuego el cine ante una mala película del mismo.
En este sentido, tengo que decir que, si bien Animate no terminó de gustarme a nivel convención (no era lo que buscaba), sí tengo que decir que estaba bien organizada y seguramente resultó muy interesante para muchos.
Cuestión de tiempo
El hecho de que tuviera lugar en un fin de semana largo (19 al 21 de junio), justo cuando Rosario celebra (con una rara visita de la presidente) un nuevo aniversario del primer izamiento de la Bandera Nacional, contribuyó a atraer público. Sin embargo en mi caso casi me espanta, ya que era una rara oportunidad que tenía para hacer lo que mi trabajo me impide durante la semana.
Fue por eso que solamente asistí el último día, el lunes 21, y lo que digo aquí solo vale para este día. Un poco para hacerle el aguante a la gente de la ADL, otro poco porque me había quedado con ganas de gastar más dinero en frikadas desde Rosario Juega Rol, y apenas otro poco simplemente por romper la rutina y seguir en contacto con el mundo de las convenciones de comics, me decidí a ir.
Claro que había otros varios motivos. Eduardo Risso y Marcelo Frusín iban a dar una charla, y también iba a estar Solano López, dibujante de El Eternauta.
Nada más llegar ya comenzaron a caer las pálidas: este último no iba a asistir por motivos de salud. De todas maneras entré, saludé a muchas personas, me instalé en el evento, di muchas vueltas. La charla Risso-Frusín se dividió en dos, la primera con Rubén Meriggi, la segunda con Lucas, el creador de Cazador. Ambas fueron interesantes, pero lamentablemente, breves.
A esto contribuyó un efecto no achacable a los organizadores, sino que se vive en muchas convenciones. La mayoría del público es otaku, y sabe poco o nada del mercado de comic occidental. Tanto Risso como Frusín, o cualquier otro de su calibre, se quedan respondiendo las preguntas del coordinador de la charla, y luego nadie hace preguntas ni comentarios. Lamentablemente es así, aunque en la segunda charla había mucho más público que en la primera, el nivel de ánimo general era el mismo, muy chato. De manera que ninguna de las dos lograron complacerme, ya que yo, que los conozco personalmente, ya estoy al tanto de lo que están haciendo y de muchas de sus opiniones y experiencias (al menos, a nivel general y superficial).
Como lo de Solano López ya estaba fuera de discusión, me dediqué a hacer algo de tiempo. Mi espíritu indeciso a la hora de comprar terminó decantándose por hacerse con cosas que no buscaba realmente. Dos tomos recopilatorios de Nippur de Lagash, que sé que disfrutaré mucho pero no estaban en la lista, más dos ofertas que solamente compré porque estaban baratas y quería compensar la otra compra, más saladita.
A todo esto, había venido con ganas de comprar miniaturas o gashapones, pero todos eran de Dragon Ball o de series que no conozco. Aunque lindas y generalmente a precios muy buenos, me defraudó el escaso surtido: cantidad había, pero de stand a stand muchas se repetían.
Finalmente, no muy contento, me retiré, no sin antes haber escuchado parte del acto de Humberto Vélez, la voz detrás de Homero Simpson; sin duda alguna el plato fuerte de la jornada.
Apreciación general
Como dije antes, tengo que remarcar que esta experiencia, totalmente personal, no debe desmerecer para nada el nivel general de la organización de la jornada. Sin duda alguna hubo mucho esfuerzo y se lograron muchas cosas. Es algo muy bueno saber que Rosario no queda fuera del circuito nacional de grandes convenciones de comics al perderse Leyendas. Más allá de las iniciativas locales (Dibujantes, y el próximo Crack Bang Boom), es realmente interesante saber que este tipo de convenciones se federalizan, y no como la estafa que fue Cinecomix hace unos años.
Animate, lejos de esa mala experiencia, aunque tuvo lugar en el mismo sitio, marcó una gran diferencia: muchos stands muy bien ordenados y surtidos, limpieza, orden y la sensación de que las cosas se hacían, no salían así de la nada. Las charlas que se cambiaron de horarios, por ejemplo, demostraron que la organización tenía en cuenta a los entrevistados y no los ponía a hablar frente a dos personas. Las demoraron hasta que había más público.
En fin, da gusto ver que se hizo y se hizo bien, y estoy seguro de que, si bien yo me fui algo disconforme, fue por una cuestión casual (ningún evento deja contento a TODO el mundo), muchos otros la disfrutaron muchísimo, ya sea disfrazándose, dibujando, escuchando a Homero o simplemente comprando cosas.
Que se repita.
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