Como fan de Family Guy (Padre de Familia) y American Dad, no podía menos que interesarme por esta graciosa película, que desde el trailer plantea de manera directa su objetivo: hacernos reir con el mismo humor ácido, excéntrico y sacado de estos shows tan irreverentes.
Tomando como inicio una de las premisas más tontas de las típicas películas de Navidad, la de un niño que pide un deseo que se cumple, Seth MacFarlane, por primera vez escribiendo y dirigiendo un largometraje, nos lleva por una historia tan desopilante como surrealista.
El deseo del pequeño John Bennett (sí, Mark Wahlberg) se cumple: su osito Ted se convierte en su mejor amigo al adquirir la capacidad de hablar, caminar y hacer (casi) cualquier cosa como un ser humano normal. Pero lo que parece algo tierno cuando uno tiene ocho años se convierte en un problema cuando John llega a la adultez y los malos hábitos que comparte con su amiguito (celebridad instantánea luego caida en desgracia) lo arrastran a una vida de drogas, alcohol y descontrol. John vive en pareja con Lori (una muy bien utilizada Mila Kunis), quien obviamente se está hartando de la mala influencia que el osito hablador tiene sobre su novio.
Obviamente la situación explota (de hecho, varias veces) con todo tipo de consecuencias para los tres protagonistas. Si bien la historia es simple, funciona muy bien al no dejar de moverse, y ayuda a explorar de manera inteligente y graciosa muchos temas, desde la celebridades infantiles (Ted se convierte en esto al descubrirse su origen mágico, pero luego no es más que una curiosidad y nadie lo toma en serio) hasta las relaciones de parejas y amigos, pasando obviamente por los problemas para alcanzar la madurez y la importancia que tienen las relaciones de la infancia.
Pero Ted no es una película más sobre la madurez en las relaciones o temas similares. La cuestión está ahí pero sin tratar de dar sermones, como algo que el protagonista tiene que afrontar, y como los tres tienen que aprender a darse un espacio nuevo al redefinirse ciertas cuestiones de sus vidas.
Lo bueno es que la película, mientras nos dice todo esto, nos ametralla con gag tras gag, todos los cuales hacen estallar de risa a cualquiera que esté habituado el humor de las dos series de MacFarlane (quien hace la voz del tierno osito). Incluso los chistes sobre flatulencias son escasos y están bien colocados (no son de mi gusto, y deploro su abuso en muchas malas comedias estadounidenses). Un poco menos surrealista que las series (las cuales a veces tienen chistes que disparan la trama hacia cualquier parte), el tono del humor sin embargo es el mismo y hace que la cinta brille con luz propia.
Con "apenas" una duración de hora y media, en un principio pensé que se iba a quedar corta pero sinceramente parece una película más larga, porque te hace pasar muy buenos momentos sin caer en romanticonadas ni en sermones ni lecciones de vida ni nada por el estilo. Es una comedia y punto, y con un gran creador que sabe que las cosas no hay que tomarlas tan en serio y sigue siendo trasgresor, tocando aquí y allá puntos suceptibles de la cultura estadounidense con su particular toque.
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