No todo está perdido


Ha sido una semana difícil.

Tal vez lo difícil no ha sido solamente lo difícil: ha sido más que nada lo extraño, lo subterráneo, lo que estaba ahí molestando sin identificarse. Una suma de sensaciones y sentimientos que me arrastraron hacia la confusión.

Fueron muchas noches de insomnio, muchos días de despertar sin ganas de hacer nada. Fueron días de mucho cansancio, de hastío, de no saber qué hacer. Noches en vela o incómodas, sin saber qué soñar.

No contribuye la fecha, como ya comenté, ni la demora de ciertos proyectos. No contribuye tampoco saber que parte de mi realidad cotidiana se está, literalmente, derrumbando. Estoy algo sensible con lo de las demoliciones, desde fin de año pasado. Pareciera que todos están empeñados en destruir todo lo hermoso que tiene Rosario. Pareciera que no puedo hacer nada, que estoy impotente frente a un mundo que se está volviendo loco.

Y sin embargo, en estos días me regocijé en esos pequeños detalles. Empecé a mirar y a sonreír, cada vez que encontraba una puerta de madera tallada, un gran arco terminado en una moldura, un balcón bien pintado, una ventana alta y estrecha. Recordé que hay mucha belleza a mi alrededor, y pensé que no podían destruirla a toda, al menos no al mismo tiempo. Recordé también que era afortunado al poder conocer tanto sobre esas cosas que me apasionan. Recordé que era afortunado al haber podido apreciar tantas veces a ese gigante que ahora es derribado; muchos no han tenido esa suerte.

Y de a poco, esa tristeza, ese vacío, se fue yendo. Comprendí que no puedo hacerlo todo; comprendí que mi lugar es eso, solamente un lugar, un pedazo del mundo, y que esa limitación no es negativa: es lo que es, y punto. Comprendí que ya hago demasiado: que ya vivo intensamente, que ya miro intensamente, que ya disfruto intensamente, que ya defiendo y sufro y amo y preservo intensamente todo lo bello que está a mi alrededor. Que ya creo toda la belleza que puedo crear. Que más adelante, tal vez, podré crear más.

Hoy, después de tocar fondo ayer mismo, me encontré escuchando esta canción mientras viajaba en el colectivo y sonreía al ver tanta belleza. Y pensé que se aplicaban perfectamente a mí:



Creo que estamos en este mundo para crear belleza, así como también para apreciarla. Creo que venimos a compartirla, aunque a veces sea destruida. Y nuestro trabajo es reconstruirla, velar porque no se pierda. Creo que de alguna forma esa es mi meta, mi destino, mi humilde y silencioso rol en la historia. Que así sea, entonces.

I'm taking my ride with destiny
Willing to play my part
Living with painful memories
Loving with all my heart

[...]

I'm playing my role in history
Looking to find my goal
Taking in all this misery
But giving in all my soul

No hay comentarios: