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Maldición de Lovecraft

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Para matar un poco el rato en esta tarde da calor agobiante continué leyendo El manuscrito olvidado, de Horacio Lalia, que adapta cuentos de Lovecraft. Allí me encontré con uno que desconocía.

El alquimista es un relato que bien podría ser el planteamiento de una aventura corta para Maldición de Sangre. Solo accedí a la trama a través del comic, pero habiendo leído a Lovecraft calculo que no será muy largo. Sin revelar nada de ella, solo diré que mantiene la estructura básica de mi juego: el protagonista que descubre que morirá en una fecha señalada y debe encontrar la manera de evitarlo. Excepto por el hecho de que es uno solo y no un grupo, en el comic encontré muchos pequeños detalles que quiero explotar en el juego.

Hace tiempo que quiero retomar la idea de jugar MdS por foro, pero no me animo a hacerlo hasta estar más cerca de diciembre y empezar a plantearlo. Por otra parte, ahora se me ocurre otra alternativa de juego, el one on one: un DJ y un jugador. Sí que cambiaría la dinámica de juego que pretendo, eliminando al grupo (de personajes y de jugadores), pero por otra parte permitiría llenar un espacio para cuando uno tiene pocos jugadores (de hecho, uno solo). Esto me ha pasado, a veces. Y las partidas de a uno que he tenido no han sido malas, tengo que decir. Siempre olvido contarlas.

Para diciembre, entonces, enfoco todo. Y si pueden, lean el cuento, que seguro lo pueden usar de inspiración. Y después manden el actual play.

Desertificación

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Bueno, el concurso de Maldición de sangre terminó hace ya una semana, y ni he tenido tiempo de cerrarlo como se debe.

24 personas bajaron las bases: ninguna envió nada. De manera que tengo que declararlo desierto.

Varias de estas personas me han manifestado que tenían ganas e ideas para participar, pero que el estudio, trabajo, etc. no le permitían hacer algo razonablemente bueno en el tiempo planteado. Pensé en alargar el tiempo de la convocatoria o en lanzar de nuevo el concurso, pero si no se dio, ya está.

Sin embargo, teniendo en cuenta las ganas de participar de esta gente, he decidido que cualquiera que no haya podido participar puedan enviarme este material. Simplemente escriban al mail que está en las bases, avísenme de su interés y cuando tengan listo algo, me lo envían. Cuando el 2º ahscan de MdS salga, añadiré esas Maldiciones como lo pretendía el concurso, solo que no habrá ganadores.

No tengo todavía fecha establecida para este ashcan, aunque calculo que será antes de marzo. De manera que tienen mucho tiempo para escribir. Ahora sí que no hay excusas.

Maldición de Sangre, capítulo 4

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-Che… pobre Flavia.

-Le viene tocando lo peor.

Era una de las conversaciones telefónicas más tontas que había hecho. ¿Qué podía hacer por su prima desde tan lejos, más que desearle suerte? Se sentía impotente, absurdamente impotente.

-Avisame si necesita algo…

-Por ahora se calmó. Menos mal que tenía el teléfono de este amigo mío… no me preguntó nada, le dije que era algo familiar… Esas pastillas son muy jodidas. Va a dormir un buen rato.

La leve estática que surgió cuando movió el cable apagó el sonido del “no sé qué más decir”.

-Bueno… lo que a mí me queda claro es que hay que juntar más cosas de esa época.

-¿Qué cosas?

-No sé… cosas. Yo creo que hay una relación. Si Flavia se pudo comunicar con esta mina por un medallón que era de ella, entonces, ponele, si encontramos algo que sea del bisabuelo…

Escuchó todo el razonamiento pensando que estaba dentro de una película de misterio barata. Manuel tenía una forma muy sencilla de convertir lo fantástico en natural. Después de todo, era parte de su trabajo.

-Está bien, lo voy a pensar. Pero ahora no se me ocurre nada.

-De todas maneras, hay que ser discretos. Yo tengo un trabajo tremendo haciendo que mamá no se entere de todo esto con Flavia… y tengo laburo también.

-Sí, tenés razón. Te dejo, me tengo que ir. Nos vemos.

No fue nada sutil ni en las palabras ni en los gestos, cuando soltó el teléfono y miró a su esposa.

-Gimena… escuchá, no te vayas…

-No me quiero ir. Vos querías que yo me vaya.

-Perdoná… te estuve esperando. Vamos a charlar, ¿eh? Hice comida, te compré la gaseosa que te gusta…

Mientras repetía todo lo que había ensayado, Gimena recorrió las habitaciones con la vista, hasta detenerse en una botella vacía escondida detrás del tacho de la basura.

-Y también me compraste whisky, ¿eh? Ahora que me encanta tomar alcohol todos los días…

Sonrió burlonamente, en un gesto que había tomado de Manuel sin siquiera darse cuenta, y agregó:

-Sí, pero me lo bajé para que no te tentaras.

Exteriormente a su mujer no le hizo nada de gracia, pero por dentro tuvo que admitir que José al menos lo estaba intentando.

Maldición de sangre, capítulo 3

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La mujer adormecía al bebé a base de palabras mal pronunciadas y fragmentos de canciones de cuna. Su vestido, lleno de volados y sombras del blanco, se fundían con el pequeño bulto que crecía en sus manos, en el cual sus ojos se hundían hasta lo profundo.

Flavia recuperó sus recuerdos y buscó a su hermano y a su primo. Estaba un poco más atrás, de pie junto a una puerta cerrada. Cuando la vieron, se acercaron. La mujer reparó en ellos y levantó los ojos, mostrando una sonrisa de satisfacción.

-Vinieron… qué lindo… Mirá, mi amor, te vinieron a visitar…

Sorprendida por las dulces palabras, Flavia distinguió los gestos y giros de la mujer que había aferrado su mano luego de morir en el parto.

José se quedó a un lado, conmovido por una experiencia que nunca había tenido. Manuel, recordando el sueño anterior, comprendió que estaba pasando de nuevo, pero sintió algo diferente…

Su hermana, mientras tanto, se acercaba despacio a la mujer, sentada en la silla mecedora.

-Sí… vinimos, como me dijiste. Tu medallón… -Flavia vio que lo tenía en la mano, y que la mujer tenía el cuello desnudo-. Muchas gracias. Es hermoso.

-¿Viste? Me lo regaló mi marido… es tan bueno… va ser un excelente papá, aunque tiene miedo… Su mamá no me quiere mucho, pero ahora que le di una nietita tan linda, me va a tratar mejor, ¿cierto, mi amor? –le dirigió las últimas palabras a la beba-. Mirá que hermosa que está… ¿la querés cargar?

Sin saber qué más hacer o decir, asintió levemente. Quería preguntar algunas cosas, pero no sabía como. No comprendía como aquella mujer podía ser la misma de la otra vez…

Mientras se acercaba con pasos cortos, pensó en cómo armar una frase. Si lograba acercarse a ella, quien la reconocía de otro sueño, y se ganaba tanta confianza como para cargar a su beba, tal vez pudiera obtener algo más…

La mujer alargó los brazos, con mirada perdida. Flavia bajó la mirada para ver a la beba, mientras se congelaba ante la visión de un bebé sin rostro que se agitaba, incómodo.

-¿Qué pasa? –dijo la madre, mientras la puerta cerrada se abría de un golpe.

José y Manuel se apartaron, claramente asustados. Una mujer mayor entró, y le quitó la beba a la madre. Ella trató de retenerla, pero sus manos atravesaban tanto a la niña como a la ladrona. La silla cayó a un costado, igual que la madre. Flavia intentó detenerla, pero era demasiado tarde.

-No… mi bebé… de nuevo no…

La mujer mayor ni los había visto. Sus gestos habían sido mecánicos, pero había en ellos un rastro de odio.

-Mi bebé… -la joven seguía llorando en el suelo. Flavia se sentó junto a ella y la abrazó. Manuel y José intentaban abrir la puerta, en vano.

La mujer de pronto miró a los ojos a Flavia y con el rostro golpeado de lágrimas, le dijo:

-Es ella, es ella… me quitó a mi nena… Maldita… yo me muero y ella la cría…

-Tranquila, tranquila… -era todo lo que podía repetir.

Flavia sacó el medallón, pensando en usarlo para volver a hablar del tema.

-Muchas gracias por dármelo. Cuando lo use me voy a acordar de vos.

-Mi medallón… mi marido… mi nena… Me lo quitó todo. Todo es culpa de la maldición… -la madre cerró los ojos y acarició el trozo de plata-. Hay que usarlos… para hablar con los demás. Yo no sé nada… Pero hay muchos que sí, sí, muchos que saben qué hacer. Hay que usarlos para hablar con los demás. Preguntales a ellos, porque si no te va a pasar lo mismo… y yo no quiero que te pase lo mismo, ¿entendés?

Las lágrimas de las dos mujeres se extendían sobre el suelo blanco como una negra sombra, que tomó la forma de una nueva visión. En ella, José y Manuel pudieron ver un funeral de principios del siglo XX, en el que una gran familia lloraba un pequeño ataúd y la mujer mayor, escoltada su esposo y su hijo, cargaban a una beba regordeta, colorada como un tomate.

-Claro que te entiendo. No sabés como te lo agradezco… te juro que vamos a hacer todo lo que se pueda, querida, quedate tranquila…

-Gracias, gracias… la quiero mucho a mi bebé… la quiero mucho…

La mujer expiró en sus brazos, como si muriera de tristeza en lugar de parto.

Concurso Maldición de Sangre

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Pues sí, estoy llamando a un concurso para diseñar maldiciones.

Pues bajar las bases aquí. Dejo un extracto de la convocatoria para que puedas darte una idea:

Para difundir el ashcan (versión de prueba) del juego, incentivar que la gente lo lea y, sobre todo, lo pruebe y me envíe comentarios y críticas para poder mejorarlo. He decidido abrir este concurso, en el cual debes diseñar una maldición ancestral y los personajes que la sufrirán.

Para participar solo debes leer estas reglas, aunque te aconsejo que leas también la primera versión del juego (puedes encontrarla en Rolero.net, en la Biblioteca de Alejandría).

La convocatoria se abre el 23 de septiembre, y tienes hasta el 26 de octubre a las 24 horas de Argentina para enviar tu maldición. A partir de entonces me tomaré un mínimo de una semana y un máximo de dos (será convenientemente avisado) para leerlas y declarar los ganadores.

Solo puedes enviar una maldición por persona, así que ¡piénsala bien!

Cualquier duda sobre las reglas puedes plantearla en kapitanhidalgo@gmail.com, y será respondida a la brevedad.

Actualmente estoy escribiendo el segundo ashcan del juego, así que el premio será la publicación de todas las maldiciones en ese ashcan, con los ganadores convenientemente identificados y reconocidos.

Espero muchas contribuciones! Una de las cosas que me ha dejado este juego es que, en todas las ocasiones en que una partida arrancó y no terminó, siempre dejó una ambientación, una maldición, varios elementos muy buenos, dignos de cualquier juego publicable. Así que espero justamente eso, mucha creatividad usando el juego como base.

Maldición de sangre, capítulo 2

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-¿Y qué le pasa?

-Nada grave… insiste en que soñó algo. Me preocupa… no le creería tanto si no fuera por todo lo que yo soñé… Pero lo que me cuenta es muy similar a lo que yo sentí.

-Bueno, estoy yendo para allá. Tenés suerte de que me peleé con Gimena…

-¿En serio?

-Te cuento allá, no me gusta hablar mientras manejo. Estoy en quince minutos.

-Bueno, te esperamos.

Manuel cortó. Flavia lo miraba desde la otra habitación.

-¿Estás mejor?

-Sí.

-José está viniendo.

-¿Cómo está mamá?

Ni siquiera había escuchado la frase anterior.

-Bien, no sospecha nada. Le dije que habían tenido problemas en la empresa y estabas trabajando horas extras y todo eso. Dijo que te iba a llamar pero insistí en que no te molestara. Le tiré un poco de culpa por lo de siempre –Manuel sonrió. Su madre había obligado a Flavia a estudiar ciencias económicas; ese y otros mandatos maternos que ella lamentaba haber seguido eran fuente constante de reproches, a veces cariñosos, a veces no tanto-. Así que por unos días más, está eso. Después le decimos que te enfermaste…

-No, no. Me va a querer cuidar…

-Cierto. Bueno, vemos si José tiene alguna idea mejor.



Lamentablemente para ellos, José traía sus propios problemas. Con ojos desorbitados, lo vieron encender un cigarrillo y sacar una petaca de whisky. Era como si extraterrestres hubieran reemplazado a su primo con una mala copia.

-¿Embarazada?

-Sí, tarado, embarazada. Un bebé. No sé, es muy pronto, puede ser nena. Pero si es un nene… ¿te das cuenta? Los padres siempre quieren tener un pibe para enseñarles a jugar a la pelota y todas esas estupideces. Yo no porque soy un queso jugando al fútbol. Es absurdo…

Chupó el cigarrillo como si fuera un caramelo de menta. Dijo varias cosas más, sin sentido, mientras se pasaba la mano por el cabello.

-Pará, pará un cacho –lo interrumpió Manuel cuando empezó a negar con la cabeza, tratando de sacudirse la verdad-. Nos tranquilizamos un poco todos…

-Vos lo decís porque no estás hasta acá…

-Eso es lo que le digo yo…

-¿Ahora me atacan los dos? Vos el otro día te querías matar, y ahora cae este que no sabe si es nena o nene… si seguimos así nos matamos todos y listo. Más barato imposible, sin maldición ni nada del otro mundo.

Nadie contestó y José se puso a buscar otro paquete de cigarrillos. Manuel lo interceptó.

-Pará con los puchos, en serio. Escuchame, es una de dos. Cincuenta por ciento. Todavía no sabes, podés zafar. ¡Pensá en positivo, hombre!

-Está bien… mejor lo dejamos ahí. Tenés razón, me calmo un poco… pero es que Gimena me quiere matar. Debo haberle puesto una cara de asco cuando me dijo del bebé… Casi no me habla, nos peleamos ayer, se fue de su mamá por el fin de semana… Todo mal.

-Después hacemos terapia y buscamos una manera de que no se dé cuenta, ¿eh? Después que solucionemos lo de mamá, ¿no te parece Flavia? Pero primero contale al primito José qué soñaste.

Manuel había quedado atrapado, inesperadamente, por los dos flancos. Si ya le costaba mantener a raya a su hermana, que podía ser muy temperamental a veces, ahora le caí su primo con un problema tal vez mayor… Y sus intentos por calmarlos y distendernos no tenían porqué ser acertados. A Flavia no le causó nada de gracia lo de primito, ni la sonrisa burlona que hizo su hermano cuando se refirió a su traumática experiencia onírica.

La rubia le repitió a José la historia, desde que se había quedado dormida en el sofá hasta que encontró el medallón, y cerró el relato sacándolo de su bolsillo.

-Mamá me lo dio y dijo que a ella se lo había dado su mamá. Pero lo que soñé… viste que las cosas que soñás se te borran, a veces te las olvidás antes de poder escribirlas. Nada que ver. Esto lo tengo grabado, todavía veo la sangre… me da asco -le robó un cigarrillo a José, que se rindió de nuevo a la tentación del tabaco, y lo encendió-. Y la ropa que usaban era de principio de siglo, ponele. Así que no sé si será alguna bisabuela… no conozco tanto la historia de la familia. Y en esa época la gente se moría como moscas… No sería nada raro.

Hubo un largo silencio. Manuel, el único que no fumaba, se alejó del humo y miró el reloj. Ya eran las diez de la noche.

-Así que un medallón. ¿Y si la maldición tiene algo que ver?

-No, no creo. Soñé que se lo regalaban, que el esposo se lo compraba, nuevo. Así que me parece que no… ella me miraba y me decía que lo usáramos. Todos. ¿Se refería a nosotros? ¿Cómo vamos a usar un medallón para hablar con…?

-Con nosotros.

-Eso es lo que me quedé pensando.

-A lo mejor se refería a los muertos de la familia. Por lo menos, a los que se murieron por culpa de la maldición.

Los dos miraron a Manuel, que había dicho eso mientras cerraba la puerta que daba a su estudio. Como las miradas eran pesadas y largas, pensó que lo estaban acusando de algo.

-Quiero recordarles que soy pintor –se excusó-. Hay cosas inflamables por todas partes y las telas absorben el humo.

-No, lo que dijiste.

-Ah, eso. Vos soñás con una muerta, yo soñé con otra… No digo nada raro, sumo uno más uno. Lo que pasa es que ustedes son gente de números –vio el inicio de nuevos gestos hoscos y agresivos, y recordó sus anteriores intervenciones, así que cambió sutilmente de argumento-. Quiero decir, están acostumbrados a pensar racionalmente. Y esto no tiene por qué ser racional. Yo pinto lo que sueño… quiero decir… No me estoy explicando bien.

-Lo que querés decir –aclaró Flavia mientras apagaba la colilla del cigarrillo en la tapa de la petaca que José había terminado- es que tenemos que pensar de otra manera. Una maldición no es algo racional, y por lo tanto no tiene una explicación racional…

-O una forma racional de buscarle una cura.

-Esperen, esperen los dos. ¿Les parece que por eso se quieren comunicar con nosotros?

-Puede ser. Si quisieran vernos dar vueltas en círculos y reventar como sapos, sería más fácil no decirnos nada.

Flavia lo miró muy feo ante la nueva metedura de pata. José, que estaba más preocupado por racionalizar todo aquello, se rindió ante la idea.

-Hagamos esto. Supongamos que tienen razón. Que los espíritus de los que murieron por la maldición nos hablan en los sueños. Eso no nos dice nada más. ¿Cómo nos comunicamos con ellos con un medallón? Ni siquiera tiene una foto, o algo… no sabemos de quién fue ni nada.

-Yo puedo averiguar… pero le tendría que preguntar a mamá… y no quiero hablar con mamá.

Discutieron aquello un rato más, pero no encontraron ninguna idea interesante. Ojerosos y con los hombros caídos, Manuel los vio desplomarse en un nuevo arrebato de desesperación.

-Gente, gente. Vamos a hacer una cosa. Ya casi es medianoche. Vos chupaste así que no te vas manejando de acá. Vos estás mal y no tengo ganas de llevarte en el auto hasta tu casa. Hace frío y me odian por todo lo que dije. Lo menos que puedo hacer es hacerles lugar para que se queden a dormir acá.

Pensó que le dirían que no, pero para su sorpresa, ni siquiera protestaron por las escasas comodidades que tenía para ofrecer.

Con José movieron un sofá de dos cuerpos, que ofrecieron galantemente a Flavia. Ella estaba demasiado cansada como para acusarlos de machistas. Manuel trajo un colchón que tenía en el estudio, en el que dormía o leía de a ratos cuando se cansaba de pintar. José aceptó dormir en un sillón reclinable, tapándose con su saco.

El exhausto trío cruzó la medianoche con un sueño intranquilo, mientras José desistía de fumarse un último cigarrillo a escondidas y Flavia apretaba el medallón contra su pecho.

Cierre por liquidación

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En la vida me he acostumbrado a que las cosas se me escapan, muchas veces, de los dedos. Pero mientras esté vivo, puedo tratar de atraparlas de nuevo.

Realmente me da pena pensar que no podré seguir jugando Maldición de Sangre. Que lo que habíamos armado, más allá de enseñarme ciertas cosas sobre el juego, no va a ser desarrollado ni creado más allá de esa primera partida.

Así que no-rol este domingo, como los anteriores. Ya es definitivo, hasta que relancemos con SW Saga, más adelante, si todo sale bien. Hay sequía de roleros.

Ahora que me reencontré con mis primeros compañeros de juego, mis amigos de la secundaria y de toda la vida, no puedo pensar más que en una de tantas iniciativas que, con ellos, no llegaron a buen puerto. Simplemente porque cada uno tiene diferentes niveles de hambre por el rol, y a ellos no les caen tan bien las campañas.

Maldición de sangre, capítulo 1

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Manuel cerró la puerta del auto con desgano. A su derecha, Flavia seguía callada, absorbida por sus pensamientos.

-Che, calmate un poco –la frase, junto con el encendido del auto, rompió el tenso silencio que se había manifestado desde que salieron de la casa de Manuel.

-Dejame tranquila –contestó ella, entre cansada y enojada. Una combinación que, en poder de Flavia, era poco usual pero muy complicada de manejar, según ya sabía su hermano.

-Bueno, perdón –enfatizó Manuel-. Pero es que no me gusta verte así. Ya te dije lo que vamos a hacer. Mantenete lejos de mamá por un tiempo. Yo te ayudo con cualquier excusa que le inventes. Así por lo menos… no sé. Pero parece más seguro.

-¿Qué es más seguro? Yo me quiero morir…

-No digas eso…

-… si me muero yo a ella no le pasa nada…

Las lágrimas y las interrupciones mutuas llenaron el automóvil, mientras Manuel trataba de concentrarse en el tráfico. Flavia vivía en un departamento, cerca del centro. Lo menos que podía hacer después de charlar con José era dejarla ahí, para que se calmara.

-Tenemos tiempo, ¿entendés? Ahora que sabemos qué pasa, podemos hacer algo.

-¿Qué? A ver, decime, ¿qué? Si no sabemos lo que pasa… no sabemos nada. Eso es lo que me pone mal.

Después del llanto y los gritos, Flavia se plantó ahí. No dijo una sola palabra más, como si aquello fuera la única verdad que valía. Y de alguna manera, Manuel tuvo que aceptar, eso era cierto. No saber también le ponía los pelos de punta.

Encontró un lugar para estacionar el auto, justo en frente del departamento. Era casi de noche. Miró a su hermana y la vio pequeña, empotrada en el asiento del auto del cual siempre se había quejado porque era chico, incómodo y todo eso. Siempre tenía problemas para subir porque era una mujer bastante alta. Ahora parecía haberse empequeñecido, como si fuera una adolescente conflictuada que pedía a gritos a su mamá ante un problema de crecimiento. La vista clavada en el tablero del auto, indiferente a lo que sucedía fuera de ella.

Diez segundos después de que Manuel estacionó, se dio cuenta de que tenía que bajar.

-Escuchame. Quedate tranquila. Cualquier cosa que te pase, me llamás, ¿quedamos así? Con confianza, a cualquier hora. ¿Entendés?

Ella respondió con la cabeza y se bajó.

Lo siguiente que vio fue el sillón. De pronto se dio cuenta de que no tenía recuerdos de haber cerrado la puerta del auto, o de haber cruzado la calle o haber subido por el ascensor. Tal vez un minuto entero de su vida se había borrado.

No se quedó pensando mucho en ese detalle. Pamela no estaba. El sillón la llamaba. Se sentó, al principio, pensando en comer algo. Pero tampoco tuvo ganas de ir a la cocina. Pensó en cuchillos y lo que le había dicho a su hermano: “yo me quiero morir”. Sí, podía ser una solución, pero no estaba dispuesta a tomarla. Hubiera sido una victoria bastante pírrica. Así como había imaginado a su madre llorando en su funeral, se imaginó a ella misma, muerta, y toda su familia llorándola. No, no era algo que valiera la pena.

Tenía que haber otra forma.

La mujer era feliz, muy feliz. No sólo por el anillo que brillaba en su mano, sino porque la felicidad le salía por la sonrisa, por los ojos, por todas partes. Se podía ver que era, realmente, la más feliz del mundo.

La siguió, sin darse cuenta, por pasillos, calles, tranvías, vestidos y besos de su esposo. La vio cumplir años, recibir regalos y comprar cosas. La siguió mientras la felicidad se duplicaba en su cuerpo. Todavía dormida a la realidad de que eso que veía era cierto, la siguió.
Sus pasos la llevaron a un hospital. Al grito de las enfermeras, del padre y de la misma sangre que brotaba, le siguió otro grito. El de una niña.

Los médicos la dejaron allí, sola.

Ella se acercó, tímidamente. La sangre seguía gritando desde el piso, palpitando en su mente, ya de por sí golpeada y abrumada. Quería decir algo, pero no comprendía su idioma.

Sintió el apretón de una mano que cargaba, todavía, ese anillo brillante.

-El medallón, el medallón.

La mano parecía dispuesta a arrancarle el brazo, y Flavia comprendió que la mujer estaba muerta… y no estaba muerta.

-Usá el medallón… todos, úsenlo… el medallón…

Los ojos todavía estaban abiertos, pero seguían igual de muertos. Los vestidos chorreaban sangre, y en su cuello brillaba parte de una felicidad ya perdida.

-Todos juntos, tienen que estar todos juntos…

Quería zafarse, pero por más que tironeaba, era incapaz. Y la simple idea de tocar aquella muerte con su otra mano era inconcebible. Sus gritos se unieron a los de la sangre, en el suelo.

-Úsenlo… para hablar con nosotros…

El absurdo ringtone de su celular brillaba sobre la mesita de luz. Se dio cuenta de que estaba en el suelo, luchando con el aire, y que no tenía aliento para contestar. Sus dedos escalaron el aparato con mucho esfuerzo.

-Ey, ¿qué pasa?

-Na… nada, ¿por qué?

-Te llamé a casa pero no me atendías, ¿dónde estás? Es la segunda vez que te llamo.

-Acá… en casa… -dijo, sin ideas sobre cómo mentir.

-¿Otra vez te agarré en el ascensor?

-S.. sí.

-Bueno, no importa. Escuchame, se nos complicó lo del trabajo práctico, así que nos vamos a quedar más tiempo en lo de Romi. No me esperes a cenar, andá a dormir tranquila, ¿sí?

-Sí… no te preocupes.

-¿Estás bien?

-Sí, de verdad, no te preocupes.

Colgó antes de escuchar su respuesta. Después tendría tiempo de inventar una buena mentira. Ahora no…

Caminando torpemente, como si todavía estuviera dentro de ese sueño tan pavoroso, fue hasta la pieza. Ni siquiera perdió tiempo en buscar; directamente sacó el cajón y lo esparció sobre la cama. Menos mal que Pamela no vuelve. Tengo más tiempo.

La plata estaba deslustrada, pero por lo demás, recordó el día en el que su madre, varios años antes, le había regalado aquél medallón. Tenía entonces dieciocho años y era ingenua y mucho más feliz, sin mentiras que esconder ni maldiciones que esquivar. Pero, ¿qué quería decir esa mujer con que había que usarlo para…?

“Ya sé que no es muy moderno, como dicen ustedes, Flavia. Pero es una reliquia de la familia. A mí me la regaló mi mamá, ¿entendés? Es como una tradición, aunque no tiene tantos años. Así, cuando vos tengas hijas, se la das a alguna…”

¿Usarlo para comunicarse…?

¿Quiénes eran nosotros?

Los números del éxito

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Hace tiempo que veo los números y no sé qué decir.

Colgué el ashcan de Maldición de Sangre en la Biblioteca de Alejandría (rolero.net) allá por mayo. Ya han pasado varios meses y veo que es el archivo más descargado, pero nadie me ha enviado nada.

No es que esperara hordas de mails, pero veamos las estadísticas.

De los 57 archivos puestos en la sección de juegos completos, la enorme mayoría no pasa de las 20-30 descargas. Hay una adaptación de Warhammer 40K de casi 1.000 páginas que tiene 41 (y votos muy positivos). Cats tiene 60 descargas. Necrorama tiene 15!!! Y eso que es un juego terminado, además de muy bueno, según dicen. Aunque aquí la cosa es que la gente debe estar descargando de Lulu o de otra parte.

Yendo ya a los top 3, Hispania Terra Indomita Germanicorum versión 3 tiene 70 descargas y 1 voto de cinco puntos, mientras que El Legado de Stradivarius tiene 146 descargas, y 2 votos de 5 puntos.

Maldición de Sangre está en la cima, con 181 descargas, aunque ningún voto. Y aún así, tampoco un solo mail.

¿Es que acaso no se entiende el juego?

Es evidente que la cosa de los juegos indie que está surgiendo atrae público, gente interesada. No es casualidad, creo yo, que este top 3 sea de juegos en castellano creados en castellano por individuos "aislados".

Por otra parte, charlando con muchos roleros, encuentro difícil que entiendan el juego y que lo vean jugable. Están muy atados a lo tradicional, a pesar de que no son personas cerradas. Simplemente no ven que pueda funcionar.

A eso, supuestamente, ayudan los actual play. A entender cómo funciona un juego, sobre todo cuando es poco convencional.

Estoy trabajando en un nuevo ashcan, con texto nuevo y algunas reglas y cuestiones también nuevas. Veré de incluir una mejor explicación, enlaces a actual plays y cosas así. Tal vez ayude.

Introducción a la Maldición

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-Te lo digo ahora porque ya no importa si me creés o no. Estoy acá en este asilo, me voy a morir pronto, y no me duele que me crean asesino o loco. Pronto me voy a ir, pero no puedo dejar que mi propio nieto siga en el mundo sin saber lo que le espera...

José calculó cada palabra que pensaba decir. Nunca había sido un hombre emocional; muy por el contrario, era analítico hasta los huesos. De manera que los argumentos que su abuelo le había dado eran contradictorios. Por un lado, una relación lógica, creíble y verificable de tragedias familiares. Por el otro lado, voces en un sueño.

-Abuelo, lo del primo fue un accidente...

-No importa si es un accidente o no, ¿entendés? Él iba manejando, y el único que murió fue su viejo... ¿no entendés? Aunque no lo hiciera a propósito, él lo mató. Es la maldición.

El hombre estaba llorando, y José se acercó más para calmarlo. Había tenido un infarto unos meses atrás, y había vuelto de milagro.

-Toda mi vida... toda mi vida escondí lo que pasó ese día. La familia lo tapó todo, y la policía también, porque teníamos amistades...

-Abuelo, esto no te hace bien...

-Lo que no hace bien es guardar esos secretos, m’ijo, eso es lo que hace mal. Yo maté a mi hermano, ¿entendés? Mi hermano, el caradura, el vividor... mi viejo y yo laburábamos como negros y él con su gran vida, el muy vago... de mina en mina, de fiesta en fiesta, nunca trabajó. Yo cada día lo odiaba más, imaginate... Mi viejo lo quería encarrilar, decía que había que tenerle paciencia. Pero no, cada vez andaba peor, con cada yunta que mamma mía... Y un día tuvieron una discusión terrible. Lo vi que el muy guacho buscaba la escopeta... no lo pude parar. Lo mató al viejo. Todavía me acuerdo... y después me quiso matar a mí, pero no, yo ya estaba prevenido... Fui y le tiré un puntazo con un cuchillo de la cocina, y ni llegó a tirar de nuevo.

José quedó hecho de piedra. Toda su vida, aquel incidente tan trágico de su familia había sido callado, silenciado y borrado sistemáticamente. Era un tabú gigantesco, algo que hacía que las abuelas le pegaran a los nietitos que preguntaban demasiado. Ni él ni sus primos preguntaron de nuevo.

-Fue un horror... pero fue la maldición también. El hijo mata al padre... Siempre. Yo zafé, pero la ligó Estelita, mi pobre Estelita... Siempre me decía mi viejo que yo tenía más suerte que Dios...

El abuelo se calló un buen rato, y José lo calmó como pudo. Realmente eran muchas coincidencias. El abuelo fue policía y una de sus hijas, jugando con un arma, casi lo había matado. La bala rebotó y por una casualidad mató a su abuela. La pobre abuela... y la pobre tía Romina, que se había suicidado, de más grande, sin poder superar todo el drama.

Y la familia, otra vez, tapando todo.

-Mi abuelo vino de Valencia, ¿sabés? Vino y se trajo la maldición. Eso me dijo la voz. Y es verdad, porque toda la familia a partir de él sufrió esta desgracia. No sé como carajo se la agarró, o quien se la pasó a él. No sé. Hay que hacer algo.

-Pero, ¿qué? Abuelo, la verdad, no sé qué decirte...

-Tenés que buscar al resto de la familia, José. A todos les va a terminar pasando lo mismo. Mirá a tu primo. De chico o de grande, el hijo mata al padre... Es así... no importa si es un accidente o un asesinato... el hijo mata al padre...

El abuelo se enredó repitiendo lo mismo una y otra vez, y ya no le pudo sacar otra palabra.



Manuel, pintor. Artista a pesar de las protestas de su madre, que quería que fuera contador. Flavia, su hermana, había recibido de esa misma mujer la instrucción irrevocable de dedicarse a los números. Un poco más maleable, ella había aceptado. Eso sí, luego también se había revelado y huido del nido materno.

Los dos miraron a José sin mucho ánimo. Pero no por dudar de él. Eso fue lo que lo espantó. No tuvo que convencerlos; ellos le creían.

-Yo... no lo podía entender. Nunca había soñado así en mi vida, José. Y viste que tengo memoria fotográfica... Mirá, todos estos cuadros los pinté recordando ese sueño. Me habló una mujer, muy linda. Ahí está. Y el otro día vino mi abuela y me dijo “cómo la pintaste de linda a la tía Alberta...”. Pero yo no conocía a esa mujer. Me hice el tonto y pedí fotos, porque no lo podía creer. Y era ella.
Manuel y Flavia eran primos de José, por parte del segundo hermano de su abuelo, que no había participado de aquella tragedia familiar por estar peleando de voluntario en la Guerra Civil Española.

La joven estaba muy callada.

Manuel explicó.

-Yo insistí en el tema, y averigüé la historia. Me costó tiempo porque vi que era algo difícil de contar, y mi abuela no está muy joven que digamos, ¿viste? Revisé el asunto con otras fuentes, también. Resulta que la tía Alberta, que era tía de mi abuela, fue la que se casó última. Todo muy bien, decían que era la más linda de las tres hermanas, y ellas estaban de acuerdo. Quedó embarazada, pero murió en el parto. Tuvo una nena, y la crió el padre, que después se volvió a casar. Por ese lado también tenemos familia.

Flavia seguía sin decir nada.

-Ella empezó a tener pesadillas, y yo seguí soñando con la tía Alberta. La pobre quería ser pintora como yo, pero en esa época... bueno, se entiende. Vos nos contaste lo tuyo, pero nosotros averiguamos algo más. No es solamente el hijo el que mata al padre... las hijas matan a las madres. En toda generación de la familia hay, por lo menos, un asesinato, un accidente, algo... algo muy feo.

Flavia empezó a llorar.

José, analítico, concluyó:

-Entonces zafamos. Con lo de Pedro...

-No. Ese es el tema. Dije “por lo menos”. La tía Alberta me tiró muchas pistas, y entre los dos las fuimos armando.

José se quedó, nuevamente, de piedra. Su padre había muerto por una enfermedad, nada achacable a un tercero. Él era hijo único.

Entonces pensó en Flavia, que estaba tratando de hablar mientras lloraba.

-¡¿Y si mato a mamá?! ¡No, no puede ser! ¡Yo no puedo vivir así!

Nada estaba escrito. Todo era incierto. Le podía tocar a cualquiera. Hoy, mañana, pasado... Pobre Flavia. Manuel estaba a salvo, porque su padre era de otra familia. Pero aunque fuera así, uno nunca estaba seguro... no del todo.



Gimena estaba esperándolo con la comida hecha, como siempre. Pero había algo raro. Sonreía demasiado.

La interrogó, cansado, y se dio cuenta de que ella esperaba más entusiasmo de su parte. Finalmente, sin anestesia, le dijo aquellas palabras tan felices... tan funestas...

-Mi amor, estoy embarazada...



A partir de ahora comienzo a serializar este relato que forma la espina dorsal del juego, como ejemplo de lo que narrativamente quiero crear, y de las posibilidades que quiero darle a los jugadores. Más Maldición de sangre, mes a mes.

Maldición de sangre en acción

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Habiendo cerrado el arco de mi campaña de SWd6 por el momento, se me ocurrió rápidamente, al ver que tenía algunos jugadores disponibles, plantear una pequeña campaña de Maldición de Sangre. Unas pocas partidas, un objetivo de juego pequeño pero alcanzable en dos o tres meses de partidas salteadas (los domingos a veces son complicados).

Mientras planteo una iniciativa por foro nuevamente, me pareció adecuado tomar el asunto en mis manos.

Los conejillos de indias voluntarios fueron Juan Manuel y su novia, que fue suavemente arrastrada traída hasta mi casa para ver más sobre el tema. Los dos son jugadores que han pasado por un par de juegos tradicionales pero no se han comprometido mucho con ninguno, creo yo.

Mi idea con esta primera partida era charlar sobre el juego, crear la maldición y los personajes (al menos superficialmente) y las demás cosas necesarias para comenzar a jugar en la partida siguiente.

Tomó un rato explicarles el juego, porque no lo habían leído (Juan no tuvo tiempo, aunque yo había supuesto que sí lo había leído previamente). Un problema con eso es que, a pesar de que lo hice bien (creo), luego ciertas sutilezas de las reglas y de la idea del juego tuvieron que ser re-explicadas, pero no fue nada grave.

Arrancando
Cuando las cosas estuvieron más o menos claras, les planteé una serie de pasos. Surgió la cuestión de crear los personajes, pero también la época. Jimena propuso el siglo XVIII, ya que allí habría más facilidad para crear Secretos muy pesados. Pero luego por algo de practicidad nos quedamos en el XXI y en Rosario.

En este punto Jimena también comentó la idea de que se podría jugar en diferentes épocas, es decir, jugar en el Siglo XVIII con personajes que tal vez no logran sacarse la maldición pero luego con otros en el siglo XX y así poder hacer que en la campaña "nueva" se recuerde la "vieja" y se pueda interactuar con estos personajes ya muertos. Una idea que no había tenido, y que muestra, creo yo, que MdS más que un sistema o un juego es una explosión de ideas que genera otras ideas. Ya me han planteado tantas formas de juego/campañas temáticas que pronto perderé la cuenta.

Elegida la época, propuse las dos opciones: empezar por la Maldición y consensuarla, o que cada uno planteara sus personajes para luego encontrar una Maldición adecuada. Las dos están contempladas en el texto, pero creo que sacaré una (ver Conclusiones).

Masticando la Maldición
Definir exactamente la Maldición se tomó, creo yo, casi una hora, tal vez algo más, de grueso debate metafísico. Luego de dar ejemplos y plantear algunas ideas menores, surgió por parte de mis invitados una que nos enganchó: que los personajes se volvieran locos. Tomando ejemplos de películas como Constantine o Sexto Sentido, y detalles e ideas propias o de otras partes, y escuchando a mi hermano que se puso a tomar un mate cocido después de habernos escuchado parlotear por un rato, fuimos llegando a una decisión firme. Ahorro los detalles metafísicos porque son muy complejos de explicar: incluso a nosotros nos salía humo de la cabeza.

Los personajes viven su vida de manera normal, hasta que un evento determinado, traumático o no, les da la capacidad de ver ciertos espíritus de gente que ya ha muerto. Con el tiempo, esa capacidad se hace más y más fuerte, perturbándolos mentalmente. Comienzan a ver también parte del plano onírico, y con el tiempo confunden el sueño con el despertar. A la larga se quedan totalmente locos, incapaces de poder distinguir el plano de realidad en el que se hallan. Incluso, cuando mueren, no se dan cuenta de que han muerto, y quedan atrapados en el mundo real, vagando y creyendo que están vivos. Así, otros personajes que sufren la maldición comienzan a verlos a su vez... y el ciclo se realimenta.

Como dije antes, hubo muchas cuestiones cosmogónicas y metafísicas sobre las líneas temporales del mundo de los muertos, qué es la realidad, el despertar y el sueño, cruces de planos, y cosas así que fuimos charlando. Experimenté en carne propia mucho de lo que escribí sobre el concenso: no quedó en la maldición algo que no me gustara, pero tuve que explicar por qué no quería algo, y proponer algo a cambio. También surgió la cuestión de que quiero explicar una cierta visión metafísica que esté fijada en el texto, pero no sé si será restrictivo y atentará contra algo del juego. Eso lo veré más adelante.

Yo me llamo...
Terminada la Maldición, pasamos a los personajes. Yo ya conté sobre Analía Pedrazzi (conté su historia al final para no influenciar hacia ninguna parte a los demás). Juan Manuel creó a Gabriel, un abogado de 29 años que despertó a la Maldición debido a una guitarra que era de su abuelo, a quien extraña a través de la música. Jimena creó a Violeta, un sorpresivo personaje de 15 años (me encanta cuando los jugadores me sorprenden con personajes así), que luego creció a 19. Hace tiempo en su jardín vio a una niña igual a ella... por unos segundos, y luego desapareció. A partir de entonces ha podido ver a ciertos espíritus.

Gabriel, por ahora, no tiene Secretos, pero Juan Manuel tenía algunas ideas. Con Violeta charlamos algo muy curioso y potencialmente macabro: esconder ciertos elementos de un niño del cual ella estaba enamorada y con los cuales pretende realizar alguna clase de ritual, aprovechando los poderes de su maldición. Incluso jugamos con la idea de que, en el futuro, ella no quiera quitarse la maldición para poder contactarse con él.

Cerrando la partida
Finalmente, discutimos las relaciones parentales. Jimena había supuesto que todos éramos parientes cercanos y vivíamos en una casa antigua, pero después de explicar algunos conceptos (muchas de esas pequeñas presunsiones era por no haber leído el juego) decidimos que Gabriel y Analía serían primos hermanos. Al ser Violeta más joven, decidimos también que fuera prima en un mayor grado (todavía vamos a charlar eso para cerrarlo).

Quedamos en jugar a 30 puntos del Árbol Genealógico. No sabemos si es mucho o poco, realmente, no hay punto de referencia porque nunca antes jugamos. Pero veremos si nos hacen falta más o menos puntos y eso nos ayudará a regular las cosas.

Conclusiones
Me es imposible no sacar ya mismo algunas ideas, que seguiré rumiando mientras juguemos. Las conclusiones a las que llego con:
  • el texto debería proponer una serie de pasos para estructurar el inicio del juego. Creo que la mejor manera fue como lo hicimos esta tarde, de más general a más específico. Época y lugar de juego, Maldición y luego Personajes, para luego cerrar con su parentesco. Después de tanto debate metafísico, creo que sería muy complejo pensar primero los personajes y luego la Maldición. Ésta es parte de ellos, y además, personajes muy disímiles luego tendrían que ser amoldados a la fuerza, o crear una maldición algo retorcida, tal vez rebuscada, para que encaje de igual manera en todos. Uno nunca sabe con qué saldrá con compañero de juego, y eso también es algo bueno... pero hay que controlarlo y tenerlo en cuenta.
  • debo reforzar los "por qués" de algunas partes de la estructura general de la ambientación. Juan Manuel me preguntó, por ejemplo, si los personajes actuales no podrían contactarse con los espíritus de sus descendientes. Cuestiones metafísicas de este tipo, y algunos otros detalles menores, deben plantearse para darle un poquito más de coherencia al tema.
  • confirmo que el juego "no es para cualquiera". No por ser elitista, pero no es un juego para jugadores pasivos que dicen "le pego". Me interesaba jugar con Juan Manuel y Jimena porque los dos son personas que leen (y gustarían leer más, creo) y que tienen ganas de rolear personajes, no juntar tesoros, y son personajes creativas. Más allá de que fueron los únicos conejillos voluntarios, me hubiera dormido al tratar de jugar con algún jugador más pasivo o de los que esperan que uno haga todo. Es un juego en el que todos deben cooperar, contar, pensar. Los momentos de silencio fueron pocos, y me gustó mucho el poder opinar sobre los demás personajes o sobre la maldición y llegar a ciertos arreglos.
Creo que por ahora no puedo decir más. Por una vez se me dió, no es la primera vez que pruebo un juego propio (ya lo hice muchas veces) pero sí la primera vez que lo hago sin nervios, sin preocuparme por reglas, sin dudar, así como si nada.

Seguramente la próxima vez nos divertiremos mucho más. Espero ansioso.

Analía Pedrazzi

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Hace tiempo, después de que Maldición de Sangre se estabilizó conceptual y mecánicamente hablando, empecé a pensar "ey, voy a tener que jugar esto; mejor que haga un buen personaje que aproveche todo lo que quiero predicar con el juego".

Y como ya me cansé de hacer personajes femeninos que nunca uso... bueno, en realidad no me cansé.

Analía se llama así (recién le puse nombre para esta entrada) por una conductora de TV que me inspiró su imagen física. El apellido lo saqué de otro lado.

La señorita en cuestión tiene 35 años, alta, rubia y muy linda. Algo atacada por la crisis de los 30s, sigue siendo una mujer muy hermosa, y sobre todo, profesional. Allí está uno de los puntos fuertes del personaje. Analía es una periodista de televisión que ha recorrido un largo camino, siendo discriminada tanto por ser mujer como por ser linda (y supuestamente tonta). Ha pasado por la radio y por la prensa gráfica, en las cuales su imagen pública no importaba, pero sus compañeros y compañeras siempre tenían algo no tan agradable que decir. Los hombres, porque era mujer; las mujeres, por celos generalmente injustificados.

A pesar de todo esto, su pasión por el trabajo la ha llevado a la cima, y ahora es conductora en uno de los principales programas de TV de la ciudad.

Decidida, profesional, ha dejado de lado su vida personal. Su familia es pequeña y no se ha casado nunca; tampoco se le conocen relaciones. Y es allí donde aparece su secreto, porque la única relación seria que ha mantenido puede destruir su carrera.

Cuando todavía era locutora de radio, conoció en una reunión profesional al dueño del canal en donde ahora trabaja. Julio Pedro Galarza es uno de los empresarios de medios más grandes de la región, una rara mezcla de periodista premiado y hombre de negocios. A pesar de que él tenía veinte años más que ella, lo encontró fascinante. Él había enviudado recientemente y como ella no quería parecer una trepadora, ambos decidieron mantener en secreto su relación, que se tornó muy seria al poco tiempo.

Luego de dos años, y viendo que su familia estaba sospechando, él decidió romper la relación, para no entrar en conflicto con sus hijos. Analía, lamentablemente, estuvo de acuerdo ya que eso la hubiera perjudicado igualmente. Así que con gran dolor los dos se separaron.

Un año después él murió de un ataque cardíaco. Al poco tiempo ella consiguió su trabajo en la televisora. Aunque está confiada en que fue por su talento y esfuerzo, a veces duda sobre si él habrá influenciado a los que tomaron la decisión. Sin embargo, ha decidido no preocuparse y seguir adelante.

Para ella, consagrada al trabajo, dos cosas la preocupan. Por una parte su edad, ya que se ha vuelto un poco vana y demasiado coqueta, exagerando las cuestiones normales. Sabe que en la TV la imagen es mucho más importante que en sus trabajos anteriores y teme haber llegado "demasiado tarde". Por otra parte, es esa duda que la persigue: que alguien haya sabido algo de su relación y que pueda dañarla de esa manera.

Así que ya les presenté a Analía. La maldición no la pensé, si algún día jugamos trataré de consensuarla con el resto. Tal vez agregue algo más, como otro secreto o algo así, habría que verlo.

¿Qué hago?

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Menuda pregunta.

El otro día terminé de revisar Ojos de plata y la mandé a imprimir. La tenían al día siguiente, 1.750 gramos de papel espiralado en dos copias, para el concurso. Siendo que no había luz en mi barrio y no podía hacer nada más de noche, leí algunos fragmentos antes de acostarme, cerrando un ritual. Mi primer manuscrito, mi primer "algo" impreso en papel espiralado. A la luz de las velas. Romance de meses, muchos meses.

Había acelerado un poco este tema, no solo porque era más liviano que escribir, sino por el apuro de llegar a enviarlo para el concurso. Y cuando terminé, me pregunté eso.

¿Qué hago?

Me acostumbré, estas semanas, a escribir como profesional. Hasta dormido. Horas de mañana, horas de tarde y de noche. Aunque no tuviera muchas ganas. Teclas. Duras teclas de teclado nuevo.

Sin la novela, se corta la escritura. Kabolta sale en unos días, porque llego a entregarlo, y no creo tener mucho tiempo o interés en desarrollarlo (o al menos, no me siento obligado a hacerlo d momento, por la naturaleza del juego).

En mi plan anterior, a estas alturas ya tendrían que haber haber pasado otras cosas. Tenía pensado sacar un ashcan de Dioses del Fuego Místico, hacia mitad del segundo semestre, aunque ahora me pregunto si no será demasiado con el de Maldición de sangre dando vueltas. Y también pensaba desarrollar un poco más allá Nocturna, ganara o no ganara el concurso (que no ganó, pero hablo de eso más adelante).

¿Qué hago?

Aunque me gustaría, no tengo muchas ganas de otra novela, al menos por ahora (tengo la continuación de Ojos de plata en la cabeza, entera). Hace unos días comencé a acumular ideas para cuentos, pero todas están nebulosas. En un tiempo, creo, podrían sumarse a los cuentos que reúno para tres libros independientes, de temáticas separadas. Supongo que es algo.

También pensé en escribir más cosas sobre Maldición de sangre, ya que entreveo al menos un cuento largo en eso. Me resistí al comienzo, pero también creo que puede ser una buena oportunidad, como me dijo varias veces ya elmago79 (gracias de nuevo René) de vender la idea general. Así que es otra alternativa.

Es relativamente sencillo sacar ashcans de lo que ya tengo, porque los dos concursantes pasados (DFM y Nocturna) están muy terminados para lo que estaba buscando en ellos. Pero me resisto a hacerlo tan pronto. No quiero saturarme con el rol.

En fin, el concurso se falla en octubre y mañana tengo que enviar los 1.750 gramos de papel y plástico a España. A ver si hay suerte, eso también influenciará muchas de mis decisiones.

Números apresurados

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2 días y 23 descargas del ashcan de Maldición de Sangre. Más 11 descargas acumuladas (5 de ellas previas) del manuscrito sin ilustraciones que colgué de otra parte. No está nada más, supongo. Siempre y cuando reciba, de acá a unos meses, 34 opiniones diferentes.

Ashcan: Maldición de Sangre

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Me da mucho gusto anunciar que Maldición de Sangre ya está en su versión ashcan (de prueba), listo para ser bajado y probado por todos ustedes. (bajar)

Tengo que agradecer en esta oportunidad a Zonk y a Trukulo (y a alguien más, si lo hay) por la iniciativa de roleto.net, que me permitió colgar en un lugar accesible el juego para que todos puedan disfrutarlo.

Maldición de Sangre (el juego de rol que podría pasarte a ti), es un juego salido del concurso Rolero de Hierro 2008, organizado por el todavía recién nacido (pero ya adulto) foro SAS. Combina mecánicas narrativas para crear, entre el grupo, personajes que tienen un problema de difícil solución. Todos ellos sufren una maldición grave, herencia familiar, que puede llevarlos a la muerte, la locura... o cosas peores. Ayudados por los espíritus de sus antepasados, deberán investigar la historia de su familia, la cual seguramente está llena de traiciones, mentiras y medias verdades. Y mientras buscan la causa de la maldición y tratan de eliminarla, correrán el riesgo de exponer sus secretos y sus puntos más bajos, con todos los problemas que ello les traería.

El sistema sale de lo tradicional de los juegos de rol, brindando herramientas para la creación conjunta de la partida, sin DJ. El grupo de jugadores debe colaborar parar crear una partida a su medida, mientras el grupo de personajes colabora (y a veces no tanto) para sacar a la luz los misterios de su familia, que pueden salvarlos de la maldición pero condenarlos a otras cosas.

Tienes más datos sobre el desarrollo del juego en este enlace.

Si te interesa y quieres saber todavía más, puedes bajarte el aschan de Maldición de Sangre aquí. Recuerda que, si bien está entero, no está terminado. Léelo y pruébalo con tu grupo de juego. Luego cuéntame como les fue, los errores y los aciertos, lo que cambiarías y lo que dejarías. Así podremos mejorar el juego entre todos.

Maldición de sangre

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¿Qué querés que te diga? Yo tampoco lo creía. Me quemé la cabeza pensando en mejores explicaciones. Pero no había ninguna duda. Diez muertes en la familia en cinco años. Todas fueron entre padres e hijos o entre madres e hijas. Accidentales o intencionales. Pero nunca entre otros parientes. Una tragedia tras otra... lo que nos dice este tipo en los sueños, después de todo, parece más lógico, ¿no te parece?
Maldición de sangre es el juego de rol con el que obtuve el tercer lugar en el concurso de diseño Rolero de Hierro organizado por el foro SAS.

El juego, como diseño indie (o hippie, como le decimos también en el foro) se aparta de muchas presupuestos de los juegos de rol tradicionales.

Todos los personajes jugadores son parientes entre sí, en diferente grado (no es necesario, por ejemplo, que sean hermanos). En el momento en que empieza el juego, todos han descubierto, por una serie de eventos, que la familia carga una maldición antigua, la cual les trae graves problemas (se puede elegir entre muchas alternativas, desde la muerte de ciertos miembros, enfermedades crónicas, vampirismo, mala suerte galopante, etc.) El problema es que todos los personajes sufren o sufrirán en cualquier momento dicha maldición.

Cuando todo parecía perdido, ellos descubren también que hay una solución. En sus sueños empiezan a escuchar voces y ver imágenes de sus antepasados. Ellos también han sufrido la Maldición, y ahora no pueden descansar tranquilos hasta que ésta sea eliminada. Son estos antepasados los que les dan la principal llave de salvación. Un ritual conocido como la Fusión, en el cual tres parientes logran entrar, dormidos, en el plano de los sueños, para poder así comunicarse libremente con sus parientes muertos.

Claro que no todo es tan fácil. Para realizar la Fusión se requieren objetos que hayan pertenecido a los antepasados con los que uno desea hablar. Estos objetos pierden el poder, sin embargo, cada vez que son usados en una Fusión, de manera que hay que saber usarlos bien y buscarlos adecuadamente.

El grupo debe mantenerse unido mientras investiga el pasado familiar, intentando descubrir quién fue el que adquirió la Maldición, y también una forma de destruirla. Estas pistas están tanto en el mundo real como en el mundo onírico, terreno neutral para los espíritus de los muertos.

Pero hay otro problema potencial, además de la Maldición, que está siempre intentando cazarlos. Cada personaje esconde un gran secreto. Ha matado, ha robado, ha engañado a sus seres queridos... sus acciones son totalmente inexcusables y pueden significar la condena social, el desprecio de su familia e incluso la prisión. Este secreto debe permanecer oculto a toda costa... pero ¿qué sucede si el secreto se pone en el camino de la investigación? Porque al desenterrar el pasado familiar, cercano y lejano, todo tipo de vergüenzas, crímenes y miserias personales pueden aparecer a cobrarse su precio.

El juego en sí salió bastante completo del concurso de una semana, para mi gran alegría. Hoy he subido una versión beta, totalmente jugable, al post de SAS. Mi idea es testearlo lo más posible hasta mitad de año, fecha para la cual deseo encarar una edición seria en Lulu.com.

Ah, y para finalizar, para los que no hayan entendido lo de indie y hippie. El juego no tiene DJ ni los personajes tienen habilidades o características. :D :D :D

Para saber más del Rolero de Hierro y Maldición de Sangre:
Qué fue el Rolero de Hierro
Día 3
Día 4
Día 5
Día 7
Ganadores y conclusiones