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Cerrando 2020

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Me tenía que colgar de nuevo!! Y dejar el blog medio abandonado... pero la verdad es que, nuevamente, y para bien, estuve bastante ocupado con cosas positivas.

Cierro un año raro, complejo pero muy próspero en escritura. La verdad es que no me puedo quejar.

En primer lugar, pude relanzar mi editorial digital, la cual les invito a que visiten en su página de FB: Studio Ergo Sum. Eso implicó revisar muchos, muchos cuentos para darle algunos retoques, escribir seis cuentos más para dar cierre a tres antologías, y por si fuera poco, releer y corregir dos novelas (una corta, otra mucho más larga y compleja), para desarrollar material nuevo para el año que viene. Así pude cerrar un círculo iniciado hace como cinco años, ya que estos proyectos estaban casi casi terminados, en letargo, pero por diferentes cuestiones nunca lograba terminarlos.

Por si fuera poco, participé en un concurso literario con una de estas antologías, hice cuatro guiones cortos para enviar proyectos a una editorial extranjera, publiqué en otras dos (todavía no quiero decir mucho) y organicé varios otros proyectos para el año que viene. Estoy participando en una clínica sobre cómo insertarme en otros mercados internacionales... Y bueno, quedaron también varios experimentos fallidos, como siempre, ya fueran cuentos o guiones que no terminé porque no me cerraron, pero que me permitieron aprender otras cosas.

Y por si fuera poco, terminé una novela gráfica de 128 páginas titulada "0G"; también un proyecto que hace tiempo tenía relegado, a medio hacer, todavía rodeado de andamios, pero que pude cerrar con excelentes resultados, me parece.

¿Ya dije que no me puedo quejar?

Tomé a este 2020 como un año para sembrar, cuando vi que lo que pasaba no era algo que se fuera a ir rápidamente. Así que sembré, sembré y sembré. Ya se van viendo algunos frutos. Espero que tanto para mí, como para ustedes, 2021 sea un año que traiga una cosecha enorme, hermosa. ¡Salud!

Afilando las lanzas

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Cuando escribí la entrada anterior, hace ya casi justo un mes, recién había comenzado en Argentina la cuarentena obligatoria a causa de la pandemia que asola a todo el mundo.

Una semana en la que hice de todo. Como muchas otras personas, en casa acomodamos y tiramos muchas cosas (salió en las noticias el aumento de la basura), ordenamos, limpiamos... Lo que pasó ese día me enseñó a relajarme, a darme cuenta de que esto iba a durar mucho, y que no tenía sentido apresurar todo, porque justamente, ahora el tiempo era lo que más abundaba. Entonces llegó un momento en el que tuvimos que cambiar la rutina, porque ya no había cosas evidentes para hacer.

En mi caso, ese cambio de la rutina vino de la mano de la escritura, como siempre.

Ya comenté en muchas entradas anteriores cómo estuve algo bloqueado el año pasado, en parte debido a que muchos de mis proyectos no tenían fecha cierta de salida y, lamentablemente, esa fecha se alejaba cada vez más. El surgimiento de la pandemia, básicamente, le arruinó los planes a todas las personas del mundo (a algunas más que a otras), y la editorial no fue la excepción, lo cual nos obligó a retrasar más otros proyectos que teníamos en la recta final.

Hay cosas que evidentemente no van a darse, no como uno las quería.

Así que, si bien hubo algunos parates, la escritura estuvo siempre presente en este mes. Hubo una semana en la que de pronto se terminó el combustible y dejé colgada una corrección a mitad de camino. En esos días un arranque de espontaneidad me llegó a romper la rutina cotidiana (ahora todos los días son domingos) y desechar todas las estructuras armadas. Esa semana me dediqué a hacer cosas totalmente diferentes, entre limpiar y acomodar cosas en las que no había reparado antes, seguir construyendo mi canal de Youtube y otros proyectos personales no relacionados. Pero luego de ese período (que no fue negativo, sino vigorizante, de hecho), regresó la escritura diaria.

El principal proyecto en el que me puse a trabajar fue la corrección final de mi última novela gráfica, en la que vengo trabajando intermitentemente desde hace varios años (ya perdí la cuenta exacta). Tuvo tantas iteraciones (calculo que la primera tiene unos 10 años), intentos, borradores y reinicios que es, tal vez, el proyecto que más me ha tomado completar hasta ahora en cuanto a tiempo (otros han requerido más trabajo de escritura y reescritura pero en un plazo más acotado).

Me da mucha alegría poder contar que ya no tengo ninguna página para corregir ni agregar: las 120 están terminadas y pulidas. Así que el haber de ese proyecto está en 0.

Lamentablemente, como ya comenté, la cuarentena obligatoria se llevó por delante muchos planes. Todos los eventos de historieta del país ya han sido cancelados o pospuestos indefinidamente, y suponemos que este año no tendremos ninguno. Esto hace que la publicación en todas las editoriales de comics no solo se detenga, sino que los títulos de este año se pospongan para el siguiente, con lo cual la cola de publicación nacional retrocede un año o tal vez más. Eso hace inviable el que ciertos proyectos propios puedan avanzar, incluso ya con dibujantes confirmados y trabajando.

¿Me desanimó? La verdad es que, teniendo en cuenta todo, para nada. Necesito escribir. Esa es la cuestión, y este es el mejor momento. Conversando con escritores, guionistas y dibujantes, todos más o menos están haciendo lo mismo. Obviamente, no es lo ideal, pero si solo hay limones, se hace limonada.

De todas maneras, la realidad es que no tiene mucho sentido tomar con prioridad algo que va a moverse tan lentamente. Tengo proyectos para publicación en papel suficientes para dos años, más o menos; algunos casi terminados, otros a la espera de comenzar a ser dibujados, otros con guiones a punto de ser terminados... Puedo apretar el acelerador en casi todos, cuando yo quiera, porque ya sé lo que quiero escribir: lo más difícil ya está hecho, que es descifrar la historia.

De manera que decidí recurrir a otras opciones, y retomar la publicación digital de otros proyectos, que si bien habían avanzado muy lentamente en estos últimos meses, y dando tumbos, habían sido mucho menos promocionados.

Los días siguientes me encontrarán puliendo y afilando armas que tenía guardadas hace tiempo. Me voy a abrir paso como sea. Acero no me falta.

2019, un año de despegues

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No hice un cierre de año aquí debido en parte a que estaba reconfigurando muchas cosas y bueno, a que se me pasó. Por suerte pude terminarlo con algo de escritura, comenzando a repuntar las situaciones laborales y personales que me quitaban inspiración o no me dejaban hacer lo que quería.

Uso la metáfora del despegue porque siempre me sirve. Hay años en donde uno está en vuelo, va más o menos rápido, pero también años en donde uno tiene que aterrizar (o se estrella, con mejores o peores resultados). Así mismo hay años en donde la cosa repunta.

2019 fue sin lugar a dudas un año de despegue. Tuve más trabajo docente, pude volver a publicar (en 2018 no se pudo), y en definitiva se dieron muchas cosas buenas. Mejor sueldo, más tranquilidad económica, cambio de aire en muchas actividades... Después de 2018, año en el cual las tormentas me hicieron aterrizar de emergencia varias veces (y en algún momento me estrellé, incluso), el 19 me permitió ganar nuevos aires.

Con Alquimia Comics publicamos el primer número de Los Prodigios, con guiones míos, rescatando un personaje creado por mí hace rato largo en el blog Cuna de Héroes. Abrimos de esa manera un nuevo universo de superhéroes para la editorial, un proyecto muy ambicioso en el que seguimos trabajando, alternando autores. Irónicamente, la primera historia larga que había pensado para Áurea se llamaba "Despegue"... Y es que ella está abriendo una nueva etapa en mi vida profesional, de varias maneras.

A nivel personal me trajo a un hermoso ser a mi vida, del que hablaré más adelante, y que me hizo experimentar tantas cosas buenas y lindas que no dejo de agradecérselas: un hermoso perrito llamado Maxi. Hacía rato largo que no tenía mascotas, y ahora me tocó cuidarla de una manera especial.

Los aterrizajes de emergencia del 2018 me quitaron algunas cosas, y eso me cambió el ritmo de actividades, pero ey, era inevitable... Y por algo pasaron. Los espacios perdidos me ayudaron a compensar los ganados, y viceversa.

De manera que fue también un año de contrastes. Ya comenté acá mi falta de escritura, los proyectos demorados... la situación económica no ayudó a editar cómodamente, si bien todo salió bien, fue gracias a un enorme esfuerzo de mis socios y mío. No fue un año común, bajo ninguna óptica, con tanta inflación, incertidumbre con los proyectos personales y laborales, pero el balance fue muy positivo. Lo que no se pudo no se pudo y ahora estoy viendo cómo había cosas que debían cerrarse y se cierran naturalmente.

La fundamental, para mí, fue que después de tanta sequía de ideas, hacia noviembre y principalmente en diciembre pude volver a escribir, terminar cuentos, escribir pequeños guiones breves, tomar contacto con nuevos dibujantes para proyectos que ya veremos...

Así que calculo que 2020 será un año en donde ya superaremos V1 y despegaremos efectivamente hacia cielos brillantes.

Todos los pronósticos me dicen eso, y esperemos que no se equivoquen.

Girando en la rueda

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Tengo vacaciones y, en estos días, a veces caminaba por las paredes.

Bueno, parecerá exagerado, pero aunque solo fueron algunos ratos, la ansiedad me comía por dentro. Tengo dos semanas de receso escolar por el invierno, no tengo trabajo atrasado... de hecho, NADA QUE HACER. Ya terminé todo: correcciones de trabajos y pruebas, lo administrativo, los guiones... Incluso terminé el último cuento de mi antología de ciencia ficción, ese que comenté en mi última entrada. Lo cerré hace un par de semanas, muy contento por el proceso y el resultado.
Pero la ansiedad me come. La ansiedad por hacer ALGO.

Lo cierto es que no me puedo quejar: pronto se publicará otro comic con guiones míos en Alquimia Comics (uno que disfruté mucho escribiendo, ya lo comentaré), terminé otra antología, ya tengo asegurado otro comic para el año que viene... Y sin embargo, una parte mía sigue mirando el vaso medio vacío. Ese comic que es para el año que viene se suponía que era para este año, y tuvo que ser pospuesto. La antología no la leerá... ¿nadie?; tengo que ponerme a editarla y a venderla y promoverla, y ya estoy algo cansado de eso. No es lo que más me interesa hacer, y no sé si sé hacerlo bien.

Quiero seguir activo, enganchado con la creación, pero me está desanimando mucho la falta de espacios de publicación y la caída de ciertos proyectos, y la inaccesibilidad de algunos dibujantes, con los que quiero trabajar desde hace tiempo pero nunca se puede concretar nada (no por culpa de ellos ni mía, ojo).

Tengo una novela gráfica a medio terminar, pero después de chocar varias veces con la misma parte, la dejé descansar, porque no sé si la estoy llevando hacia buen puerto y no tengo a nadie con quien conversarlo, ni dibujante ni editor.

Tengo un guión completo de otra novela gráfica entregado a un dibujante y ninguna seguridad de si podrá comenzar a dibujarlo.

Como dije antes, mi antología de ciencia ficción requiere trabajo de edición y promoción... e incluso así posiblemente muy pocas personas lean mis cuentos.

Tengo además un juego de rol, Aerith, ya terminado y listo para ser probado, pero sin jugadores. Es cierto, no los busqué todavía, pero cuando terminé la versión anterior de este juego y la hice disponible para recibir críticas, casi nadie dijo nada y todos los intentos que realicé para encontrar grupo de juego terminaron en silencio: los que primero se presentaron como voluntarios luego desaparecieron.

Sé que hay que seguir adelante, pero resulta un poco descorazonador a veces.

Parece que estuviera sufriendo, ¿no? Bueno, no me siento así, sino más bien algo angustiado, contrariado. Son cosas que pasan, a veces diversas cuestiones se suman y todo es un poco más difícil de sobrellevar. La cuestión es que, con las vacaciones enfrente, de pronto no quiero "perder" el tiempo leyendo y viendo videos, descansando y viendo películas, teniendo ratos para cuestiones personales y esos pequeños disfrutes tan importantes. De pronto quiero encerrarme para escribir y crear y hacer todas esas cosas... pero me encuentro con que no tengo proyectos, o estos están anclados. Y entonces es un falso dilema.

Esa es la cuestión. Quiero que las cosas avancen, pero de pronto me encuentro con varios escollos a la vez, y quiero sacarlos del camino todos al mismo tiempo. Y no se puede.

En ese sentido, no viene mal parar un poco, descansar, examinar las cosas bajo otra perspectiva y encontrar otro tipo de soluciones y propuestas. Tal vez esa sea la solución: dejar de girar y dejar que las cosas giren por su cuenta, si tienen que girar, y sino, que se queden quietas.

Después de todo, son dos semanas solamente. Puedo volver a subir cuando quiera.



Cosas que hacer versus cosas que hacer

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Escribo más para no perder la costumbre que para contar algo nuevo.

Como otras veces, de pronto llega el trabajo y no puedo seguir con algunas cosas. Principalmente, con demorada reescritura del último cuento de mi antología de ciencia ficción. Está ahí esperándome, el manuscrito lleno de tachones y correcciones, pero a mitad de camino, dormido.

Por suerte no se ríe.


Creo que me entiende, y yo ahora me entiendo mejor. Como comenté ya, vengo de unos meses en donde terminé cosas interesantes y no encontré en el depósito nada que me interesara lo suficiente como para meterle fuego a la fragua.

Tengo varios proyectos que me gustan... pero no les encuentro el enfoque adecuado. Eso me está molestando un poco, como esas picazones que no se van, y vuelven...

En fin, que hoy tenía que seguir con el cuento, pero no puedo. El trabajo se llevó gran parte del tiempo y el resto me queda para que la mente vague y descanse un poco. A veces escribir no es algo que salga tan natural: hay días y momentos en donde cuesta un poco más, y eso no tiene nada de malo, pero la semana ha sido agotadora, y quiero relajar un poco esta cabeza.

Después de todo, nadie me corre. Los compromisos editoriales están listos desde hace meses y solo queda encontrarle el enfoque a esos proyectos, que ya van arrancando... ya van arrancando...

Y viene la temporada de lluvias y de frío. Hoy se largó el chaparrón. Ideal para quedarse en casa y escribir, o en la cama, y pensar.

No te vayas, que ya llego

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Temo estar perdiendo algo, algo valioso. Y es la capacidad para escribir prosa.

Hace tiempo, cuando era chico y empecé a escribir, lo primero fueron algunas pobres poesías. De hecho, lo primero que me valió algún tipo de reconocimiento fue una poesía, si mal no recuerdo, que una maestra alabó en primaria. Todavía conservo algunos cuadernos y anotaciones de esa época y de varios años después. Seguramente son malas, pero son mías y eso basta.

Sin embargo, con el tiempo la poesía se fue yendo de mi sistema. No sé realmente por qué, aunque creo que se dio durante la secundaria, aunque cuando estaba terminándola, en un taller de literatura (que continué cuando ya la había terminado) recuerdo haber escrito un poco. Pero esos fueron años de leer mucho, de inventar mundos y personajes y jugar rol, y de intentar algunos cuentos crudos, que ahora no tengo.

Así que durante la universidad, todo fue prosa. Bueno, al principio no hubo nada, pero hacia el final del cursado varios artículos que publiqué (además de mi tesis) fueron muy alabados y creo que eso me terminó de hacer a la idea de que lo mío era escribir. Así que por esa época, cuando terminé de cursar (y por un tiempo tuve mucho tiempo libre, al tener trabajos de medio tiempo o ninguno) me puse a escribir. Cuentos y novelas, a lo loco. Algunas todavía esperan la revisión definitiva, algunas ya listas.

Pero luego, más o menos en esa época, llegaron de nuevo las historietas y empecé a investigar cómo hacer comics. Y eso siguió y siguió. Y sigue.

¿Qué pasó en el camino? Descubrí que la escritura de prosa es un camino solitario, y que la comunión con una persona que dibuja tus ideas es hermosa. Pero también, y creo que este es el punto principal, que es más fácil publicar y vender comics que cuentos y novelas.

En el proceso pasó también algo adicional: dejé de leer tanta literatura y mi biblioteca y mis horas de lectura se llenaron de comics. Fue algo que vi recién después de un tiempo, pero que creo es fundamental. Ahora tengo como media docena de libros de comics para leer, siempre, sobre todo porque sigo un par de colecciones y porque en algunos eventos termino comprando algo nuevo. Sin embargo, de los libros de literatura que he comprado (pocos) solo he leído algunos y otros esperan sin siquiera haber sido abiertos, a pesar de que son de autores que amo.

Me estoy convirtiendo en un monstruo.

Creo que uno escribe lo que lee, y ahí está parte del problema. Durante estos años, por otra parte, lo mucho que pude escribir (guiones) terminó siendo publicado, visto, reseñado, criticado, alabado... mientras que lo que ya tenía escrito (novelas y cuentos) fue visto por muy pocas personas, y nunca publicado digital ni físicamente. A eso se suma que tengo un par de novelas en revisión que no toco desde hace AÑOS... y que bien podrían ser leídas si las terminara.

¿Por qué me preocupa esto? Ciertamente, no me preocupó demasiado el dejar atrás la poesía. Era algo para mí, algo en lo que sentía que no era muy bueno, y que se fue de manera natural. Una fase en mi historia creativa, podemos decir. Como una piel seca que se saca y ya.

Pero ahora los proyectos de historieta se demoran. Hay un par demorados por cuestiones de dibujo, y otro proyecto en el que trabajo de a ratos, pero que viene complicado porque es mucho más largo. Y de pronto vienen ideas para cuentos, y recuerdo las novelas... y el último cuento que intenté, quedó por la mitad. Algo no me cuadra... y por eso temo estar perdiendo algo que amo, algo que sí me interesa. Algo que no quiero dejar atrás.

Así que la misión de estos días es ponerse, ponerse, ponerse. Como siempre. Algo va a salir. Me falta solo un cuento para terminar una antología que armo desde hace años. Y después se me ocurrió armar otra, más pequeña, como para continuar con algo más accesible.

Y después no sé. Pero hay que seguir respirando. Quiero decir, escribiendo.

Destilando historias

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No, no es magia... y sigue creciendo.

Desde fines del año pasado vengo apostado a que este año sea un año especial, de despegue, por así decirlo. Y ya lo está siendo.

Uno de los principales proyectos editoriales en los que estoy involucrado directamente, Alquimia Comics, sigue creciendo a paso firme y constante, incorporando nuevas series cortas y miniseries, que nos permiten a mí y a su otro fundador, Fede Sartori, descubrir a nuevos artistas. Y por otra parte, nos da la primera alegría del año: una más que exitosa preventa de nuestro primer libro en papel, Boras, que recopila la homónima serie semanal.

Con cifras que nos enorgullecen (únicas en el país, por lo que pudimos saber), sobre todo para ser el primer libro de una editorial naciente, muy nuevita, nos queda claro que es solo el primer paso de muchos. Ya preparamos el segundo libro para este año... más otras sorpresas que esperamos se puedan dar.

Pero no es lo único. Sigo trabajando en guiones. Hace poco entregué uno, muy importante, a su dibujante, dándole trabajo para varios meses. También otro, para un concurso muy conocido. Así, de a poquito, gota a gota, se van destilando todo tipo de historias, lentamente...

Y si bien es cierto que el "lentamente" es un adverbio un poco doloroso, también me permite apreciar más esta faceta de mi vida. Sé que la docencia está un poco en segundo plano, en cuanto a mi interés profesional; ahora sin embargo está en primer plano en cuanto a cuestiones económicas, y desde ya que también agradezco todo lo que me está permitiendo aprender y alcanzar. Es una tarea costosa, pero gratificante, en el corto o largo plazo.

Vamos superando etapas creativas y esto nos hace más creativos, creo yo... Crear es creer. Así que, si bien no voy tan rápido como quiero, como me gustaría, por algo es así... tal vez es como debe ser. Tal vez es para poder destilar mejor, gota a gota, un concentrado más puro, más fuerte, de lo mejor que puedo dar.

Que así sea.

Yendo de a poco

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¡Dos entradas en un mismo mes! Bueno, un pequeño milagro. Se van acomodando las cosas y eso indica que estoy un poco más tranquilo. Ciertamente no estoy haciendo TODO lo que quiero hacer, pero eso ya es algo normal. Tengo demasiados intereses.

Lo cierto es que, mientras se acomodaron muchas fechas relacionadas a la docencia, de a poco pude empezar a escribir. Hace unos días, con tres guiones en la cabeza, me senté y casi terminé uno, arranqué otro y el tercero quedó ahí. Unos días después, terminé el que había casi terminado. El viernes pasado continué el que había empezado, y lo dejé casi listo. En estos días empecé también el tercero, que es, creo, el más urgente. Y sí, se escribe lo que hay a mano.

De manera que, de a poco, estoy dando rienda suelta a los guiones. Por otra parte, mientras compro y leo algunos comics sueltos (uno todavía me espera, con el folio original sin abrir), me reencontré con la literatura. Hacía mucho, mucho tiempo que no leí nada en prosa. Así que me causó una sensación muy fuerte volver con algo tan clásico pero tan desconocido para mí como la obra de Robert Howard, a la sazón creador de Conan y de Solomon Kane, personaje que descubro en esta recopilación de todo lo publicado del mismo. La excelente edición de Pictus, con ilustraciones interiores y tapa del genial Salvador Sanz, encima adquirida nueva a un precio vil, me resultó hasta ahora una de las mejores compras del año, por todos lados. El poco tiempo me impide terminarla rápidamente, pero creo que es algo bueno; cuando tengo un rato, por la noche, me pongo a leerla, y a veces paso la medianoche y sigo de largo hasta las 1 AM para terminar un cuento. Más que recomendable, llega en un momento genial, ya que me inspira personajes y situaciones de fantasía oscura, género que tanto me gusta y tanto quiero explotar. Ay, si tuviera más tiempo... pero es lo que hay, y no me quejo.

Los proyectos siguen llegando para Alquimia Comics, y esto cada vez se pone mejor. Así que... más novedades, en camino.

No trabajo porque trabajo

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Estuve un poco ausente, es cierto. Pero por suerte, el motivo fue bueno, como casi siempre que tuve que dejar por un rato largo este y otros blogs: el trabajo.

Sinceramente, tenía algo de temor de comenzar el año con poco trabajo. Sin embargo, gracias a algunas recomendaciones y algo de suerte, conseguí del lugar menos esperado uno muy bueno, por varios meses, reemplazando a una docente en cuatro cursos. Esto, sumado a las horas cátedra que ya tengo, me da un saldo muy positivo tanto desde lo material como desde lo profesional, a nivel docente.

Sin embargo, esto de tener dos profesiones tiene un "problemita": comes de una, que te agrada y te llena el alma, pero la otra, la que no te da dinero, te gusta más. Así me pasa con la docencia: es algo que descubrí en el camino y que hago con mucha alegría, pero quiero ser escritor desde que tengo recuerdos.

De todas maneras, la cuestión se solucionó sola. Como las trabajaciones de verano de este año fueron tan buenas, pude dejar muchos asuntos editoriales listos o casi listos. Una de las principales series semanales de Alquimia Comics ya está totalmente guionada (bueno, casi casi...). Al no tener que preocuparme por nuevos guiones para la Términus, tengo una cuestión menos, y además pude entregar guiones para historias cortas y series de Alquimia (como el capítulo 2 de Las aventuras de Alquimio, que se está empezando a serializar en estos días). Es decir que, por un tiempo, me puedo concentrar en mi tarea docente sin sentir que descuido la editorial.

El tema, en todo caso, es que el teclado me llama. Y me atormenta. Purgo un poco la falta de tiempo con cosas como esta entrada, algún boceto de guión o historia, pero me pasan cosas extrañas como soñar cuentos (y hace MUCHO tiempo que no hago prosa, ni tengo ideas para prosa), o ver una imagen y ocurrírseme un guión. Son cosas de la abstinencia.

Todo tiene su lado, sin duda. Con lo que gane, espero pronto poder volver a las convenciones, ayudando a Fede con todo lo de Alquimia, y obviamente promocionando el próximo libro de Términus (ya algunos saben quién es el autor misterioso). Ni qué decir que también, posiblemente, me dé recursos para invertir en nuevos proyectos. Ya veremos, ya diremos.

Trabajaciones de verano 2017

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Bueno bueno, pasó otro mes desde la última entrada. Definitivamente, es mi organismo el que me hacer acordar de esto en ciclos lunares. Lo que pasa es que a veces me siento antes, y a veces un poco después.

Estas tres semanas de vacaciones he trabajado como un loco. Como un animal de tiro, dirían algunos, tirando de muchos proyectos, algunos medio olvidados, otros no tanto. La verdad es que me siento muy orgulloso, porque pude hacer MUCHO, tanto en cuestiones personales, como de hobby, como creativas y profesionales.

Además de escribir mucho para Alquimia Comics y en trabajar para el desarrollo de nuevos proyectos (algo de eso está comentado en esta nota que nos hicieron para Rosario 12), pude organizar muchísimo material de todo tipo y cerrar varios guiones e ideas, además de ordenar completamente el material para los talleres de guión y generar material nuevo.

Por si fuera poco, pude volver al ruedo del rol con Aerith, como comento en estas dos entradas. Di muchos pasos importantes en la consolidación del reglamento y estoy agregando algunos detalles de ambientación como para cerrar algunos temas. Estoy más que contento con todo lo que pude hacer hasta ahora, y todavía tengo algunos días más hasta que tenga que retomar mi trabajo.

Por si fuera poco, estoy ordenando bibliotecas, leyendo muchas cosas recientemente compradas y otras que esperaban desde hacía AÑOS, y eso incluye principalmente comics. Muchos comics. Noches y noches en la cama leyendo comics. Cómo lo extrañaba.

Y se vienen más cosas para el finde, y los días que vienen.

Así que no me puedo quejar. Han sido una de las vacaciones más fructíferas de los últimos años. Sin duda, el principal adversario siempre es el "¡tengo que hacer más!" Como dije el otro día en FB, a veces había una carrera mental dentro de mi cerebro: tal vez media docena de ideas tratando de ser elegidas para ser la que llegara primero a la meta, y cuando ganaba, era eliminada y aparecía otra más. Eso me costó un poco de insomnio, y es algo que no tengo cuando trabajo. Pero estoy trabajando en eso, y creo que hice muchos progresos. En eso también es positivo: aprendí mucho sobre mí y sobre cómo trabajar en todo esto.

Así que, si bien no estoy pelado como el hombre de la foto, ni usé traje, sí estuve en patas gran parte de estos días, y sí, estaba en una playa mental, que variaba de estado según el mundo en el que estuviera viviendo. De nuevo, no me puedo quejar.

4 años y 12 números no son nada

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Hace unos días me tomé el trabajo, simbólico, de tomar esta foto.

No está posada. Fue la primera vez que el número 12 de la Revista Términus, aquél monstruo gentil que creamos hace cuatro años con un grupo de dibujantes rosarinos, se reunía con sus hermanos mayores.

4 años, 12 números. Miro para atrás y sí, parece ayer.

2012 fue un año muy particular para mí. No recuerdo si lo he mencionado aquí, pero fue un período de muchos cambios, todos para bien, tanto en lo profesional como en lo personal. En lo referente a esto, comenzó en febrero, con la planificación del primer número de la revista, que logramos sacar en octubre, si mal no recuerdo. Poco tiempo después de la Crack Bang Boom de ese año (¡ey, no hacemos milagros!). Allí logramos comenzar a disfrutar todo lo que te aporta esa convención con un pequeño stand en donde pudimos hacer promoción de lo que vendría.

Y así comenzó algo que, en retrospectiva, a veces puede parecer sencillo, porque el sudor ya se secó, la bronca ya se fue, los errores ya se asumieron. Pero que resultó una tarea sacrificada, en mayor o menor medida, para todos los involucrados. Una tarea totalmente ad honorem, porque no ganamos dinero (ni podemos pagar, lamentablemente, las maravillosas contribuciones de nuestros dibujantes y guionistas). Pero una tarea del corazón, algo salido de la necesidad, que todos teníamos, de expresarnos libremente. Algunos, porque nunca habían publicado nada; otros, porque solo podían publicar lo que llenaba la olla y pagaba el alquiler.

Mantuvimos tanto la calidad física como la regularidad planeada, de 3 revistas por año. Así, 2012 se fue solamente con una, pero cerramos 2016 con las dos que emparejan el promedio. En el medio hubo de todo: alguna que salió más tarde de lo previsto, varias que salieron a tiempo pero con gran esfuerzo; tapas que nos hicieron renegar pero luego nos encantaron; muchas contribuciones que nos sorprendieron por el nivel; el interés de autores de gran calibre que nos dejaron sin aire; muchas corridas a la imprenta, a las convenciones, a los centros de envío de encomiendas; "peleas" y reclamos a las distribuidoras por algún pago atrasado; muchas hermosas experiencias en diversas convenciones a lo largo y a lo ancho del país...

2007 fue, para mí, el inicio de mi proyecto en convertirme en guionista. En 2012 pude comenzar a serlo realmente. Ya había publicado antes, un par de veces (una mención en un concurso, y en el número 9 de la revista La Murciélaga, cuyo fundador, Nico di Mattia, nos ayudó con sus consejos en los primeros momentos de la Términus).

Sin embargo, escribir y publicar regularmente, además de ocuparme de algunos asuntos editoriales de la revista, no solo me enseñó mucho sino que también me permitió ganar una experiencia inestimable, la cual luego me permitió comenzar a dictar clases de guión, por ejemplo. Ahora mismo, con el proyecto de Alquimia Comics (que comencé hace unos meses junto a un amigo y alumno del taller, Fede Sartori), puedo poner en práctica mucho de lo aprendido y, sobre esa base, aprender más.

Gracias a los contactos conseguidos y a la experiencia, pudimos publicar en Lisandro Estherren en España, en la Revista Cthulhu (que se ve al lado del 12, en la foto de abajo), una de las historias que más me gustaron, aparecida en el número 5 de la Términus, titulada "La casa de la calle Harding".

¿Qué más se logró en el camino? En la 4º edición de la Crack Bang Boom, de 2014, fuimos invitados de honor del evento, lo cual me permitió conocer a muchos talentosos artistas (y sentarme cerca de Dan Didio, también :) ).

Pero tal vez el mayor honor fue el recibido este año, cuando en la 7º edición de la misma edición fuimos nominados, para el premio Carlos Trillo, como Mejor Antología y como Mejor Portada por el número 8 de la revista. 


La portada del número en cuestión, por
Germán Peralta Carrasoni, portadista habitual
de la revista.

Como digo, el honor ya fue ser nominados: el haber ganado ambos premios ya es algo que está fuera de este mundo. Para mí, y creo que para todos los involucrados, fue el momento más alto de la revista, porque justo cuando estábamos cerrando una etapa, se nos reconocía todo lo logrado hasta ese momento.

Yo, en el medio, con Germán a mi derecha y Bruno, el editor
y principal responsable de la revista, a mi izquierda, justo después de ganar.




Hablé antes del cierre de una etapa, y eso fue justo lo que sucedió en esta convención. El anuncio oficial de que, por ahora, dejábamos de hacer la revista y nos íbamos a concentrar en otros formatos: el de los comics no antológicos, novelas gráficas, libros, o como quiera que se los llame. Habíamos aplicado un proyecto para Espacio Santafesino, una convocatoria provincial que otorga subsidios para diferentes industrias culturales. Días después de la convención nos enteramos que habíamos pasado la preselección y que nuestro proyecto había sido el ganador. Igualmente, de no haberlo obtenido, ya teníamos un plan B.

Así, 2017 verá tres novelas gráficas (¿puedo usar ese término acá?) por algunos de los autores ya publicados en la revista... y uno será una sorpresa muy particular.

De manera que todo lo sembrado creció y me permite sacar frutos que puedo volver a sembrar. Todo por una idea, un concepto que, por suerte, no fue solo mío y que otros, ya desde el primer momento, compartieron y apoyaron, enriqueciéndola con las suyas propias.

Es así que cierro con esta otra foto: el número 12 descansando ya con sus hermanos mayores. 4 años y 12 revistas que descansan en mi biblioteca, pero también, en el de muchas otras personas, a las cuales quiero agradecerles el apoyo tanto por comprarla, como por los comentarios en Facebook, como por asistir a las charlas en convenciones, pedirnos autógrafos, etc. Sigan así, y compren los números que faltan y recomiéndennos con sus amigos y amigas!!

Este año me dejó con poco tiempo, por lo que no pude contar muchas de estas cosas cuando sucedieron. Queda en el tintero, por ejemplo, la reseña de la Crack Bang Boom 7, para mí, mi momento favorito del año. Esperenla, que hay mucho más para contar.

Después de la maratón

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¿En serio cuatro meses desde la última entrada? Sabía que la cosa se había acelerado, pero no pensé que tanto.

Buen, en fin. Pasaron muchas cosas, y sí, ahora que lo recuerdo, no hice todavía la reseña de la Crack Bang Boom de este año, por ejemplo, y que solo de casualidad pude hacer la de Rosario Juega Rol 2016. A la cual me obligué, por cierto, ya que fue mucho más breve y concentrada en una sola cuestión: mi proyecto de juego de rol.

Lo cierto es que fueron meses de mucho trabajo, aunque no demasiado. Lo que sí molestó al desarrollo de los proyectos fue el constante cambio de prioridades y sobre todo, de tiempos. Cambios de horarios, reuniones inesperadas, feriados o paros que alteraban toda la planificación escolar (a veces la cambiaba dos o tres veces por semana, cuando desconfirmaban una reunión, por ejemplo). Como comenté en una entrada de otro blog, a veces planificaba trabajar durante una mañana, pero llamaban de un colegio para adelantar horas, o uno tenía que replantear todo un fin de semana por algún cambio de fechas que obligaba a adelantar una evaluación (las cuales se diseñan, eh, no crecen de los árboles). Fue un tercer trimestre muy complicado para todos los docentes con los que pude hablar, llenos de pérdidas de horas y de constantes retrasos y problemas.

Así que incluso cuando tenía tiempo (por ejemplo en los paros, o en un par de feriados "inesperados"), tenía trabajo, tanto escolar como de guión, principalmente para terminar mi participación para la revista Términus y para los proyectos de Alquimia Comics.

Así que, lentamente, fui viendo cómo se apilaban proyectos, ideas, guiones a medio terminar, propuestas... Y la verdad es que no veo la hora de comenzar con eso, de que sea mitad de diciembre, ya no tener clases y poder sentarme a escribir como loco, rabiosamente, tal vez sin prisa pero sin pausa.

Es lo que hay. Recientemente terminé un guión para un proyecto de antología, pero el segundo sigue esperando los últimos retoques. Tengo que armar dos sinopsis de proyectos, un guión introductorio, terminar un guión de 24 páginas, y algunas cosas más que andan dando vuelta desde, justamente, como cinco o seis meses. Incluyendo, claro, mi ya citado juego de rol, el cual estoy planeando testear en estos meses.

Eso sí, estoy más allá de la ansiedad. Se hace lo que se puede, y de a puchitos, aunque no haya escrito, fui armando un gran esquema de cosas para aprovechar cada momento (como por ejemplo, este lunes feriado). Hoy estuve acomodando mi pieza, tirando cosas, limpiando, preparando todo para el gran momento. Va a ser muy entretenido, de eso estoy seguro. Por primera vez en un buen tiempo no tengo grandes urgencias económicas, por lo que espero que las vacaciones me den espacios de ocio y descanso, mientras trabajo en cosas muy importantes para el año que viene.

Ya se van a ir enterando, en unos meses.

Trabajaciones de invierno 2016 (y II)

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Así que, ¿en qué estuve trabajando todos estos días? ¿Y donde está mi dinero?

En primer lugar, mi prioridad era terminar de corregir cierto libro que cierta editorial quiere publicar. Libro que no tiene una fecha fija de publicación pero que quiero enviar a la imprenta lo más pronto posible, porque hace años que trabajo en el mismo y ya ha crecido más de la cuenta, es más que adulto y, espero, sabrá defenderse solo. Quiero ocuparme de otros de sus hermanos.

Pero la lista era larga, desde reparar unas zapatillas (sí, también soy aprendiz de zapatero) hasta terminar de armar una repisa que yo mismo diseñé (y que me di muchas satisfacciones, hasta ahora, porque me despeja mucho la mente crear ese tipo de cosas). En el medio había también cuestiones relacionadas a la docencia, como planificar clases y trabajos prácticos, ordenar la pieza, como ya comenté, y alguna que otra cosita más.

Pero lo que más me emocionaba, lejos, era lo relacionado a los comics. Eso no quiere decir que no haya disfrutado escribir y revisar los últimos capítulos del libro (sobre el que hablaré más adelante). Lo que sucede es que ya todos los comiqueros de Argentina olemos la proximidad de la Crack Bang Boom 7, y eso pesa. Este año, por partida doble.










Actualmente, ocho de mis doce tareas de Hércules están terminadas. Dos, espero, terminarán en estos días que vienen (no eran tan urgentes, como la estantería, de la que solo quedan detalles). Las otras dos quedarán para estas semanas, porque otra no quedó. Y no tengo nada que lamentar.

Un nuevo proyecto en marcha: Alquimia Comics

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Bueno bueno, esto es algo embarazoso. Otro blog más que actualizo una sola vez al mes. Hay mucho para hacer pero no es excusa.

La cuestión es que, como pensaba, meterme en tantos proyectos a la vez tiene su costo, y una de las cosas que uno tiene que pagar son los olvidos, descuidos y pequeños deslices que uno comete porque está pensando en mil cosas a la vez... y como siempre digo, algo se nos cae de la mano cuando hacemos malabares con demasiados proyectos.

Debería haber anunciado que tenía este proyecto entre manos hace mucho, mucho tiempo, cuando empezó a formarse, en febrero. Pero no lo hice porque... se me olvidó. Muchas cosas importantes pasaron y ahora tengo que anunciarlo cuando ya arrancó, lo cual es, como ya dije, algo embarazoso.

Pero si tenía tantos proyectos que ya me dejaban sin tiempo, ¿por qué empezar uno nuevo? Porque es interesante, porque es desafiante, porque me permite expresarme y hacer justamente lo que quiero desde hace ya casi 10 años: crear y publicar comics.

Alquimia Comics tiene un origen un poco similar a la Revista Términus, de la que también fui co-fundador. Básicamente tuve la idea, y cuando pensaba en cómo llevarla a cabo, terminé encontrándome con alguien más que, al mismo tiempo, había tenido una idea muy similar. Dejar sola a esa persona con sus ideas y no sumarle las mías, o cortarme por mi cuenta, hubiera sido un error absurdo, así que no valía la pena esperar "mejores tiempos". El mejor momento, cuando uno tiene ese tipo de ideas, es ahora mismo.

En este caso, esa otra persona fue Federico Sartori, mi primer alumno en mi taller de guión (en esa época, 2013, solamente había uno). Además del primero, fue también el único alumno que tuve ese año, lo cual siempre me habló de su dedicación a la causa de los comics y de su confianza y lealtad. No por nada nos hemos hecho amigos, y este proyecto nos ha ayudado a conocernos más y a trabajar en conjunto con la misma meta: hacer y publicar comics.

Pero bueno, ¿qué es Alquimia Comics? Es un blog en el que ya comenzamos a publicar series semanales e historias cortas en formato historieta, con amplitud de géneros y temáticas. La idea es hacer comics para todos, no solamente para "entendidos", nerds, freaks o como quieran llamarlo. La meta es ayudar a expandir el alcance que tienen los comics en la sociedad en general, generando historias nuevas, diferentes, que no caigan en los tópicos de siempre y que permitan que cualquiera pueda asomarse a este arte tan maravilloso.

Las series semanales se publicarán a razón de una página por semana, siempre en el mismo día, mientras que las historias cortas (de cuatro a 8 páginas, generalmente) se publican completas y quedan guardadas en el blog para que se las pueda ver en cualquier momento. Las series semanales se van publicando en diferentes cuentas de Tumblr, todas bajo la bandera de Alquimia Comics, pero separadas para que su lectura sea más directa y sin confusiones. Así, por ejemplo, "La Logia Gris", guionada por mí y dibujada por Pablo De Bonis, se publica todo los lunes. Ya están publicadas dos páginas (en unos días estará la tercera), así que engánchense ahora!


La Logia Gris es una serie ambientada en Rosario y está muy relacionada con distintas experiencias que he tenido y tengo con la arquitectura de esta ciudad que tanto quiero. En esta historia se mezclan cuestiones reales con detalles fantásticos, personajes que buscan su pasado y su futuro en una ciudad que no deja de cambiar y de perder su memoria, encarnada esta en sus edificios, sus plazas, sus calles y monumentos. Por eso era importante que la dibujara un rosarino, pero también un rosarino que supiera plasmar detalles arquitectónicos, perspectivas y todo lo relacionado a este arte tan hermoso. Pablo De Bonis afortunadamente no solo reúne esas dos condiciones sino que le suma además una pasión enorme por lo que hace y un manejo muy bueno de encuadres y de diseño de personajes, que ya se está dejando ver en estas primeras páginas.

Alquimia Comics me da el espacio para narrar historias que, sinceramente, no sé si interesarían a ciertos editores. Historias como La Logia Gris, que tiene muchas referencias a Rosario y es también una búsqueda personal, en cierta forma. Pero también me da espacio para resucitar proyectos que por un tiempo parecieron muertos, y un ejemplo de esto es Silver Sigma, una serie de ciencia ficción y aventuras que quedó perdida, por un tiempo, en la carpeta de "proyectos suspendidos". Ahora, de la mano del mendocino Sergio Tarquini (con quien ya he colaborado muchas veces en la Revista Términus) puedo sacarlo de este estado de letargo y ponerme a escribir una serie larga de uno de mis géneros favoritos: "la ciencia ficción medio space-opera con detalles de crítica social". No me digan que nunca habían escuchado de ese género porque...


Hasta acá, lo que les puedo mostrar del proyecto. Para más teasers, vayan
a la página de Alquimia Comics y denle like, así podrán
ir viendo los que se publiquen en el futuro.
Con Silver Sigma vuelvo a darme el lujo de trabajar con Sergio, alguien que dibuja muy bien mis guiones y que tiene una hermosa manera de presentar a los personajes, diseñarlos y entenderlos. Justo estaba interesado en hacer ciencia ficción, así que fue el proyecto perfecto para ambos. Silver Sigma comenzará a publicarse más adelante, y es la segunda de las series semanales de las que estaré a cargo. Entremedio, también, se irán publicando historias cortas, como por ejemplo la que hice para Términus, también con Sergio Tarquini, titulada "Señales del destino".

Desde ya que no soy el único que va a escribir aquí. Como ya comenté antes, Federico estará encargado de la otra mitad de los guiones. Al momento de publicar esto, ya subió la primera página de Boras, su primera serie semanal, que tiene como protagonista a un sacerdote metido en cuestiones sobrenaturales nada bonitas. Y se viene también AlieNación, un thriller de ciencia ficción en el que viene trabajando desde hace tiempo. Ambas con excelentes dibujantes, tengo que aclarar.

Entre todo esto y las series cortas que ya tenemos planeadas, no hay excusa para no anotarse. Suscríbanse a la página de FB de Alquimia Comics, y también agenden el blog del sitio: alquimiacomics.wordpress.com. Obviamente, si tienen una cuenta de Tumblr, pueden ir sumando también las cuentas de cada serie individual, pero no pierdan de vista que se trata de un proyecto conjunto, así que si siguen una sola serie, ¡se van a perder las demás!

De regreso al hogar

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Hace unos días escuchaba esta canción durante un viaje en colectivo y tuve que reprimir mis ganas de cantarla a gritos. Me decía algo en ese momento, y es un poco lo que quería compartir hoy, con algo más de tiempo.

Comenté hace tiempo lo que luego se confirmó, firma de contrato mediante: estoy trabajando en firme para una editorial que va a publicar uno de mis libros. Esto hizo que tuviera que detener la reescritura de una de mis novelas, pero bueno, no se puede todo.

Siendo que me enteré hacia fin de año, con mucho, mucho trabajo encima, tuve que esperar unas semanas para que llegaran unas ansiadas vacaciones. Ahora bien, lo bueno de ser docente es que entre mitad de diciembre (si uno tiene suerte y las autoridades nos ponen las mesas de exámenes bien temprano) y mitad de febrero aproximadamente, es imposible que nos llamen para nada. Vacaciones, que se dicen, pero vacaciones largas.

De manera que hice lo que debía hacer. Planifiqué una ruta y me aboqué a seguirla a toda costa. Trabajando, creo yo, entre tres y cinco horas por día (sin contar los fines de semana y algunos días en los que se cortaba la luz o tenía que detenerme por cuestiones personales), logré atravesar estos objetivos como un cuchillo ardiente, logrando recortar en más o menos dos semanas el plazo. Quiero decir, ahora estoy en donde debería estar dentro de dos semanas. Lo cual es genial, de verdad.

En ese contexto escuché esta canción en el colectivo, un día en el que había salido todo superbien y realmente festejaba por dentro. En realidad, no todo fue fácil, ni divertido. Un capítulo me costó horrores, y otro, más adelante, tampoco resultó sencillo. Pero era el tipo de trabajo que siempre quise hacer: escribir.

Por eso sentía que había estado lejos demasiado tiempo: si bien me había dedicado a la escritura de guiones cortos, había sido un trabajo interrumpido por muchas otras ocupaciones. En estos días pude darme el lujo de, realmente, trabajar en lo que amo: escribir. De día, de noche, de tarde, con sueño, con calor, con hambre. Horas enteras, varias horas seguidas, en un proyecto que amo y que espero vea pronto la luz.

Así que en esas estoy. Ciertamente, no es la primera vez que me encuentro en una situación como esta, porque en otros muchos veranos hice algo similar. Pero hacía tiempo que no lo hacía, y se siente muy bien regresar a algo que solo se me ocurre llamar como hogar.

Y arranca 2016

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"¡A la perinola!" Sí, fue lo primero que dije cuando, hace unos minutos, entré para escribir esta entrada. Realmente, realmente pensaba que no había pasado tanto tiempo desde mi último posteo. Pero igual, ya no me espanto, ya estoy acostumbrado a esto.

Y sí, tampoco me quejo.

Creo que fue por la demanda. Terminé el año trabajando casi tiempo completo en dos escuelas. Cuando digo tiempo completo, digo que tenía ocupadas gran parte de las cinco mañanas hábiles; de hecho, noviembre y diciembre fueron días de mucho trabajo, sobre todo porque el calor era un gran enemigo, además del fastidio de los alumnos (ellos estaban cansados, no es que fastidiaran a propósito) y del propio de los docentes. Pero se soportó. Y creo que hasta se disfrutó, de alguna manera.

Tuve que resignar mucha escritura, pero por suerte lo había podido anticipar y logré escribir una parva de guiones para los siguientes números de la Términus. Trabajo que me dejó bastante satisfecho, aunque ahora llegará la etapa de revisión con editor, la elección de los guiones más acordes y la búsqueda de dibujantes.

En fin, cerré un año muy bueno. No me puedo quejar. Tuve muchas dificultades en las dos escuelas, muchas problemáticas difíciles de resolver y mucho para aprender sobre la marcha, pero logramos (porque ellos pusieron su parte) que todos los alumnos que fueron a rendir en diciembre aprobaran (en una escuela muchos no vinieron; qué se le va a hacer, los veré en unos días en la mesa de febrero). Y por si fuera poco, ya tengo confirmado un reemplazo para arrancar el 2016, algo que nunca me había pasado hasta ahora.

Muchos regalos (sobre todo autorregalos), muchas experiencias de fin de año, mucho para celebrar. Pero ahora se trabaja. El calor se adueña de la pieza, pero se trabaja. Las ideas fluyen y se encajan mientras uno trata de dormir una siesta porque durmió mal a la noche, pero se trabaja.

Los dos fines de semanas ultralargos por las fiestas me cortaron mucho el cronograma. Teniendo en cuenta que terminé de trabajar a mitad de diciembre (gracias, gracias por poner temprano mis mesas, a las dos escuelas, gracias), quise arrancar más rápido con todo lo que tenía para escribir. Pero las compras de Navidad y las obligaciones familiares me detuvieron bastante. Ya pasaron, igual, y pude ponerme a la par del cronograma improvisado que se había armado en mi cabeza.

Se trabaja.

Lo pesado está siendo el concentrarse en una sola cosa. Todavía no quiero confirmarlo pero hay un proyecto importante en proceso; un libro que una editorial desea publicar. Mientras lo reviso, dedicando la mayor parte del tiempo a reescribir, surgen otras ideas. Y ganas de escribirlas. Y a veces, cuando no tengo ganas de seguir con este proyecto, cuando me queda el tener que reescribir, quiero pasar a lo otro, pero no me dejo. Tengo que educarme en el enfoque, en las prioridades, si quiero ser un buen escritor. No puedo demorar las cosas si me las pide un editor. No debo.

Así que en esas andamos. Tratando de no desviarme del camino, mientras en los ratos libres intento leer, acomodar la casa, acomodar mis notas, anotar las ideas que surgen. Y pensar, seguir pensando en más proyectos.

Porque la idea es crecer, seguir creciendo. Ahora la pregunta es: ¿comienzo algo nuevo, antes de cerrar lo viejo? ¿Se puede, se debe? Y eso es lo que me carcome la paciencia, más que las hormigas que se mudaron a mi cocina hace unos meses y no quieren irse.

¿Comienzo algo nuevo, antes de cerrar lo viejo?

10 días en el sube y baja

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Hace ya poco más de una semana empecé con el primer síntoma: dolor de garganta y tos. Pensé que había charlado demasiado con un amigo que hacía mucho tiempo no veía (y en el bar había algo de ruido). Además ese día había tenido muchas horas de clase, por lo que, sumando dos más dos, supuse que era cosa de descansar un poco la voz y nada más.

Sin embargo al día siguiente me desperté completamente congestionado, tanto que la cabeza me latía un poco y no podía respirar.

Fue el comienzo de una serie de días más que complicados.

En una semana con varios feriados pero también con compromisos extras, empecé a experimentar síntomas aleatorios, a veces más graves, a veces casi triviales. Todo el fin de semana estuve escupiendo flema, con malestar en la cabeza y a veces en el cuerpo. El lunes, como estaba mejor, fui a trabajar (por suerte no tenía que dar clase, y en la plenaria uno puede quedarse callado para no forzar la voz). Me sentía bastante bien. El martes, como no tenía que trabajar, descansé, escribí, hice un poco de todo... pero a la tarde comencé a sentirme mal nuevamente (mucha tos) y aunque tenía compromisos, decidí quedarme en casa. Por las dudas.

El miércoles por la mañana empecé bien pero unas horas más tarde tuve que llamar al médico, porque pensé que tenía fiebre y experimentaba un súbido decaimiento. Me diagnostivaron alguna clase de virus; no tenía fiebre y el único síntoma que permanecía era la faringitis. No quedaba más que tratar de descansar y tomar algún medicamento.

Por la tarde me arriesgué a dar mi clase de guión, ya que había pasado gran parte del día en cama y estaba "normal" (es decir, no me dolía mucho la garganta). Era una apuesta arriesgada porque tenía que dar clases el jueves, viernes e incluso el sábado (un curso de ingreso a secundaria). Por suerte, aunque tuve que cancelar la clase del viernes (creo que fue lo mejor, coincidió con otras cuestiones institucionales), pude dar clase el jueves y el sábado, siempre con la duda de cómo me encontraría al día siguiente.

El esquema, desde el martes, era más o menos el mismo: me despertaba bien, pero luego del mediodía empezaba a toser (justo a la hora de la siesta, que no podía dormir), luego seguía desmejorando y tosiendo cada vez más, sin poder hablar o teniendo que hablar poco, hasta que a la noche cuando me acostaba dormía como un bebé, y vuelta a empezar al día siguiente.

Así que, aprovechando los feriados, plenarias y compromisos cancelados (el viernes tuve que dejar de lado dos salidas más o menos importantes), pude escribir. En los primeros cinco días del desastre, terminé varios guiones que quiero publicar en Términus (o al menos elegir un par de entre ellos). En las últimas semanas empecé cuatro, y tres de ellos los terminé en estos días de enfermedad. El tener que estar encerrado me hizo bien, en ese sentido. Además, tuve algunas ideas extras que dejé anotadas en diferentes lugares, tanto para cuentos como para guiones más largos. Y también leí, cuando ya no me daban los ojos, picosos, a causa de los síntomas gripales.

Sin embargo, todo tiene su límite. Si bien el viernes estuve más o menos bien y pude terminar algunas cuestiones de escritura y otros asuntos, el sábado fui a trabajar con un hilo de voluntad, y mientras daba clases me noté sumamente cansado. Así que el resto del sábado lo dediqué al descanso. Pero incluso así, en un momento a la tarde me quedé sin voz, de la nada. Me sentí no solamente cansado, sino molesto, frustrado, agotado. Por suerte mi novia me ayudó a salir de ese estado, porque la verdad es que estaba algo deprimido. No había dormido bien en mucho tiempo y me resultaba extenuante no saber cómo iba a despertar al día siguiente, sobre todo cuando uno tiene ciertos compromisos que cumplir.

Después de todo un día de descanso, llegó el domingo con más descanso pero de nuevo con una congestión galopante y dolor de cabeza. Por suerte, se fueron a la mañana. Mientras escribo esto, sin embargo, sigo tosiendo un poco, me pican los ojos y hace un par de horas que estoy más que cansado. Mi esperanza es que, como dijo la médica que me vio el miércoles, no sea algo que dure más de diez días. Ya se están cumpliendo. Espero que no tarde.

De todas maneras, me quedo con lo positivo: el encierro, como dije, me puso a escribir, y por suerte los momentos de decaimiento más grande no me impidieron terminar esos tres guiones. Mañana, que es feriado, espero poder seguir con otros temas.

La productividad, al palo

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Las cosas se reacomodaron, o mejor dicho, las reacomodé a los golpes, o como pude. Faltan muchas pequeñas cosas de ciertos proyectos personales que no suelo contar aquí en el blog, y eso me sigue quitando algo de tiempo. Septiembre fue y será un mes con muchos días muy ocupados, con reuniones o situaciones fuera de calendario, pero por ahora sigo esquivando las complicaciones e incluso he podido disfrutar el conseguir un nuevo trabajo en una escuela que me parece muy interesante.

Mientras tanto, con todo lo anterior ya acomodado, y con algo de esfuerzo pude hacer más, mucho más. Estoy leyendo más y escribiendo más. Antes solamente leía en la red, había perdido un poco la costumbre de los comics y de los libros. Ahora leo diariamente algún comic, e incluso tengo por ahí dando vuelta un par de libros que espero poder releer pronto.Creo que eso, también, me anima a escribir.

Creo que estoy un poco menos gruñón. Antes me molestaba mucho cuando no podía terminar un guión según lo planeado, o si durante un día no podía escribir nada. Ahora las prisas, y algo que he aprendido, me han quitado esa sensación. Ya no es un torrente, sino un goteo, lo que sale por las manos. Sé que no produzco siempre regularmente lo mismo; sé que tal vez nunca lo haga, sobre todo si así me lo impide el trabajo y otras ocupaciones. Y no está mal. Teniendo dos talleres de guión, por ejemplo, me está sucediendo que no siempre el material que creo para una clase me sirve para la otra, porque los alumnos son diferentes y están en momentos diferentes. Tengo que actualizar los apuntes de hace dos años, o crear otros nuevos que no había pensado escribir. Y eso también le quita tiempo a la escritura, pero ha dejado de ser una carga, es una forma de gozar de esto que para mí es una profesión. Y también, de seguir aprendiendo.

Ahora mismo, a causa de escribir esta entrada y de leer un artículo muy interesante y motivador, estoy perdiendo el poco tiempo que tenía para terminar un guión que se demora. Pero no me preocupa demasiado: ya tengo en la cabeza la solución al dilema que me planteaba. Tarde o temprano lo terminaré. Después de todo, hoy ya terminé otro, y ayer terminé uno más.

Mientras sigan goteando mis manos, no habrá problemas.

Así que ahí estoy. Mientras se dibuja un guión para Términus, escribo dos más; mientras termino otro para la revista Quimera, ya pienso en mejorar y reescribir el que sigue. Queda retomar las novelas para mi editorial digital, Studio Ergo Sum, algo que está ya en la agenda para estos días.

Lo único que lamento un poco es no tener tiempo para jugar rol. Pero eso, supongo, es algo que se puede solucionar con algo más de planificación. Veremos qué sucede.

Atareado con la cosecha

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Esta es una representación visual de lo que realmente
sucedió: no los anotaba en papelitos, pero mi pizarra
tiene tantas borraduras y tachones en estos días...
Es increíble como pasa el tiempo. Sinceramente, se acelera cuando uno tiene mucho para hacer. ¡Y no me quejo! Por primera vez en mucho tiempo, no me quejo.

Después de la Crack Bang Boom 6 (que me gustaría poder comentar aparte en una entrada, como otras veces, además de la RJR 2015) hubo tantas cosas acumuladas que sinceramente no tenía tiempo para nada más. Principalmente cuestiones laborales. Fue un mes de mucho, mucho trabajo, algunas tensiones, y muchas corridas. Por suerte todo salió bien y el mes terminó, por fin, hace unos días. Fue agotador.

Y cuando digo trabajo no hablo solamente de ir a las escuelas. Hablo de que tengo ya dos talleres de guión, los únicos de la ciudad, y por suerte uno sigue bien en pie, y el otro sigue sumando alumnos. Personas con las que me copa mucho trabajar, personas que me dan inspiran para seguir adelante. Espero que el año siga así, sumando personas y experiencias tan útiles y agradables.

Así que con mucho más trabajo docente y dos talleres, quedó poco espacio para los guiones. Sin embargo, de a poco pude ir haciendo un poco de esto y un poco de aquello. Me concentré en eso y por eso demoré unos días más en arrancar de nuevo con los blogs. Recién hoy, terminando la semana, puedo sentarme con la suficiente tranquilidad y tiempo como para no engañarlos con una entrada improsivada, de esas que no me gustan.

Quiero disfrutar los blogs: que no sean una carga, sino un placer.

Y creo que esa ha sido la mayor experiencia de estas semanas, en las que hubo mucho ir de acá para allá, muchos errores de último momento, muchos parches, muchas cosas buenas y muchos éxitos. Dicen que sarna con gusto no pica; pero también, hay sarnas y sarnas. Y por suerte, en la vida uno puede elegir la mayoría; a lo sumo tendrá que soportar el trabajo, el inevitable trabajo que puede no gustarnos pero que hacemos porque nos permite llevar comida a la mesa, libros y comics a las bibliotecas y coleccionables a las estanterías. Pero casi todo lo demás, se puede elegir.

Es lo que hice en estos días: elegir la sarna. Dejar atrás lo malo, lo que molesta, lo que nos come un poco la vida; soportarlo solo si no podemos evitarlo. A lo demás, sacarle el jugo, y comerse también la pulpa.

Como digo, en estos días no he podido escribir mucho, pero disfruté tremendamente del proceso, incluso cuando a veces descubro que ciertos guiones no me están llevando a ninguna parte y que debo dejarlos descansar un tiempo. ¡Tengo demasiadas ideas como para ponerme en quisquilloso!

Sigue faltando el tiempo, pero no vale la pena preocuparse por ello. Y así fue que esa pila de cositas para hacer fue (y sigue) bajando. Algunas tienen que esperar, pero eso es todo.

Preparando motores

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Cada tipo de trabajo tiene sus cosas. Para algunos, la mitad del año la dividen las vacaciones de invierno, a principios de julio. Para mí, y para muchos relacionados al campo del comic, la mitad del año está en agosto, cuando llega la convención Crack Bang Boom.

Así que allá estamos yendo. El viernes buscamos en la imprenta el último número de la Revista Términus. Quedó genial, en todo sentido, con una tapa hermosa y muchas historias copadas, entre ellas una con guión mío y dibujos del que para mí es uno de los mejores dibujantes de Rosario, sino del país. Así que estoy más que orgulloso del resultado.

Además, como ya mencioné antes, hay varios proyectos que se están formando y que pueden confirmarse en esas fechas. Hice citas con MUCHAS personas, desde amigos hasta dibujantes conocidos, editores, en fin, creo que me voy a quedar sin voz y muy maltrecho. Por suerte el lunes es feriado y no tengo que trabajar, que si no...

La verdad, es algo que espero con mucha anticipación, pero también, con la experiencia que da el tiempo, sé que hay que volar sin plan fijo. No voy a poder hacer todo, ni hablar con todos, ni escuchar todo... Se hará lo que se pueda, y con eso estoy confiado.

Bueno, nada más por ahora. Tengo mucho que escribir, ordenar, planificar, repasar, descansar. Los dejo, más adelante veré qué puedo decirles. Pero no dejen de seguir el blog, que habrá novedades.