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Cerrando 2020

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Me tenía que colgar de nuevo!! Y dejar el blog medio abandonado... pero la verdad es que, nuevamente, y para bien, estuve bastante ocupado con cosas positivas.

Cierro un año raro, complejo pero muy próspero en escritura. La verdad es que no me puedo quejar.

En primer lugar, pude relanzar mi editorial digital, la cual les invito a que visiten en su página de FB: Studio Ergo Sum. Eso implicó revisar muchos, muchos cuentos para darle algunos retoques, escribir seis cuentos más para dar cierre a tres antologías, y por si fuera poco, releer y corregir dos novelas (una corta, otra mucho más larga y compleja), para desarrollar material nuevo para el año que viene. Así pude cerrar un círculo iniciado hace como cinco años, ya que estos proyectos estaban casi casi terminados, en letargo, pero por diferentes cuestiones nunca lograba terminarlos.

Por si fuera poco, participé en un concurso literario con una de estas antologías, hice cuatro guiones cortos para enviar proyectos a una editorial extranjera, publiqué en otras dos (todavía no quiero decir mucho) y organicé varios otros proyectos para el año que viene. Estoy participando en una clínica sobre cómo insertarme en otros mercados internacionales... Y bueno, quedaron también varios experimentos fallidos, como siempre, ya fueran cuentos o guiones que no terminé porque no me cerraron, pero que me permitieron aprender otras cosas.

Y por si fuera poco, terminé una novela gráfica de 128 páginas titulada "0G"; también un proyecto que hace tiempo tenía relegado, a medio hacer, todavía rodeado de andamios, pero que pude cerrar con excelentes resultados, me parece.

¿Ya dije que no me puedo quejar?

Tomé a este 2020 como un año para sembrar, cuando vi que lo que pasaba no era algo que se fuera a ir rápidamente. Así que sembré, sembré y sembré. Ya se van viendo algunos frutos. Espero que tanto para mí, como para ustedes, 2021 sea un año que traiga una cosecha enorme, hermosa. ¡Salud!

Afilando las lanzas

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Cuando escribí la entrada anterior, hace ya casi justo un mes, recién había comenzado en Argentina la cuarentena obligatoria a causa de la pandemia que asola a todo el mundo.

Una semana en la que hice de todo. Como muchas otras personas, en casa acomodamos y tiramos muchas cosas (salió en las noticias el aumento de la basura), ordenamos, limpiamos... Lo que pasó ese día me enseñó a relajarme, a darme cuenta de que esto iba a durar mucho, y que no tenía sentido apresurar todo, porque justamente, ahora el tiempo era lo que más abundaba. Entonces llegó un momento en el que tuvimos que cambiar la rutina, porque ya no había cosas evidentes para hacer.

En mi caso, ese cambio de la rutina vino de la mano de la escritura, como siempre.

Ya comenté en muchas entradas anteriores cómo estuve algo bloqueado el año pasado, en parte debido a que muchos de mis proyectos no tenían fecha cierta de salida y, lamentablemente, esa fecha se alejaba cada vez más. El surgimiento de la pandemia, básicamente, le arruinó los planes a todas las personas del mundo (a algunas más que a otras), y la editorial no fue la excepción, lo cual nos obligó a retrasar más otros proyectos que teníamos en la recta final.

Hay cosas que evidentemente no van a darse, no como uno las quería.

Así que, si bien hubo algunos parates, la escritura estuvo siempre presente en este mes. Hubo una semana en la que de pronto se terminó el combustible y dejé colgada una corrección a mitad de camino. En esos días un arranque de espontaneidad me llegó a romper la rutina cotidiana (ahora todos los días son domingos) y desechar todas las estructuras armadas. Esa semana me dediqué a hacer cosas totalmente diferentes, entre limpiar y acomodar cosas en las que no había reparado antes, seguir construyendo mi canal de Youtube y otros proyectos personales no relacionados. Pero luego de ese período (que no fue negativo, sino vigorizante, de hecho), regresó la escritura diaria.

El principal proyecto en el que me puse a trabajar fue la corrección final de mi última novela gráfica, en la que vengo trabajando intermitentemente desde hace varios años (ya perdí la cuenta exacta). Tuvo tantas iteraciones (calculo que la primera tiene unos 10 años), intentos, borradores y reinicios que es, tal vez, el proyecto que más me ha tomado completar hasta ahora en cuanto a tiempo (otros han requerido más trabajo de escritura y reescritura pero en un plazo más acotado).

Me da mucha alegría poder contar que ya no tengo ninguna página para corregir ni agregar: las 120 están terminadas y pulidas. Así que el haber de ese proyecto está en 0.

Lamentablemente, como ya comenté, la cuarentena obligatoria se llevó por delante muchos planes. Todos los eventos de historieta del país ya han sido cancelados o pospuestos indefinidamente, y suponemos que este año no tendremos ninguno. Esto hace que la publicación en todas las editoriales de comics no solo se detenga, sino que los títulos de este año se pospongan para el siguiente, con lo cual la cola de publicación nacional retrocede un año o tal vez más. Eso hace inviable el que ciertos proyectos propios puedan avanzar, incluso ya con dibujantes confirmados y trabajando.

¿Me desanimó? La verdad es que, teniendo en cuenta todo, para nada. Necesito escribir. Esa es la cuestión, y este es el mejor momento. Conversando con escritores, guionistas y dibujantes, todos más o menos están haciendo lo mismo. Obviamente, no es lo ideal, pero si solo hay limones, se hace limonada.

De todas maneras, la realidad es que no tiene mucho sentido tomar con prioridad algo que va a moverse tan lentamente. Tengo proyectos para publicación en papel suficientes para dos años, más o menos; algunos casi terminados, otros a la espera de comenzar a ser dibujados, otros con guiones a punto de ser terminados... Puedo apretar el acelerador en casi todos, cuando yo quiera, porque ya sé lo que quiero escribir: lo más difícil ya está hecho, que es descifrar la historia.

De manera que decidí recurrir a otras opciones, y retomar la publicación digital de otros proyectos, que si bien habían avanzado muy lentamente en estos últimos meses, y dando tumbos, habían sido mucho menos promocionados.

Los días siguientes me encontrarán puliendo y afilando armas que tenía guardadas hace tiempo. Me voy a abrir paso como sea. Acero no me falta.

2019, un año de despegues

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No hice un cierre de año aquí debido en parte a que estaba reconfigurando muchas cosas y bueno, a que se me pasó. Por suerte pude terminarlo con algo de escritura, comenzando a repuntar las situaciones laborales y personales que me quitaban inspiración o no me dejaban hacer lo que quería.

Uso la metáfora del despegue porque siempre me sirve. Hay años en donde uno está en vuelo, va más o menos rápido, pero también años en donde uno tiene que aterrizar (o se estrella, con mejores o peores resultados). Así mismo hay años en donde la cosa repunta.

2019 fue sin lugar a dudas un año de despegue. Tuve más trabajo docente, pude volver a publicar (en 2018 no se pudo), y en definitiva se dieron muchas cosas buenas. Mejor sueldo, más tranquilidad económica, cambio de aire en muchas actividades... Después de 2018, año en el cual las tormentas me hicieron aterrizar de emergencia varias veces (y en algún momento me estrellé, incluso), el 19 me permitió ganar nuevos aires.

Con Alquimia Comics publicamos el primer número de Los Prodigios, con guiones míos, rescatando un personaje creado por mí hace rato largo en el blog Cuna de Héroes. Abrimos de esa manera un nuevo universo de superhéroes para la editorial, un proyecto muy ambicioso en el que seguimos trabajando, alternando autores. Irónicamente, la primera historia larga que había pensado para Áurea se llamaba "Despegue"... Y es que ella está abriendo una nueva etapa en mi vida profesional, de varias maneras.

A nivel personal me trajo a un hermoso ser a mi vida, del que hablaré más adelante, y que me hizo experimentar tantas cosas buenas y lindas que no dejo de agradecérselas: un hermoso perrito llamado Maxi. Hacía rato largo que no tenía mascotas, y ahora me tocó cuidarla de una manera especial.

Los aterrizajes de emergencia del 2018 me quitaron algunas cosas, y eso me cambió el ritmo de actividades, pero ey, era inevitable... Y por algo pasaron. Los espacios perdidos me ayudaron a compensar los ganados, y viceversa.

De manera que fue también un año de contrastes. Ya comenté acá mi falta de escritura, los proyectos demorados... la situación económica no ayudó a editar cómodamente, si bien todo salió bien, fue gracias a un enorme esfuerzo de mis socios y mío. No fue un año común, bajo ninguna óptica, con tanta inflación, incertidumbre con los proyectos personales y laborales, pero el balance fue muy positivo. Lo que no se pudo no se pudo y ahora estoy viendo cómo había cosas que debían cerrarse y se cierran naturalmente.

La fundamental, para mí, fue que después de tanta sequía de ideas, hacia noviembre y principalmente en diciembre pude volver a escribir, terminar cuentos, escribir pequeños guiones breves, tomar contacto con nuevos dibujantes para proyectos que ya veremos...

Así que calculo que 2020 será un año en donde ya superaremos V1 y despegaremos efectivamente hacia cielos brillantes.

Todos los pronósticos me dicen eso, y esperemos que no se equivoquen.

Girando en la rueda

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Tengo vacaciones y, en estos días, a veces caminaba por las paredes.

Bueno, parecerá exagerado, pero aunque solo fueron algunos ratos, la ansiedad me comía por dentro. Tengo dos semanas de receso escolar por el invierno, no tengo trabajo atrasado... de hecho, NADA QUE HACER. Ya terminé todo: correcciones de trabajos y pruebas, lo administrativo, los guiones... Incluso terminé el último cuento de mi antología de ciencia ficción, ese que comenté en mi última entrada. Lo cerré hace un par de semanas, muy contento por el proceso y el resultado.
Pero la ansiedad me come. La ansiedad por hacer ALGO.

Lo cierto es que no me puedo quejar: pronto se publicará otro comic con guiones míos en Alquimia Comics (uno que disfruté mucho escribiendo, ya lo comentaré), terminé otra antología, ya tengo asegurado otro comic para el año que viene... Y sin embargo, una parte mía sigue mirando el vaso medio vacío. Ese comic que es para el año que viene se suponía que era para este año, y tuvo que ser pospuesto. La antología no la leerá... ¿nadie?; tengo que ponerme a editarla y a venderla y promoverla, y ya estoy algo cansado de eso. No es lo que más me interesa hacer, y no sé si sé hacerlo bien.

Quiero seguir activo, enganchado con la creación, pero me está desanimando mucho la falta de espacios de publicación y la caída de ciertos proyectos, y la inaccesibilidad de algunos dibujantes, con los que quiero trabajar desde hace tiempo pero nunca se puede concretar nada (no por culpa de ellos ni mía, ojo).

Tengo una novela gráfica a medio terminar, pero después de chocar varias veces con la misma parte, la dejé descansar, porque no sé si la estoy llevando hacia buen puerto y no tengo a nadie con quien conversarlo, ni dibujante ni editor.

Tengo un guión completo de otra novela gráfica entregado a un dibujante y ninguna seguridad de si podrá comenzar a dibujarlo.

Como dije antes, mi antología de ciencia ficción requiere trabajo de edición y promoción... e incluso así posiblemente muy pocas personas lean mis cuentos.

Tengo además un juego de rol, Aerith, ya terminado y listo para ser probado, pero sin jugadores. Es cierto, no los busqué todavía, pero cuando terminé la versión anterior de este juego y la hice disponible para recibir críticas, casi nadie dijo nada y todos los intentos que realicé para encontrar grupo de juego terminaron en silencio: los que primero se presentaron como voluntarios luego desaparecieron.

Sé que hay que seguir adelante, pero resulta un poco descorazonador a veces.

Parece que estuviera sufriendo, ¿no? Bueno, no me siento así, sino más bien algo angustiado, contrariado. Son cosas que pasan, a veces diversas cuestiones se suman y todo es un poco más difícil de sobrellevar. La cuestión es que, con las vacaciones enfrente, de pronto no quiero "perder" el tiempo leyendo y viendo videos, descansando y viendo películas, teniendo ratos para cuestiones personales y esos pequeños disfrutes tan importantes. De pronto quiero encerrarme para escribir y crear y hacer todas esas cosas... pero me encuentro con que no tengo proyectos, o estos están anclados. Y entonces es un falso dilema.

Esa es la cuestión. Quiero que las cosas avancen, pero de pronto me encuentro con varios escollos a la vez, y quiero sacarlos del camino todos al mismo tiempo. Y no se puede.

En ese sentido, no viene mal parar un poco, descansar, examinar las cosas bajo otra perspectiva y encontrar otro tipo de soluciones y propuestas. Tal vez esa sea la solución: dejar de girar y dejar que las cosas giren por su cuenta, si tienen que girar, y sino, que se queden quietas.

Después de todo, son dos semanas solamente. Puedo volver a subir cuando quiera.



Cosas que hacer versus cosas que hacer

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Escribo más para no perder la costumbre que para contar algo nuevo.

Como otras veces, de pronto llega el trabajo y no puedo seguir con algunas cosas. Principalmente, con demorada reescritura del último cuento de mi antología de ciencia ficción. Está ahí esperándome, el manuscrito lleno de tachones y correcciones, pero a mitad de camino, dormido.

Por suerte no se ríe.


Creo que me entiende, y yo ahora me entiendo mejor. Como comenté ya, vengo de unos meses en donde terminé cosas interesantes y no encontré en el depósito nada que me interesara lo suficiente como para meterle fuego a la fragua.

Tengo varios proyectos que me gustan... pero no les encuentro el enfoque adecuado. Eso me está molestando un poco, como esas picazones que no se van, y vuelven...

En fin, que hoy tenía que seguir con el cuento, pero no puedo. El trabajo se llevó gran parte del tiempo y el resto me queda para que la mente vague y descanse un poco. A veces escribir no es algo que salga tan natural: hay días y momentos en donde cuesta un poco más, y eso no tiene nada de malo, pero la semana ha sido agotadora, y quiero relajar un poco esta cabeza.

Después de todo, nadie me corre. Los compromisos editoriales están listos desde hace meses y solo queda encontrarle el enfoque a esos proyectos, que ya van arrancando... ya van arrancando...

Y viene la temporada de lluvias y de frío. Hoy se largó el chaparrón. Ideal para quedarse en casa y escribir, o en la cama, y pensar.

Saliendo a navegar de nuevo

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En una entrada anterior comenté que estaba algo asustado. Por suerte, no fue para tanto.

El otro día me senté a corregir parte de un cuento y terminar de escribirlo. Hace meses, me había empantanado, pero MAL, en una parte.Pensé que no servía nada, que habría que tirarlo y empezar de nuevo, o peor, tomar otra idea y descartar esta.

Pero por suerte, no fue así.

Al releerlo en el colectivo y marcar algunos errores de tipeo, y alguna que otra cosa para mejorar la narrativa y la comprensión (había un par de frases demasiado largas), me di cuenta de que no había que hacer cirugía.

Lo mejor, sin embargo, fue cuando un día después me puse a reescribir esto y continuar donde había dejado. Las palabras volvieron a salir como si siempre hubieran estado ahí. La verdad, fue una sensación muy hermosa, y quiero mantenerla. Me dediqué una hora corrida a eso (solo a escribir material nuevo) y en poco tiempo tenía dos páginas más.

Este año voy a tener menos tiempo libre, debido a que tengo más trabajo y mantengo algunas actividades, pero los jueves y viernes, como mínimo, serán días de escritura. Nuevos métodos (como la música synthwave en Youtube), nuevos horarios y como único objetivo, terminar una de las antologías de cuentos que hace rato tengo amarradas en los archivos.

No sé si las termino a las tres, pero a esta seguro que sí.


No te vayas, que ya llego

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Temo estar perdiendo algo, algo valioso. Y es la capacidad para escribir prosa.

Hace tiempo, cuando era chico y empecé a escribir, lo primero fueron algunas pobres poesías. De hecho, lo primero que me valió algún tipo de reconocimiento fue una poesía, si mal no recuerdo, que una maestra alabó en primaria. Todavía conservo algunos cuadernos y anotaciones de esa época y de varios años después. Seguramente son malas, pero son mías y eso basta.

Sin embargo, con el tiempo la poesía se fue yendo de mi sistema. No sé realmente por qué, aunque creo que se dio durante la secundaria, aunque cuando estaba terminándola, en un taller de literatura (que continué cuando ya la había terminado) recuerdo haber escrito un poco. Pero esos fueron años de leer mucho, de inventar mundos y personajes y jugar rol, y de intentar algunos cuentos crudos, que ahora no tengo.

Así que durante la universidad, todo fue prosa. Bueno, al principio no hubo nada, pero hacia el final del cursado varios artículos que publiqué (además de mi tesis) fueron muy alabados y creo que eso me terminó de hacer a la idea de que lo mío era escribir. Así que por esa época, cuando terminé de cursar (y por un tiempo tuve mucho tiempo libre, al tener trabajos de medio tiempo o ninguno) me puse a escribir. Cuentos y novelas, a lo loco. Algunas todavía esperan la revisión definitiva, algunas ya listas.

Pero luego, más o menos en esa época, llegaron de nuevo las historietas y empecé a investigar cómo hacer comics. Y eso siguió y siguió. Y sigue.

¿Qué pasó en el camino? Descubrí que la escritura de prosa es un camino solitario, y que la comunión con una persona que dibuja tus ideas es hermosa. Pero también, y creo que este es el punto principal, que es más fácil publicar y vender comics que cuentos y novelas.

En el proceso pasó también algo adicional: dejé de leer tanta literatura y mi biblioteca y mis horas de lectura se llenaron de comics. Fue algo que vi recién después de un tiempo, pero que creo es fundamental. Ahora tengo como media docena de libros de comics para leer, siempre, sobre todo porque sigo un par de colecciones y porque en algunos eventos termino comprando algo nuevo. Sin embargo, de los libros de literatura que he comprado (pocos) solo he leído algunos y otros esperan sin siquiera haber sido abiertos, a pesar de que son de autores que amo.

Me estoy convirtiendo en un monstruo.

Creo que uno escribe lo que lee, y ahí está parte del problema. Durante estos años, por otra parte, lo mucho que pude escribir (guiones) terminó siendo publicado, visto, reseñado, criticado, alabado... mientras que lo que ya tenía escrito (novelas y cuentos) fue visto por muy pocas personas, y nunca publicado digital ni físicamente. A eso se suma que tengo un par de novelas en revisión que no toco desde hace AÑOS... y que bien podrían ser leídas si las terminara.

¿Por qué me preocupa esto? Ciertamente, no me preocupó demasiado el dejar atrás la poesía. Era algo para mí, algo en lo que sentía que no era muy bueno, y que se fue de manera natural. Una fase en mi historia creativa, podemos decir. Como una piel seca que se saca y ya.

Pero ahora los proyectos de historieta se demoran. Hay un par demorados por cuestiones de dibujo, y otro proyecto en el que trabajo de a ratos, pero que viene complicado porque es mucho más largo. Y de pronto vienen ideas para cuentos, y recuerdo las novelas... y el último cuento que intenté, quedó por la mitad. Algo no me cuadra... y por eso temo estar perdiendo algo que amo, algo que sí me interesa. Algo que no quiero dejar atrás.

Así que la misión de estos días es ponerse, ponerse, ponerse. Como siempre. Algo va a salir. Me falta solo un cuento para terminar una antología que armo desde hace años. Y después se me ocurrió armar otra, más pequeña, como para continuar con algo más accesible.

Y después no sé. Pero hay que seguir respirando. Quiero decir, escribiendo.

Trabajaciones de invierno 2016 (y II)

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Así que, ¿en qué estuve trabajando todos estos días? ¿Y donde está mi dinero?

En primer lugar, mi prioridad era terminar de corregir cierto libro que cierta editorial quiere publicar. Libro que no tiene una fecha fija de publicación pero que quiero enviar a la imprenta lo más pronto posible, porque hace años que trabajo en el mismo y ya ha crecido más de la cuenta, es más que adulto y, espero, sabrá defenderse solo. Quiero ocuparme de otros de sus hermanos.

Pero la lista era larga, desde reparar unas zapatillas (sí, también soy aprendiz de zapatero) hasta terminar de armar una repisa que yo mismo diseñé (y que me di muchas satisfacciones, hasta ahora, porque me despeja mucho la mente crear ese tipo de cosas). En el medio había también cuestiones relacionadas a la docencia, como planificar clases y trabajos prácticos, ordenar la pieza, como ya comenté, y alguna que otra cosita más.

Pero lo que más me emocionaba, lejos, era lo relacionado a los comics. Eso no quiere decir que no haya disfrutado escribir y revisar los últimos capítulos del libro (sobre el que hablaré más adelante). Lo que sucede es que ya todos los comiqueros de Argentina olemos la proximidad de la Crack Bang Boom 7, y eso pesa. Este año, por partida doble.










Actualmente, ocho de mis doce tareas de Hércules están terminadas. Dos, espero, terminarán en estos días que vienen (no eran tan urgentes, como la estantería, de la que solo quedan detalles). Las otras dos quedarán para estas semanas, porque otra no quedó. Y no tengo nada que lamentar.

Trabajaciones de invierno 2016 (I)

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La imagen es solo ilustrativa: no fui a una playa,
no tengo barba ni reposera. Ni dinero para comprarla.
Las llamé así, trabajaciones, porque en estas dos semanas de descanso invernal que me otorga el calendario escolar tenía que hacer mucho. Y me resultó difícil, al principio, equilibrar el descanso con estas obligaciones.

Digo esto después de pasar tres horas seguidas sentado frente a la computadora, escribiendo o leyendo (para investigación). Solamente me tomé unos pocos minutos para reordenar el cajón de uno de mi escritorio: una de las tareas indeseadas de estos días fue la limpieza general y el reordenamiento de mi habitación, que necesitaba bastante trabajo.

Doce eran las tareas principales, como las de Hércules, que me anoté para no olvidar; doce las que debía superar. Hasta ahora, de la lista solo puedo tachar completamente cuatro, aunque avancé casi hasta finalizar tres más. Hay dos (ambas importantes) que ni comencé, y otras dos o tres que tengo bastante avanzadas. Recién terminé una, con mucho esfuerzo y cansancio mental; ¿podré con alguna más, hoy?

La verdad es que soy ansioso y también una persona que gusta de cumplir compromisos, siempre que sean razonables. Y me pareció razonable hacer todo esto en dos semanas. Lamentablemente surgieron cuestiones inesperadas (por ejemplo, cosas que no había planeado tener que hacer, o que se demoraron más de la cuenta). Pero también surgió la conciencia de que eran vacaciones, después de todo. No tiene sentido volverse loco por ciertos temas. Sobre todo cuando uno de mis mejores amigos está demostrándome en primera persona que, por preocuparse demasiado, uno puede tener serios problemas de salud.

Así que después de algunos días apresurados, la primera semana, decidí bajar un cambio y seguir con la inercia, sin acelerar a fondo. Seguí levantándome todos los días temprano, pero no me sentí culpable cuando el frío ("de cagarse", como decimos aquí) me dejaba media hora más en la cama, o cuando quería dormir un poco más de siesta.

De esta manera afronté la segunda semana y pude avanzar mucho sin quemarme la cabeza. Ahora queda, técnicamente, un día y medio de trabajaciones, así que mentalmente la cosa quema un poco. Pero no demasiado.

¿Qué estuve haciendo? Bueno, se me terminó el tiempo, así que se los contaré en la segunda parte, dentro de unos días.

Un nuevo proyecto en marcha: Alquimia Comics

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Bueno bueno, esto es algo embarazoso. Otro blog más que actualizo una sola vez al mes. Hay mucho para hacer pero no es excusa.

La cuestión es que, como pensaba, meterme en tantos proyectos a la vez tiene su costo, y una de las cosas que uno tiene que pagar son los olvidos, descuidos y pequeños deslices que uno comete porque está pensando en mil cosas a la vez... y como siempre digo, algo se nos cae de la mano cuando hacemos malabares con demasiados proyectos.

Debería haber anunciado que tenía este proyecto entre manos hace mucho, mucho tiempo, cuando empezó a formarse, en febrero. Pero no lo hice porque... se me olvidó. Muchas cosas importantes pasaron y ahora tengo que anunciarlo cuando ya arrancó, lo cual es, como ya dije, algo embarazoso.

Pero si tenía tantos proyectos que ya me dejaban sin tiempo, ¿por qué empezar uno nuevo? Porque es interesante, porque es desafiante, porque me permite expresarme y hacer justamente lo que quiero desde hace ya casi 10 años: crear y publicar comics.

Alquimia Comics tiene un origen un poco similar a la Revista Términus, de la que también fui co-fundador. Básicamente tuve la idea, y cuando pensaba en cómo llevarla a cabo, terminé encontrándome con alguien más que, al mismo tiempo, había tenido una idea muy similar. Dejar sola a esa persona con sus ideas y no sumarle las mías, o cortarme por mi cuenta, hubiera sido un error absurdo, así que no valía la pena esperar "mejores tiempos". El mejor momento, cuando uno tiene ese tipo de ideas, es ahora mismo.

En este caso, esa otra persona fue Federico Sartori, mi primer alumno en mi taller de guión (en esa época, 2013, solamente había uno). Además del primero, fue también el único alumno que tuve ese año, lo cual siempre me habló de su dedicación a la causa de los comics y de su confianza y lealtad. No por nada nos hemos hecho amigos, y este proyecto nos ha ayudado a conocernos más y a trabajar en conjunto con la misma meta: hacer y publicar comics.

Pero bueno, ¿qué es Alquimia Comics? Es un blog en el que ya comenzamos a publicar series semanales e historias cortas en formato historieta, con amplitud de géneros y temáticas. La idea es hacer comics para todos, no solamente para "entendidos", nerds, freaks o como quieran llamarlo. La meta es ayudar a expandir el alcance que tienen los comics en la sociedad en general, generando historias nuevas, diferentes, que no caigan en los tópicos de siempre y que permitan que cualquiera pueda asomarse a este arte tan maravilloso.

Las series semanales se publicarán a razón de una página por semana, siempre en el mismo día, mientras que las historias cortas (de cuatro a 8 páginas, generalmente) se publican completas y quedan guardadas en el blog para que se las pueda ver en cualquier momento. Las series semanales se van publicando en diferentes cuentas de Tumblr, todas bajo la bandera de Alquimia Comics, pero separadas para que su lectura sea más directa y sin confusiones. Así, por ejemplo, "La Logia Gris", guionada por mí y dibujada por Pablo De Bonis, se publica todo los lunes. Ya están publicadas dos páginas (en unos días estará la tercera), así que engánchense ahora!


La Logia Gris es una serie ambientada en Rosario y está muy relacionada con distintas experiencias que he tenido y tengo con la arquitectura de esta ciudad que tanto quiero. En esta historia se mezclan cuestiones reales con detalles fantásticos, personajes que buscan su pasado y su futuro en una ciudad que no deja de cambiar y de perder su memoria, encarnada esta en sus edificios, sus plazas, sus calles y monumentos. Por eso era importante que la dibujara un rosarino, pero también un rosarino que supiera plasmar detalles arquitectónicos, perspectivas y todo lo relacionado a este arte tan hermoso. Pablo De Bonis afortunadamente no solo reúne esas dos condiciones sino que le suma además una pasión enorme por lo que hace y un manejo muy bueno de encuadres y de diseño de personajes, que ya se está dejando ver en estas primeras páginas.

Alquimia Comics me da el espacio para narrar historias que, sinceramente, no sé si interesarían a ciertos editores. Historias como La Logia Gris, que tiene muchas referencias a Rosario y es también una búsqueda personal, en cierta forma. Pero también me da espacio para resucitar proyectos que por un tiempo parecieron muertos, y un ejemplo de esto es Silver Sigma, una serie de ciencia ficción y aventuras que quedó perdida, por un tiempo, en la carpeta de "proyectos suspendidos". Ahora, de la mano del mendocino Sergio Tarquini (con quien ya he colaborado muchas veces en la Revista Términus) puedo sacarlo de este estado de letargo y ponerme a escribir una serie larga de uno de mis géneros favoritos: "la ciencia ficción medio space-opera con detalles de crítica social". No me digan que nunca habían escuchado de ese género porque...


Hasta acá, lo que les puedo mostrar del proyecto. Para más teasers, vayan
a la página de Alquimia Comics y denle like, así podrán
ir viendo los que se publiquen en el futuro.
Con Silver Sigma vuelvo a darme el lujo de trabajar con Sergio, alguien que dibuja muy bien mis guiones y que tiene una hermosa manera de presentar a los personajes, diseñarlos y entenderlos. Justo estaba interesado en hacer ciencia ficción, así que fue el proyecto perfecto para ambos. Silver Sigma comenzará a publicarse más adelante, y es la segunda de las series semanales de las que estaré a cargo. Entremedio, también, se irán publicando historias cortas, como por ejemplo la que hice para Términus, también con Sergio Tarquini, titulada "Señales del destino".

Desde ya que no soy el único que va a escribir aquí. Como ya comenté antes, Federico estará encargado de la otra mitad de los guiones. Al momento de publicar esto, ya subió la primera página de Boras, su primera serie semanal, que tiene como protagonista a un sacerdote metido en cuestiones sobrenaturales nada bonitas. Y se viene también AlieNación, un thriller de ciencia ficción en el que viene trabajando desde hace tiempo. Ambas con excelentes dibujantes, tengo que aclarar.

Entre todo esto y las series cortas que ya tenemos planeadas, no hay excusa para no anotarse. Suscríbanse a la página de FB de Alquimia Comics, y también agenden el blog del sitio: alquimiacomics.wordpress.com. Obviamente, si tienen una cuenta de Tumblr, pueden ir sumando también las cuentas de cada serie individual, pero no pierdan de vista que se trata de un proyecto conjunto, así que si siguen una sola serie, ¡se van a perder las demás!

Extranjería

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Mi patria es la escritura. Desde el lunes estoy como fuera de casa. Soy un extranjero.

Cierto, no fui expulsado. Me tuve que ir de viaje, porque hasta ahora esa patria no me da todo lo suficiente para subsistir. Tengo que cruzar de frontera para ir a mis otros trabajos. Y hay días en los que esos trabajos, aunque generalmente interesantes y bonitos, duelen, o saben a cenizas. Hubo varios, recientemente. Tal vez eso refuerza la sensación de extranjería.

El año empezó mucho más fuerte de lo pensado. Mucho, mucho trabajo. Mucho cruzar la frontera, todos los días. Y si bien le agarré el ritmo, también hubo momentos no tan fáciles de sacudir. Y muchos, muchos viajes diarios, y cansancio, y mal sueño, y poco sueño, y algo de fastidio.

Debería estar escribiendo. Incluso ahora mismo, debería estar revisando un libro, corrigiendo, reescribiendo. Desistí; tengo medio cerebro encendido y la otra mitad disperso por mil proyectos.

Debería estar guionando. No uno, sino tres guiones. Uno muy breve pero también muy urgente; los otros dos no tanto, pero más largo. Y también buscando otras alternativas. Y también viendo cómo expandir otras iniciativas, como mis talleres de guión. Mientras voy construyendo, con un amigo, un sitio, mientras mantengo los blogs, mientras...

Mientras escribo esto leo, al mismo tiempo, artículos de diarios. Y no es procrastinación. Es la necesidad de atender a un poco de todo: el despejar la mente, el ordenar archivos o papeles, el anotarme las cosas importantes para hacer (las que no vale la pena olvidar), el mandar mensajes que involucran a alguno de los cinco proyectos de comics o de escritura en los que estoy metido para este año, el leer algo para informarme y algo para inspirarme, el preparar material para la docencia, el atender cuestiones familiares... Ya ni tiempo tengo para visitar amistades o familia, y aunque todas las semanas desocupo cosas de la lista, sigue habiendo ahí cosas para hacer.

Y la escritura sigue lejos, detrás de la frontera.

Desde hace semanas, escribo solamente dos días a la semana: lunes y viernes, con algunas esporádicas rachas los martes y los jueves, por la tarde, cuando los ratos sueltos no se ocupan con otras cosas. Además, las mañanas son las que realmente rinden, y de esas solamente tengo las dos ya mencionadas en primer lugar. Por la tarde y sobre todo por la noche, el cansancio me baja los ojos o me satura la mente. Demasiadas cosas para hacer.

Y los guiones sin escribir, y los textos sin revisar.

Es algo contra lo que ya luchaba, pero ahora amplificado. Demasiados proyectos, demasiados caminos para ir saltando de uno a otro. Pero son caminos que yo construir, no se pueden dinamitar. No son imposiciones. Son necesidades. Sería menos yo si los abandonara. Otra no queda, más que apretar el acelerador cuando se pueda.

Así que no, hoy no voy a escribir un guión, ni a revisar un libro. No me da el cerebro para eso; de hecho son las 23 y ya me duermo. Pero si alcanza para esta entrada, me puedo considerar satisfecho. Quiere decir que el pago en cuotas sigue funcionando.

Mañana será otro día. Y hay una cosa menos en la lista.

De regreso al hogar

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Hace unos días escuchaba esta canción durante un viaje en colectivo y tuve que reprimir mis ganas de cantarla a gritos. Me decía algo en ese momento, y es un poco lo que quería compartir hoy, con algo más de tiempo.

Comenté hace tiempo lo que luego se confirmó, firma de contrato mediante: estoy trabajando en firme para una editorial que va a publicar uno de mis libros. Esto hizo que tuviera que detener la reescritura de una de mis novelas, pero bueno, no se puede todo.

Siendo que me enteré hacia fin de año, con mucho, mucho trabajo encima, tuve que esperar unas semanas para que llegaran unas ansiadas vacaciones. Ahora bien, lo bueno de ser docente es que entre mitad de diciembre (si uno tiene suerte y las autoridades nos ponen las mesas de exámenes bien temprano) y mitad de febrero aproximadamente, es imposible que nos llamen para nada. Vacaciones, que se dicen, pero vacaciones largas.

De manera que hice lo que debía hacer. Planifiqué una ruta y me aboqué a seguirla a toda costa. Trabajando, creo yo, entre tres y cinco horas por día (sin contar los fines de semana y algunos días en los que se cortaba la luz o tenía que detenerme por cuestiones personales), logré atravesar estos objetivos como un cuchillo ardiente, logrando recortar en más o menos dos semanas el plazo. Quiero decir, ahora estoy en donde debería estar dentro de dos semanas. Lo cual es genial, de verdad.

En ese contexto escuché esta canción en el colectivo, un día en el que había salido todo superbien y realmente festejaba por dentro. En realidad, no todo fue fácil, ni divertido. Un capítulo me costó horrores, y otro, más adelante, tampoco resultó sencillo. Pero era el tipo de trabajo que siempre quise hacer: escribir.

Por eso sentía que había estado lejos demasiado tiempo: si bien me había dedicado a la escritura de guiones cortos, había sido un trabajo interrumpido por muchas otras ocupaciones. En estos días pude darme el lujo de, realmente, trabajar en lo que amo: escribir. De día, de noche, de tarde, con sueño, con calor, con hambre. Horas enteras, varias horas seguidas, en un proyecto que amo y que espero vea pronto la luz.

Así que en esas estoy. Ciertamente, no es la primera vez que me encuentro en una situación como esta, porque en otros muchos veranos hice algo similar. Pero hacía tiempo que no lo hacía, y se siente muy bien regresar a algo que solo se me ocurre llamar como hogar.

Hagámoslo por David

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Desperté a la mañana, como siempre. Me enteré de algunas cosas importantes, los diarios, todo eso. Noticias que parecían importantes, y lo son, en cierto nivel.

Pero no esta.

Esta la vi a través de decenas de contactos en mi Facebook.

Se había ido el Duque Blanco. Así, de repente, sin aviso. Como si fuera por arte de magia.

No diré que conocía su obra. No diré que era su fan. Sí diré que conocía poco de lo que había hecho, principalmente la inmortal Under Pressure, con mi amada Queen. Recién ahora, después de un mini documental que enganché de casualidad en el cable, y de algunos comentarios sobre su nuevo disco, se me había enganchado una cuota de curiosidad. Curiosidad que ya me empieza a inflamar, porque de lo poco que escuché hoy, todo tiene magia.

Pero más allá de su música, para mí siempre será Jareth, el Rey Goblin de Laberinto. Película que seguramente veré una docena de veces más.

Para mí también será un poco Nikola Tesla, en The Prestige.


Para mí siempre será ese sabio mago loco, enigmático pero insanamente cuerdo, que veía el mundo como un laboratorio creativo. Un tipo que hacía lo que quería hacer, independientemente de ser popular o masivo. Un tipo que actuó de maravilla, compuso de maravilla, cantó de maravilla. Un tipo que no dejó de expresarse en muchos niveles.

Era el tipo de mago que el mundo necesita.

Y lo peor es que no hay muchos. La mayoría solamente vende humo y espejos de colores al peso. Veo porqué muchos lamentan su partida, y veo que yo la comprenderé más en unos meses.

Justo cuando terminaba de leer la noticia y empezaba a escuchar uno de sus discos, justo cuando estaba por comenzar a derrapar y no ponerme a escribir, no pude menos que dar un golpe en mi escritorio, levantar el puño y decirme bien fuerte: "Por David". Hoy iba a escribir por David. Y mañana también. Y cada vez que algo me distrajera o me bajara el ánimo, también lo haría por él.

Hagámoslo por David. Hagamos que todo sea un laboratorio creativo, hagamos un mundo mejor con la magia que tenemos en las manos, en la cabeza, en los dedos, en donde sea. Hagámoslo por David, que nos enseñó cómo hacerlo.

Y arranca 2016

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"¡A la perinola!" Sí, fue lo primero que dije cuando, hace unos minutos, entré para escribir esta entrada. Realmente, realmente pensaba que no había pasado tanto tiempo desde mi último posteo. Pero igual, ya no me espanto, ya estoy acostumbrado a esto.

Y sí, tampoco me quejo.

Creo que fue por la demanda. Terminé el año trabajando casi tiempo completo en dos escuelas. Cuando digo tiempo completo, digo que tenía ocupadas gran parte de las cinco mañanas hábiles; de hecho, noviembre y diciembre fueron días de mucho trabajo, sobre todo porque el calor era un gran enemigo, además del fastidio de los alumnos (ellos estaban cansados, no es que fastidiaran a propósito) y del propio de los docentes. Pero se soportó. Y creo que hasta se disfrutó, de alguna manera.

Tuve que resignar mucha escritura, pero por suerte lo había podido anticipar y logré escribir una parva de guiones para los siguientes números de la Términus. Trabajo que me dejó bastante satisfecho, aunque ahora llegará la etapa de revisión con editor, la elección de los guiones más acordes y la búsqueda de dibujantes.

En fin, cerré un año muy bueno. No me puedo quejar. Tuve muchas dificultades en las dos escuelas, muchas problemáticas difíciles de resolver y mucho para aprender sobre la marcha, pero logramos (porque ellos pusieron su parte) que todos los alumnos que fueron a rendir en diciembre aprobaran (en una escuela muchos no vinieron; qué se le va a hacer, los veré en unos días en la mesa de febrero). Y por si fuera poco, ya tengo confirmado un reemplazo para arrancar el 2016, algo que nunca me había pasado hasta ahora.

Muchos regalos (sobre todo autorregalos), muchas experiencias de fin de año, mucho para celebrar. Pero ahora se trabaja. El calor se adueña de la pieza, pero se trabaja. Las ideas fluyen y se encajan mientras uno trata de dormir una siesta porque durmió mal a la noche, pero se trabaja.

Los dos fines de semanas ultralargos por las fiestas me cortaron mucho el cronograma. Teniendo en cuenta que terminé de trabajar a mitad de diciembre (gracias, gracias por poner temprano mis mesas, a las dos escuelas, gracias), quise arrancar más rápido con todo lo que tenía para escribir. Pero las compras de Navidad y las obligaciones familiares me detuvieron bastante. Ya pasaron, igual, y pude ponerme a la par del cronograma improvisado que se había armado en mi cabeza.

Se trabaja.

Lo pesado está siendo el concentrarse en una sola cosa. Todavía no quiero confirmarlo pero hay un proyecto importante en proceso; un libro que una editorial desea publicar. Mientras lo reviso, dedicando la mayor parte del tiempo a reescribir, surgen otras ideas. Y ganas de escribirlas. Y a veces, cuando no tengo ganas de seguir con este proyecto, cuando me queda el tener que reescribir, quiero pasar a lo otro, pero no me dejo. Tengo que educarme en el enfoque, en las prioridades, si quiero ser un buen escritor. No puedo demorar las cosas si me las pide un editor. No debo.

Así que en esas andamos. Tratando de no desviarme del camino, mientras en los ratos libres intento leer, acomodar la casa, acomodar mis notas, anotar las ideas que surgen. Y pensar, seguir pensando en más proyectos.

Porque la idea es crecer, seguir creciendo. Ahora la pregunta es: ¿comienzo algo nuevo, antes de cerrar lo viejo? ¿Se puede, se debe? Y eso es lo que me carcome la paciencia, más que las hormigas que se mudaron a mi cocina hace unos meses y no quieren irse.

¿Comienzo algo nuevo, antes de cerrar lo viejo?

10 días en el sube y baja

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Hace ya poco más de una semana empecé con el primer síntoma: dolor de garganta y tos. Pensé que había charlado demasiado con un amigo que hacía mucho tiempo no veía (y en el bar había algo de ruido). Además ese día había tenido muchas horas de clase, por lo que, sumando dos más dos, supuse que era cosa de descansar un poco la voz y nada más.

Sin embargo al día siguiente me desperté completamente congestionado, tanto que la cabeza me latía un poco y no podía respirar.

Fue el comienzo de una serie de días más que complicados.

En una semana con varios feriados pero también con compromisos extras, empecé a experimentar síntomas aleatorios, a veces más graves, a veces casi triviales. Todo el fin de semana estuve escupiendo flema, con malestar en la cabeza y a veces en el cuerpo. El lunes, como estaba mejor, fui a trabajar (por suerte no tenía que dar clase, y en la plenaria uno puede quedarse callado para no forzar la voz). Me sentía bastante bien. El martes, como no tenía que trabajar, descansé, escribí, hice un poco de todo... pero a la tarde comencé a sentirme mal nuevamente (mucha tos) y aunque tenía compromisos, decidí quedarme en casa. Por las dudas.

El miércoles por la mañana empecé bien pero unas horas más tarde tuve que llamar al médico, porque pensé que tenía fiebre y experimentaba un súbido decaimiento. Me diagnostivaron alguna clase de virus; no tenía fiebre y el único síntoma que permanecía era la faringitis. No quedaba más que tratar de descansar y tomar algún medicamento.

Por la tarde me arriesgué a dar mi clase de guión, ya que había pasado gran parte del día en cama y estaba "normal" (es decir, no me dolía mucho la garganta). Era una apuesta arriesgada porque tenía que dar clases el jueves, viernes e incluso el sábado (un curso de ingreso a secundaria). Por suerte, aunque tuve que cancelar la clase del viernes (creo que fue lo mejor, coincidió con otras cuestiones institucionales), pude dar clase el jueves y el sábado, siempre con la duda de cómo me encontraría al día siguiente.

El esquema, desde el martes, era más o menos el mismo: me despertaba bien, pero luego del mediodía empezaba a toser (justo a la hora de la siesta, que no podía dormir), luego seguía desmejorando y tosiendo cada vez más, sin poder hablar o teniendo que hablar poco, hasta que a la noche cuando me acostaba dormía como un bebé, y vuelta a empezar al día siguiente.

Así que, aprovechando los feriados, plenarias y compromisos cancelados (el viernes tuve que dejar de lado dos salidas más o menos importantes), pude escribir. En los primeros cinco días del desastre, terminé varios guiones que quiero publicar en Términus (o al menos elegir un par de entre ellos). En las últimas semanas empecé cuatro, y tres de ellos los terminé en estos días de enfermedad. El tener que estar encerrado me hizo bien, en ese sentido. Además, tuve algunas ideas extras que dejé anotadas en diferentes lugares, tanto para cuentos como para guiones más largos. Y también leí, cuando ya no me daban los ojos, picosos, a causa de los síntomas gripales.

Sin embargo, todo tiene su límite. Si bien el viernes estuve más o menos bien y pude terminar algunas cuestiones de escritura y otros asuntos, el sábado fui a trabajar con un hilo de voluntad, y mientras daba clases me noté sumamente cansado. Así que el resto del sábado lo dediqué al descanso. Pero incluso así, en un momento a la tarde me quedé sin voz, de la nada. Me sentí no solamente cansado, sino molesto, frustrado, agotado. Por suerte mi novia me ayudó a salir de ese estado, porque la verdad es que estaba algo deprimido. No había dormido bien en mucho tiempo y me resultaba extenuante no saber cómo iba a despertar al día siguiente, sobre todo cuando uno tiene ciertos compromisos que cumplir.

Después de todo un día de descanso, llegó el domingo con más descanso pero de nuevo con una congestión galopante y dolor de cabeza. Por suerte, se fueron a la mañana. Mientras escribo esto, sin embargo, sigo tosiendo un poco, me pican los ojos y hace un par de horas que estoy más que cansado. Mi esperanza es que, como dijo la médica que me vio el miércoles, no sea algo que dure más de diez días. Ya se están cumpliendo. Espero que no tarde.

De todas maneras, me quedo con lo positivo: el encierro, como dije, me puso a escribir, y por suerte los momentos de decaimiento más grande no me impidieron terminar esos tres guiones. Mañana, que es feriado, espero poder seguir con otros temas.

Acelerando en la montaña rusa

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No, no abandoné el blog. Tal vez fue la pausa más larga en varios años: casi dos meses. Y para colmo, ni siquiera me di cuenta. Realmente pensé que hacía poco que lo había actualizado. Imaginen como me sorprendí cuando vi la fecha...

Pero vamos a lo que iba a decir. Han sido meses de mucho aprendizaje y autoaprendizaje. Es decir, aprendí muchas cosas de los demás, y también de mí mismo.

Escribí, sufrí, volví a escribir. Tuve varios problemas técnicos con la computadora, que por suerte se pudieron arreglar casi totalmente (hay que comprar una cosita para que la cuestión sea definitiva, pero no es algo caro ni prioritario). Así que escribí mucho a mano, sobre todo el anterior fin de semana, que fue tremendamente explosivo y creativo. Todavía estoy terminando de pasar a la computadora todo lo que hice.

Mientras la niebla se disipaba, entendí mucho más de lo que debo hacer, y cómo debo hacerlo. La paciencia sigue estando ahí, junto con la perseverancia; pero también entra una nueva seguridad, de la mano de algunas decisiones fuertes, de algunas alternativas nuevas.

Estoy en una etapa muy creativa, y también, por suerte, muy productiva. No solo tengo ideas, sino que tengo las ideas que estoy buscando. Esto me lleva a estar más lúcido, más despierto y activo; escribir y pensar más, no tener miedo a los errores o a las situaciones que parecen demorarte, porque en realidad, te están acelerando.

Y eso es lo que pasa ahora. Viene agosto, y eso significa muchas cosas. Principalmente, el inicio de la fuerte temporada de convenciones de comics, con Crack Bang Boom a la cabeza. Por si fuera poco, también está Rosario Juega Rol, en donde voy a exponer en un taller sobre Aerith, mi más nuevo juego de rol.

No es poco. Habrá que estar atendiendo el stand de Términus en la Crack, habrá que preparar muchas cosas para los dos eventos (folletos, entre otras cosas). Habrá que repasar mucho de lo escrito para saber explicarlo en la RJR. Y mientras tanto, hay que seguir con el trabajo de siempre, y con los dos talleres de guión, que este año me han sorprendido tanto por la cantidad de alumnos como por los progresos individuales de cada uno de ellos.

Realmente se parece a mi año. Realmente se parece al año que yo quería tener, aunque muchas cosas son diferentes y hay dificultades (previstas e imprevistas). Realmente parece que algunas cosas muy importantes están por suceder; pero para eso hay que seguir trabajando. Hay que seguir escribiendo y, sobre todo, seguir buscando personas que se interesen por tu trabajo. Porque es ahí donde está, también, la clave: que a otros le importe lo que haces.

Así que ya saben por qué no escribí estos meses. No sé si fue tanto por estar ocupado, sino más bien por estar acelerado. El tiempo corre más rápido, se hacen más cosas y para cuando uno quiere respirar, resulta que es medianoche y hay que irse a domir. Así han sido muchos de los últimos días. Y este no parece una excepción.

Mucho que festejar, pero ocupado

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Así estoy ahora. Bueno, más o menos. Pero por dentro hice justo eso.

En realidad lo hago desde el momento en que terminé la beta de Aerith y la puse en descarga gratuita. Eso me alegró mucho, obviamente, y como pude, durante la semana, me dediqué a terminar el último cuento de A la deriva, la siguiente obra de ficción que se debe publicar en Studio Ergo Sum.

Como suele pasar, aunque la revisión y reescritura me tomaron unas pocas horas cada una, tuve que fraccionarlas en tres días, porque las obligaciones laborales y de otro tipo me lo impidieron. Me hubiera gustado celebrar más, pero cuestiones personales de salud me dejaron bastante preocupado. Por suerte resultó que no era nada grave, pero siempre que se prende una luz roja hay que prestarle atención. Me tomé las cosas más tranquilo y descansé todo lo que pude.

Ahora sí ya puedo gritar un poco más fuerte. Terminé el cuento y en estos días voy a concluir la maquetación definitiva de los archivos. Ya tengo la tapa y el diseño, así que para la segunda semana de junio, todo indica que A la deriva será puesto a la venta y enviado a los activistas que lo compraron en su momento.

La cuestión es que esta gran victoria, dificultada por algunas de las cuestiones laborales y personales ya comentadas, sigue sin poder ser festejada como me gustaría. Aunque los temas de salud ya se desvanecen, hay dando vuelta una serie de cuestiones que no me permiten organizarme.

¿Estoy algo disperso? Sí. No tener trabajo te exige mucha disciplina para no quedarte "haciendo nada" durante demasiado tiempo. Por otra parte, aunque a veces logre un buen resultado conteniéndome, últimamente muchos pequeños compromisos se me ponen en el camino, quitándome los pocos días disponibles para cosas importantes, como escribir, o ir a hacer algún trámite, o charlar con un editor. Cosas que me fastidian.

Se vienen cambios en mi vida. En los últimos dos meses ciertas cuestiones me hicieron reflexionar sobre cuestiones que tienen que cambiar, sí o sí. Como cuando uno no quiere despertarse y da vueltas en la cama, estos días estuvieron marcados por esa sensación de incomodidad, de necesidad de fuga, algo de hastío y aburrimiento. Una sensación de estar desperdiciándose, o algo así.

Creo que es lo que más ha dolido, lo que más ha molestado, lo que más me ha impedido descansar por las tardes o dormir por las noches. Ahora la larva ya salió de mi cabeza, las decisiones están tomadas, nuevas búsquedas aparecen en el camino. Pero por estos días salir del cascarón va a perpetuar, un poco más, la incomodidad. Hasta que no salga el libro, hasta que no se cumplan ciertas fechas de este mes, va a ser algo difícil. Pero ya llegará.

A punto de...

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...terminar varias cosas a la vez. Algo que se hizo habitual pero que de alguna manera siempre me costó, gracias a mi ansiedad.

Parezco destinado a escribir una entrada mensual en el blog, y no es algo que yo quiera. Pero es así, está sucediendo seguido. Espero poder cambiarlo.

¿La queja de esta vez? Bueno, no queja. La verdad es que inicié un nuevo trabajo, dos veces a la semana, y por encima de eso tuve que trabajar varios días más debido al llamado urgente de reemplazo en otro colegio. Por si fuera poco, hubo una confusión sobre algunos requerimientos y pensé que tendría que entregar ciertos papeles en una fecha que luego no era tal, así que estuve preocupado con otros temas hasta mitad de mes, cuando traté de volver a la realidad real. Y aquí estoy.

El resultado no me parece nada malo. Terminé, con algo de esfuerzo adicional, la beta final de Aerith, un juego de rol en el que estoy trabajando desde hace varios años, y que me ha dado (y me dará, seguramente) muchas satisfacciones. Ahora mismo la estoy dejando online en mi editorial digital, para que cualquiera pueda bajarlo, jugarlo y comentarlo.

Además estoy terminando el último cuento que integrará A la deriva, mi antología de ciencia ficción que, hay que decirlo, se demoró demasiado para mi gusto, pero que al mismo tiempo no quería sacar apresuradamente. La necesidad de mejorar algunos textos y de escribir otros nuevos me llevó a esto, pero estoy conforme con el resultado. Ya tengo lista la portada, obra de Mauro Mussi, así que solo falta terminar de escribir este cuento y maquetar algunas cosas más para ajustarlo a lo ya hecho. No sé si llegaré para antes de fin de mayo, pero seguramente estará en los primeros días de junio.

Todo esto, trabajando de a poco, porque las obligaciones ya mencionadas, las otras cotidianas, hacían que incómodamente tuviera que hacer un poco hoy, otro poco mañana, y encima ir cambiando de proyecto para que los dos avanzaran más o menos parejos, sin estancar a ninguno. Pero ahora llegaron los resultados.

Lo que sigue es volver un poco a los guiones, porque hay algunos proyectos que se están formando, tanto en solitario como con artistas amigos. Pero también continuar trabajando con las otras obras de Studio Ergo Sum que deben salir en estos meses. Lo bueno es que ya solamente queda una de las cuatro del lanzamiento inicial; luego seguirá una novela más, elegida por algunos activistas, que tendré que terminar, y finalmente podré trabajar con material nuevo que tengo escrito o en proceso, para crear nuevos libros.

Estoy emocionado por todo lo que sigue, y creo que es genial. Así que aunque a veces escuchen que me quejo, no es por inconformista o jodido, es porque soy ansioso nomás, y ya quiero llegar.

Todo en orden

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Es raro cómo somos animales de costumbres. O hijos del rigor, dicen algunos.

En estos días, desde que comencé a trabajar, al menos esporádicamente, de pronto muchas cosas se acomodaron en mi vida. Duermo mejor, produzco más. No estoy tan cansado ni desenfocado. Me exijo pero no de manera negativa, y estoy bastante conforme con todo lo que va saliendo.

La razón, creo, reside también en la cercanía de ciertos eventos que esperaba desde hace tiempo. Como una primera oferta laboral estable. Aunque con poca carga horaria y representando un gran desafío. Tal vez eso lo hace mejor: no tengo que comprometerme a mucho tiempo y mucho esfuerzo, sino que empiezo de a poco y puedo ir dosificando las cosas. No hay razón para apurarse.

Eso va también para los comics. Ya casi estamos en CBB6. Sí, ya sé que falta, pero por como pasa el tiempo, siento que es un animal que ya me respira en la nuca. Y las expectativas dentro de la revista son muchas. En mi caso, además, la idea de estar escribiendo o preparando varios proyectos largos me entusiasma mucho. Estoy teniendo reuniones creativas con dibujantes y editores que pueden darme la oportunidad de hacer algo interesante en los próximos meses.

Así que mientras escribo guiones y los reviso, también sigo con los proyectos editoriales en materia de rol y literatura. Aunque estos están un poco en el freezer, por ahora, ya que hay que poner algunas prioridades, me siento contento al saber que he pasado por un bloqueo importante, y salí adelante.

Ah, y también estoy leyendo y viendo más series. Eso siempre es bueno.

Altas y bajas, lo de siempre

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Estás en el mar y las olas van y vienen. Lo principal es que no te mareen. Si quieres llegar a buen puerto, ya sabes.

En este mes todo parecía ir en alza, y después llegó la baja. La semana anterior tuve algunos golpes, y cómo es la vida, que inmediatamente me dio motivos para seguir con más fuerza.

Lamentablemente la escritura, tanto de guiones como de prosa y de juegos de rol, se vio resentida. En otro momento me sentiría mal; de hecho, no es algo que me haya caído bien. Pero después uno ve que la salud es lo primero, que de todas maneras nadie te está insultando por demorarte un mes o dos más con un proyecto que se hace a pulmón, y que lo principal es dar lo mejor. Y entonces esas demoras adquieren otro significado.

Lo bueno: arrancó de nuevo la temporada laboral, y parece que con todo. A pesar de algunas falsas alarmas de escuelas mal organizadas que te dan reemplazos y luego te avisan que no, que era un error, que no tendrían que haberte llamado, parece que de a poco las puertas se siguen abriendo.

Lo malo: no, no tengo mucho para decir de lo malo. De hecho ahora me siento mucho mejor que antes de esa temporada mala, y he aprendido alguna que otra cosa sobre cómo enfrentar algunos temas. Simplemente voy a seguir aquí tecleando lo que se pueda, hasta que se pueda. Tal vez lo mejor sea no dar más promesas ni plazos de entrega, aunque piense que pueda cumplirlos, porque a veces simplemente no dependen de mi. Incluso sin trabajo, cada tanto lo que uno hace resulta impublicable. Y cuando el trabajo llega (algo que, créanme, puede ser en CUALQUIER momento) uno tiene que reestructurar sobre la marcha todas las prioridades, plazos y proyectos.

Que no son pocos. Un libro antológico, un juego de rol y ahora un comic extenso. Cuesta hacer malabares con tres cosas, sin redes ni entrenamiento.