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Jem, de Frederik Pohl

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Comencé este libro y al poco tiempo quería dejarlo. Al igual que con Eclipse Total, recordaba la frase de Borges que dice que si un libro no te gusta, hay que abandonar su lectura.

Pero no, al igual que en el caso anterior, reincidía, en gran parte porque pensaba que en algún momento el autor pegaría un volantazo y enderezaría las cosas, o dejaría de hacerlas mal para merecer al menos un "decente". Y una y otra vez me decepcionaba, hasta que ya estaba cerca del final y bueno, quería ver cómo terminaba. Y no, ni eso me dio. El final es uno de los más anticlimáticos que pueda recordar en mucho, mucho tiempo.

Pero empecemos por lo que está bien: la premisa. Ambientada en la década de 1970, plantea un mundo dividido no en dos bloques (como en la Guerra Fría), sino en tres: los que producen alimentos (EEUU y la URSS, entre otros), los que producen combustible (como por ejemplo Venezuela, Inglaterra y otros), y los que generan mano de obra exportable debido a su superpoblación (China, Pakistán, India...). Estas grupos de países no son limítrofes y a veces tienen peleas internas, pero se mantienen firmes ya que dependen de los demás y a su vez, otros dependen de ellos, por lo que constantemente se "pasan facturas" y se entorpecen entre ellos, buscando lograr mejoras en sus formas de vida, pensando en conquistar o exterminar a los demás apenas puedan. Existe, entonces, una especie de Guerra Fría a tres bandas, que plantea una posible guerra mundial de la que nadie saldrá vivo. Una tensión internacional que va aumentando y aumentando hasta que, bueno, como ya es de suponerse, algo explota.

En la pelea por los recursos naturales hace que la apertura de la carrera espacial, gracias a nuevas tecnologías, se convierta en algo muy competitivo. Volar hasta el planeta más prometedor de los descubiertos, Jem, es caro, por lo que cada grupo organiza sus expediciones de maneras totalmente diferentes, de acuerdo a planes ocultos y a sus limitaciones en cuanto a recursos y personal. Rápidamente la acción se traslada a este planeta, siguiendo las desventuras de cada grupo pero enfocándose principalmente en la del Bloque de Alimentos, que aglutina a la mayoría de los protagonistas.

Hasta aquí, como decía, todo es muy interesante, aunque pueda tropezar a veces. Realmente es una premisa prometedora y me encantaría ver algo que la retomara/reescribiera, actualizándola, porque algunas de las cuestiones planteadas (principalmente la competencia brutal por los recursos naturales) sigue siendo actual. Peeero... a partir de cierto punto la obra se desbarranca, se estrella, patina y saca chispas de todos los colores, hasta estrellarse en un final complemente lisérgico para una obra que proponía cierta... "seriedad".

La idea es que (y la lo spoilea un poco la contraportada), todas las peores mañas de la Humanidad llegarán con los humanos a este nuevo planeta, que está lejos de ser ideal para la vida como la conocemos. Hay especies pacíficas que empiezan a ser estudiadas de manera agresiva o destruidas, colonizándose sus tierras o poniéndolas una contra la otra; hay recursos escasos que se desperdician o se explotan de manera poco responsable; hay codicia, desidia, celos, venganzas absurdas, resentimientos, y toda una vorágine de cosas que se entrecruzan con los complots y planes secretos de estos Bloques de países que no piensan soltar ese planeta, porque consideran que allí se puede salvar a la raza humana... representada solamente en ellos, porque los demás son inferiores y no lo merecen.

Sobre esto, tan prometedor, ¿cuales son los principales problemas? ¿Cómo se puede arruinar algo tanto, pero tanto?

Los personajes, cuando no.

Sin adelantar demasiado (igual, ya saben, no recomiendo que lo lean), lo que puedo decir es que los personajes son tremendamente planos, exagerados. Analicemos un poco el asunto.

En primer lugar, hay que mencionar algo que atraviesa a casi todos: una cuestión de la ambientación que es totalmente irreal y, me parece, es fruto de la época en la que fue escrita. La cuestión sexual. Todos los personajes caen en dos grupos: o son obsesos sexuales y "potenciales" violadores (lo de "potenciales" ya lo explicaré) o son puritanos a los que el tema no les interesa mucho (solo hay dos o tres personajes así; los analizaré más adelante).

Esto hace que la cosa alcance momentos realmente inverosímiles. TODOS los hombres, salvo uno o dos, son violadores y intentan o logran salirse con la suya al menos una vez. Parece que es total, completamente normal y esperable que, de quedarse solo un hombre con una mujer, va a violarla, o tocarla, o abusar de ella en cualquier momento, sobre todo si tiene al menos una pizca más de poder que ella. Es cierto, sí, esto pasa en la realidad, pero no SIEMPRE. Aquí tenemos una tras otra tras otra escena en donde alguna protagonista tiene que defenderse constantemente de este tipo de asaltos, hasta el punto en el que parece una especie de fan service para degenerados. Ya sabemos que en esa realidad la Humanidad se está yendo a la mierda, pero no es necesario mostrar siempre de la misma manera, con el mismo recurso, la inmoralidad de los personajes.

Como digo, solo dos personajes masculinos se salvan: el protagonista y el padre de otra de las protagonistas. En el primer caso, nos encontramos frente a un personaje de esos que nunca hace nada pero siempre está ahí, un protagonista activo, pero cuyas acciones, si bien plantean giros en la trama, terminan sin influir demasiado, porque cada cosa que hace es tergiversada por los demás y nadie le hace demasiado caso cuando alerta sobre un tema. Este personaje, si tiene que tener sexo, lo tiene, aunque no parece estar demasiado interesando, y de hecho, a veces lo hace con mujeres con las que no tiene mucha afinidad. Mientras tanto, el padre de la protagonista... es parte de uno de los principales problemas.

La protagonista principal es un caso extremo de Mary Sue. Es hermosa y seductora; es brillante (hija de un militar super importante en la estructura del gobierno de EEUU, tuvo la mejor educación y destaca en todo). Es tremendamente astuta, no se le escapa nada, tiene contactos por todas partes (más sobre eso, luego); es una de esas personas que logra TODO lo que se propone. Por si fuera poco, es tremendamente amoral: tiene un solo objetivo y hará lo que sea para lograrlo, aunque eso implique acostarse con cualquier hombre para manipularlo, extorsionarlo, o lo que sea (lo hace vaaaarias veces durante la novela). Cualquier hombre: sus superiores, políticos, sus subordinados... Aquí tenemos de nuevo la cuestión sexual, pero desde otro punto de vista. En cuanto llegan al planeta, de pronto todos tienen sexo con todos, la cuestión moral desaparece, sea violación o sexo consentido, el pasatiempo de casi todos es el sexo.

Pero volviendo a la Mary Sue, varias veces esta condición hace que la novela tome trayectos completamente exagerados, con el afán del autor de ponerla en primera línea. La mujer es una militar exitosa, lo entendemos, es la mejor de su clase, es hermosa, etc. Ah, pero de pronto va a una misión de espionaje en países enemigos. Sí, de un capítulo a otro es una espía de primera, y el autor te explica que tiene experiencia bajo presión porque... ¡fue secuestrada con su padre cuando era niña! Cuando aparece algo inverosímil, te lo resuelven con justificaciones como esa. Esa parte debería haber implicado la creación de un personaje secundario, o uno terciario, un agente sin nombre que va y cumple su misión (la cual es muy importante para la trama). Enviarla a ella, que es la hija de alguien importante en el gobierno, es totalmente inverosímil.

A todo esto, nada sabemos sobre su madre. Peeero, cuando de pronto se le queman los papeles, y necesita ayuda para otro de sus planes, resulta que su madre se divorció hace años de su padre y se volvió a casar... ¡con un magnate de la televisión! Y como justo justo ella necesitaba aparecer en televisión, pues una cosa lleva a la otra y de nuevo consigue su cometido.

Estamos entonces frente a un personaje totalmente detestable, que consigue todo lo que quiere de manera "mágica", lo cual lo hace todavía más detestable, porque más de un lector querría verla muerta o, al menos, ridiculizada, detenida, castigada, etc. Pero no, no, se sale con la suya el 95% de las veces, y cuando no es así, es cuando el guión ya no deja ningún escape a los protagonistas.

Su contrapartida es otra personaje femenina que no quiere saber nada con el sexo, y que se define también por eso. Para ser sincero, es el personaje que más me gustó. Se trata de una mujer que, obviamente, no desea ser violada (y escapa varias veces de eso), pero tampoco desea involucrarse de ninguna manera con un hombre porque ama fuertemente a otro, que está lejos. Este personaje le da un tono romántico y trágico a la obra que lamento no esté más presente, porque sería mucho más verosímil y auténtico. De todas maneras, falla en cuanto se la presenta de manera algo estereotípica: todos los "occidentales" son depravados y derrochadores, pero abjura de todo esto porque ella, al igual que sus compatriotas, son moralmente superiores.

De manera que, entre esta Mary Sue tan exagerada, la cuestión sexual sin sentido, el final que no tiene nada que ver con el resto de la obra (¿el autor no sabía qué hacer con los personajes?), y los demás personajes estereotipados y planos, la premisa se pierde, lamentablemente. Hay capítulos sorprendentes, partes realmente muy buenas (que eran las que me hacían seguir, manteniendo la esperanza), pero en definitiva el resultado es negativo, olvidable.

Eclipse total, de John Brunner

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Creo que es la primera vez que hago la reseña de un libro en este blog, y si no es así, es al menos la primera en mucho tiempo.

El primer dato es decir que Eclipse Total fue un libro que me decepcionó rápidamente, por lo que contaré luego. Lo leí simplemente porque lo encontré entre otros que tenía y que llegaron a mí por motivos que no vienen al caso, y de los cuales no sabía nada. Pero con el pasar de las páginas, su estructura misma no me agradó.

En principio, sin embargo, la premisa es muy interesante. La Humanidad encuentra un planeta lleno de ruinas de una cultura misteriosa, de la cual no saben nada, solo que evolucionó muy rápidamente y luego desapareció casi instantáneamente.

Es así que la base que se establece comienza a investigar esto, colmada de científicos. Pero el problema es mayor, porque los recursos que se necesitan para llevar a estas personas tan lejos de la Tierra son muchos, y el planeta no está nada bien: hay rumores de guerra, recortes de presupuesto, y la paranoia de que los científicos que están allí investigan cosas extrañas que luego le darán a los países más grandes para poder subyugar a los más pequeños.

El libro comienza siguiendo a una misión de relevo, la cual lleva a un militar muy mal llevado que deberá establecer si estos rumores son ciertos, y si la existencia de la civilización extraterrestre no es un invento de los científicos para justificar el gasto en las instalaciones (algo que es obviamente falso, pero que en la Tierra muchos creen).

En este primer momento, la personalidad detestable y paranoica de este personaje funciona para generar empatía con el resto de los personajes, que bien lo agarrarían a trompadas si no fuera porque eso arruinaría todo. Es muy grande la tensión dramática que se genera: si a esta persona no le gusta algo, si se despierta con el pie izquierdo, puede ordenar que la base sea evacuada y darle un carpetazo a todo el proyecto, dejando en el aire el gran misterio de qué pasó con la civilización extraterrestre y haciendo que la Humanidad pierda muchas oportunidades de aprendizaje.

Hasta este punto, si bien el libro no me super emocionaba, sí me enganchó porque tenía un formato de rápida lectura. En esta edición, cada capítulo tenía aproximadamente 5 hojas, siempre o casi siempre, y nunca era mucho más largo o mucho más corto. De manera que en una sentada de media hora podías leerte varios capítulos, que avanzaban bastante rápido.

De manera que esta tensión dramática iba en aumento... Yo interpreté que se demoraría, y que la amenaza del cancelamiento de la misión estaría ahí hasta el final del libro. Pero no. De una página para otra, con un giro inesperado pero muy anticlimático, este militar conspiranoico entra en razón y dice que no, que lo que hacen ahí es digno de continuar, así que ahora va a volver con la gente que retorna a casa y a dar su veredicto positivo. Que no es vinculante (las autoridades terrestres pueden votar en contra, o no tener dinero para seguir), pero es un gran punto a favor.

En ese momento yo dije "¿cómo?" El spoiler no lo es tanto, porque ocurre en los primeros capítulos. A partir de ahí, todo es en cuesta bajo. Está la amenaza de que a la expedición la dejen varada, porque los gobiernos de la Tierra entren en guerra o porque no tengan recursos, pero no resulta tangible ni bien definida, no es nada en comparación con la otra.

Al no tener este personaje y este tensor narrativo, los científicos protagonistas se disuelven rápidamente. Pocos están definidos, y sus interacciones resultan aburridas. Toda su investigación lo es: básicamente salta de un momento de genialidad a otro, con baches de "encontramos esto pero no se nos ocurre nada" en el medio, coronados por "cómo no lo vi antes!!".

Alguien en FB comentó, al mostrar yo que tenía este libro, que era uno de los "clásicos de la ciencia ficción antropológica". Es cierto que por ese lado tiene sus méritos. No estaba esperando una de rayos y naves espaciales, pero el ritmo me resultó lento, demasiado lento, tal vez para parecerse demasiado a la investigación de la vida real... El asunto central es que no hay nada que lo haga interesante: ni relaciones conflictivas (romances y peleas, o triángulos amorosos, conflictos de autoridad, gente que no se cae bien y se evita...; no, todos se llevan bien y armoniosamente), ni amenazas exteriores (el clima, cataclismos, vuelven los aliens, animales peligrosos, derrumbes...).

Nada, nada, es tooooodo la investigación, y la cuenta regresiva de dos años, en los que la siguiente nave de reabastecimiento podría regresar... o no. Y en el medio, un montón de personajes que nunca llegamos a conocer del todo hace cosas, a veces incluso al azar, sin mucha explicación.

No voy a dar datos del final, ni de mi reacción, pero sí diré un par de cosa. En primer lugar, el tema de los giros inesperados es demasiado frecuente. Si bien como dije antes, no hay ninguna cuestión muy dramática, casi todo lo que pasa es de un día para el otro, como porque sí, casualmente, etc. Eso hace que la trama vaya zigzageando y termina mareando un poco: no sabes qué va a pasar, pero en el mal sentido.

Lo segundo es que, si bien terminé de leer el libro, contraviniendo el consejo de Borges de soltar los libros que no te cierran, fue porque como dije antes, su lectura era ágil y quería ver qué mierda pasaba al final.

Dato extra: al comienzo del libro, se hace mención a que la civilización perdida dejó una parte de su luna pulida como un espejo o algo así. Tal vez para dar muestras de su gran nivel de desarrollo tecnológico... el tema es que, hacia el final, dije "¿dónde quedó eso?". Incluso volví a los primeros capítulos y busqué la página donde lo mencionaba, porque pensé que lo había inventado en mis recuerdos. Y no, está ahí. Bueno, con ese elemento no pasa nada. Pero nada, eh? Solo se vuelve a mencionar una vez más, pero nadie parece querer ir a investigar esa luna, ni siquiera sabes si tienen una nave o algo para hacerlo. Como si el autor lo hubiera armado y se hubiera olvidado de usarlo.

En fin, para cerrar. Pensando en hacer esta reseña, hace unas semanas, recordé de pronto que uno de los libros que más me habían gustado de adolescente, cuando me puse a leer ciencia ficción (principalmente los libros que compraba o traía mi hermano mayor) fue Órbita Inestable, justamente de John Brunner, en esas hermosas ediciones de Martínez Roca.

Buscando la cronología de su obra, encuentro en este artículo de la Wikipedia que Eclipse Total, escrito en 1974, es posterior a Órbita Inestable. Yo pensé que era al revés, que, justamente, la novela reseñada ahora era más vieja, de cuando no era tan famoso ni gustaba tanto, pero no. Dice el texto: "Sus mejores obras corresponden a la llamada "Trilogía del Desastre", especialmente Todos sobre Zanzíbar [la del medio es justamente Órbita Inestable] y El rebaño ciego, y a la novela El jinete de la onda de shock [...]. Las obras posteriores (y las anteriores) se suelen considerar menores."

A veces lo más nuevo tampoco es lo mejor.

Trabajaciones de verano 2017

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Bueno bueno, pasó otro mes desde la última entrada. Definitivamente, es mi organismo el que me hacer acordar de esto en ciclos lunares. Lo que pasa es que a veces me siento antes, y a veces un poco después.

Estas tres semanas de vacaciones he trabajado como un loco. Como un animal de tiro, dirían algunos, tirando de muchos proyectos, algunos medio olvidados, otros no tanto. La verdad es que me siento muy orgulloso, porque pude hacer MUCHO, tanto en cuestiones personales, como de hobby, como creativas y profesionales.

Además de escribir mucho para Alquimia Comics y en trabajar para el desarrollo de nuevos proyectos (algo de eso está comentado en esta nota que nos hicieron para Rosario 12), pude organizar muchísimo material de todo tipo y cerrar varios guiones e ideas, además de ordenar completamente el material para los talleres de guión y generar material nuevo.

Por si fuera poco, pude volver al ruedo del rol con Aerith, como comento en estas dos entradas. Di muchos pasos importantes en la consolidación del reglamento y estoy agregando algunos detalles de ambientación como para cerrar algunos temas. Estoy más que contento con todo lo que pude hacer hasta ahora, y todavía tengo algunos días más hasta que tenga que retomar mi trabajo.

Por si fuera poco, estoy ordenando bibliotecas, leyendo muchas cosas recientemente compradas y otras que esperaban desde hacía AÑOS, y eso incluye principalmente comics. Muchos comics. Noches y noches en la cama leyendo comics. Cómo lo extrañaba.

Y se vienen más cosas para el finde, y los días que vienen.

Así que no me puedo quejar. Han sido una de las vacaciones más fructíferas de los últimos años. Sin duda, el principal adversario siempre es el "¡tengo que hacer más!" Como dije el otro día en FB, a veces había una carrera mental dentro de mi cerebro: tal vez media docena de ideas tratando de ser elegidas para ser la que llegara primero a la meta, y cuando ganaba, era eliminada y aparecía otra más. Eso me costó un poco de insomnio, y es algo que no tengo cuando trabajo. Pero estoy trabajando en eso, y creo que hice muchos progresos. En eso también es positivo: aprendí mucho sobre mí y sobre cómo trabajar en todo esto.

Así que, si bien no estoy pelado como el hombre de la foto, ni usé traje, sí estuve en patas gran parte de estos días, y sí, estaba en una playa mental, que variaba de estado según el mundo en el que estuviera viviendo. De nuevo, no me puedo quejar.

Mi lista de lectura para 2013

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Hace unos días terminé de leer Julio César, de Shakespeare, en una edición bilingüe de 1950. Un libro que había obtenido hace bastantes años (yo calculo unos cuatro o cinco), y que nunca empecé a leer sino hace unos meses. Y a pesar de que me costó mucho terminarlo (cosa rara, porque me gusta mucho Shakespeare), quedé más o menos conforme con el hecho de haber entendido sin problemas algo así como un tercio del texto, que estaba en inglés "antiguo" (o sea, de la época del autor).

Con este pequeño logro en el bolsillo, paso a detallar, como tenía en mente desde hace unos meses, la lista de lectura que me espera para 2013:

Libros:
  1. Collapse: How societies choose to fail or succeed, de Jared Diamond. Estoy cerca de la mitad, lo leo para hacer algo de investigacion sobre ambientaciones.
  2. El Principito: gracias a que me lo prestó mi novia, luego de que le comenté que necesitaba leerlo de nuevo para poder disfrutar mejor
  3. El regreso del joven príncipe: que me regaló muy atentamente. Qué bueno tener una novia que conoce tan bien tus gustos :D
  4. La Historia de El Señor de los Anillos e Historias de la Tierra Media: bueno bueno, son en realidad 10 libros, que conforman la mitad de la Biblioteca Tolkien.  Es un firme propósito de este año, ya que la intención se viene alargando y mientras estaba en el Profesorado no leí mucho más que lo que estudiaba.

No sé si terminaré al año antes o después de haber leído todo esto (el nº1 lo esto comiendo rápido porque es excelente libro, muy interesante y escrito de una manera muy sencilla). Y también porque el 2 y el 3 son cortos, en comparación. Pero por ahora lo dejo acá, y seguramente actualizaré dentro de unos meses.

Mientras tanto, vengo simultaneando lectura de comics:
  1. Las 100 primeras aventuras de Batman: no me atrapan, en general, tanto como las de Superman, pero me interesan lo suficiente. Voy por el tomo 14 de 16.
  2. Varias revistas Skorpio que todavía tengo sin leer.
  3. Wonder Woman, del Nuevo Universo DC. Planeo seguir esta serie tal vez alguna más, ya tengo el primer número de ECC.
  4. Justice League International (la serie de 1987), 52 números, algunos en castellano y otros en inglés. Una joya de mi colección.
  5. Questión, por O'Neil y Cowan. Hace un tiempo compré un viejo taco de Zinco y me fascinó. Ahora, gracias a un amigo que vendió su vieja colección, tengo toda la colección en tacos y JLI. Ya demoré demasiado.
  6. Suite Caribeana, Corto Maltés. En italiano, también empecé a leerlo hace tiempo y lo dejé. Ya era hora.
  7. Yor, de Juan Zanotto. Un lindo tomo de Eura Editoriale, pura acción prehistórica para pulir otro poquito el italiano.
  8. Robot, tres números de una genial revista japonesa, compila algunas historias muy interesantes desde lo gráfico. Libracos, hace tiempo que los conseguí y nunca me puse en serio.

De nuevo, si tengo tiempo leeré más, pero esto es al menos suficiente. Por ahora, como ya dije, planeo comprar varios números de lo nuevo de DC, principalmente Wonder Woman y Swamp Thing, y también seguramente compraré los tres números de Dago, de Wood y Gómez, así que habrá más para agregar.

2º Feria de Librerías de Viejo

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También podríamos titular esta entrada "Cómo decidí no comprar este mes el Absolute de Kingdom Come", pero eso sería demasiado egocéntrico, me parece.

No tenía conciencia de la existencia de esta Feria, lo cual de por sí ya constituía un pecado horrendo para un amante de los libros y un amante de los libros antiguos. Mi hermano intentó hacérmela conocer por un aviso en Facebook, que ni siquiera ví debido a las preocupaciones que plagan estos días, pero por suerte lo vi y me avisó personalmente.

Así que dejé mis planes de ir al cine a ver Avengers nuevamente y dije: voy un rato. Horita que se hizo algo así como hora y media, horita que disfruté mucho y que hubiera extendido de haber tenido más tiempo y dinero.


Tuve la suerte mágica de encontrarme con dos personas que hacía tiempo MUY largo que no veía, porque siempre supe que iba a encontrarme con amigos y conocidos en un lugar como ese. Era algo cantado, después de todo muchas de las personas de mis círculos son muy amantes de los libros, de una u otra manera.

La feria tuvo lugar en el Club Español, lugar que me da orgullo como rosarino y con el que tengo una historia personal: allí se casaron mis padres y celebré mi graduación del secundario. Lugar que, creo, le daría orgullo también a cualquier español, pero ese ya es otro tema. No hay tiempo para historia arquitectónica ni urbanística.

Lo primero que me llamó la atención al entrar en el amplio salón fue la gran, gran cantidad de concurrentes. Era sábado, el último día, y eso lo explicaba en parte. Para que lo imaginen, el público era como abejas trabajando sobre la miel: lenta, escrupulosamente, desgajaban cada caja, cada estante, cada pila de libros, la procesaban y la volvían a ordenar, cada tanto preguntando algo al vendedor o consultándose entre sí esto y aquello.
 
Tuve una pequeña sensación de ahogo. Pronto comprendí que no podía ir puesto por puesto (había 9 librerías de la ciudad), porque apenas había huecos en cada uno de ellos. Si me quedaba en uno solo, perdería mucho tiempo esperando que los demás asistentes se fueran corriendo. Así que apelé a mi buena memoria visual y empecé a mirar acá y allá, donde había un hueco.

Sin ganas de desesperarme y comprar lo primero que apareciera, apunté mentalmente algunos libros acá y allá, mientras descartaba uno de los puestos, que vendía revistas deportivas antiguas casi en exclusividad. De pronto, la primera joya: un libro sobre el Graf Spee, uno de los pocos en castellano que no tengo, y que compré al instante. No era una una de esas cosas que iba a dejar escapar.

Seguí vagando de acá para allá, y entonces noté algo muy positivo: el promedio de edad de los numerosos asistentes era de unos treinta y pocos, habiendo muchos jóvenes en los primeros años de la universidad (buscando material sobre comunismo, varios de ellos, espero que pronto se desilucionen), Tomé algunas fotografías y volví a intentar en otros puestos.

Marqué un libro, marqué otro libro, pero no me decidía. Había cosas interesantes en materia  de filosofía, pero no nada imprescindible o muy relevante.

Entonces, en la bendita tienda El Pez Volador, encontré algo que estaba en mi lista: El Unicornio, libro del que ya hablé en su momento. Una edición aberrante, con tapas blandas amarillo limón y hojas pegadas. Pero qué diablos, era el libro que pensé que nunca encontraría nuevamente. Lo tomé y seguí mirando. Sabía que iba a encontrar algo más en ese lugar y no quiera comprar cada libro por separado.

Así que seguí mirando y cuál fue mi sorpresa cuando encontré el mismo libro, pero en la majestuosa edición de tapa dura que RBA hizo hace años, de la cual tengo El Nombre de la rosa y Sobre héroes y tumbas. Esa misma edición en la que mi amigo JMO me había prestado el libro. El precio era irrisorio así que dejé un libro por otro y de nuevo me llevé una enorme sorpresa al descubrir una caja llena de libros de ciencia ficción, de la colección de Hispamérica, sí, esos mágicos libros azules y plateados. Ya con el bolsillo herido, me llevé dos de ellos, aunque había un par más que me interesaban.

Al poco tiempo descarté la idea de comprar un libro de Wittgenstein, filósofo que conocí el año pasado en el profesorado, y abracé la idea de comprar un libro sobre Wittgenstein, como para empezar más de abajo. Su vida y obra me había apasionado tanto que era un resultado esperable.

Al rato me encontré ante tremenda disyuntiva. Sólo quedaba dinero para un libro más. Descarté un par de los que había marcado mentalmente. Quedaban dos: un ejemplar algo endeble de la edición de Minotauro de Fantasmas de lo nuevo, de Bradbury, y un ejemplar NUEVO de El Club Dumas, de Arturo Pérez Reverte. Tironeado, hice la dedución lógica: si bien el precio del segundo era irrisorio y su estado perfecto, podía conseguirlo más adelante, mientras que el primero era casi un incunable. Crecí con esas ediciones de Minotauro e Hispamérica, que compraba mi hermano, y tenerlas ahora es un logro personal, aunque haya ediciones más nuevas.

Compré el libro de Bradbury y me fui, porque me estaba quedando sin tiempo; tenía que ir a otra parte.

Pero no, me dije. No puedo abandonar. Todavía no terminó.

Así que busqué un cajero automático, encontré uno a dos cuadras, saqué el dinero que necesitaba, volví y compré El Club Dumas. Sólo entonces mi alma pudo descansar.

En fin, les dejo algunas fotos más del evento.















No creo poder decir nada más. Estoy super contento por una experiencia de cacería tan breve pero intensa, con resultados tan buenos y tan poca culpa por el dinero gastado :D ¿Y en qué lo gasté? Pues miren:


El botín

Como debería haber contado antes, y cuento ahora, hace bastante tiempo que no compro libros "al por mayor" en una tienda de este tipo. La última vez fue en Santa Fe, cuando con el amigo Juan Fioramonti  descubrí varios libros de historia militar muy interesantes. Pero fue un episodio raro en un desierto, y desde ese entonces la experiencia no se había repetido.

Era otro de los incentivos para ir, el poder salir de caza nuevamente, con algunas expectativas, que por suerte se cumplieron sobradamente. Gasté más dinero del que había pensado gastar, pero la suma es muy baja por lo que conseguí, material y simbólicamente.

Sin más preámbulos, les presente a los nuevos habitantes de mis bibliotecas.

Ciencia ficción, fantasía, filosofía e historia militar.
¿Quién dijo que no tengo gustos amplios?
  


Fantasmas de lo nuevo: me encanta Bradbury, y como comenté antes, estas ediciones son las que leía cuando era adolescente, así que tiene doble sentido para mí el conseguirlas. Tengo, también de Minotauro, El hombre ilustrado. Ahora sumo este a la colección. Está algo deteriorado, despegado parte del lomo, que está apenas partido en el medio. Justo donde comienza el cuento que da nombre al libro, y esa página está señalada con un trébol de cuatro hojas, seco y con un tallo larguísimo. ¿Me dará suerte? Creo que sí.



 
Tras la estela del Graf Spee: como comenté antes, este es tal vez el único libro en castellano que me falta sobre el acorazado de bolsillo que fuera a morir en aguas uruguayas. Una pequeña obsesión de juventud, y uno de los momentos de la Segunda Guerra Mundial que más me han atrapado. Está escrito por el hijo de uno de los marinos y tiene, entonces, ese algo especial que creo les falta a otros, que explican la historia más "desde afuera". Está en perfecto estado.
 El Unicornio: No creo poder decir nada más con respecto al libro en sí. El ejemplar está NUEVO, sin manchas, marcas ni nada de nada. El único detalle es la dedicatoria de alguien que lo regaló a otra persona; la fecha está reescrita encima por lo que no sé cuál es la correcta. Pero bueno, la pérdida de uno es la ganancia de otro. Amo esta edición, excepto por el tamaño muy pequeño de la letra, que creo tendré problemas de seguir dentro de unas décadas. Pero mientras tanto, a releerlo. A sólo 40 pesos.
 Leí este libro hace tiempo y me encantó, como todo lo de Pérez Reverte. Como muchos otros libros, en realidad era propiedad de mi hermano (el ejemplar era de esta misma edición) así que cuando él se mudó, dejé de verlo. Sé que puedo pedirlo prestado, pero me resulta importante tener este tipo de joyas, y más si puedo pagar tan poco por él. 40 pesos, sí. En serio. Y está NUEVO, ni siquiera tiene desgaste o dobleces en las puntas.
 Estación de tránsito: este libro de Clifford D. Simak es una de mis lecturas favoritas de cuando era adolescente. También se mudó con mi hermano, así que encontrarlo es otro doble hallazgo. Me alegré mucho al volver a verlo, es como un viejo amigo, y uno de los pocos libros que recuerdo haber releído al menos dos, tal vez tres veces.
El último castillo / Hombres y Dragones: Al ver que eran dos novelas cortas de Vance, lo aparté instantáneamente. Tiene dos introducciones de Asimov en donde el genio habla de alguien que no conoce, sin decir nada, pero con una elegancia total. A ver cuándo tengo tiempo de leerlo... el problema de comprar tantos libros buenos a la vez es que no sabes por dónde empezar.
Wittgenstein: Como comenté, compré este libro porque quería saber más sobre este filósofo. Pinta interesante, a pesar de tener una de las tapas más horrendas que he visto en mi vida.

¡Leyendo!

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Es una muy curiosa situación. Hace mucho tiempo que no leo un libro de ficción. De no ficción, sí, varios de temática histórico-militar, hace uno o dos meses. Pero por falta de tiempo, asquerosa falta de tiempo, cero ficción, de cualquier tipo.

Me "contentaba" leyendo comics, alguna que otra revista y un poco de cada cosa. Mis viajes en colectivo suelen ser cortos y no me gusta leer de a sorbos. Sobre todo cuando lo que leo me gusta, amo inundarme de letras, de frases. Y es algo que hace rato largo que no puedo hacer.

El otro día, habiendo devastado ya todos los comics comprados en los últimos meses, y sin ninguna idea fija, me detuve en un libro que compré a un hermoso precio, hace unos meses: ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? Una asignatura pendiente del tamaño de Júpiter, para un amante de la obra de Phillip K. Dick y casi un obseso de Blade Runner.

Y no me pude despegar. Leo en el colectivo, encuentro tiempo que creí que no tenía para leer al menos dos capítulos por día. Ayer me fui a la cama leyendo, algo que no hacía en muchos, muchos meses; hoy también. ¿Suerte, coincidencia? Sí, un poco, no puedo negarlo; pero tampoco puedo negar que, dentro de ciertos límites, si uno puede estirarse un poco para alcanzar aquello que lo desvela.

Los dejo, tengo pendiente otro capítulo.

Otro santuario

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Todo cambia, y todo vuelve. Finalmente salió el tercer número de la obra completa de Cortázar, Fin de juego, así que lo compré y ya leí algunos cuentos. Me encanta la edición, aunque agredecía que los márgenes fueran menos escasos; siento que en cualquier momento las letras van a caerse de la página.

Pero la mayor razón para escribir esta entrada es que he descubierto una "nueva" librería de usados (*). El viernes pasado, haciendo trámites por el centro, debía reunirme con unos amigos del club de rol en un departamento cercano y debía hacer algo de tiempo. Fue así que, en lugar de mirar la vidriera y pasar de largo, entré a Argonautas. En principio interesado en un libro de Foucault, pero como me resultó algo caro para el momento (no tenía previsto pasar por una librería tan bien provista), terminé revisando opciones más económicas. Así me encontré con El lenguaje, introducción al estudio del habla, de Edward Sapir, en una bonita edición de 1952, tapa dura y casi de bolsillo. Luego de hojearlo y ver el precio me lo llevé instantáneamente.

Entusiasmado, me puse a revisar superficialmente otras estanterías, pero cuando vi que tal vez no podría comer ni volverme en taxi si seguía comprando, me tuve que ir para evitar la tentación.

Ciertamente me causa algo de pena cuando tengo dos o tres libros empezados, no sé por cual seguir y tengo poco tiempo de lectura. Ya arranqué con este y también estoy con otro de Borges. La cuestión será en todo caso esperar a que termine el semestre y darme algo de tiempo en diciembre y luego en enero, antes de tener que ponerme a estudiar para la (hasta ahora) única materia que tengo agendada para febrero.


(*) Existe al menos otra librería por la zona que no he explorado nunca, generalmente por falta de tiempo. Paso por allí a menudo pero nunca puedo quedarme. Me resulta especialmente importante porque hay librerías de usados y saldos a las que he dejado de ir debido a que la "veta" que estaba extrayendo (generalmente comics antiguos) se fue agotando, y el precio de otros tipos de libros es, en mí opinión, muy caro. De manera que me hace falta ampliar las opciones, y esta librería sí que me resultó interesante tanto por los precios como por la enorme variedad.

Libros errados

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Después de mucho, mucho trajinar, logré conseguir el nº 20 de las obras completas de Borges que está sacando el diario La Nación. Supuestamente es el último número, pero por las malditas trabas a las importaciones (los libros están impresos el remoto y enemigo país de Uruguay), se saltearon los tres números anteriores. Igualmente parece que eventualmente llegarán a los kioskos.

Me llevé a casa el preciado botín un sábado por la mañana. Comenté en alguna ocasión que es una costumbre mía el revisar rápidamente los libros que compra, para ver si debo reclamar alguna mala impresión (de tanto comprar libros, me han tocado libros con saltos de página, hojas al revés, etc.). Y aunque no podía reclamar hasta el lunes siguiente, quería saber si haría falta.

Cuando una costumbre, no, mejor dicho un tick, se hace conciente, es por algo. De pronto me encuentro con que este rayo de conciencia se convierte en una premonición. Al quitarle el envoltorio de nylon, descubro que las páginas están al revés. Es decir, que tengo que poner el libro de cabeza para poder leerlo al derecho.

¿Reclamar el libro? No, lo compré en un kiosko y ni hablar de factura o ticket. Por otra parte, ¿para qué? Tengo ya libros intonsos, libros con saltos de páginas, libros en idiomas que no puedo leer y alguna que otra exquisitez más. Conté las páginas, revisé que estuvieran todas y sin saltos, y decidí quedármelo.

No es más que una ironía cósmica; tener estos libros es como recibir un hijo algo bizco, una hija que sesea o cualquier otra cosa similar. Uno los ama como son; tal vez los ama más porque estos defectos son hasta entrañables.

Así que si están por Rosario y me ven leyendo un libro donde Borges está de cabeza, ese soy yo.

Las palabras viven en el viento

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El otro día un compañero de trabajo regresó de Europa con un regalo muy particular. Una recopilación de cuentos de Ernest Hemingway, traducidos al catalán, en una exclusiva edición de tapa dura cubierta de cuero con letras doradas (1). Hermosa edición, de apenas 1.000 ejemplares, lo cual no hace más que aumentar mi agradecimiento.

En clases pasadas, en clase de Teología y Doctrina Social de la Iglesia, debíamos analizar algunos aspectos básicos de la Biblia que habíamos llevado a clase: el imprimatur y el idioma del cual había sido traducida.

Es así que descubro que la Biblia que había llevado (traducida aparentemente por un profesor de mi profesora de Teología, oh mundo pequeño), fue autorizada por dos obispos mexicanos, editada en España y Filipinas, e impresa en China (2).

Solemos decir que el viento se lleva las palabras, pero en el caso de los libros, a veces pienso que el viento más bien le sirve de sustento. Particularmente ahora que la globalización nos lleva a estos extremos.


(1) No, no sé catalán. Pero luego de haber leído gran parte del Mío Cid en el “lenguaje” original simultaneando con las notas, si puedo conseguir una edición en castellano planeo hacer una lectura comparada, paralela, como la que tengo pendiente con un ejemplar bilingüe de Julio César, inglés/castellano. Sólo para seguir siendo una persona peculiar.

(2) Al leer eso tuve una fugaz imagen de una fila de soldados chinos mirando salir cajas y cajas de biblias, yendo al puerto en una cinta transportadora, vigilando que ningún chino abandonara la sana y perfecta religión del Estado.


Dedico esta entrada a Sebastián, quien en su paso por tierras catalanas tuvo la deferencia de acordarse de mí y de mi extraña afición.

A veces, ni para leer

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El otro día, hablando con mi hermano, le reconozco que no estoy comprando libros.

¿Qué pasó? Es algo relacionado a la época de reorganización de mi casa, pero particularmente al hecho de que no quiero seguir juntando libros que no leo. Incluso los pocos que quiero comprar no están ahí: por motivos desconocidos (o no tanto), las colecciones de Borges y Cortázar se han detenido de nuevo, y no ubico nuevos ejemplares por ninguna parte.

Ciertamente, por el momento no tengo espacio material para más libros, y estoy apilando lo que compro por cualquier parte. Pero tampoco hay interés; si hubiera algo por ahí dando vuelta, lo compraría y lo usaría hasta de almohada, si no quedara otra alternativa.

Actualización tardía

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Mucho tiempo sin escribir lo que tanto quería escribir!!

El estudio me mantuvo muy alejado de la computadora, excepto para las cosas más básicas como revisar el correo. Tuve que dejar los guiones, y recién ahora estoy recomenzando.

Para ponerlo en pocas palabras: terminó el cursado y a los pocos días ya había mesas finales. Psicología de la Educación el 29/6, Práctica Profesional I el 5/7 y Política y Legislación Educativa Argentina el 6/7.

Sí, las tres en un lapso de una semana. Práctica era más sencilla ya que planteaba la presentación de un trabajo escrito que cociné rápidamente (escribir 15 páginas no es nada cuando ya llevas 4 novelas). Pero lo teórico no dejaba de ser complicado. De hecho, creo que fui el único que rindió las tres hasta ahora, ya que vi compañeras que rindieron en dos pero faltaron a alguna de las otras. La distribución de las fechas planteaba varias estrategias válidas, sobre todo teniendo en cuenta que dejé Antropología Filosófica para el año que viene y algunas valientes ya la aprobaron en el primer llamado (sacrificando el estudio de otras).

No creo necesario aclarar el estado de extenuasión que me causó esto, sobre todo teniendo en cuenta que el día anterior al final de Política descubrí que había textos que no había leído en la plataforma virtual, y uno que había olvidado releer en los apuntes. Estaba tan cansado de leer que ya cometía errores al planificar los repasos. Por suerte no eran textos difíciles y con algo de esfuerzo se aprendieron en horas.

El resultado de tanto esfuerzo, el mayor en muchos años de estudiante, fue realmente bueno, ya que no sólo las aprobé sino con notas muy altas. Así que no me puedo quejar: todo marcha sobre ruedas, aunque la velocidad me haga sacar chispas.

Ahora la tarea es actualizarme con lo atrasado. Particularmente los guiones. Ya estuve haciendo algunos repasos y correcciones, y espero pronto tener alguno listo para mis dibujantes. Desde CBB2 estoy revisando muchos de mis métodos de escritura, y creo haber aprendido cosas muy útiles.

En el apartado libros, estoy comprando la colección de Obras Completas de Borges que lanzó recientemente el diario La Nación. Como era de esperarse, excelente relación precio-calidad, con tapa dura a colores, buen papel, etc. Cada volumen tiene dos o tres libros del genial escritor. En estos días justamente compré El Aleph y Ficciones en un solo tomo, que seguramente leeré mil veces. Todavía no les he asignado un lugar en la biblioteca, ya que tengo todo revuelto, cambiando de lugar DVDs, comics, etc.

Por lo menos pude leer algo, tanto de Borges como de Trillo (Sick Bird). Y alguna que otra película o serie. Es bueno respirar de nuevo a ritmo normal.

Bueno, los dejo. Almuerzo familiar por el 9 de Julio, día de la Declaración de la Independencia Argentina. Pescado a la parrilla, y después a jugar Burning Wheel. A la noche, algo más de lectura y escritura.


NOTA: el profesorado ha demostrado ser una parte muy importante de mi vida, y todavía falta un año más, mínimo, de cursado. Es por eso que agrego la etiqueta correspondiente en esta bitácora, para marcar las experiencias relacionadas como se debe.

Lista de lectura

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Entre el trabajo y la facultad, actualmente tengo poco tiempo para leer algo que no sea material de estudio. Esto hace que se acumulen libros y comics que voy comprando, a un ritmo que me preocupa. Pero ya estoy acostumbrado; hay épocas de siembra y otras de cosecha.

Actualmente tengo en la cola de lectura:
  • tres números de la revista Skorpio (para los que no la conozcan, son revistas de la década del 90 en donde hay obras maestras de historieta argentina en capítulos);
  • dos números y medio de las primeras aventuras de Superman, que está publicando el diario Clarín. Faltan dos números, menos mal que se termina porque si no...
  • Los dos hidalgos de Verona, del inmortal Shakespeare;
  • Manual of the Planes, de D&D 3.5, el cual estoy leyendo actualmente en los escasos ratos libres.
También compré recientemente 4 números de Rurouni Kenshin, para continuar con la colección, pero no los cuento porque no están como urgencia. Quiero conseguir todos los números para fin de año y leerlo de corrido. Igualmente esperan Arkham Asylum y Watchmen para una relectura a fondo, que posiblemente llegue a fin de año con las vacaciones (o a mitad de año, si me va bien en los exámenes y puedo tomarme unos días).

Ah, claro. Acabo de comprar Batman: Broken City en una edición en inglés (la argentina es completamente inconseguible), acompañada de Batman: Gotham Knight, novelización de la serie de cortos que se sitúan entre Batman Begins y Batman: Dark Knight. Cuando los reciba, de aquí a dos semanas más o menos, seguramente entrarán en la lista.

Un motivo más para terminar pronto la carrera :D

Libros diferentes

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Cuando uno compra muchos libros, a veces suceden cosas inesperadas, pero totalmente lógicas desde el punto de vista estadístico.

Algunos libros vienen con detalles; otros con defectos.

El primer caso que me tocó presenciar fue el de una copia de El hombre ilustrado, de Ray Bradbury. Un pariente mío tiene una librería. Su principal problema reside en que el depósito es pequeño y siempre tiene problemas con el stock. Hace unos años alquiló por un tiempo un local cercano para utilizarlo como depósito temporal, y yo ayudé en la mudanza. Como parte de pago, me dejó llevarme algunos libros que no coincidían para nada con el target de dicha librería, o que simplemente estaban ahí tirados. Fue así que volví con varias joyitas, como una gramática del latín de la década del 70 y una edición bilingüe de Julio César, de Shakespeare, de la década de 1950, encuadernada en tela.

Otro de los libros que me traje fue justamente El hombre ilustrado. No pude leerlo en el momento, pero grande fue mi sorpresa, tiempo después, al descubrir que las hojas saltaban. Todo va bien de la 1 a la 34, pero la siguiente es la 115; sigue derecho hasta la 146 y luego regresa a la 67. Lo más gracioso es que las páginas insertadas fuera de orden no faltan más adelante, sino que se reiteran en el orden correcto; así luego de la 114 está la 115, etc. Lamentablemente, las páginas perdidas no están en ninguna parte, así que quedan menos cuentos para leer.

Más adelante compré una hermosa edición de Perceval, de Chretién de Troyes, con sobrecubierta a todo color, tapa dura y hermosas ilustraciones a color y blanco y negro en cada capítulo. Por cuestiones de tiempo no lo abrí en el momento; casi un mes después descubrí con horror que tenía también errores de impresión y encuadernación. Afortunadamente siempre guardo los recibos y pude hacer el reclamo; afortunadamente también todavía tenían en stock el libro (seamos sinceros, quién compra ya libros de la saga artúrica que fueron escritos hace siglos?). El ejemplar que tengo ahora está en perfecto estado y ahora, al recordarlo, tengo ganas de volver a visitarlo.

De estas dos experiencias saqué rápidamente la costumbre de hojear cada libro que compro, y revisar principalmente la secuencia de las páginas, para evitar la experiencia de El hombre ilustrado. Hasta ahora no he encontrado ni comprado ningún otro libro con ese tipo de errores.

Un caso diferente fue el de El retorno de la Sombra, tomo correspondiente a la Biblioteca Tolkien. Revisaba religiosamente cada tomo apenas llegaba, justamente por lo anterior. Fue así que descubrí que, luego de la página 32, ese tomo en particular repetía esas mismas 32 páginas, pero de cabeza, para luego dar paso a la página 65. De no ser por el faltante de páginas, no hubiera tenido problemas, pero hice el reclamo. Quedé muy conforme porque la operadora tomó rápidamente todos los datos y me aseguró que iban a enviarme una copia nueva con el siguiente envío (dos semanas después). Supuestamente debía darle al cartero la copia defectuosa para que él me diera la nueva, pero en ese momento olvidé comentarle el asunto y él me entregó el paquete de todas maneras. Así que todavía tengo la copia defectuosa, oportunamente puesta de cabeza para diferenciarla de la buena. No me da el corazón para tirarla, y no he encontrado nadie que pueda quererla.




Pero la palma se los llevan por lejos los libros intonsos. Hace mucho tiempo, compré una edición de Stalingrado, de Theodor Plievier, que tenía mal cortados los pliegos que componían las últimas dos páginas. Tuve que cortarlos para poder leer el final, con infinito cuidado y dolor.

Esta anécdota pequeña me lleva a la más grande. Tiempo atrás (estoy seguro de haber contado esto en uno de mis blogs, pero no encuentro la entrada), mi hermano me llamó por teléfono para avisarme de que en una librería céntrica estaban vendiendo antiguos libros de historia militar a precios ridículos. Me leyó los títulos de algunos y, como tenía dinero, le pedí que comprara al menos uno, el más interesante, el que alguien podría arrebatarme. Más adelante iría a mirar el resto.

El libro en cuestión era El principio y el fin, de Adolf Galland (también traducido como Los primeros y los últimos). Una edición de EMECÉ de 1955, con tapa blanda y fotografías en blanco y negro insertas, con traducción al castellano de la Fuerza Aérea Argentina (Galland estuvo en esos años como consultor) bajo supervisión del autor.

Pero claro, un pequeño detalle. No sólo no están cortados los pliegos en sentido horizontal, lo cual dificultaría mucho la lectura pero la permitiría en parte. Hay pliegos enteros que además están sin cortar en sentido vertical.

Básicamente, para poder leer el libro tengo que destriparlo, ya que no se trata de un defecto de algunos pliegos, sino de todos. Algunas páginas, por diferentes razones, han sido cortadas con cuidado, pero posiblemente el dueño original no se animó tampoco a emprender la larga cirugía.


Detalle de algunas de las páginas.
El 90% del libro está en este estado.


Así que ahí está, sin leer. En algún momento conseguiré, calculo, una edición correctamente encuardernada, posiblemente más moderna, del mismo libro. Mientras tanto, sigue ahí, querido y amado, pero sin ser tocado. Ah, y ahora, curioseándolo de nuevo, acabo de redescubrir dos extrañas fotografías, supuestamente tomadas en la época, que el antiguo dueño olvidó ahí, al lado de un Stuka en picada.

Las cosas de los libros antiguos que tanto me gustan.


Shopping spree

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Sábado, uno de los que no trabajo. Hora de comprar libros.

Mi periplo comienza en El Pez Volador, donde como siempre, me traigo una docena de revistas Nueva Aventura.

Luego voy a El Ojo, en donde puedo encontrar a buen precio fascículos de enciclopedias de la Segunda Guerra Mundial. De yapa, de casualidad (como siempre), un número de Cybersix de Forum. Explorando una parte desconocida de la librería, descubro dos libros de una colección que adoro, sobre la Edad Media, pero como están al doble de lo que yo recuerdo, los dejo para más adelante.

Estoy corto de tiempo y comprendo que no puedo pasar por Germinal Libros, en donde seguramente lapidaría la mitad del dinero que acabo de sacar del cajero (Cds de música clásica y más Segunda Guerra Mundial!!!). Pero principalmente por el tiempo.

Así que enfilo (después de comprar DVDs y cajas acordes) hacia El Aleph, donde me han informado que hay una liquidación brutal (y van...). Encuentro más o menos lo mismo de siempre, aunque en algunos estantes hay toneladas de libros, repetido hasta el hartazgo. Esta librería se caracteriza por liquidar cada tanto lo mismo, una y otra vez. Pues bien, 10 libros a 10 pesos. Principalmente enciclopedias sobre animales, todas de saldo, muchas severamente dañadas. Elijo 10 tomos de los menos dañados, incluyendo uno sobre aeronáutica militar de la Primera Guerra Mundial y uno sobre submarinos alemanes de la Segunda. Más adelante tendré que pegarlos y limpiarlos, porque son como niños huérfanos que nadie ha querido cuidar.

Me voy corriendo; llego tarde. Apenas dudé en la compra de todo lo anterior, entré, miré, compré y salí, pero no me alcanza el tiempo.

Saludo a mi tía abuela, que trabaja en la librería de la vuelta, y regreso a casa con, literalmente, kilos y kilos de libros. Estreno la balancita que mi madre compró recientemente: cada uno de los libros que compré pesa entre 750 gramos y 1 kilo. No doy más, hace calor. Dejo la tarea de acomodarlos para el domingo.

Mi biblioteca tiene hambre, y yo también.

A la caza

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Soy cazador de libros. Podría estar horas (y de hecho, lo estuve en más de una oportunidad) rebuscando en librerías de saldo y de usados. A veces me espantan las librerías comerciales, como la de los shoppings, con sus murallas de decenas de unidades del mismo best-seller (el único libro que pareciera merecer la pena, un Libro para dominarlos a todos). Simplemente me aburren; las mismas tapas chillonas, la misma vergüenza de ver enterrados a los buenos libros debajo de pilas de basura.

Ayer sábado fui de cacería, apresurada cacería de hecho, porque tenía que regresar a casa para el almuerzo. Planeaba ir a dos librerías del centro de Rosario: El Pez Volador (la de San Lorenzo casi esquina San Martín). Pero, casi sin darme cuenta, me encontré entrando a El Ojo (Sarmiento casi esquina Rioja, al lado del Anses). Hace dos semanas no pude entrar porque estaban de refacciones.

En principio, la idea era entrar a mirar un poco. Pero de pronto, la escondida góndola de comics me atrapó. Estaba la pila de revistas de He-man (sí sí, las mismas que yo leía de chico, hace como veinte años!!!), que no quiero comprar porque me parece ya demasiado gasto y demasiado frikismo. Estaba la pila de Skorpio, enorme pila, al lado de un montón de comics para adultos con conocidos nombres de dibujantes en la tapa (bueno, supongo que será ESE Hugues). Y finalmente, estaba la pila de libros sobre la Segunda Guerra Mundial, cita obligada en cualquier librería a la que asista.

Por ese día no toqué las Skorpio, apremiado por el tiempo. Era una parada casual, simplemente porque estaba en mi camino y no me había dado cuenta. Pero no pude más. Un montoncito de revistas Nueva Aventura, extrañamente como nuevas, a tres pesos cada una, me dejó rascándome la cabeza. Números consecutivos, primer año, excelente estado, a 3 pesos cada una, apenas 50 centavos más de lo que salen en El Pez Volador (en donde casi siempre están manoseadas y lastimadas por el paso del tiempo). Sin dudarlo, compré varias, incluso un par que tenía en muy malas condiciones. Lo único lamentable era la etiqueta adhesiva, que ya veré cómo puedo quitar sin lastimar.

A eso le agregué un par de tomos de El Tercer Reich, a 9 pesos cada uno, precio justo siendo que son de saldo, tapa dura, hermosos en todo sentido. Sin quererlo, había gastado ya más de la mitad de lo que pensaba gastar en total. Y faltaban dos librerías más.

Una pequeña caminata me dejó en El Pez Volador. El encargado ya debe reconocerme, voy cada dos o tres semanas, directo al mostrador de comics, embolso las Nueva Aventura de una docena y me voy. En este caso, siendo que ya había comprado varias, compré menos. Me concentré en la sección de historia militar, en donde encontré muchos más fascículos de las enciclopedias de la Segunda Guerra Mundial, de tapa dura, que voy completando de a poco (las de Time Life editadas por Rombo). Sin embargo, me llamó la atención el elevadísimo costo de los volúmenes que encontré: entre 14 y 18 pesos cada uno, siendo que suelen conseguirse en otras partes a entre 9 y 12 pesos. Además, algunos estaban bastante deteriorados. Ya sé que son de saldo, pero hay límites. Yo soy de los que busco el ejemplar que tenga menos golpes, aunque tenga que revolver todo.

Igualmente, El Pez Volador siempre sorprende con algo, así que nunca está de más pasar y mirar. Como en todo negocio, tiene sus puntos fuertes y débiles. Mientras haya una revista de comics antiguos (había uno de Mazinger Z, por el amor de Dios!!!) yo pienso seguir yendo.

Apurado, me encaminé a Rayuela (Corrientes entre San Lorenzo y Urquiza), en donde he comprado de todo, desde revistas de armas hasta CDs de música clásica o libros sobre arte medieval. Pero siempre había ido los días de semana, y me encontré con que estaba cerrada. Por suerte, todas estas librerías están a pocas cuadras de la parada que me toca. Otro día será.

Me quedé con algo de ganas, porque lo que iba a buscar allí (más libros de arte medieval) no lo he encontrado en otra parte. Pero bueno, me conformo con saber que El Ojo tiene los Cds de música clásica que ya no encuentro en otros lugares, y a buen precio. Lo cual me hace acordar que tengo que dejar mi fase grunge y pasar de nuevo a Mozart o a Beethoven (el otro día arranqué con Bach de nuevo).

Y lo que falta... hace tiempo que no voy a Urquiza y Santiago. Una de las primeras cosas que hice, con mi nuevo sueldo, fue saldar mi cuenta. Hace tiempo que tengo material de canje y ahora que puedo pagar... Pero bueno, no se puede hacer todo en una helada mañana de sábado, cuando hay que regresar temprano para tomar la sopa. Será otro fin de semana, y, como hago casi siempre, me quedaré una hora, por lo menos, mirando acá y allá, hojeando, leyendo y admirando libros de todos los temas, de todas las décadas del siglo XX... y algunas anteriores, también.

Sueños que se disfrutan estando despierto

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Como sabrá cualquier que siga mis intentos editoriales, estos días han estado llenos de muy buenas noticias.

En primer lugar, Rosario Juega Rol, un evento de dos días organizado por el club de rol Sierpes del Sur, del cual soy parte, ha tenido un éxito muy grande. Dos días de jugar rol con gente de Rosario, Paraná, Buenos Aires, Santiago del Estero y otros lugares. Dos días de compras roleras y frikis, de intercambio, de conocernos, de comer bien y divertirnos sanamente. Cerca de 150 personas cada día llenaron el Centro Municipal de Distrito Sur.

En segundo lugar, Cómo crear un mundo de juego, mi primer libro autopublicado, ha resultado un éxito de ventas. Con una tirada de 8 unidades, que se quedó en 7 por un problema de imprenta, las seis unidades a la venta (yo me tenía que quedar con una!!) se vendieron en esos dos días. De más está decir que ya planeo la segunda tirada, como cuento más arriba.

Ha sido una experiencia asombrosa, que nada podría opacar ni ensombrecer. Me siento muy contento y agradezco a todos los que nos han ayudado (para hacer el evento y/o para hacer el libro). Este año se ve muy prometedor para todos mis proyectos, algunos de los cuales tienen años ya de antigüedad. Así que durante estos meses, aunque algo tarde, seguiré compartiéndolos con ustedes.

Historia de un libro perdido

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Hace ya un buen tiempo, mi padre rescató un libro del limbo. Como sabe que me gustan los libros y cosas antiguas, detuvo a una señora que estaba tirando cosas a la basura. Lamentablemente mi padre no puede hacer siempre lo mismo, porque trabaja de vendedor y no puede seguir su ruta con todo lo que encuentra.

El libro en cuestión permaneció bien cuidado en mi biblioteca, como muchos otros, hasta que volvió a la vida cuando lo elegí para ser mi siguiente lectura.



Se trata de Mitología griega y romana, del profesor Hermann Steuding. Comencé a leerlo ayer, a la luz de las velas debido a una tormenta que nos dejó sin electricidad. Hacía tiempo que quería leer algo en serio sobre mitología griega, porque todo lo que tengo son lecturas infantiles y juveniles en la gran enciclopedia familiar (Maravillas del saber).

El volumen necesita algo de reparación, porque el lomo está casi totalmente separado de la tapa delantera. Como pueden ver, cartón recubierto de tela. ¿Quien habló de reciclaje? Pues miren, la parte interna del lomo está sostenida por un pedazo de la hoja de presentación de otro libro de la misma colección. Supongo que usarían hojas de impresiones falladas o cosas así. Lo fotografío para que quede constancia. Apenas pueda voy a pegarlo con cola vinílica (la de los carpinteros): que por lo que he visto, soporta casi cualquier cosa y no daña el papel, porque se disuelve en agua.

Como no se nota en la foto, la línea de arriba (que corresponde al autor) termina en "RRÍA" (¿EcheveRRÍA?). El título del libro contiene las letras "FÍA" y abajo "ÑA" (¿EspaÑA?) y finalmente, en la parte donde están el nombre del traductor y cosas así, dice "NAL" y abajo "Nueva", para finalizar en "tander" (supongo que Santander). Hay un par de letras más abajo que creo que son "oja". No he podido hacer coincidir ninguno de estos datos con los títulos de la sección VI (Ciencia Históricas) de la Colección Labor, listado que está en una de las primeras páginas del libro. Así que supongo que será de otra sección.


Salvo por un superficial y extendido borrón en la tapa (visible en la foto, la tela está más suave), está muy bien. Hay un polvillo negro en ciertas hojas, que sale apenas pasas el dedo. Cuando tenga tiempo voy a quitárselo con un pincel seco, no vaya a ser que sea moho (hay signos de que fue tocado por la humedad). Las láminas del final estan firmemente pegadas; veré de separarlas con el clásico vapor, pero más adelante.

Para ser un libro de 1934, está bastante bien. Se trata de la cuarta edición en castellano de la Editorial Labor, las anteriores fueron en 1925, 1927 y 1930. Tiene 60 figuras, 16 láminas y un mapa a color (que se pegó sobre sí mismo, aparentemente por la humedad). La traducción es de J. Camon Aznar (catedrático de la Universidad de Salamanca).

Hasta donde pude ver, todas las hojas están intactas y muy blancas, aunque algunas de las delanteras están apenas despegadas. En resumen, un muy buen ejemplar.

Está un poco escrito en la primera página. Yo calculo que era un libro escolar, porque tengo otros libros escolares (incluso más viejos que este) con las mismas firmas y datos del dueño. Como puede verse aquí, firmado en 1943. Arriba dice "Los Aleros Amenábar 1495 784-1156". Posiblemente el sitio donde fue comprado, una dirección (quiero saber qué hay ahí ahora!!!). El último número no puede ser un teléfono, porque no coinciden los códigos y además, recién hace pocos años Rosario tiene 7 dígitos para las llamadas locales.


Esta tarde, para verificar la confiabilidad del autor, que desconozco, lo googleé. Curiosamente, no pude encontrar ninguna biografía o dato del mismo: sólo aparecen datos de este libro u otros. Por lo que pude ver todavía hay ediciones contemporáneas de esta obra, en editoriales argentinas (valen 10 pesos, es un libro pequeño). Más allá de algunas cuestiones de época (como hablar de "razas griegas" o decir que ciertas religiones son inferiores a otras), se me hace una lectura muy sencilla e interesante, y supongo que por eso será reeditada como un clásico de "iniciación cultural" (como dice en el plan editorial de la colección). Un ejemplar de la 3º edición está en la Biblioteca Nacional de Australia. También pude ver que es uno de los muchos libros sin copyright que están disponibles en Google y en universidades. El autor y este libro aparecen mencionados en Wikipedia como fuentes.

¿Qué se estaba perdiendo la persona que casi lo tiró a la basura? Mucho, aparte del valor afectivo que yo ya le tengo. En Ebay, un ejemplar de la tercera edición estaba con una base de 8 euros (unos 45 pesos, más o menos). Encontré otro en un sitio que se vendía también a ese precio. Posiblemente esta persona no tenía acceso a Internet, pero es una pena que este tipo de gente no averigüe al menos donde hay una casa de compra de libros usados. En mi querida UyS le habrían dado al menos unos pesos para poder canjearlo por otra cosa más de su gusto.

Al final nadie sabe lo que vale la "basura". El otro día leía que muchos artículos que están en venta en las casas de antigüedades son rescatados por cirujas de los contenedores de basura. Tiramos nuestro pasado, y ni siquiera le sacamos un mínimo rédito en metálico. ¿No es de idiotas?



WTF como bonus:
en el sitio de Tematika.com, tienen listada la edición actual en la sección de Esoterismo. A lo mejor creen que es un libro para hablar con los dioses griegos, o algo así. No es de extrañar de una cadena de librerías que conceden un mueble a la sección de filosofía y dos o tres a las de autoayuda y cosas así.