De manera que sin esgrimir las reseñas de nadie, me fui al cine apenas pude, arriesgándome a un buen fiasco. El cual no fue tal: la película, aunque puede no gustar a algunos, es más que recomendable por varios factores que pasaré a detallar.
Basada en la novela Una princesa de Marte, de Edgar Rice Burroughs (a ver si alguna vez le pegan con una buena adaptación de su obra), sigue los pasos del personaje homónimo, un antiguo soldado de la Guerra Civil Estadounidense que no encuentra su lugar en el mundo. Un excelente luchador, un sobreviviente nato, que sin embargo no tiene ya objetivos en su vida, más que la obsesión con una mina de oro legendaria. Un personaje que, como reza el lema de la película, se encuentra perdido en este mundo, pero se encontrará a sí mismo en otro.
Una historia bien contada
Si bien ya estaba decidido a verla, esta charla que dio Andrew Stanton (director y escritor de Finding Nemo y Wall-E, así como director de la cinta hoy analizada) terminó de cerrarme la idea. Recomiendo mucho verla porque habla muy bien de la narrativa de esta película, así como de las ya mencionadas, y deja bien claro por qué estas películas han sido tan exitosas en todo el mundo.

La estructura básica está hermosamente decorada, no sólo con una perfecta puesta en escena, que combina lo digital y lo filmado, sino principalmente con una serie de tramas y subtramas muy bien entrelazadas. Stanton lo deja bien claro en su charla: el espectador disfruta encontrando orden en un relato, encuentra placer en terminar de completar la historia y atar los cabos sueltos. No es necesario mostrarle todo servido en bandeja; error que cometen muchísimas películas.
¿Qué nos cuenta la película entonces? Pues una historia de amor, una lucha entre dos reinos, una lucha por la supremacía y la supervivencia, la búsqueda del sentido de la vida del protagonista, y una subtrama sorpresa que se rebela, de a poco, durante toda la película... de la cual no voy a decir nada porque sería spoiler. Pero es de lo más atractiva e interesante. Como atractivos son los personajes, que ya veremos.

John Carter es un héroe atípico, como todos los héroes. En la Tierra, no tiene más que el oro de una cueva misteriosa que no ha encontrado. Pero en Marte, donde de pronto se encuentra, tiene menos que eso... y mucho más. Siendo terrestre y estando adaptado a una gravedad menor, es capaz de las mayores hazañas físicas, siendo un guerrero todavía más temible. Pero no es sirviente de nadie, más que de él mismo. Eso nunca cambia.
A su lado, la historia coloca rápidamente a Dejah Toris, la princesa marciana que da título a la novela de Burroughs. Me gustan los personajes femeninos fuertes y decididos, y ella se lleva la palma. Interpretada por la amazónica Lynn Collins, aquí no hay bikini chainmail que valga. Científica pero hija de un pueblo guerrero, tiene más cojones que su padre y varios personajes más... y sabe cómo usarlos. No por ser sensible es una idiota, ni por ser grandota y fortachona es una más de los chicos. Es un personaje muy bien construido y creíble, que se aleja de los estereotipos más comunes de las mujeres en armas. No sólo lucha por la libertad de su pueblo, sino por la suya propia.
Sería muy extenso pasar lista a la media docena de personajes secundarios que jalonan la historia; sólo queda decir que están bien armados y sus relaciones resultan de lo más interesantes y sin duda ayudan a mover la narrativa de manera suave, sin sobresaltos. Están bien cuidados e interpretados, incluso los que están hechos por computadora...

John Carter es la primera película de Pixar que no está totalmente animada. Ah, ¿nos habíamos olvidado de decir eso? Pues ahí va, menudo paso al frente. Y con gusto.
De nuevo, uno de los aciertos de la película es que sabe contar una historia interesante con escenas memorables, pero sin caer en las exageraciones ni en dulces para los ojos. Cada tuerca, cada escama de panel solar, cada cuerno de thark tiene su razón de ser, está ahí por algo y no se lo muestra más de lo necesario.
Justamente vale hacer mención a estas dos cosas. En primer lugar, los tharks, marcianos de cuatro brazos y gran estatura, que juegan un papel importantísimo en la trama. Leí que años atrás hubo intentos de filmar una adaptación de esta novela con personas maquilladas... algo que resultaría una aberración. Aquí los vemos muy detallados, y rápidamente nos hacemos conocedores de su cultura y tradiciones, totalmente alejadas, a veces, de las humanas.
Tenemos, además, la exhibición de las maravillas tecnológicas de las civilizaciones humanas en Marte, principalmente las naves voladores a luz solar y las ciudades que caminan... pues sí, así como lo lees, un derroche de ciencia ficción pulp de la mano del gran autor de principios de siglo XX.
Porque si la gravedad marciana te hace superhombre, podemos soñar con más, mucho más.
Un desenlace inesperado
Lamentablemente, por lo que leo, la película no sólo ha recibido críticas mixtas, sino que económicamante ha supuesto un tremendo fracaso para Disney, dejando de lado que fuera de EEUU ha tenido un muy buen desempeño.
Esto hace que sea el primer fracaso de Pixar, y además hecha por tierra la posibilidad de que la película tenga secuelas, como se estaba esperando. El guión ciertamente lo permite, y de hecho, lo pide a gritos.
Sin embargo, es una gran recomendación para ver una película entretenida en serio, equilibrada, que te da mucho de todo sin saturarte. Sus más de dos horas de duración se pasan volando, y es un buen sorbo de agua dulce en medio de este naufragio creativo que es el Hollywood de ahora.