La calma de la tormenta

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Ayer, mientras llovía, se posaron frente a la ventana. Al poco tiempo vino un pájaro más, y lo corrieron porque la rama era demasiado pequeña para los tres.

Se quedaron ahí, esperando que dejara de llover. Comenzaron a acicalarse, abriendo las alas para sacarse el agua. Justo me había puesto a escuchar el nuevo disco de Pearl Jam cuando abrí la ventana y los vi llegar. Y dije, ¿qué tengo para hacer hoy? Todo y nada, nadie me obliga, y parece que esto sigue...

Así que me quedé mirándolos, mientras escuchaba música con la cortina abierta. Dejó de llover y ellos siguieron esperando, moviéndose cada tanto pero siempre en la misma rama. Yo me quedé pensando en cómo nosotros no nos podemos quedar quietos en nuestra rama, y tenemos que salir a molestar y ponernos en peligro a nosotros y a otros. Ellos en su rama, paraditos, esperando que pasara el temporal, a que se secaran sus plumas para volver a volar.

Escuché el disco dos veces, y ellos siguieron ahí. Llegó otro pájaro y también lo sacaron de la rama, con suaves movimientos del ala y del pico. Era para ellos dos.

Me tuve que ir a comer y, tal como había imaginado, cuando volví ya no estaban.

Me regalaron un hermoso momento de paz, de reflexión, de cable a tierra. Ya corremos bastante cuando estamos afuera... acá en casa parémonos un poco y, cada tanto, no hagamos nada.

Disfrutemos la nada, que la vida a veces es eso. Estar parados en una rama esperando que pase lo peor.