
Adaptación de un manga, a diferencia de las siguientes historias de este sello, nos presenta una preciosa combinación de historia bien contada, personajes fuertes y creíbles, animación impecable y un desarrollo visual que todavía hoy sorprende por lo rico y variado.
Una historia sencilla pero sólida
Como en muchos de las películas de Studio Ghibli, la premisa central del argumento está relacionado con el balance de la naturaleza, roto por el hombre, y que debe ser restaurado antes de que sea tarde, por el sacrificio del héroe. En este caso, el papel le corresponde a una chica, la princesa del Valle del Viento, que a pesar de su corta edad es una gran luchadora y exploradora.
Nos encontramos con un mundo apocalíptico, en el cual una mortal plaga de hongos va destruyendo poco a poco los reinos humanos. Lo que es invadido por estos hongos se convierte rápidamente en un bosque en donde sólo sobreviven enormes y extrañas especies de insectos, que no toleran la presencia de otras criaturas. Los humanos y los animales sólo pueden sobrevivir usando unas máscaras especiales: de respirar el aire cargado de esporas, mueren rápidamente. De más está decir que los pocos asentamientos humanos están a la caza constante de estas esporas, pues una sóla de ellas crece rápidamente y recrea el mortal bosque de hongos y atrae a los insectos gigantes.

Si bien, como ya dijimos antes, la historia tiene elementos clásicos de muchas historias del maestro Miyasaki, no reitera ni repite situaciones. Los giros de la historia y los personajes son originales. Todo movido por las pasiones humanas más básicas y poderosas: el miedo, la ambición, el honor, la venganza, pero también la redención y el perdón.
Lejos de ser una película ambientalista, en el sentido plano del término, Nausicaa del Valle del Viento es un hermoso entretejido de metáforas y realidades humanas.
Una imaginería suprema
Lo que más me sorprendió fue, sin embargo, el impresionante despliegue visual que acompaña toda la película. Y lo mejor es que esto va de la mano de un sorprendente descubrimiento progresivo del mundo en el que habitan los personajes. Un mundo lleno de misterios, de peligros y riesgos creíbles pero al mismo tiempo fantásticos.

La deliciosa mezcla de elementos antiguos y modernos, fantásticos y reales (trabucos y máquinas voladoras, insectos gigantes, espadas y armaduras) no marea. Como sucede con Nausicaa y su planeador, nos invita a despegar rápidamente de la idea que nos vamos haciendo de la película, dar una vuelta, sobrevolarlo todo, descubrir nuevos detalles y volver a posarnos. En este ritmo visual y narrativo es donde la historia se hace compleja y rica.
Esta obra de arte de 116 minutos, curiosamente, adapta sólo un cuarto del manga, que Miyazaki escribió durante ¡12 años! (obviamente, tomándose descansos para hacer otras cosas). Como es de esperarse, el manga, que debe ser una joya, es mucho más detallado y complejo. Miyazaki aceptó adaptarlo a la pantalla grande sólo si era el director.
Y la anécdota que no puede faltar
Prontos a hacer dinero de cualquier manera, una productora estadounidense, viendo que en Japón esa película vendió un millón de entradas, se decidió a "adaptarla". El título de esta "adaptación" (mejor podríamos decir, aberración) marca a las claras el rumbo que tenía el proyecto: "Warriors of the Wind" (Guerreros del Viento). Se la vio en cines, en VHS e incluso por HBO.
Esta versión era una edición brutal, grotesca. Tenía 30 minutos menos (supuestamente eran escenas lentas), cambios de nombres sin motivo, alteraciones de escenas, etc. Se apresuraba la narración, se metía más acción, se perdían los discursos ambientalistas, etc. etc.; incluso en la tapa se mostraban personajes que luego no aparecían!!! Incluso, se dice que a los actores y actrices de doblaje ni se les informó del guión de la historia antes de realizar su trabajo, lo cual perjudicó sin duda alguna su capacidad actoral.
El engendro enojó bastante a Miyazaki, que pidió a todos los fans que simplemente lo olvidaran. Esto influyó mucho en los tratos de distribución con empresas occidentales. Se dice que, cuando se negociaba la venta de derechos de Mononoke Hime para los estudios Miramax, un productor del Studio Ghibli, simplemente al escuchar que alguien pensaba en hacer cortes, le envió una katana auténtica, con un mensaje que sugería lo contrario.